LEO TAXIL EL RENEGADO. __________ El turbulento siglo XIX, que experimentó a lo largo de su curso grandes convulsiones políticas y sociales tras la Revolución francesa, estuvo inmerso en una reñida toma de posiciones ideológicas, en las cuales la masonería también tuvo su papel. Un papel más o menos activo, pero que fue desorbitado por el conservadurismo hasta desbordar sus propios límites. Aunque su participación o adhesión a los movimientos liberales fue indudable, no llegó sin embargo, a equipararse con las proporciones que le atribuyeron sus detractores más corrosivos. En el río revuelto en que trataban de estructurarse los sistemas políticos y las ideas que los sostenían, hubo siempre dos partes en litigio, quienes defendían la ruptura por las libertades, frente a los partidarios de las instituciones históricas. Estos últimos, opuestos a los masones por suponerlos más próximos al conjunto que representaba al laicismo anticlerical y antimonárquico de los republicanos, reanudaron la consecuente campaña contra ellos.__________ Los frentes desde los que se atacó a la masonería fueron diversos, incluyendo las iniciativas personales de algunos de sus integrantes, oportunistas o desengañados, que atizaban el fuego vertiendo el combustible de información testimonial, más o menos veraz, sobre la actividad, intenciones y funcionamiento de las logias masónicas. Uno de sus miembros, que ya había salido a la luz pública por las diatribas contra la iglesia en sus escritos, tampoco dejó bien parada a la institución a la cual había pertenecido.__________ Gabriel Jogand-Pages, bajo el seudónimo de Leo Taxil, alcanzó la popularidad como autor de títulos como “ABAJO EL CLERO” y “LA SECRETA VIDA AMOROSA DE PÍO IX”; masón y anticlerical, después de haber sido procesado y absuelto por el primer libelo, volvió a escribir el segundo dos años después, pero inesperadamente viró de rumbo reconciliándose con el catolicismo y emprendió luego su ataque particular a la masonería, a la que acusaba de intervenir en un complot anticatólico aliñado con prácticas satánicas. A partir de 1885 sustituyó su veta literaria anticlerical por la antimasónica y continúo publicando obritas venenosas contra el nuevo objetivo de su rencor. A la conjura política, dada por hecho, agregaba un ingrediente nuevo para obtener los resultados apetecidos. Una de las críticas con tono más mordaz de Leo Taxil fue la relacionada con la masonería femenina o de adopción, donde relata los actos ceremoniales ridiculizando la organización, ornamentos y términos empleados en sus salas para mujeres de la logia, así como su participación diferenciada en los distintos ceremoniales. Para dar idea del sarcasmo con que les describe, pueden extraerse algunos fragmentos de “LOS MISTERIOS DE LA FRANCMASONERÍA”, una obra sobre los rituales femeninos de la masonería francesa, de una edición de 1887: “”No se sirven de los puntos cardinales para designar los cuatro lados de la sala; el Oriente se llama “clima de Asia”; el Occidente o lado de la entrada, “clima de Europa”; el Mediodia, “clima de Africa”; y el Norte, “clima de América” (…). En el “clima de Asia” hay dos butacas o tronos bajo un mismo dosel. Delante de las butacas está una mesa o altar, en la cual se hallan un mallete, una espada desenvainada y los Estatutos. En los lados, ocho estatuas o figuras pintadas representan a la Sabiduría, la Prudencia, la Fuerza, la Templanza, el Honor, la Caridad, la Justicia y la Verdad con sus atributos respectivos: la Verdad, ¿lo diré….? No está allí más que para representar a una mujer completamente desnuda. (…) Las Hermanas Masonas no se reúnen nunca solas; sus reuniones se abren también a los Hermanos Tres Puntos que tienen a lo menos el segundo grado. Por eso los oficios son dobles en las Logias de Adopción. (…..) El Venerable, que lleva en estas tenidas andróginas el título de Gran Maestro, se sienta en el “clima de Asia”, cerca de la Gran Maestra. Al lado del Primer Vigilante está sentada la Hermana Inspectora, y la Hermana Depositaria al lado del Segundo Vigilante; lo mismo sucede en las demás funciones. No olvidemos al orador con sayas o Hermana de la Elocuencia; esta hermana es quien desempeña el cargo de preparadora de las graduandas. Notemos también a la Hermana Introductora, que está a la puerta haciendo compañía al Hermano Guarda Templo””.