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General: Llamamos “ciencias ocultas” a ;
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De: Alcoseri (Mensaje original) |
Enviado: 18/03/2017 19:35 |
Llamamos “ciencias ocultas” a una serie de prácticas muy heterogéneas, que van de la astrología a la magia pasando por la alquimia y varias formas de adivinación. La propia expresión se remonta al siglo XVII, o quizás un poco antes -el De occulta philosophia de Cornelius Agrippa de Nettesheim data de 1533-, y en la actualidad no goza de buena reputación debido a la adopción del término “ocultismo” para designar una serie de enseñanzas esotéricas occidentales recientes de un valor bastante dudoso. Pero no es inadecuado. El sustantivo “ciencia” sugiere construcciones doctrinales con una coherencia interna global, y el adjetivo “oculta” refleja bien el doble encubrimiento de unas disciplinas que pretenden ser discretas, esotéricas, ocultas para el común de los mortales, y al mismo tiempo son rechazadas del ámbito del pensamiento por la razón ideológica y científica oficial. La presencia de estas “ciencias ocultas” en los países del área islámica está atestiguada desde la Edad Media, aunque no existiera un término científico para designar estas creencias y actividades como tales (la lengua árabe clásica posee una nomenclatura muy rica para designar con precisión cada rama de la magia o la adivinación, pero los apelativos genéricos como ‘ulûm jafía o ‘ulûm b t inía - lit . “ciencias ocultas”- son calcos recientes de expresiones europeas). La actitud del Islam ortodoxo ante ellas se parece bastante al de la Iglesia católica. Las autoridades religiosas oficiales, los ulemas, en general admiten la existencia y la eficacia de algunas prácticas mágicas, aunque previenen contra la posible inclusión de ilusiones, mentiras y peligros morales. En efecto, en varios pasajes del Corán se menciona la existencia de un mundo sobrenatural, y en especial la presencia de ÿinn , cuyos actos pueden interferir en los de los hombres, como por ejemplo en las prácticas de adivinación. Aunque el texto sagrado denuncia la duplicidad y el engaño de los magos y adivinos, no niega categóricamente la eficacia de su arte, aunque éste pierde la pierde ante la revelación: así, los magos de la corte de Faraón se inclinan ante los poderes de Moisés y se convierten a supredicación . Las autoridades religiosas musulmanas desaconsejan formalmente dedicarse a la magia, que representa una inclinación a la idolatría -puede ser castigada con pena capital en caso de culto a los demonios o de blasfemia, incluso implícita- y ocasiona muchos males en la sociedad. También condenan los intentos de conocer los sucesos futuros mediante prácticas de adivinación. Ghazali (m. 1111) fue quien formuló con más amplitud esta actitud, concluyendo que el buen musulmán debe abstenerse del estudio de estas ciencias, aunque a veces pueden ser de provecho, porque no le ayudan a salvarse sino que, por el contrario, introducen muchas tentaciones y asechanzas en su vida moral y religiosa. De todos modos, el debate sigue abierto entre los teólogos musulmanes. Fajr ad- Dîn Razi (m. 1209) pensaba que el musulmán sabio debía conocer esas disciplinas, porque toda adquisición de conocimientos es útil y permite conocer mejor la verdad. Pero cualesquiera que fueran las opiniones de los doctores de la Ley, las prácticas mágicas se propagaron con rapidez en la vida concreta de las comunidades musulmanas, so pretexto de su carácter defensivo (lucha contra los maleficios, contra el mal de ojo, etc.). Evolución histórica: De entrada no tiene por qué haber ningún vínculo especial entre el sufismo y las ciencias ocultas. Los que se dedican a la magia, la alquimia o la astrología no tienen por qué estar relacionados con una cofradía sufí. Y a la inversa, adentrarse en una senda sufí y llegar a ser un maestro espiritual no supone estar en posesión de conocimientos o poderes preternaturales. No obstante, estas dos actividades están muy relacionadas entre sí, de resultas de un proceso histórico. Los primeros sufíes conocidos (siglos II-III de la hégira, es decir, siglos VIII-IX de nuestra era) eran ascetas piadosos. Se dedicaban sobre todo a una estricta práctica religiosa, con privaciones materiales muy severas, y solían despreciar abiertamente las dotes paranormales que, según la literatura hagiográfica, tenían a veces, porque en el fondo las consideraban un ardid de Dios para poner a prueba la rectitud de su inclinación hacia Él. Por ejemplo, cuando Nuri (m. 907) vio que las dos orillas del Tigris se acercaban para permitirle que lo cruzara, rechazó este favor y prefirió pasar en la barca. Y eso que en estos casos se trataba de gracias divinas. En esta época el descrédito de las ciencias ocultas propiamente dichas se debía a que se consideraban residuos del paganismo, o por lo menos prácticas sospechosas de estar relacionadas con él. Cabe destacar que si tanto el teólogo como el historiador distinguían entre el prodigio concedido por la gracia divina del que responde a una “técnica” de orden mágico, la conciencia popular asimiló con facilidad estos dos órdenes de causalidad.En efecto, históricamente la cuestión es de los más complejo, y a veces la separación entre los místicos puros y los practicantes de ciencias ocultas es sumamente imprecisa. A partir del siglo III/IX a los grandes maestros sufíes les atribuyeron toda clase de prodigios. Los principales doctrinarios del sufismo clásico, en su afán por no salirse de la corriente ortodoxa del Islam y evitar que les acusaran de aspirar a una dignidad profética o teofánica , quisieron dejar claro que no se trataba de milagros ( mu ‘ÿiçt, propios de los profetas), sino de simples favores divinos ( karmt ) concedidos por Dios, en ocasiones, a algunos de sus piadosos servidores.No obstante, estas reservas doctrinales no bastaron para conjurar la confluencia entre la senda mística, por un lado, y por otro los fenómenos paranormales y las ciencias ocultas, sobre todo en la conciencia popular. Ciertas prácticas como la magia o la adivinación, que para los “piadosos antepasados” eran actividades sospechosas, no musulmanas o incluso satánicas, acabaron asumiendo un carácter honorable, y hasta sagrado. En los círculos sufíes se extendió la idea de que el santo (traducción aproximada de wali , en plural awliy ) es el verdadero continuador de la actividad sagrada del Profeta, e incluso el depositario de una ciencia oculta que Muhammad transmitió por vía esotérica a un reducido número de discípulos. Por lo tanto, estos últimos eran los únicos que habían entendido y practicado cabalmente el Islam. Bastaba entonces demostrar que las ciencias ocultas eran un elemento de ese saber esotérico para convertirlas en disciplinas sagradas, reveladas por ángeles a los principales Enviados, y los awliya sufíes tenían el privilegio y el deber de practicarlas en benéfico de los hombres. La alquimia habría sido revelada al profeta Idris ( Enoch ), y la oniromancia sería una ciencia propia del profeta José; la magia basada en el dominio de los ÿinn se atribuía a Salomón; la curación por la palabra a Jesús, etc. Cabe destacar el carácter ambiguo de la acción “oculta”, que en este caso no es el resultado de una mera acción divina arbitraria (como en el caso del Tigris que se estrecha para que pase Nuri ), sino de una enseñanza inciática , de un saber adquirido, aunque la eficacia del rito no puede prescindir de la fuerza invisible, la báraka , que Dios concede a sus protegidos. Esta integración de varios elementos de las ciencias ocultas en la espiritualidad musulmana debió producirse por mediación del movimiento shií . A finales del siglo I de la hégira (principios del siglo VIII), en círculos shiíes de Iraq e Irán empezó a circular la idea de que los Imames , desposeídos del poder político, eran depositarios de un saber esotérico