Esa difícil tarea de vivir la Libertad al estilo masónico.
Había una vez un hombre que pretendía convertirse en francmasón. De hecho, no estaba verdaderamente liberado para recorrer el Sendero Masónico, cuando menos no en el orden adecuado, siendo impaciente, irritable y codicioso; tenía, de hecho, las características que incapacitarían a una persona para soportar la Libertad.
Sin embargo, se le dio la oportunidad y fue iniciado, ya que existía la posibilidad de que pudiese resistir ser completamente Libre, y seguramente el podría verse a sí mismo, constatar de sus propios defectos y corregirlos, viéndose esclavo de sus deseos pasionales tendría que adoptar un acercamiento completamente diferente, y volverse más calmo y considerado con los demás.
Luego de un tiempo, sin embargo, este masón se sintió bastante frustrado con las duras enseñanzas masónicas, ya que la Masonería le ponía en circunstancias donde tendría que considerar fraternalmente a los demás, incluso tolerar lo que él consideraba los defectos de sus hermanos masones, y consideró así que las enseñanzas masónicas eran inútiles.
Así, de modo que buscó otras alternativas iniciáticas, una escuela que encajase mejor con sus propias suposiciones acerca de sí mismo. Naturalmente, encontró otra escuela iniciática. Esta otra escuela de iniciación era liderada por un maníaco que odiaba a la Masonería y por tanto era un Antimasón declarado. Cuando hubo ganado la confianza del incauto masón y lo hubo inflamado con promesas de develarle secretos con los cuales le decía tendría poderes y éxitos, le dijo:
Ahora es momento de probarte, si pasas las pruebas, serás capaz de escalar las mayores alturas del Poder.
El incauto masón con grado de compañero rogó ser probado, de cualquier modo.
Muy bien, continuó el maniaco antimasón, ve y escaba a media noche en punto, en el bosque, encontraras donde escavar porque el lugar esterará marcado por una rama de acacia.
El compañero masón, con la cabeza completamente llena con tan maravilloso tesoro que encontraría bajo el lugar indicado, así lo imaginaba, del nuevo Maestro Anti-masón y Traidor, así que el inexperto masón fue y escavó, y pronto encontró un féretro, lo abrió y encontró un cuerpo completamente putrefacto, y al cuello del cadáver con una delta de oro puro con esmeraldas incrustadas, despertando la ambición del compañero masón le hizo tomar la joya, no sin al mismo tiempo leer el Nombre Santísimo que había grabado en la Joya. Eso provocó que el cadáver cobrara de nuevo vida.
Y entonces, el resucitado dijo: Soy el Solar Hiram Abiff, muerto por la ambición de quien te envió aquí, y vuelto a la vida ahora por ti, y desde hoy ya no ambicionaras más los tesoros mundanos, porque iras en pos de un bien mucho mayor. Así de esta manera ¡Actúa con Gentileza; supera tu negligencia y tu ignorancia!
Alcoseri
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