__________ Después de describir los atuendos e insignias que llevan hombres y mujeres en la logia, continúa exponiendo los detalles de la ceremonia de iniciación de la Aprendiza con el mismo lenguaje cargado de sorna: “”Algunos momentos antes de la apertura de la sesión, la señora o señorita que se ha dejado afiliar a la secta es llevada a la Cámara de Reflexiones. Esta es un gabinete bastante parecido a los que emplean para los Hermanos Tres Puntos, pero menos lúgubre; en todo caso, se cuidan muy bien de no infundir miedo a la graduanda con exhibiciones sangrientas. El escondrijo en cuestión no tiene de lúgubre más que las colgaduras negras y una calavera puesta sobre la mesa; lo que es más que suficiente para ahuyentar las ideas alegres que pudiera tener la prosélito. Delante de la mesa hay un taburete, y una sola lámpara ilumina la habitación. Sobre la mesa hay papel y todo lo necesario para escribir. El papel lleva en letras gruesas impresas estas preguntas: “¿Qué debemos a nuestros padres? ¿Qué se debe al marido y a los hijos? ¿Qué se debe a la amistad y a la sociedad?”. Algunas veces ponen un pajarito debajo de una taza, y recomiendan a la aspirante que no levante la taza; pero las más veces aquélla, cuando está sola, se apresura a levantar la taza y el pájaro escapa. Con este motivo el Venerable hace un gran discurso acerca de la curiosidad, discurso que recita a la graduanda haciéndola mil reproches. Desde que llega, la postulante es conducida por una Maestra de Ceremonias a la Cámara de Reflexiones. La Hermana le manda sentar en el taburete, pregúntale si verdaderamente tiene deseos de entrar en una Orden tan respetable como en la que va a ser admitida. Infórmase si tiene buena salud, puesto que va a pasar por pruebas fuertes; pero añade, la muy ladina, que estas pruebas no tienen nada de contrario a la honestidad ni a la virtud, y si es preciso le da su palabra de honor. Aconséjale que se provea de mucha energía. Reemplaza la liga de la pierna izquierda con una cinta azul, y le quita los pendientes, los puños y los guantes. Finalmente, invítale a recogerse y a contestar a las tres preguntas impresas (…)””. En ese tenor prosigue el texto dedicado a la masonería de adopción, cuando no ridiculizando, haciendo insinuaciones equivocas y maliciosas. __________ El eco de aquellos escritos panfletarios no cayó en el vacío. La misma Iglesia a la que aborreció, obtuvo su aplauso, y la propia masonería se dividió entre los que le refutaban y los que aprobaron su discurso. Pero Taxil no se conformaba con esa invectiva burlesca y prosiguió su ataque montando la fabulación de una intriga masónica a nivel mundial, encabezada por Albert Pike, fundador de un organismo secreto aparecido en Estados Unidos llamado Palladium, en el que se practicaban ceremonias satánicas; para aprobarlo, prometió el testimonio de Diana Vaughan, una de sus miembros. Cuando asistió al Congreso Internacional Antimasónico celebrado en Trento en septiembre de 1896, ante la expectación de los asistentes se disculpó por la ausencia de la declarante, aduciendo motivos poco creíbles. Aseguró, sin embargo, que el año siguiente estaría con él durante otro acto previsto en la Sociedad Geográfica de París. Allí se produjo la gran sorpresa porque el propio Taxil se desenmascaraba públicamente revelando su monumental embrollo; el entramado artificial que consiguió hacer correr ríos de tinta, enfrentar a masones contra masones, regocijar a librepensadores y anticlericales, implicar a la Iglesia con supuestos documentos de congratulación enviados a su propio cómplice y tener en vilo a buena parte de la sociedad francesa, era desmontado por su propio autor con la misma dosis de humorismo con que lo había creado. En definitiva, nada de aquello era cierto, pero había satisfecho los propósitos de Taxil de poner en evidencia a la sociedad masónica. El escándalo general cerró el ridículo episodio y mostraría otro ejemplo más de simpleza colectiva