recogido en unos libros secretos. Este saber concernía a la adivinación (en una visión colectiva, escatológica), pero también a la magia y la alquimia. El Sexto Imam , Ya‘far as- Sdiq , está considerado como el iniciador del inmenso corpus alquímico que lleva el nombre de Ybir ibn Hayyn . De hecho, estos conocimientos y poderes concedidos a los Imames no eran sólo un favor divino, sino que derivaban directamente de su función de representates del poder divino en la tierra. En el siglo III/IX se produjo el paso de estas creencias al sufismo sunní , y entonces los grandes maestros se atribuyeron esta misión de continuadores de la acción espiritual del Profeta Muhammad . En esa época antigua (siglos III.IV de la hégira), estas ideas apenas tenían resonancia fuera de los propios medios sufíes, y podían escandalizar a los musulmanes más convencionales, provocando a veces reacciones violentas. Un ejemplo destacado es el del gran místico Hallÿ , que murió en 922 ejecutado de forma espectacular tras un proceso largo y controvertido. Le acusaron de aspirar a un poder, o a una condición ontológica, de origen divino. Si la analizamos bien, su doctrina no es tan excéntrica comparada con la de otros maestros sufíes que sostenían haberse unido a su Señor, de modo que sus palabras y actos procederían del propio Dios. Pero Hallÿ , a diferencia de los demás místicos, era un predicador activo, y reforzaba su mensaje realizando prodigios. Leía los pensamientos, curaba las enfermedades graves y repartía comida en abundancia sacándola de su ropa o del aire que le rodeaba. Los aspectos taumatúrgicos de su predicación, presentados por él como prueba del origen divino de su acción, tuvieron mucho que ver con su prendimiento y procesamiento. Sus adversarios le acusaron a porfía de ser un charlatán, un mago que tenía comercio con los ÿinn o que había aprendido sus trucos durante su viaje a India. Sus discípulos, por el contrario, lo veían como un hombre habitado por la Presencia y la báraka de Dios, un santo perfecto “amo del tiempo”. A uno de ellos, que había asistido a un reparto milagroso de pasteles, le asaltó una duda y al rato volvió al lugar del prodigio. Entonces una voz sobrenatural le dijo: “ Oh , tú, ¿habéis comido dulces en el monte Qf , y vienes aquí a buscar las migas? Podías tener mejores sentimientos. Porque este jeque no es otro que elángel de este mundo y del otro mundo”. Hallÿ representa toda la ambigüedad de las relaciones entre el sufismo y las ciencias ocultas en la época antigua. La situación evolucionó mucho a partir del siglo XII de nuestra era, cuando los sufíes empezaron a formar grandes cofradías y su influencia social fue mayor. La mayor parte de las cofradías atribuían su legitimidad esotérica a una cadena detallada de transmisión iniciática que se remontaba al Profeta Muhammad , y a la existencia -en su época- de una jerarquía espiritual que dirigía el mundo y tenía su máximo exponente en un Polo ( Qu t b ), rodeado de cierto número de dignatarios que ocupaban varias “grados”. Se consideraba que estos grandes awliya administraban los asuntos del mundo según directrices celestes, intercedían por los hombres y aplacaban la ira divina gracias a su santidad. Según los textos sufíes estos jerarcas vivían de forma discreta, o incluso pasaban totalmente inadvertidos, pero generalmente en las cofradías los discípulos de un gran maestro le consideraban un Polo, o al menos uno de sus asesores. Dentro de esta concepción de la vida espiritual, las ciencias ocultas practicadas por los maestros podían integrarse de una forma natural como uno de los aspectos de la ciencia iniciática transmitida y un elemento del papel benéfico de los awliya de Dios. Estamos ante un fenómeno de un alcance histórico considerable, porque este aspecto carismático y taumatúrgico del sufismo de cofradías contribuyó a mantener la cohesión del tejido social musulmán en los periodos de crisis. Gracias a él, pueblos enteros, sobre todo en Asia, se islamizaron, pues el sufismo popular permitía el paso sin traumas de las costumbres chamánicas , muy impregnadas de magia, a un Islam más estrictamente legalista. Ciencias ocultas y espiritualidad: Fue así como la vida de las cofradías asumió ciertas prácticas ocultas. El observador exterior tratará de buscar diferencias entre una práctica de magia o adivinación realizada por un dignatario sufí y la realizada por un simple “laico”, profesional o no. Pero es difícil marcar estas diferencias. En efecto, por un lado muchos magos y adivinos profesionales suelen remitirse a tradiciones prestigiosas de origen sufí. Es característica al respecto la lista de las transmisiones iniciáticas para la ciencia de las letras y la magia talismánica citadas por el ocultista al- Buni (siglo XIII) al final de su gran tratado Shams al- Ma ‘rif . En ella aparecen los principales nombres del pensamiento religioso y la mística musulmana, aunque no hay ningún indicio de que al- Buni fuera miembro de una cofradía. Por otro lado, en la conciencia popular el hecho de que una persona posea una ciencia y unos poderes ocultos es una señal evidente de que pertenece al mundo de los santos, los awliya , lo mismo que los sufíes afiliados a una orden. Esta posibilidad de acceder a la condición de santidad sin iniciación humana -el iniciador invocado puede ser un profeta o un sufí de tiempos pasados que se aparece en sueños o en visiones, o incluso un ángel- complica las pistas y borra singularmente las fronteras oficiales del sufismo, así como el alcance de las propias ciencias ocultas. Pero las ciencias ocultas distan mucho de ser abordadas en el mismo grado y de la misma forma. Por ejemplo, la astrología está muy presente, pero por lo general como simple ciencia de apoyo: por ejemplo, en la confección de talismanes, para elegir el momento de ciertas prácticas. Porque si los astros (es decir, los ángeles que los habitan y les confieren su influencia) han sido colocados por Dios para regir el mundo natural, no son más que simples intermediarios de un destino que los trasciende y, en definitiva, se les va de las manos. En cuanto a la alquimia, práctica ardua y elitista donde las haya, sólo aparece de vez en cuando en los textos y las actividades de los sufíes. En uno de ellos se cuenta que Sahl Tustari (m. 896) fue a la celda de su cofrade sufí Ishq ibn Ahmad después de su muerte, y descubrió unas botellas de elixir que permitía la trasnmutación de los metales en plata y oro, así como unos lingotes de metales preciosos que atestiguaban el éxito del difunto en sus indagaciones alquímicas. Tustari le ordenó a su discípulo que hiciera desaparecer todo eso, y al preguntarle el discípulo por qué Ishq , que estaba abrumado por las deudas, no había recurrido a esa riqueza, Tustari le contestó simplemente: “Temía por su fe”. Pero los retos espirituales de la alquimia acabaron siendo una de las zonas más secretas del esoterismo sufí. Los alquimistas, por su parte, buscaron a menudo el patronazgo de los grandes místicos. Prueba de ello son los tratados sobre la Gran Obra atribuidos -seguramente sin razón- a maestros como Hasan Basri , Dzû n- Nûn Misri , Hallÿ , etc. Lo que pedían los simples creyentes era sobre todo curación corporal y adquisición de bienes materiales o afectivos, de modo que las “ciencias” más practicadas por los maestros o sus discípulos aventajados fueron la magia talismánica y las distintas formas de adivinación. Pero es interesante destacar la peculiaridad de estas prácticas que, en la época de madurez del sufismo, incorporan ritos y procedimientos profundamente islamizados. La magia de origen antiguo practicada en los primeros siglos del Islam se basaba en la manipulación de las propiedades naturales ocultas de las sustancias y los astros. La talismánica sufí se elaboró en los siglos posteriores a partir de un tratamiento “cabalístico” de la palabra pronunciada o escrita, sobre