EL SECRTO DE LA PIRAMIDE
Por el acto mismo de erguirse, el demiurgo hace entrar en convergencia un conjunto de pensamientos y sustancias, de formas y de vidas, que se unen en el espacio-tiempo. Esto se traduce por la primera manifestación comprensible, inteligente, del orden universal, generalmente representado por los egipcios bajo la figura de una colina o de una isla de llamas, en forma de pirámide. Es la forma primordial escogida por los egipcios como el símbolo del universo manifestado - por tanto, del anti Noun -; para los egipcios esta forma piramidal simbolizará, por sí misma, durante milenios el orden inteligente del mundo. Esta colina piramidal no es el universo en tanto tal, sino el arquetipo, modelo y matriz, la forma ideal que traduce las relaciones armoniosas entre los principios cósmicos instaurados por Maat; el régimen de interdependencias positivas que permitirán la existencia de un mundo habitable. Maat organiza y hace entrar en coherencia y convergencia estos principios que toman la forma simbólica de la pirámide. Es ante todo una realidad mental, matriz de todas las formas futuras, y la primera es el Sol de donde surgirá la luz. Los egipcios han organizado su sociedad según el modelo piramidal, y sus tumbas son pirámides porque la representación ideal del mundo es, para ellos, la pirámide. Esta forma surgida de las aguas primordiales estaba perfectamente indicada en el plano mágico para vencer a la muerte. Es, en efecto, la forma original que ha podido derrotar a las fuerzas destructoras del Noun. Entrar hasta el corazón de la pirámide equivale a penetrar en el corazón de la génesis del mundo y ser así capaz de un nuevo nacimiento. Para esto era necesario que el rey, depositado en su tumba en el corazón y eje de la pirámide, hubiera actuado durante su vida con un corazón justo, es decir, habitado por Maat. Justificada por sus acciones terrestres, su alma gana el derecho de reincorporarse a las fuerzas primordiales de la creación personalizadas por la luz del Sol. La pirámide es llamada también la Luminosa, escalera de luz que une el Cielo con la Tierra. El jeroglífico de la pirámide es MR, el triángulo isósceles negro nacido de las dos colinas, del mismo modo como puede verse el Sol levantarse entre dos colinas. Los griegos vieron en las pirámides egipcias la encarnación de la llama primordial. El nombre pirámide viene de la raíz griega pir que significa “fuego”. La característica de la llama es elevarse desde abajo hacia lo alto, cualquiera sea la posición de su soporte. Así la pirámide está en relación con las nociones de extrema tensión y de convergencia hacia lo alto. La pirámide nos revela por su arquitectura el orden del universo con su imagen ideal. Su función de montaña cósmica garantiza la comunicación entre el Cielo y la Tierra por medio de su cúspide central, el piramidión, que une lo visible y lo invisible a través de sus cámaras interiores. Es, en fin, el lugar de la transmutación del alma de aquél que ha sabido vencer la muerte afirmándose más allá de sus miedos. En consecuencia, resulta el monumento iniciático por excelencia, símbolo de jerarquía y de conocimiento transfigurador de comunión con todos los planos de la existencia. La pirámide es la imagen misma de la cultura capaz de engendrar una civilización. Su base representa la tradición, y sus cuatro caras la ciencia, la religión, el arte y la política. Cada una de ellas rige uno de los planos de la personalidad individual y de la colectiva: el conocimiento, el sentimiento, el principio de transformación de la energía y la organización. A través de su función de símbolo, la pirámide focaliza y hace converger las diferentes fuerzas de la existencia, permitiéndoles así organizarse en un orden habitable. Maat es la imagen- símbolo que da su organicidad al sistema piramidal. Sin ella, quedaría una estructura estática, desprovista de vida. La teoría del anticaos - que constituye uno de los desarrollos más recientes y prometedores de la ciencia actual - evidencia, por una parte, que el caos paradójicamente engendra el anticaos, a saber, “estructuras" capaces de organizar (como la matriz piramidal pata los antiguos egipcios). Muestra que todas las cosas retornan al caos, que el anticaos reencuentra limites y que existe un vaivén incesante entre el caos y el anticaos. Paradojicamente, la estabilidad de la pirámide, reforzada por las presiones horizontales dirigidas hacia el núcleo central, aumenta con su altura. De modo que no vivimos, como creemos de ordinario, en un sistema estable, que evoluciona suavemente, sino en un sistema que vacila constantemente entre el orden y el desorden. El anticaos, la aspiración de la naturaleza al orden, está contrarrestado por el caos. Dicho de otro modo, lo que para nosotros es orden - es decir, toda forma de