HACIA UNA CARRERA MASÓNICA JUSTA Y PERFECTA Por: David Galeano Olivera
*Aug:. y Resp:. Log:. Simb:. Tekokatu Nº 124 (Vall:. Kapiata, Or:. Paraguay)
* https://groups.google.com/group/secreto-masonico/msg/e28fadd989c48275?
Desde los primeros momentos de nuestra iniciación ya manifestamos -en
pequeña o en gran escala- nuestro inocultable deseo de desarrollar y lograr
una plena y exitosa carrera masónica, que -de ser posible- culmine en el
legendario Grado 33.
Pero, a fuerza de sinceridad, resultará de gran importancia y desde el
principio, que “pisemos tierra” y tengamos en claro que dicha carrera
implica un proceso que es largo y a veces complejo pero, en esencia,
necesario, normal y justo. Cualquiera de nosotros que se precie de ser un
buen iniciado debe ser conciente de ello.
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En dicha dilatada pero apasionante carrera debemos evitar y -de ser
posible- suprimir, por ejemplo: la precipitación, la ambición desmedida, la
envidia y la soberbia, ya que ellas pueden malograr nuestra marcha. No
existe espectáculo más triste que ver a un Hermano aspirando más de lo que
puede o bien ostentando un grado inmerecido y para más con un
extraordinario y visible “hueco” en materia de conocimientos. De hecho, lo
justo y perfecto nos debe conducir a construir la obra “despacio y con
buena letra”. Todo a su tiempo, pues todo responde a la ley de causa y
efecto, y por consiguiente, nada existe por casualidad.
Algunas de esas pautas que debemos tener en cuenta en la Carrera
Masónica son las siguientes:
* 1.- Convicción en el G:.A:.D:.U:. y en la Orden:* el buen iniciado
debe convencerse que el G:.A:.D:.U:. es el principio y el fin de todo, es
la causa primera y el efecto primero; y que sus trazados son justos y
perfectos y gozan de la más absoluta armonía. Todas nuestras buenas
acciones las concretamos a su gloria y nunca deben perturbar dicha armonía
o coherencia formal. La Orden Masónica no es otra cosa que la intérprete,
receptáculo y transmisora -con carácter selectivo y mediante un proceso
iniciático- de los misterios del G:.A:.D:.U:. Por consiguiente, ingresar a
la Masonería implica una aproximación conciente, gradual, progresiva y
ordenada al G:.A:.D:.U:. y al conocimiento e interpretación de sus
misterios implícitos en su grandiosa y eterna obra.
* 2.- Salud:* Que, precisamente es lo primero que los masones nos
deseamos fraternalmente en cualquier circunstancia; es por ello que decimos
“Salud, fuerza y unión”. Si tenemos salud tenemos fuerza y siendo sanos y
fuertes somos eslabones poderosos de la cadena de unión. Un antiguo pero
siempre vigente refrán dice “mente sana en cuerpo sano”. En otras palabras,
si deseamos tener una larga vida con sabiduría el primer paso es gozar de
una salud plena. La persona enferma o con la salud degradada no rinde lo
mismo que aquella persona sana. Por consiguiente, el Masón no viene al
templo únicamente para conocer de filosofía, simbología, ritualistica e
historia; sino a entender que nada de ello será logrado cabalmente si no se
goza de una buena salud (alimentarse adecuadamente, realizar ejercicios
físicos y espirituales, descansar debidamente, etc).
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* 3.-* *Estudio, investigación y formación:* Estos son necesarios para
acceder a la sabiduría que es la aspiración suprema de todo buen iniciado.
Para nosotros nada es verdadero o cierto hasta que sea demostrado. Es en
este sentido que la Masonería no es dogmática pues incita a sus iniciados a
buscar la verdad por medios científicos. Quien posee la información también
posee el poder y; por otra parte, quien sabe es libre y cuanto más sabe más
libre es. No perdamos de vista que nuestro gran objetivo es posesionar el
compás (espíritu) por encima de la escudra (materia), recordando que la
gran herramienta o palanca para dicho efecto es la sabiduría. De masones es
leer, investigar, interpretar, justipreciar a partir de una constante y
efectiva gimnasia mental. Todo debe ser comprendido e interpretado,
mientras ello no ocurra nada o casi nada se logró. Cualquiera de nosotros
debe resistir -merced a su formación- una confrontación intelectual con
cualquiera, cuando y donde sea. No es de masones “copiar y pegar”
información de internet para luego presentarla como suya. Nuestro
conocimiento debe delatar nuestra bien pulida formación.
* 4.- Perseverancia, paciencia y responsabilidad:* Desde el principio
debemos de estar seguros de nuestra vocación masónica, caso contrario de
nada servirá nuestra presencia en la Orden; que no sea para ostentar un
mandil inmerecido. Debemos de estar absolutamente convencidos de querer ser
masones y aceptar que la Masonería es un estilo de vida. La cosa no pasa
por ser Masones en los días de tenidas para luego volver como profanos al
mundo profano. La convicción debe llevarnos a ser masones desde el momento
de nuestra iniciación hasta el último suspiro. El buen iniciado ya nunca
podrá ser un profano. Desde la iniciación, el buen masón lo es en todas
partes y en todas las horas, minutos y segundos del resto de su vida. Y
viviendo como masones en el mundo profano, lleno de baldosas negras
(tentación, envidia, ambición, soberbia), requeriremos de perseverancia,
paciencia y mucha responsabilidad para el logro de nuestros objetivos y
para afrontar con éxito lo previsto e imprevisto. Perseverancia para
insistir, paciencia para resistir, responsabilidad para vivir.