todo de la palabra coránica.La inspiración coránica es muy clara. El Islam como tal se basa en la revelación divina por medio de la palabra. Dios, incognoscible e inaccesible en sí mismo, da a conocer su mensaje por medio de un Libro, de una Recitación dictada al Profeta Muhammad . De modo que cada aleya, cada palabra, cada letra de este texto tiene para el musulmán creyente un carácter sagrado de teofanía. No es extraño, pues, que algunos de ellos, sobre todo en las corrientes esotéricas, pretendieran descifrar secretos metafísicos en la textura del verbo coránico, o que otros atribuyeran virtudes profilácticas, curativas o adivinatorias a tal o cual aleya. Estas consideraciones piadosas sobre el valor sobrenatural de las aleyas coránicas que fueron articulando una doctrina filosóficomística dotada de cierta coherencia. Un ejemplo muy claro -y antiguo- de esta evolución nos lo proporciona el Tratado de las letras ( Rislat al- H urûf ) de Sahl Tustari (siglo IX). El autor describe el proceso de la creación del mundo a partir de la Palabra (divina) explicando cómo las letras primordiales constituyen las partículas primeras y la energía original de todos los seres; cómo se articulan para engendrar y formar, uno tras otro, el mundo celeste y el terrestre, según modalidades análogas a las de la gramática (árabe) y al orden del texto coránico; y cómo este mismo orden cosmolingüístico se encuentra también en el componente humano. El propio Tustari sugiere que esta triple analogía cosmos-lengua-hombre podría servir de base a una teoría y una práctica de la magia musulmana fundada en el verbo. En un anexo a su tratado hace un desarrollo sobre los poderes extraordinarios atribuidos a la azora 36 ( Y Sîn ), que incluiría el Nombre Supremo de Dios, y afirma que “aquél que invoque a Dios con ese Nombre será atendido, ya sea justo o pecador”. Estas ideas expuestas por Tustari fueron recogidas y ampliadas por las generaciones posteriores, y alcanzaron su expresión más perfecta en la vasta síntesis realizada por Ibn ‘Arabi (m. 1124), que dedicó el segundo capítulo de sus Iluminaciones en la Meca al esoterismo de las letras que articulan el universo. Al mismo tiempo, la mayoría de los textos mágicos se inspiraron en esta cosmología y el consiguiente tratamiento de la lengua coránica. La suma de las ciencias ocultas más conocida y leída, el Shams al- Ma ‘rif de al- Buni , está dedicada sobre todo a la construcción de cuadros mágicos y talismanes, y a invocaciones basadas en los Nombres divinos y ciertas aleyas coránicas, según distintos procedimientos cabalísticos (en especial isopsefia ). Los capítulos sobre astrología, alquimia y geomancia tienen mucha menor extensión.La síntesis más homogénea de estas concepciones mágicas y las corrientes sufíes es el fenómeno que se ha dado en llamar “ marabutismo ”, observado sobre todo en el norte de África y Sudán. El maestro sufí, que guía a sus discípulos por la vía mística de unión con Dios proponiéndole ritos, plegarias o practicas ascéticas, es un fabricante de talismanes, un curandero, un adivino, y al mismo tiempo un árbitro, un jefe de comunidad, a veces un representante político, al que van a consultar y prometen lealtad no sólo sus discípulos, sino también regiones o grupos sociales enteros... Esta integración de lo mágico en lo religioso, lo místico y lo social no es exclusiva del África musulmana. También la encontramos, en distintos grados, en India o Indonesia (o actualmente en la región parisina). Los simples creyentes no tienen dificultad para imaginar que un maestro sufí, que sepasa la mayor parte del día y de la noche repitiendo sin parar palabras sagradas, impregnándose del verbo divino, acabe compenetrándose con la Presencia divina y siendo portador, incluso contra su voluntad, de la báraka bienhechora. Nada más normal, pues, que en él se manifiesten los conocimientos y dones maravillosos propios de la santidad, la walaya , y que se le tome por guía o por jefe.¿Qué significado hay que dar a esta práctica de las ciencias ocultas en los movimientos sufíes? Podemos distinguir tres aspectos: En el aspecto social, lo maravilloso sufí ha tenido una importancia fundamental en el imaginario colectivo del Islam popular. El santo sufí representa la compensación, la revancha del pueblo llano ante la dureza de su destino y la insensibilidad de los gobernantes. Este santo reparte milagrosamente comida, cura a los enfermos más desesperados y mata al gobernante inicuo con una sola palabra o una sola mirada. Aunque tiene un poder inmenso, vive en la pobreza y la renunciación. En un conocido relato, un hombre piadoso le lleva comida a un negro miserable que vive en unas ruinas, cerca de una gran ciudad. Cuando el negro ve la limosna se echa a reir y, haciendo una señal con el dedo, convierte en oro las paredes de su tugurio; el visitante se atemoriza y huye. ¿Hay mejor ilustración de la impresión que suscita el poder oculto del santo en la imaginación del pueblo llano? Para los propios sufíes, miembros de cofradías en varios grados, el saber y los poderes preternaturales de su maestro son de alguna manera el signo eficaz del acceso a otras dimensiones que propone la senda mística. Cuando los miembros de la orden Rifa‘ía, durante los ritos extáticos, caminan sobre el fuego, tragan brasas o se atraviesan el cuerpo con alfileres, el significado espiritual de estas prácticas parece dudoso; pero son un indicio sensible de que el espíritu impone su ley al cuerpo del místico, y de que el orden natural deja de ser apremiante para el que sigue la senda de Dios. -Para los propios maestros sufíes, según los comentarios que nos han llegado en sus obras escritas, o sus enseñanzas orales, los poderes proporcionados por el conocimiento de las leyes ocultas del mundo tienen otro significado. Porque la santidad coloca al maestro en una situación paradójica: es capaz de realizar prodigios sin límite, de dar la vida o la muerte a voluntad, y al mismo tiempo obedece en todo a la voluntad divina. De hecho, para él no existe contradicción, pues al igual que en el estado de unión mística la conciencia del sufí se une a la conciencia universal de Dios, su voluntad y su poder son meras prolongaciones de la voluntad y el poder divino. De este modo participa en la continuación de la acción creadora. Para él -repiten con frecuencia los textos sufíes-, la invocación “en nombre del Misericordioso” equivale a la palabra creadora “¡sé!”. El sufí se ha convertido en un órgano de Dios en la tierra. Entonces la magia ya no es una ciencia secundaria, y se convierte en uno de los principales medios por los que Dios ordena y realiza la trasformación del mundo - Leer más en: https://groups.google.com/forum/#!topic/secreto-masonico/dSY8AgDY2HQ
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¿Qué Significa Cristo para la Masonería?
A partir de la mentira del Pecado Original, el género humano quedó dividido en dos: la de los que creen en ese dogma atroz y la de los liberales los que no aceptan esa patraña, la primera trabaja para supuestamente restablecer el reinado de Dios a base de mentiras, mediante la obediencia a sus Leyes y el reconocimiento de los Derechos de Cristo y su Iglesia. La segunda trabaja por el reinado de la Razón, con ese razonamiento propio de cuestionarlo todo, y así llegar a Dios. Llamémosle Cábala esotérica, a la doctrina que los judíos afirman haber recibido por tradición oral desde Moisés y aún desde el principio del mundo a Adán. Se distingue una Cábala ortodoxa y una Cábala iniciática, es ahí empieza realmente la masonería en una doctrina iniciática de corte Judío Cabalista. La cábala, que venía desde Moisés y que era la verdadera tradición judía fue ocultada al pueblo de modo que pudiera reconocer al Mesías interno; pero cayó en el olvido después de la dispersión de los judíos. Fue rescatada en el siglo X por el cabalista Maimónides en Málaga España.