creación, lo más estable en apariencia - está permanentemente en estado de equilibrio inestable. Es en el punto de ruptura entre el caos y el anticaos cuando el comportamiento de una estructura se revela más complejo: es entonces cuando su equilibrio resulta el fruto de una extrema tensión entre el caos y el anticaos (entre el Noun y el anti Noun, para los egipcios). Parece paradójico el hecho de que, cuando el equilibrio es más precario, la complejidad - la riqueza, pues - del sistema es mayor. Es el mantenimiento de esta tensión extrema entre los dos opuestos complementarios lo que otorga duración al conjunto. ¿Por qué está Maat insertada en el seno de la pirámide; a qué se debe esta relación extraña entre Maat y el sistema piramidal, elementos aparentemente extranjeros y sin embargo inseparables? Si aceptamos que el sistema piramidal es el anti Noun, Maat simbolizada por la balanza cósmica que se incrusta en el corazón de la creación - es quien permite el equilibrio, en tensión extrema, entre los dos sistemas complementarios del caos y el anticaos. Gracias a este equilibrio, Maat genera elementos estables y accesibles para la razón humana y las necesidades de una sociedad. Permite una coherencia que hace habitable el mundo, sin descartar el caos. En efecto, es el caos el que confiere la posibilidad de una evolución sin la cual se ataca el orden fijo de la pirámide de estructura horizontal. El ya mencionado piramidión es Maat, como punto de contacto que articula las tensiones, el orden y el Noun Maat permite la coherencia y la armonía no solamente en el interior de la misma estructura piramidal, sino entre la estructura y lo que le es exterior, es decir, el Noun. Maat opera tanto en el ámbito de la vida como en el de la muerte. En fin esta visión nos obliga a tomar conciencia de lo que era la representación de lo real para el egipcio: construida de caos y anticaos e igualmente de un tercero incluido, que posibilita el paso entre ambos y es también la zona de mayor inestabilidad. Este lugar de paso está simbolizado por el demiurgo: el pasa de una orilla a la otra de esta doble realidad. Sin embargo, no es suficiente conseguir este paso, no más que el equilibrio. Si Maat es la hija mayor del demiurgo, Ra, sin ella la tensión no puede mantenerse en equilibrio y el universo no puede manifestarse. La forma en la que se instaura es el sistema piramidal. Pero resulta necesario mantenerlo, porque es inestable, y asegurar cíclicamente las condiciones (verdad, justicia) indispensables para la existencia de Maat. Esta situación crea una responsabilidad entre las criaturas del mundo manifestado: la de garantizar la permanencia de la creación en un entorno inestable. Se comprende mejor, así, la relación de Thot, dios inventor de la cultura y de la civilización, con Ra y Maat. Al instaurar la cultura y los ritos, Thot desarrolla los comportamientos culturales indispensables para combatir el curso natural de las cosas. Con la invención de la escritura combate el olvido, con el Libro de los Muertos combate la muerte, con la invención del calendario combate el deterioro. Tales son los útiles que permiten el mantenimiento, no del orden aparente sino del orden profundo. La coexistencia del Noun y del anti Noun se evidencia por la arquitectura de los templos egipcios. El santuario está siempre rodeado por una muralla de ladrillos secos en forma de zigzag, que representa las aguas del Noun. En el interior mismo del santuario hay siempre un lago sagrado de forma cuadrada o rectangular, utilizado para recoger las aguas de! Noun destinadas a la purificación de los sacerdotes al alba, y de aguas lustrales según las necesidades. El Noun está, pues, igualmente presente en el anti Noun: domesticado por la forma, se torna benéfico. Comprended el mensaje del que está en umbral de la Muerte. Que cada hombre se haga amar por su prójimo. Que la rectitud sea respetada en todas sus palabras. Os hablo con mi corazón, generaciones futuras, y espero que vosotros me respondáis. (Advertencias de Iuper, 2000 años a.c.) Cuando, en nuestros días, se habla de sistema piramidal, o de una sociedad que habría empleado el sistema piramidal para organizar su Estado, se trata de imágenes de connotación negativa. En efecto, se percibe en la comprensión de la gente como un sistema rígido, fijo, arbitrario, destructor, asociado al estancamiento, a la cerrazón, al aislamiento y a la burocracia, a la ausencia de comunicación y de libertad. La gente a la que se le pregunta evoca, respecto de ello, instituciones que perciben como represivas o inhumanas: administración, ejercito, iglesia, empresa o aun terrorismo estatal como lo han practicado las dictaduras: el nazismo alemán, el fascismo italiano, la Unión Soviética y los países de Europa del Este. Proponer hoy el sistema piramidal como punto