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Si hemos de creer al relato bíblico, fue nada menos que Hiram de Tiro, el arquitecto que según el Libro de Reyes construyó el Templo de Jerusalén, quien tenía en mente el valor de pi. En el Libro Primero de Reyes 7:23 hay una temprana intuición acerca de esta constante. El versículo en cuestión dice lo siguiente (seguiré la traducción Reina Valera de 1909, por considerarla más exacta que otras actuales que traducen a "metros"): "Hizo asimismo un mar de fundición, de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo: su altura era de cinco codos, y ceñíalo alrededor un cordón de treinta codos". Se refiere a Hiram de Tiro, construyendo una pileta ("mar de fundición") en el interior del Templo de Jerusalén. Nótese que su circunferencia ("cordón") es de treinta codos, y su diámetro es de diez codos ("de un lado al otro"). O sea, este texto calcula pi en 3 (30 codos divididos en 10 codos arrojan ese resultado). Puede parecer un error grotesco, pero el escritor del Libro de Reyes era probablemente historiador y no arquitecto, en primer lugar, y en segundo lugar pudo simplemente dar cifras aproximadas, y no las reales. En todo caso, hay aquí una brillante premonición del valor de pi, que otros matemáticos después se encargarán de refinar, hasta las mediciones computacionales actuales que han arrojado valores de cerca de un trillón de dígitos, o quizás más...