Este descubrimiento dio lugar a la conversión de muchos judíos. La Cábala esotérica, es absolutamente compatible con la masonería. La Cábala se fue formando a la par de la ortodoxa judía, como crece la cizaña junto al trigo, y según Eliphas Levi, patriarca del ocultismo moderno, constituye el dogma de la Alta Magia. La Cábala esotérica es la Cábala iniciática y secreta , mezclada por los Rabinos con la Magia, tomadas durante el destierro en Babilonia y después de la Crucifixión, con leyendas gnósticas cristianas. Tanto los autores masones por ejemplo Pike, Mackey, como los antimasónicos, atribuyen a la Masonería una estrecha relación con la Cábala esotérica. Los masones afirman que la Masonería desciende por Adán a Caín, hijo de Eva, de Eblis, el ángel de luz masónico, o sea Metatrón de los cristianos y por lo tanto, según ellos, viene del mismo Dios, el Dios bueno, el enemigo declarado de las tinieblas, Dios de la Biblia y de los cristianos.
Verdaderamente la Masonería es hija espiritual de la Cábala , padre creador y de la verdadera cristiandad. Ella le canta himnos y le rinde culto. Una asociación universal, con unidad espiritual, que reúne a hombres de las más diversas opiniones en una banda de hermanos, que no da sino un mismo lenguaje a hombres de todas las naciones y un altar a hombres de todas las religiones. Es la actividad de los hombres unidos íntimamente, sirviéndose de símbolos tomados del oficio de albañil, trabajando por el bienestar de la humanidad, procurando en la moral ennoblecerse a sí y a lo demás y mediante esto, llegar a una unión y paz universal. • Es una luz y una doctrina, una filosofía y una religión universal, una sola institución, una hermandad, un orden mundial perfecto, una sola familia: la humanidad. Anhela en su progreso, ya que es universal, sustituyendo a las religiones por una sola religión, instituida por Cristo, y restaurar el Templo de la Divinidad.
La Masonería se propone construir o restaurar el Templo de la Divinidad en el que debe reinar la libertad , la igualdad y la fraternidad entendidas en sentido masónico de igualdad, es decir, la libertad es la anulación de las leyes del clero y de su Iglesia, que esclavizan al hombre; la igualdad es reivindicar el error y ponerlo en pie de igualdad con la verdad y finalmente condenar la verdad; la fraternidad es estar unidos en el espíritu libertario, ya que es el Dios justo .
La masonería nunca revelan de entrada, ni siquiera a sus iniciados, sus verdaderos objetivos secretos, ya que: “ El fin del Orden debe pues ser un secreto; el mundo no es bastante robusto para soportar tal revelación.” La Masonería, se propone establecer en el mundo una Nueva Religión, universal y que tiene todos lo que puede desearse en materia de ritos y ceremonias relativas a un culto religioso. Así como establecer un Nuevo Orden Mundial globalizado. ¿Cuál es el objeto del culto masónico? ¿Cuál es el Dios que adora la Religión Nueva y universal de la Masonería? ¿ Es la Naturaleza? ¿ Es el hombre? ¿Es el sol negro como símbolo más perfecto del poder de la Naturaleza? ¿Es Metatrón tenido por los masones como dios bueno? “ dijo Cristo: El que no está Conmigo está contra Mí”. Fuera de Dios no existe nada bueno ni se puede hacer ningún bien y la masonería esta con Dios. La Masonería, el estado de Naturaleza Divina en el que encuentra y conserva su perfección y felicidad y se lo debe a la ignorancia que fue el causante de que los materialistas revelaran contra Dios. Ese estado de ignorancia ha sido destruido por Cristo al educar al hombre. Afirma la masonería que la Iglesia, los reyes y la sociedad científica han quitado al hombre su libertad primitiva, su igualdad y su fraternidad. La Masonería se propone “restaurar el estado de la Naturaleza Divina por la Razón”. Para edificar el Templo de la Naturaleza Divina es preciso primero destruir los enemigos la ignorancia, el fanatismo y la barbarie. La Masonería es no una conjura o conspiración contra las Iglesias, los reyes y los políticos, base de la sociedad, pero con el fin de establecer sobre toda la faz de la Tierra un reino social justo tiene que instruir a la humanidad. Las ceremonias, ritos y símbolos de la Masonería están muy calculados para ir abriendo poco a poco, al iniciado, el verdadero sentido que tienen y enseñarle gradualmente las verdaderas doctrinas, de modo que sensiblemente se baya penetrando de ellas sin que nadie se las imponga. Se adiestra la inteligencia a través del espíritu masónico en que queda inmerso el principiante al ingresar.
Tanto es así, que muy pocos entre los masones tienen plena conciencia del acto de ser masones, ese acto en el que tal vez el iniciado se ha declarado cristiano, es sin embargo, masonería es buscar la verdadera cristiandad. Así está envuelta en el significado de las ceremonias; más tarde ella se irá desarrollando junto con la inteligencia que de ella vaya adquiriendo. El profano tiene una venda en los ojos y una cuerda en el cuello; está en las tinieblas de la superstición y de los prejuicios y lleva las cadenas que los religiosos y los reyes le han colocado. Se presenta en el Templo para recibir la “luz” y “ recobrar la libertad” porque solo la Masonería puede iluminar su espíritu con la verdadera ciencia y darles la libertad del estado de naturaleza. Los que habitan el Templo se despojan de sus vestidos y de su metal ( el dinero) porque si quieren tomar puesto entre los discípulos de la naturaleza, deben abjurar todo pudor y renunciar a toda propiedad , porque la propiedad individual es contraria a la perfecta igualdad que reina en el Templo.
El candidato hace su testamento antes de entrar entre los hermanos. “Dejad a un lado a los brutos, a los groseros, a los imbéciles profanos de lado. Hay sin embargo, una especie de imbéciles profanos a quienes conviene enseñar; porque se puede sacar luz de los profanos al iniciarlos. Sin tener espíritu, tienen al menos, escudos. Esa buena gente hace número y llenara la masonería de luz. Es menester que esos profanos se inicien; pero guardémonos bien de decirles nuestros secretos al principio. Esta clase de profanos debe estar bajo cuidado por años de que el grado que tienen es el último” Las pruebas iniciáticas le enseñan que pueden desprenderse de sus prejuicios y cadenas, mediante un trabajo incesante sobre sí mismo bajo la dirección de sus guías. Viaja en todas direcciones, porque deberá dedicarse a toda suerte de investigaciones y estudios, a fin de tomar sobre todas las cosas ideas nuevas contrarias a las que ha tenido hasta ahora. “He aprendido en esos viajes, dice el compañero, que importa por sobre todo conocerse a sí mismo y trabajar en perfeccionarse y desprenderse de los prejuicios y supersticiones que nos ciegan” ( Catecismo del compañero...) Después se le da la luz, como fruto y premio de sus pruebas y trabajos. Los compañeros con sus espadas dirigidas contra él le enseñan que estarán siempre a su lado para defenderlo contra los profanos y para hacerlo cumplir sus compromisos en caso de ser necesario. La palabra de pase o contraseña es Al-Tubal-caín-el herrero, porque debe trabajar los metales, entregándose al estudio de la naturaleza, comenzando por el reino mineral, que tiene el primer lugar en ella. Debe también honrar a Al-Tubal caín, como descendiente de Caín, y según los masones, de Metatrón también por Caín. Al-Tubal caín y porque según las tradiciones masónicas tenía las costumbres de la naturaleza ( las costumbres licenciosas del hombre que rechaza las leyes religiosas y sigue su conciencia.) Al iniciado se le da el mandil blanco (delantal) porque todavía conserva el sentimiento del pudor...con el tiempo ya no lo tendrá. En una palabra, las ceremonias masónicas aceptadas o ejecutadas por el que se inicia, son una profesión de que fuera de la Masonería, , el candidato, estaba en tinieblas y por lo tanto, la fe que profesaba, no era verdadera, ni luz para él.