de partida de una civilización donde los hombres llegarían a vivir mejor juntos aparece como una elección aberrante, contraria a las lecciones de la historia reciente. Esto ocurre porque sin Maat la forma piramidal pierde su organicidad, su convivencia, su solidaridad; no es justo ni auténtico. Acaba siendo una estructura de niveles estancos, superpuestos, en el que cada uno aplasta los inferiores. No son la inteligencia ni la justicia las que gobiernan la colectividad, sino la fuerza y el poder sin otra finalidad que a sí mismo. Esta forma piramidal o capas horizontales no es un sistema en el verdadero sentido del término, puesto que la interdependencia entre el conjunto y sus componentes es inexistente. Nos encontramos ante una estructura estática, incapaz de unir sino por la coerción y la fuerza. La pirámide pierde su cualidad esencial: su aptitud ascensional. Los egipcios no construían así ni sus pirámides de piedra ni su pirámide social. En uno y otro caso, edificaban sistemas orgánicos, estructuras que permitían descargar las tensiones, y creaban relaciones orgánicas entre sus componentes. Distinguiremos, pues, para evitar toda ambigüedad, lo que llamaremos la estructura piramidal estática y el sistema piramidal interactivo. Al construir la pirámide la primera etapa consiste en encontrar una colina cuyo núcleo rocoso constituya el punto de anclaje y su punto de partida. Se rodea después este núcleo, centro y origen del futuro eje de la pirámide, con un muro orientado según los cuatro puntos cardinales, sobre el cual se van a apoyar paneles de muros verticales convergentes en la cima. Desde esta colina crecerá el conjunto tanto hacia lo alto como en las cuatro direcciones horizontales, En efecto, contrariamente a la opinión corriente, la pirámide no está hecha de una serie de niveles superpuestos horizontalmente. Un ingeniero suizo estudio en 1952, el juego de tensiones en el interior de la pirámide. Noto que la marcada resistencia del conjunto (después de cinco mil años aproximadamente las pirámides de Gizeh están aun en pie) se debe principalmente al sistema de descarga de las tensiones. En efecto, el 75% de las presiones verticales se transmiten al núcleo interno gracias a la inclinación de los muros. Solo la carga restante, el 25%, se apoya en peso muerto sobre el basamento. Esta construcción por paneles verticales permite a las piedras estar sometidas a menor presión y, por tanto, ser más “ligeras”. Así, paradójicamente, la estabilidad de la pirámide aumenta con su altura: cuanto más alta es una construcción piramidal, más ligera es; cuanto más grande, más resistente. Por eso la gran pirámide es mas resistente que las más pequeñas que la rodean. La estructura piramidal es el ejemplo de un sistema capaz de armonizar las fuerzas contradictorias, gracias a su capacidad de integrar el juego de tensiones contrarias que se instauran en su seno y le dan poder. Las presiones verticales, horizontales, transversales, en lugar de destruirla, contribuyen a reforzar su poder gracias a los principios arquitectónicos que le son propios. Esta estructura piramidal da, pues, nacimiento a un sistema, puesto que hay total interdependencia entre las partes y el conjunto. No estamos ante una forma piramidal de capas horizontales, inerte, sino ante un verdadero sistema orgánico e interactivo. A bases iguales, las pirámides egipcias son siempre más altas que las de otras civilizaciones. Así la pirámide del Sol de Teotihuacán (México) ocupa la misma superficie en el suelo que la Gran Pirámide y es dos veces menos alta. Los egipcios no han elegido la solución más fácil sino la más eficaz. La inclinación de la pirámide corresponde al número áureo, causa de la relación más armónica para el ojo humano. Por eso las pirámides egipcias continúan suscitando el asombro y la admiración, más que todas las demás. Cuando la construcción llega a su término, se añade sobre el cuadrado de la cima el piramidión, que es la corona. Es en todo el edificio la única piedra triangular, constituida por un solo bloque. Su altura corresponde aproximadamente a una décima parte de la de la pirámide. Punto de anclaje en el cielo, es la contraparte del núcleo rocoso que constituye el punto de anclaje en la Tierra y en las fuerzas telúricas. Su colocación hace al edificio operativo en el plano simbólico y mágico: esta piedra de forma piramidal es como una piedra-germen, la piedra angular que resume sola el edificio y le da su sentido. Es a través del píramidion como el alma del faraón dejaba la Tierra para retornar al Cielo. El píramidion representa la colina primordial de donde ha nacido la luz. Es el punto de reencuentro entre el Cielo y la Tierra. Es el centro- cumbre, resultado del eje y de las cuatro caras de la pirámide que simbolizan cada una un punto cardinal, una