* 5.- No precipitarse:* Muchos son los que se inician en la Masonería e
inmediatamente ambicionan grados y cargos, olvidando que todo proceso -si
sigue su ritmo regular- es gradual y progresivo. Un recién nacido no puede
ser presidente de la república, senador o diputado; o bien, qué podría
hacer un niño de 7 años en el último año de la carrera de arquitectura?. Lo
ideal es que siga el ritmo natural de la vida, entretanto deberá formarse y
esperar su turno. Deberá conocerse a si mismo, su entorno, el universo y al
G:.A:.D:.U:. Esa es la razón por la cual ninguno debe precipitarse. Todo a
su tiempo. Lastimosamente, hoy asistimos a la exaltación de maestros de
apenas unos meses de vida, sin experiencia y sin la formación adecuada, que
perturban -cuando menos- el ritual básico de la Orden y con ello hacen
perder el sentido y el valor esotério de las tenidas. Es por ello que hoy
se menciona constantemente a los profanos con mandil, aludiendo a aquellos
que fueron “iniciados” sin saber dónde ni para qué se iniciaron; y que no
pasan de ser personas confundidas que nunca dimensionaron acabadamente lo
que es la Masonería. En realidad, probablemente ingresaron a la Orden para
intentar satisfacer apetencias personales generalmente de carácter
financiero o político partidario.
* 6.- Disciplina:* Entendamos bien que nada se desarrolla ni se logra
plenamente sin orden, sin organización, sin sistematización. Al decir que
la Masonería es un estilo de vida, ello implica disciplina; es decir, la
observancia del derecho natural y del derecho positivo. Nosotros estamos
obligados a respetar las leyes inmutables emanadas del G:.A:.D..U:. y
operativizadas mediante la Orden. Asimismo, estamos obligados a respetar y
cumplir las leyes del país donde vivimos. No podemos ni debemos desconocer,
soslayar y mucho menos transgredir la justicia. No olvidemos que todo acusa
organización hasta la muerte misma. En esencia la Masonería es la
manifestación del orden en materia filosófica, simbólica, ritualística,
histórica y jurídica. En ella todo estuvo y está justo y perfecto. La
irregularidad no es inherente a la masonería. De allí que queda mal y es
incorrecto -en plena tenida- invocar, inducir o ejecutar procesos de
carácter irregular, como por ejemplo, hacer el “recorrido del saco en forma
irregular o sin ceremonia” en “homenaje al tiempo”. Eso es perturbar y
romper el profundo sentido de la armonía. Es más la noción del tiempo y del
espacio no existen mientras estamos entre la escuadra y el compás como
habitualmente ocurre en el mundo profano. Detalles como este son los que
lastimosamente profanizan a la Orden.
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* 7.- Humildad, discreción y secreto – Fraternidad y solidaridad:* El
masón que se precia de tal no se pasa la vida, dentro y fuera de la Orden,
presumiendo de su condición de iniciado o exponiendo la identidad de sus
hermanos entre los profanos. Por sus frutos lo conoceréis. Demás está
recordar que a la pregunta “sois masón” la única respuesta posible es “mis
hermanos me reconocen como tal”. Que la mano derecha no sepa lo que hace la
izquierda. De eso se trata. Vivir discretamente es la consigna y a la vez
preservar los secretos masónicos que solamente deber ser revelados a los
iniciados a condición de reproducir, ellos, la misma práctica con relación
a la humildad, la discreción y el secreto. La masonería resistió al paso de
los tiempos porque sus iniciados supieron cuidar y mantener los secretos
esenciales del Arte Real.
Finalmente, llegamos al principio y al fin de la Orden: la fraternidad
y la solidaridad. Sería absolutamente imposible concebir la idea de la
Masonería sin ambas. Cualquiera en el mundo profano al referirse a nuestra
Orden y en general a los Masones anteponen como características
fundamentales nuestras a la fraternidad y a la solidaridad. A menudo
solemos escuchar a la gente decir, con respecto a nosotros, “ellos se
ayudan” o bien “ellos se protegen entre sí”. La solidez y la fuerza de la
Masonería efectivamente radica en el principio de la fraternidad y a través
de ella de la solidaridad. Al concluir nuestras tenidas, siempre nos
prometemos fraternalmente “unión, unión, unión en la justicia”. De un
hermano siempre esperamos lo bueno y lo mejor. La posibilidad más remota
consiste en esperar algo malo de un hermano. No importa cual sea nuestro
rito, jurisdicción u obediencia: un hermano es un hermano y a él nos
debemos y él a nosotros.
QQ:.HH:. luego de este breve e incompleto enunciado de pautas,
dejémonos llevar por el natural impulso del G:.A:.D:.U:. y nunca
perturbemos la armonía de su obra justa y perfecta. Si procedemos de esta
forma nunca nos arrepentiremos de haber vivido, caso contrario solo
dejaremos entrever nuestra necedad, nuestra soberbia y lo más triste:
nuestra supina ignorancia.
A los efectos de lograr una carrera masónica justa y perfecta,
fomentemos el amor a la humanidad, luchemos contra la miseria, la
ignorancia y la ambición; preservemos nuestra buena salud, no perturbemos a
la armonía universal, no nos precipitemos y -sobre todo- procuremos todos
los días de nuestras vidas conocer más para aproximarnos a la mayor
sabiduría que -como decíamos al prinicipio- es nuestra aspiración suprema.
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