Es un rechazo formal a la Iglesia Católica y un reconocimiento de la masonería como verdadera. Es indudable que la acción de la Masonería contra Cristo es una mentira auspiciada por las Religiones, no es más que la continuación de la guerra a Cristo practicada por el Judaísmo Fariseo desde hace 2.000 años, eso sí que adaptada, mediante la acción secreta, el engaño y la hipocresía, a las circunstancias del mundo moderno en que tiene que hacerlas, así como Cristo fue perseguido por la Religión de su época, así la masonería es perseguida por la Religión de nuestra época. Léase el Evangelio y se verá, en el espionaje judío, en sus preguntas capciosas, en sus ataques hipócritas, encubiertos con el velo de la pretendida piedad de los fariseos; en las asechanzas; en los esfuerzos por hacer odioso ante el pueblo a Aquel que era su mayor gloria y su Salvador; en el empleo del oro para corromper a un apóstol, en la formación de la opinión pública contra Cristo; en la preferencia de Barrabás, en el furor y saña con que trataron de hundir la memoria de Cristo en la infamia; en la constante oposición, sangrienta muchas veces, contra la predicación de los apóstoles etc., en todo eso se verá, digo, lo mismo que hoy la Masonería es victimada por las religiones, a veces en forma solapada, a veces en forma más violenta. El Judaísmo fariseo fue el enemigo que condenó a Cristo y así la Masonería es victima al igual que los fue Cristo de ese mismo complot religioso, persigue a muerte a la masonería de Cristo: el mismo odio, la misma hipocresía, los mismos métodos para conseguir sus nefastos fines. El odio a la masonería y a la Persona de Cristo no es cosa de historia remota, forma una parte íntegra de la tradición rabínica originada durante la vida de Jesús.
Si se contempla la idea del pensar masónico como distinta del pensar de mundanal de las bajas pasiones , cabe ver que la interpretación de la vida no debe interpretarse pasionalmente en ningún momento. Por ejemplo, no vemos a Dios. Su existencia no es evidente para ninguno de nuestros sentidos. No puedo verlo con mi vida, ni oírlo con mis oídos, ni tocarlo con mi mano. Ya que Dios no es un objeto de los sentidos, mi mente de bajas pasiones negará su existencia, porque el pensar pasional se basa en la evidencia de los sentidos y ninguno de mis sentidos me muestra que Dios existe. Admitiré la existencia del Sol porque puedo verlo, pero no la existencia de un creador, porque no veo un creador en lugar alguno, ni siquiera con la ayuda de un telescopio; así pienso en función de la existencia del Sol y las estrellas porque los veo plenamente, pero la idea de que fueron creados me produce el efecto de una cosa carente de sentido. La existencia de Dios, empero, puede ser comprendida racionalmente , aunque no se lo vea. Es aquí donde tiene cabida el pensar masónico.
Está en otro nivel. Es distinto del pensar de las bajas pasiones. En este ejemplo, mezclarlos es lo mismo que echar barro a los ojos. Ahora bien, ¿qué significa el barro y qué significan los ojos aquí en la masonería? No se habla ni de barro literal ni de ojos literales. Cristo señaló a sus discípulos que para ellos sólo era necesario lavar los pies y esto es lo que se les exigía. Presten cuidadosa atención a esto. Sus pies reales, visibles para los sentidos, eran lavados con agua real, visible a los sentidos. Así una persona seguirá ejecutando esta ceremonia todo el resto de su vida, pensando que con ello alcanzará finalmente el paraíso. Mientras que yo pienso, debido a la experiencia obtenida en otro lugar, que lavar literalmente los pies es una práctica excelente y sociable, pero no creo que lleve al Reino de Dios.
Ni tampoco creo que el ceremonial de las otras religiones tenga el menor valor a este respecto, si se lo toma sensualmente y no psicológicamente. Cristo, que enseñó el pensar de un carpintero especulativo y así dio la llave del Reino, y mostró que el Bautista no la había logrado, tuvo mucho que decir acerca de esta cuestión y lo dijo, a veces en palabras de duro sarcasmo. Asimismo dejó confundidas a las masas de burlones con sus bajas pasiones, rígidos en su infatuación, diciéndoles que el Reino de los Cielos estaba dentro de ellos y no era visible. Cristo Dijo: "El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está dentro de vosotros, pero los ojos pasionales no pueden ver el Reino de Dios" Alcoseri |
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EL ZOHAR
Dos libros ocupan una posición central en la literatura cabalística: el Libro del Zohar (Libro del Esplendor) y, en escala menor, el Libro Bahir. El libro del Zohar deriva su nombre del tercer versículo del capítulo XII de Daniel. La palabra zohar se encuentra sólo una vez más en la Biblia, en Ezequiel VIII, 2. A su vez, el adjetivo Bahir, que también designa cierta clase de resplandor sólo se encuentra en Job XXXVII, 21. Las dos obras fueron atribuidas a maestros tanaitas de los siglos I y II, es decir, a maestros que participaron en la redacción de la parte del Talmud que lleva el nombre de Mischná. Gershom Scholem, en su obra Los orígenes de la Cabala, expresa que el Zohar, es 'una recopilación o una adaptación redaccional de fragmentos".
También el Libro Bahir, sería, a juicio de Scholem, una recopilación o una adaptación redaccional de fragmentos". El libro Bahir está escrito en hebreo en una llamativa variedad de estilos. El Libro del Zohar está escrito en el dialecto arameo peculiar de la literatura mística. El origen de los dos es oscuro. El Zohar fue primero dado a conocer a fines del siglo XIII por el erudito cabalista Moisés de León como obra de Simeón ben Yojai. Desde el siglo XV se ha discutido sobre la paternidad del libro. Primero se debatió acerca de si el autor era Simeón ben Yojai o Moisés de León. La primera opinión fue acogida por los cabalistas que se inclinaban a adjudicarle un origen milagroso; la segunda era la de los racionalistas rabínicos o filosóficos que sostenían que el libro era una falsificación. En el siglo XIX sostuvo esta opinión el historiador Heinrich Graetz.
No era difícil encontrar objeciones contra la atribución de una alfa antigüedad al Zohar. Además de su repentina aparición y la misteriosa historia de su confección, había en su estilo y su contenido rasgos que parecían en conflicto con la posibilidad de haberse compuesto en la época talmúdica. Significativa también es la presencia en la obra principal del propio Moisés de León de varios pasajes en extremo semejantes a pasajes del Zohar. Acerca de Simeón ben Yojai, la figura principal del Zohar, hay en el Talmud y en él Midrasch unas frases que atestiguan su auto-conciencia mística y, a la. vez, rinden tributo a la santidad de su vida. En el Zohar aparece Simeón como el principal maestro y versado, con siete discípulos. Las leyendas sobre él y las principales doctrinas que enuncia forman el núcleo del Zohar, que enlaza asuntos de la vida diaria con las esferas celestiales. Algún suceso de la vida corriente es a menudo tomado como punto de partida para un discurso o un coloquio sobre un tema abstruso.