dirección del espacio y, por ello, un elemento de la realidad. El centro-cumbre une entonces todos los contrarios, la cruz horizontal simbolizada por las cuatro caras de la pirámide, y lo alto y lo bajo figurados por el eje vertical. Punto de convergencia, da al conjunto su organicidad en el espacio y el tiempo: las pirámides estaban orientadas con referencia al Sol y a las estrellas, al día y a la noche, al cielo diurno y al cielo nocturno. Funcionalmente, el piramidión ejerce sobre el edificio el mismo papel que Maat en el mundo y en la sociedad de los hombres. Es la única piedra cuyo peso se reparte igualmente sobre el conjunto de la pirámide. De la misma forma, cada uno porta a Maat y se une a ella. Desde el punto de vista de la organización social, se puede obtener del sistema de construcción de la pirámide un cierto número de enseñanzas. El más pequeño no está bajo el más grande - sería entonces su esclavo - sino a su lado. Cada uno ocupa el lugar correspondiente a su tamaño, determinado por su aptitud para asumir responsabilidades y su voluntad de hacerlo. A imagen de los paneles de muros verticales de la pirámide, nos encontramos en presencia de individuos que se sostienen mutuamente sin aplastarse, sino teniéndose de la mano. Nada se interpone entre el Cielo y la cabeza de cada uno, no más que entre sus pies y el suelo cada uno con su propio destino y su espacio para cumplirlo. Así se puede vivir la autonomía en la solidaridad. Así se hace posible la ascensión, tanto individual como colectiva, en la medida en que se realiza la individualización de cada uno en un estado transpersonal de servicio. El reparto de cargas es directamente proporcional a la talla de las personas y por lo tanto a su capacidad de llevarlas. Y aquéllos que llevan menos son los más pequeños, contrariamente a lo que ocurre en la pirámide horizontal donde los más pequeños son los más cargados, donde los diferentes niveles no se dan la mano, y las cabezas de los que están debajo son aplastadas por los pies de los que están encima y cuyo peso soportan. Esta pirámide horizontal, mutilada, en la que existe una comunicación entre los que pertenecen a un mismo nivel, pero ninguna entre los diferentes niveles, es la base de todos los sistemas donde se desarrollan, lógicamente, las reivindicaciones corporativistas, las luchas de clase, etcétera. A través de este ejemplo de la arquitectura de piedra aplicada a la arquitectura social se encuentran las tres características de Maat, fundadora del orden social egipcio: la solidaridad, la justicia (cada uno en su puesto) y la verdad (o la autenticidad). Tanto en el plano material como en el social, si falta una sola de estas características la pirámide no puede ser realizada, puesto que constituye un todo indisociable. Se encuentran en la naturaleza innumerables ejemplos de estructuras piramidales, tales como el ecosistema del bosque ecuatorial o nuestro mismo cuerpo. En la naturaleza., la estructura piramidal es la acción de una relación de fuerzas mecánicas. Si uno de los niveles del ecosistema es destruido todo el conjunto desaparece, como lo pone en evidencia la deforestación de la Amazonia: aunque sólo ciertas especies sean abatidas, toda la selva está amenazada. Por el contrario, el sistema piramidal promovido por los egipcios estaba concebido no como un producto natural sino cultural. Organizada a partir de Maat, la sociedad egipcia lo toma como efecto contrario del estado natural. Así el Estado egipcio estaba obligado a defender a los débiles y poner la fuerza al servicio de la justicia. Por ello el pueblo egipcio - compuesto de varias etnias - constituyó la primera sociedad multirracial, particularmente tolerante tanto desde el punto de vista étnico como de las creencias. En fin, como - según ellos - la naturaleza de las cosas contempla que se utilicen, se degraden y se corrompan, el orden de Maat - que se puede, a fin de cuentas, definir como un estado de conciencia y de vigilancia transmitidos culturalmente – era diariamente reconstruidos por comportamientos políticos y rituales. Aunque cada uno era responsable de transmitir y mantener ese orden inteligente en la sociedad, el garante supremo era el faraón, obligado a ser el heredero de los dioses que legaron a los egipcios sus instituciones. Era juzgado no por la vida que llevaba, y por la cual el pueblo se interesaba muy poco, sino según sus obras y, fundamentalmente, por su aptitud para asegurar la subsistencia, la fecundidad y la Justicia en el país. Si el hambre amenazaba, si las tensiones y los conflictos sociales no eran resueltos, si Justicia no se respetaba, el pueblo se sentía con derecho a rebelarse. ¡Desde las primeras dinastías - en este sistema aparentemente totalitario - se constatan huelgas!
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