En
busca de la Vibrante Gran Luz
La Luz resultó ser la alegoría
preferida para representar lo Divino, el Bien, la Sabiduría, y claro el alma
humana y todo lo virtuoso que podría desarrollar el Ser Humano; Nuestra
Masonería no sería la excepción a la Regla, y más se establece la Masonería
como aquella Escuela de Misterios que lucha contra la Oscuridad, Oscuridad que
representa la Ignorancia , el Mal, la Ambición , la Hipocresía , la Envidia
etc. ¿Pero qué pasa cuando en Logias nos encontramos con personas oscurantistas
y malvadas? Es claro que incluso eso es parte de la Trama Masónica, y las
Logias se convierten en el teatro de operaciones bélicas, donde los hijos de la
Luz se enfrentan a los hijos de las
Sombras. Pero, tranquilos esto lejos de ser perjudicial nos hace más fuertes y
determinados a nosotros los hijos de la
Luz y más sagaces a nosotros los hijos de las sombras.
Al igual que nuestra existencia como
seres humanos que tiene su inicio con el nacimiento, la vida del espíritu
también comienza en el momento que nuestros ojos se ven perjudicados por la luz
de su contacto con el mundo. Así, la vida, tanto de la carne, como del
espíritu, es el resultado de nuestro encuentro con la luz
Esta idea está en el centro de las
doctrinas que formaron a las religiones antiguas. Por eso vamos a encontrar en
todas estas manifestaciones espirituales la búsqueda desesperada por la luz, y
como consecuencia de ese anhelo, el objeto de adoración es el que la genera, el
Sol. Así, el Sol se convierte en la deidad central en todos estos cultos, por
lo que los llamamos cultos solares. En el México antiguo, por ejemplo, esa idea
involucra no sólo las creencias religiosas de las naciones prehispánicas, pero
tenía implicaciones políticas y sociales importantes. El Tlatoani Azteca (Rey
Azteca)era considerado el Hijo del Sol. Su poder no venía de ninguna relación
temporal, sino del propio astro rey, Tonatiuh o Tonatiuhtéotl (en náhuatl:
tonatiuh, ‘el sol’‘tonatiuh, sol’), por lo que el Rey Azteca no podía ser
impugnado. De ahí el carácter teocrático de su gobierno y la duración
extremadamente larga de la institución real azteca, que sobrevivió incluso a la
conquista mientras la creencia en los
poderes del Sol y en la transmisión a sus hijos en la tierra encontró adeptos
en secreto.
En el Popol Vuh, , uno de los libros
sagrados de la religión Maya sobreviviente se dice que el sol es el padre de la
vida y la luna a su madre. De la unión de los dos gemelos nació la creación. El
filósofo Aristóteles también decía que "el hombre y el sol generan la
vida", prestando así su respetada opinión al culto del mito solar. Hasta
el Cristianismo, aunque sus teólogos intentaran apagar los rasgos de su origen
solar, sufrió la influencia de esas ideas arquetípicas. Jesús era el Sol, para
algunas sectas gnósticas, y así era considerado una divinidad solar. Su
identificación con el sol se daba principalmente por el Evangelio de Juan donde
se afirma que Jesús era la Luz del mundo. La Iglesia Católica se aprovechó de
las tradiciones cultivadas por las religiones solares para establecer algunos
dogmas y las fechas del cristianismo. El día 25 de diciembre, dado el día del
nacimiento de Jesús, es una fecha que tiene correspondencia en varias
religiones solares, como por ejemplo el Mitraísmo, que tiene ese día como el
día del nacimiento de Mitra. En la religión egipcia esa fecha también se
corresponde con el nacimiento de Horus, hijo de Isis y Osiris; en la religión
hindú, corresponde a la fecha del nacimiento del dios Krishna, etc. Todos estos
dioses, coincidentemente, fueron concebidos y nacieron de forma milagrosa,
semejante a la que fue atribuida a Jesús.
Es oportuno también recordar que en
ciertos círculos teológicos antiguos, Cristo era un ser solar y sus discípulos
simbolizaban los doce signos del zodiaco. Así, el arquetipo inspirador del
personaje Jesucristo no era una intuición puramente judeocristiana, como
comúnmente se piensa, sino una tradición compartida por casi todos los antiguos
pueblos. Y fue esa identificación con el mito solar, y el hecho de que la
figura del Cristo era una noción compartida por el Inconsciente Colectivo de la
humanidad que ayudó a los adoctrinadores cristianos a hacer del Cristianismo
una religión muy popular en el Imperio Romano.
El simbolismo de la búsqueda de la
luz también tiene una clara correspondencia en la práctica de la alquimia,
donde la obtención de la piedra filosofal es la "iluminación" final
del adepto. En la moderna ciencia él también se aplica, siendo la visión del
científico su momento de luz.
Siendo la masonería la heredera de la
promesa contenida en el alcance de esas antiguas religiones, tanto en su rostro
moral, como en su búsqueda por la realización espiritual, encontraremos en el
conjunto de sus tradiciones una profusión de referencias a esas dos fuerzas de
la naturaleza, generadoras de la vida, que son la luz y el sol, que se justifica
a sí misma, por lo tanto decir que el hermano que busca la iniciación en el
masónicos misterios Augusto, que es "un mal candidato que camina en la
oscuridad, y despojado de toda vanidad, quiere recibir la Luz. "
Y la luz se da a él en presencia
previa de los Hermanos como corolario de un viaje en el que su espíritu se
sobrepuso a la oscuridad y se disparó a un nuevo día, listo para trabajar en la
construcción de las obras más nobles de la tierra. Esa será su misión, su tarea
como masón. Es así que nosotros también vemos la escalada del masón por la
escalera de Jacob. Como un viaje por el Reino de Entelequia, en su búsqueda de su
Vril particular.