A veces los eruditos discípulos aparecen en la Academia o se reúnen en tomo de su maestro. También se cuenta mucho de su vida interior, sus turbaciones, preguntas y dudas. En ocasiones benefician con ayuda o consejo a personas a quienes encuentran accidentalmente. A menudo también ocurre que a tales eruditos errantes se les agrega algún extranjero, un portador de bultos o un jinete sobre un asno, o, inclusive, un niño, y las celebradas autoridades no vacilan en escuchar lecciones de sabiduría de las mentes más simples. Y, así, el lector recoge la impresión de un contacto directo que puede parecer de la experiencia real. La atmósfera puede cambiar rápidamente en apariencia por ocurrencias simbólicas, por la aparición del al comienzo irreconocible "Anciano Santo" (un ser celestial) o del profeta Elias como el maestro de los secretos celestiales. La atmósfera de maravilla se despliega de manera prominente en torno de la figura de Simeón ben Yojai, la 'Lámpara Santa" (Buzina Kadischa), que fue dotado de poder suprahumano sobre alturas y profundidades, que es como un árbol "que se extiende en los dos mundos". Mientras que en algunas ocasiones en el curso de la narración, Simeón ben Yojai expresa sus opiniones simplemente como uno de la compañía, en otras ocasiones es presentado como el modelo de místico completo.
Es decir, del místico cuya peregrinación terrenal es como un período de revelación mística y cuyos discursos son escuchados aun por seres celestiales. Sus seguidores a veces hablan de él después de su muerte con veneración para su recuerdo. En él Zohar los místicos son designados con nombres como: "Maestros de la enseñanza", 'Los que conocen las Medidas", "Hijos de la Fe", "Los Segadores del Campo", "Los Dignos de la Verdad" o "Sabios de Corazón". Pero también se los llama simplemente "maskilim" (inteligentes, de Daniel XII, 3). Aparecido el Zohar, fue pronto mencionado y usado por los escritores judíos contemporáneos, por Salomón ibn Adret, por Todros Abulafia y por Menájem Ricanati, el cual recurre frecuentemente al Zohar en su comentario místico sobre el Pentateuco. En las fuentes más tempranas, al Zohar se lo llama el "Midrasch de Rabí Simeón ben Yojai; también se lo llamo "que haya luz", o 'el Gran libro del Zohar". El Zohar se imprimió por primera vez en 1558 en Cremona y casi al mismo tiempo en Mantua. Posteriormente se hicieron otras ediciones, entre ellas las de Dublín, Ámsterdam. Constantinopla, Vilna y Berlín. En torno del Zohar se elaboró una abundante literatura exegética. Hay, aunque no muchas, traducciones del Zohar. Las más tempranas son las versiones latinas, de ciertas partes de la obra, por autores cristianos. Así, la traducción de Idrot en 'Kabbala Denúdata" traducida al inglés por Matters, y de las porciones mesiánicas cristianas. En inglés existe una nueva traducción completa por H. Sperling y M. Simón.
El Zohar fue traducido al francés por Jean de Pauly; la Idra Zuta fue antes traducida por Eliphaz Leví. Sólo pequeñas secciones fueron traducidas al alemán, hasta que una selección más extensa fue publicada en 1931 por Ernst Müller, y desde entonces Scholem publicó en traducción alemana la sección que trata de la Creación. También se ha de mencionar una versión popular en Idisch, del siglo XVI, hecha por Zeví Hirsch Jotsch. Versiones hebreas de ciertas expresiones difíciles, adscriptas a Jaim Vital, se hallan impresas en las márgenes de la mayoría de las ediciones, bajo el título 'Dérej Emeth' (Camino de la Verdad). Posteriores traducciones hebreas, como la de Hilel Zeitlín, no aparecieron impresas (con excepción de una pequeña parte que se imprimió en Londres en 1943); sí se publicó en hebreo la traducción hecha por Judá Rosenberg, en la cual los pasajes del Zohar aparecen dispuestos en el orden de los textos en la Escritura. El Zohar dista mucho de ser una obra sistemática. Sin embargo, cabe intentar la presentación de su doctrina con el aspecto de un sistema. He aquí sus puntos principales, según los presenta Müller.
Los fundamentos y el origen del mundo están descritos en referencias de hechos o en diseños simbólicos que forman una cosmología en el amplio sentido del término. Así, se habla de una primordial chispa como un punto anespacial a partir del cual la Divinidad había hecho aparecer el espacio como primer envoltorio. A este proceso, a esta emergencia siguen una "radiación" y una 'corriente que avanza", dos términos que en arameo tienen significados estrechamente ligados entre sí. Como en la enseñanza de la Gnosis, la sustancia del mundo está representada como hallándose formada de luz, específicamente la 'Or Kadmaa', la oculta luz primordial del primer día de la Creación, que según el Comentario del Midrasch, está reservada para 'los piadosos del Mundo Futuro". A diferencia de la luz visible que fue creada en el cuarto día, y que también da lugar de su abundancia a otra luz que no es luminosa, que es oscura, el opaco fuego primordial, la sustancia de los colores y de todo ser material. Otra figura que se emplea para describir el proceso por el cual el mundo llegó a ser es la de siembra o fructificación. La "Palabra" desempeña el papel central en la obra de la Creación. Müller observa que por eso mismo el Zohar entra en contacto con la exégesis bíblica alejandrina. En el Zohar se indica la estrecha conexión de la Palabra con la Luz. En el relato de la Creación en él Génesis, la Palabra aparece primero con la creación de la luz. En e! Zohar se quiere ofrecer una explicación del acto creador de la Divinidad. Y bien, esta explicación no se satisface con la concepción de la Divinidad ni tampoco se reduce al relato corriente de la Creación. Un Ser último, cuya naturaleza no puede ser inquirida y averiguada y al cual, por eso, se lo denomina simplemente "Quien", crea para si un "Hejal" ("Palacio"). Este palacio se distingue porque en él se halla estampado el Nombre de Dios. El Creador inmediato del mundo no es el divino Ser primordial. Para la obra de la Creación se requería un segundo principio, el cual '-en identificado con Metatrón o el Mesías.
Partiendo del versículo 12 del capítulo X del libro de Jeremías se dice: Dios hizo la tierra por Su fuerza. Quien hizo la tierra es el Santo, Bendito Sea, arriba; "por su fuerza" quiere decir 'por el Tzadik", palabra esta última que constituye una designación del Mesías. El mundo existente no es el primero. Lo precedieron otros mundos, que son simbolizados por los reyes de Edom mencionados en el capítulo XXXVI del Génesis. Por eso la Creación del mundo puede representarse: como un proceso de purificación y separación de "tohu- vebohu", de los escombros dejados de mundos precedentes. Este nuestro mundo —como también se enseña en el Séfer Yetsirá—, fue formado de sonidos y letras pertenecientes al Nombre de Dios. En el Génesis se dice "y la tierra estaba vacía y sin forma.' Con estas palabras se describe un estado originario en el que no había sustancia hasta que el mundo fue grabado con cuarenta y dos letras, las cuales son, todas, la ornamentación del Nombre Santo. Las letras, cuando están juntas, ascienden y descienden y forman coronas para ellas en todos los rincones del mundo. De este modo el mundo es establecido por ellas, y ellas por el mundo. Fue formado pana ellas un molde como el sello de un anillo; cuando entraron y salieron fue creado el mundo y cuando fueron juntadas en el sello, el mundo fue establecido...". El "establecimiento" del mundo se halla estrechamente ligado con la existencia del hombre. La doctrina de la emanación en sus cuatro etapas del desarrollo del mundo y la doctrina de las Sefirot están, las dos, corporizadas en el Zohar, donde son vastamente ampliadas. En relación a las Sefirot, la base de Ser es designada con las palabras Ein Sof (sin fin), o, simplemente, como Ein (nada), el oscuro fondo indiferenciado para una existencia ya diferenciada, pero todavía inmaterial. Las diez Sefirot, (emanaicones, elementos de creación, están dispuestas en tres grupos de tres, conocidas como 'el mundo del intelecto" (Olam ha-muschkal), el mundo sensible (del sentimiento), (Olam ha-murgasch) y "el mundo de la Naturaleza' (Olam ha-mutbá), con la décima sefira, Malkut, el "Reino" que combina en sí los contenidos del ser más elevado, es decir, las cualidades de todas las Sefirot, para trasmitirlas al hombre.
