El Templo sin Dios
Unos farsantes se reunieron y decidieron construir un templo idéntico a el Templo de Salomón en su país , decían era para recrear a la perfección aquel Templo que el Rey Salomón construyó , templo que se había construido en la Ciudad de Jerusalén, hacia miles de años . Construyeron, así , justamente una réplica exacta de aquel legendario Templo.
Su fin era en realidad, atraer a incautos creyentes y timarlos.
Cuando hubieron terminado el piso , la cúpula y las dos columnas , fueron ante Dios y, arrodillándose ante Él , le pidieron que les honrase habitara su espíritu en el Sanctasanctórum de aquel Templo.
"Este Templo, dijeron, es incluso superior y más bello al construido por el Rey Salomón , dijeron, y ha sido edificado para convertirse en un lugar de paz, en un lugar de abundancia para los necesitados. Ven Divino Yahvé, le dijeron , y pasa a honrar este lugar con tu presencia para que todos se alegren."
¡Qué portento si tales palabras hubieran salido realmente de sus Almas!
Dios “El Gran Arquitecto del Universo”, que es siempre comprensivo y tolerante con todos, los escuchaba sonriente y los farsantes pensaban, por tanto, que iba a aceptar vivir en aquel templo , pero Dios escudriñaba sus argumentos, y tan claramente veía en sus corazones la maldad y ambición , ellos lo hacían no para ganar su Divina Gracia , sino lo hacían para ganar fama y fortuna, atrayendo multitudes a aquel Templo de piedra , pero sin Espíritu; pensaron esos farsantes que la presencia de Dios en ese templo ayudaría mucho para atraer multitudes al sitio .
Pero el Espíritu de Dios , jamás habito en ese Templo de piedra, Dios por tanto no sería preso como los farsantes pretendían en ese lugar, el templo quedo así hueco , sin su energía; pero de igual manera muchos por su belleza iban a ese templo , de todos modos los constructores gracias a ese templo llenaron sus bolsillos de oro y perlas.
Pasaron los Años y el templo perdió su brillo material, y comenzó a decaer poco a poco, hasta que luego de unos años quedó hecho escombros.
La moraleja de esta historia se repite por millones, cada ser humano es un portento de templo, listo para que Dios habite en él, si es que es digno el ser humano de llamarlo y Dios se presente.
Alcoseri
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Pablo