El Sol o el Belino Masónico es una
deidad de hábitos astrológicamente fijos, que no varía en respuesta a la humana
mentalidad. Puede inspirar respecto y curiosidad, pero nunca fallará en su
transito zodiacal. Son los egos humanos que cambian de humor, los que son
susceptibles a los antojos del zodiaco. Los grandes promotores de la actividad
masónica secreta . Cuando el Belino es ofendido porque los masones juraron ante
el Ara Sagrada Solar y no lo cumplieron, puede amenazar con retirarse al mundo
inferior en lugar del mundo superior, pero no puede enviar un castigo sobre los
insurrectos masones ; ha de persuadir a Poseidón para que lo haga en su lugar,
enviando la marea para que su influjo y reflujo, el alma inmortal de los
masones quede a la derriba .
Las fiestas solares tienen por lo
general una naturaleza que se ajusta al calendario masónico, celebrando fechas
significativas tales como los equinoccios y solsticios . Están caracterizados
por actividades que imitan la conducta del Sol. Se despliegan los símbolos
masónicos solares, se enciende la luz del Ara , se llama a la Gran Luz, etc. La
evidencia más palpable y antigua viene de los Druidas nuestros antecesores, de
esos altares solares de Noruega, Escocia, Inglaterra, España y Dinamarca.
Algunas de estos Altares o Aras . Uno tiene la
impresión de ritos masónicos en los cuales el emblema del Sol era llevado en
procesión o en un viaje simbólico. El dios solar Belino pertenece a este
contexto. En ciertos rituales de la India el sol era representado por una
rueda, o plato de oro o una piel blanca redonda.
Entre otros mantras o palabras mágicas y
acciones rituales le susurraba al iniciado “tú eres el sol” En Europa lo
encontramos en la antigua Atenas los Aiorai, incorporados como parte de las
Antesterias de primavera), Latium (la feria Latina de Abril, Grecia moderna (de
Semana Santa, y Letonia Semana Santa y mediados del verano. Un mito Eslavo
relata que Groskanka estaba columpiándose el día de Semana Santa y que el Sol
descendió a su propio columpio invisible y se la llevó al cielo para hacerla su
esposa. Aquí el ritual realizado por mortales es puesto en contacto directo con
el columpiarse cósmico del Sol.
Hoy se celebra la resurrección solar,
de Hiram La acacia es un árbol espinoso en la Antigüedad era considerada un
símbolo solar, puesto que sus hojas se abren con la luz del sol del amanecer, y
se cierran al ocaso; su flor imita el disco del sol. Hubo, además, otros
árboles por los que también se sintieron vinculaciones especiales: el muérdago
entre los druidas -el ramo o las palmas En la cultura hebrea, la acacia ya se
menciona en el Antiguo Testamento, con Moisés: se utilizaba para la
construcción de los elementos más Sagrados -debido a sus características de
imputrescibilidade. También tres de los cuatros Evangelistas la mencionan:
Mateo, Marcos y Juan, relacionándola a la “coronación de Jesús”.Los egipcios
también la tenían como planta sagrada; es de la que habla la leyenda de Osiris.
La acacia mimosa -cuyas flores
parecen pequeñas bolas de oro- está dedicada a Hermes-Mercurio; sus ramos
floridos recuerdan la célebre “Rama Dorada” de los antiguos misterios. Entre
los rosacruzes, así como en algunos ritos masónicos ya desaparecidos, se
enseñaba que la acacia había sido la madera utilizada en la confección de la
cruz, donde Jesús fue ejecutado. La acacia es la planta símbolo por excelencia
de la Masonería. Representa la seguridad, la claridad, y también la inocencia o
pureza; es símbolo de la verdadera Iniciación para una nueva vida, la
resurrección para una vida futura. Su verdor perenne y la dureza incorruptible
de su madera expresan, en efecto, la idea de la vida inextinguible que
permanentemente renace victoriosa de la muerte.
La leyenda de Hiram Abif, -la del
Tercer Grado- nos cuenta que, al caer la noche, lo condujeron hacia el monte
Moria, donde lo enterraron en una sepultura que habían cavado y señalado con un
ramo de acacia. Cuando, extenuados, los exploradores enviados por el rey
Salomón llegaron al punto de encuentro, sus semblantes desencajados sólo
expresaban la inutilidad de sus esfuerzos. Cayendo literalmente fatigado un
Maestro intentó asirse a un ramo de acacia comprobando, para su sorpresa, que
el ramo se soltó de su mano, pues había sido enterrado en la tierra hacía poco
tiempo removida. Ese ramo de acacia creó vida propia, creció y se transformó en
el mayor símbolo del Grado de Maestro Masón.
En otra versión, los Maestros Masones
que habían ido en busca de Hiram Abif encontraron un montículo de tierra,
recientemente removida, que parecía cubrir un cadáver; plantaron allí un ramo
de acacia para reconocer el lugar. Y en una tercera versión la acacia habría
brotado del cuerpo del Maestro muerto, anunciando la resurrección de Hiram. La
acacia simboliza el conocimiento de los secretos de los maestros masones, de
ahí que se la identifique con la posesión efectiva de la maestría, como bien se
dice en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Muchos investigadores sobre
francmasonería se han interesado por el significado simbólico de la acacia
Alcoseri