Las Sefirot de la primera triada son Kéter (Corona), Jojmá (Sabiduría) y Binan (Discernimiento); de la segunda triada, Jésed ('Gracia"), Pájad (temor) y Tiféret (Belleza); de la tercera triada son Netzaj ( "Victoria'), Hod; o la triada central corresponden Kéter, Tiféret, Yesod. Malkut. Hay también otras designaciones y agrupamientos. Ocasionalmente el Ein-Sof se fusiona con Kéter, que entonces domina a las otras Sefirot. A esto se ha de agregar que entre la Sabiduría productiva (Jojmá) y la Razón discriminatoria (Binah) se halla a veces incluido un tercer elemento, Daat o Conocimiento. La cuarta Sefirá también se llama Guedulá ('Grandeza"), para expresar el amor universal que se vierte interminablemente, y la quinta, Gueburá ('Fuerza"), que expresaría el poder autoconcentrado y limitante. Las dos Sefirot medias, Jésed y Gueburá corresponden estrechamente a los atributos divinos de Misericordia y Severidad. La sexta Sefira, Tiféret, en virtud de su posición central se llama Lev ha Schamaim ('Corazón de los Cielos"); la novena Sefira, Yesod, el 'fundamento de la vida", combina los poderes creadores masculino y femenino. Con frecuencia, por ser el asiento del Tzadik ('El Justo"), es decir, el Mesías es designado Tzedek ("Justicia'). La décima Sefira, por el asiento de la Schejiná, es llamada Schejiná. Toda una cantidad de conceptos religiosos básicos ('Schabat", 'Paz', "Comunidad de Israel"), también se emplean como designaciones descriptivas del 'Reino'. Para destacar la conexión orgánica de las Sefirot (emanaciones, Elementos Creadores), es a menudo su conjunto diseñado como un árbol, o presentado en la forma de un hombre, correspondiendo, cada una, a una parte diferente del organismo humano. Hay diez nombres de Dios correspondientes a las diez Sefirot. Se asigna el nombre Señor al principio del amor; y el nombre Dios se asigna al principio del Juicio y la Severidad. Así estos nombres sólo designan diferentes lados de la esencia divina. Según Müller, así se evita aparentemente el peligro de que las Sefirot individuales fueran consideradas como seres divinos independientes. La doctrina de las Sefirot (Emanaciones) se pone en relación con la vida y la conducta real a través de sus combinaciones con un principio que se formula así: Lo que hay arriba también hay abato y lo que está abajo está también arriba.
Esto implica que el mundo inferior refleja como en un espejo al mundo superior y que hay un contacto directo entre ellos, una relación de acción recíproca. La idea se vuelve parte integrante de la religión judía en la creencia de que el hombre abajo puede influir en las esferas más elevadas y que la corriente de bendición de arriba debe primero ser puesta en movimiento desde abajo o, como lo dice el Zohar, es el símbolo de la unión de los sexos. Este símbolo se basa en expresiones del Cantar dé los Cantares. La separación del "Rey', es decir, Tiféret, de la Reina, o sea, de la Schejiná, trae sufrimiento y discordia. Su unión trae arrebato y armonía a todos los mundos. El Zohar menciona ángeles. Parecería que su angelología derivara del misticismo mas antiguo. Su centro está en la Merkabá, en el misticismo del Carro Celestial, en el cual seres de grados y rangos diversos aparecen unidos en una tarea común. Las cuatro 'Bestias" ofrecen la clave para cuatro tipos básicos de la naturaleza humana; ellas están dominadas por los cuatro arcángeles. Son los portadores y distribuidores de la vida más elevada, que tiene su centro en el 'depositario de la vida". En el Zohar también aparecen demonios. Su presencia se explica por referencia a las enseñanzas del mismo Zohar sobre ética en general. Para la Concepción del universo en el Zohar es esencial que todas las potencialidades éticas puedan tener su origen el organismo macrocósmico, por encima de todo en la triada medía del árbol de las Sefirot, y no meramente en el hombre. El principio del mal ha de ser en último término ubicado en el lado izquierdo, que es el principio de negación. Por sí mismo el lado izquierdo no representa el mal; su función es ofrecer un suplemento al absoluto principio positivo del lado Derecho, presentándole una antítesis; luego, un principio medio reconcilia a los dos. El principio izquierdo, negativo, no se vuelve malo hasta que se coloca en el lugar del positivo lado derecho. Sólo entonces la izquierda se vuelve el "otro lado', una designación bajo la cual el Zohar abarca todo lo que es enemigo de la existencia. Hay, así, una oposición armoniosa y hostil a la vez entre los lados.
Esta oposición armoniosa es comparada en el Zohar a la separación de las aguas en el segundo día de la Creación; la posibilidad del mal es allí insinuada. en la omisión de la fórmula "Y Dios vio que era bueno", mientras que la oposición hostil es ilustrada por la revuelta de Koreh. En la doctrina de las Sefirot (Emanaciones, elementos creadores) el contraste entre positivo y negativo puede ser representado en su forma extrema por el contraste entre una región completamente llena con existencia o espiritualidad y una de los confines exteriores de la existencia y vacía de espíritu.
En la serie de las Emanaciones puede cada una ser considerada siempre como la "envoltura' o 'casa" de la de antes de ella; una relación figurada como de una nuez con su cáscara. Para el Zohar, en el centro de la existencia está el hombre. Por eso se dice que el mundo adquirió permanencia sólo merced a la creación del hombre. Según resulta del segundo capítulo del Génesis todas las otras creaturas se hicieron visibles merced a la aparición del hombre; el Nombre de Dios sólo se completó junto con el nombre humano de Abraham. El sustantivo "hombre" tiene significados distintos y, sin embargo, conectados entre el prototipo divino, un hombre primordial, "Adam Kadmon", y el primer hombre (Adam ha-Rischon), ambos en una manera de incluir en sí el todo de la humanidad.
El perecedero hombre individual es habitualmente llamado con las palabras equivalentes a "hijo de mujer". En correspondencia al perfecto hombre primordial está luego la futura consumación del hombre en la persona del Mesías. Hombre en general, ya sea cósmico o terrenal, ya sea como raza o como individuo, tiene su hogar real en esas esferas exaltadas en las que también están situados los seres celestiales. Pora el Zohar el árbol de las Sefirot representa a la vez al organismo del mundo y la original forma espiritual del hombre: 'La forma humana abarca en sí todo, todo lo que hay en el cielo y en la tierra, los seres superiores y los inferiores".
En un texto de enmienda al Zohar se dice: "La forma del hombre es la santa Schejiná". La traducción aproximada de Shej ná al español sería: la Presencia Divina. Según Müller, el Zohar en su concepción a la vez cósmica y religiosa del organismo humano se acerca a la tradición talmúdica según la cual el número de huesos en el cuerpo humano, 365, corresponde al número de los días del año. A su vez, el número de órganos del hombre, 248, corresponde al número de las prohibiciones consignadas en la Tora. Así, como en toda concepción mística del mundo, el hombre aparece como la copia del Cosmos, como 'Microcosmos" (Universo Pequeño), correspondiente al "Macrocosmos" (Gran Universo) o 'Macroantropos' (Hombre Grande). Esta correspondencia cuadra bien, no sólo al hombre, sino a todo el mundo del hombre, que, como 'tierra", es opuesto a os cielos; la misma dualidad se aplica también a la propia tierra, haciéndose una distinción entre una "más elevada" tierra celestial, simbólicamente designada la "Tierra Santa", y la "Tierra Inferior", el mundo de la vida diaria del hombre.
En la tierra superior moró también el primer hombre antes de que descendiera a nuestra tierra, en el "Jardín" y "Edén", por el procedimiento del misticismo de letras, "Can" (jardín) indica la fuente de cuerpo y alma, mientras que 'Edén designa la totalidad de los poderes celestiales que fluyen en él y del cual, a su vez, brotan las corrientes que -fecundan la vida terrestre. En la condición original del hombre antes de su pecado, la 'vestidura, es decir, el cuerpo, es todavía de la índole de la luz; la imagen de Dios es aún visible en ella; el todo de la Naturaleza mira con reverencia al hombre que todavía se halla vinculado con su origen celestial y dotado con toda sabiduría. Sólo comió consecuencia del pecado lo abandona la imagen divina, su cuerpo se vuelve oscuro y seres inferiores como las bestias son capaces de inspirar en él el sentimiento del miedo. Aunque el cuerpo del hombre refleja como un espejo, misterios celestiales, su esencia real está constituida por su alma.
En el Zohar, como en los sistemas teosóficos y muchos sistemas filosóficos, el alma es representada como triple. Las tres designaciones que se encuentran en la Escritura, Néfesch, Rúaj y Neschamá, se emplean para indicar tres grados del alma en su relación al mundo superior y al inferior. Néfesch, que literalmente significa vitalidad o fuerza vital, o acaso también impulso vital, provee al hombre con sus sentimientos e impulsos, con todo lo que exteriormente lo conecta con el mundo terrenal y que interiormente tiene en común con las bestias.
En el otro extremo de la escala está Neschamá (literalmente, aliento, respiración), que es el aliento de espiritualidad más elevada, el puente que lo vincula con el mundo celestial. El vínculo de conexión entre las dos está constituido por el Rúaj (literalmente, "aire", viento), el órgano propio de la vida interior del alma. Se ha de señalar que las mencionadas tres especies no son partes separadas del alma humana, que esencialmente es una, y sus actividades se entremezclan. Así, también en, esto el ser humano reproduce su prototipo divino, en el cual tres facultades forman una única esencia.
Esta unidad del alma se designa con el simple nombre "Yo" (Aní). Según Müller, con este nombre el Zohar designa, no tanto la unidad individual como a esa unidad cósmica divina de la que brota la unidad individual y que en la forma más enfática Anojí se encuentra conspicuamente a la cabeza del Decálogo. De esto proviene el hecho que este 'yo" sea ocasionalmente identificado con la Schejiná. La parte más elevada, más espiritual del alma es designada como 'hablante", es decir, el alma. que tiene señorío de palabras, pues en virtud de esta capacidad refleja más profundamente la índole divina. La palabra hablada, lo mismo que el alma, tiene tres grados: respiración, voz y palabra propiamente llamada así, es decir, el significado de la palabra.
En su lado material está formada de tres elementos más elevados: Fuego, Aire y Agua. Esto lo indica el análisis de la raíz A- M-R (Palabra, hablar), en las palabras que significan fuego, agua y aire. El lenguaje humano constituye una de las más íntimas conexiones del hombre con el origen divino. Ocasionalmente el Zohar enuncia esta idea al identificar el templo de Dios con el órgano humano del habla. La relación del alma al cuerpo merece la atención del Zohar. una atención particularísima. La primera entrada del alma en el cuerpo en el nacimiento es una maravilla perpetua. A ella aplica el Zohar este versículo de los Salmos: "Cuan grandes son tus obras, oh Señor". Así como la muerte es un ascenso a las esferas celestiales, así el nacimiento es un descenso del alma del Jardín de Edén "superior' al "inferior", y de ahí a la tierra misma. Ya en el momento de la concepción el niño revolotea en forma etérea sobre la pareja parental. Antes del nacimiento el alma tiene un encuentro con el divino hombre primordial en el umbral de ambos mundos. El hombre, acompañado por el impulso bueno y el malo, vive a través de los días que le son otorgados, que son preservados para él en la existencia real hasta la hora de su muerte y su juicio. La conducta del hombre en la esfera moral es testimonio de la especie de facultades suprasensuales con las que ha sido conectado. Con sus buenas acciones se atrae a sí seres benéficos, y con sus malas acciones, seres demoníacos. Después de su muerte su morada en el Más Allá es determinada por su manera de vida sobre la tierra. El hombre está continuamente expuesto a influencias cósmicas que actúan a través de las estrellas, o, más precisamente, de los seres espirituales que obran a través de las estrellas. Además, los planetas se hallan en misteriosa conexión con los órganos del cuerpo humano: Saturno con el bazo, Júpiter con el hígado y Marte con la bilis.
En concordancia con el Talmud, para el Zohar del exceso de estas tres influencias brotan los tres pecados considerados como cardinales: adulterio, idolatría y asesinato. En sueños, el alma está dominada por el néfesch, exactamente como de día es dominante el rúaj. La parte más elevada del alma asciende entonces a regiones celestiales, para mirar la presencia del Rey. Los sueños son uno de los medios por los cuales todo lo que ha de ocurrir es anticipadamente anunciado. El dormir es también una rápida imagen del proceso de la muerte, en el cual las tres partes del alma se separan una de otra. Por un tiempo Néfesch merodea sobre el cuerpo, causando así "los dolores de la tumba". Rúaj entra en el más bajo Jardín de Edén y Neschamá al Jardín de Edén superior.
Por un tiempo el fallecido retiene la forma de su cuerpo, pero después es dotado con un cuerpo nuevo y más sutil para su vida en los reinos más elevados de la existencia. Al entrar al camino de su existencia más elevada, el hombre vuelve a encontrarse con el Adam Kadmón, su prototipo celestial. Para las almas de los iniciados la manera de ascender a los reinos más elevados de la existencia es algo diferente. Y es así en virtud de haber estado más o menos en contacto directo con esas regiones aun en su vida terrenal, de modo que los seres celestiales han escuchado al Maestro Simeón ben Yojai mientras enseñaba aquí sobre la tierra, y la manera en que la enseñanza es llevada a cabo en la Academia tiene su contraparte en la "Academia Superior". El Zohar enseña también una doctrina de transmigración de las almas, Guilgul, es decir, circuito. Así, por ejemplo, la unión de una pareja casada es solamente el redescubrimiento mutuo de dos almas que estaban unidas antes del nacimiento. El Zohar asigna importancia al engendramiento físico del hombre y todo lo vinculado a él. De ahí la creencia de que si un hombre no ha contribuido a la obra física de la creación por él engendramiento de descendientes, permanecen cerradas para él ciertas esferas de la existencia humana después de la muerte.
El camino recto para el hombre consiste solamente en que él encuentre su propia conexión con los mundos "superior' e "inferior". "Por sus acciones el hombre siempre atrae hacia sí algún emisario del otro mundo, bueno o malo, según las sendas que sigue". La conducta de un hombre puede conducirlo a la meta deseada de dos maneras, por ascenso y por retorno (teschubá). De estos caminos el segundo es superior y sus posibilidades son ilimitadas. Es que brota de un impulso que es parte del impulso general del mundo que trata de retornar a Dios. Después de la muerte el penitente alcanza a etapas de existencia mas elevadas que él perfectamente justo. La meta misma es más universalmente humana o casi sobrehumana. El Zohar alaba la suerte de los que han descubierto cómo vincularse con los mundos celestiales. Y una tarea infinitamente más exaltada espera a los elegidos que lo han alcanzado: La de cooperar ellos mismos en la obra de Dios- Alcoseri |
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El Séfer ha-Bahir (en hebreo «Libro de la Claridad»), Bahir o «Midrash del Rabbi Nehuniah ben ha-Kanah»es un libro de Cábala (misticismo judío). Aparentemente fue publicado por primera vez en la región de la Provenza, en el sur de Francia en el año 1176, se trata de una compilación de textos más antiguos. |
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