La Revolución en la Sociedad debe empezar por la Transformación Interior del Individuo
"Nosotros somos masones y podemos construir un Nuevo y Mejor Mundo"
¿Qué relación existe entre nuestra problemática, por una parte, y la miseria y confusión a nuestro alrededor, por la otra? Es claro que esta confusión, esta miseria, no se ha originado de la nada. Son ustedes y yo quienes, es el mundo entero los que lo hemos creado, no es la sociedad capitalista, o comunista, o fascista, no es la izquierda. Nosotros lo hemos creado caos en nuestras complejas relaciones de intereses.
Lo que hemos proyectado hacia afuera, en el mundo. Lo que somos en lo colectivo, lo que pensamos y lo que sentimos, lo que hacemos en nuestra existencia diaria, nuestro constante egoísmo se proyecte hasta afuera; y eso es lo que constituye el mundo. Si somos desdichados, malos, caóticos en nuestros interiores, eso, proyectado en colectividad llega a constituir el mundo, la sociedad ? la sociedad es el producto de nuestra relación-, y si nuestra relación es confusa, egocéntrica, estrecha, limitada, nacionalista, patriotera eso lo proyectamos y causamos caos en el mundo, y por ello que existen líneas fronterizas y muros entre naciones, por ello existen religiones que según ellas tienen a Dios en exclusiva, existe opulenta opresora, pero también una clase obrera y campesina siempre presta a pedir más y más salario ó a pedir un alto precio por sus productos, sin considerar que con ello dañan los precios, que consume el pueblo, por otro lado el empresario indiscriminadamente eleva los precios de sus productos y servicios, dañando claro al pueblo. Más impuestos, más recaudación fiscal, por parte del Estado.
Tanto el Socialismo como el Capitalismo dos sistemas atroces que comienzan a desaparecer, dejando tras de sí, una estela de muerte y opresión sin precedentes. Universidades que al no poder crear hombres libres, solamente han creado gente robotizada y condicionada a pensar rígidamente, una Iglesia Católica repleta de pervertidos sexuales, y con dogmas de fe que ya no dan solución espiritual a la humanidad.
El mundo es lo que nosotros somos, el calentamiento global, las pestes, epidemias. Nuestro problema personal es el problema del mundo entero. Ese, sin dudarlo, es un hecho claro y sencillo. Pero en nuestras relaciones cotidianas con unos o con muchos perdemos siempre, en cierto modo nadie gana en el juego, pero no lo tomamos en cuenta.
Pretendemos producir alteraciones sociales mediante sistemas o una revolución total en las ideas o los valores, basada en tal o cual sistema político o religioso, olvidando que somos nosotros y yo quienes creamos la sociedad y producimos el orden o la confusión total con nuestra manera de vivir.
Debemos entonces empezar por lo que está más próximo que somos nosotros; tenemos que preocuparnos por nuestra felicidad en el sentido social por medio de actos fraternos, pensamientos y sentimientos de todos los días, los cuales se revelan en el modo de ganarnos la vida y en nuestra relación con las ideas y las creencias.
Esa es nuestra existencia diaria, ¿no es cierto? Nos interesa ganarnos el sustento, conseguir un empleo, ganar dinero; nos interesa la relación con nuestra familia, o con nuestros vecinos, y estamos interesados en ideas y creencias. Si examináis ahora vuestras ocupaciones, veréis que ellas se basan fundamentalmente en la envidia y no en la estricta necesidad de ganar el sustento. La sociedad moderna está estructurada en tal forma que es un proceso de constante conflicto entre naciones, de constante devenir.
Todo se basa en la voracidad, en la envidia a nuestros superiores. El empleado quiere llegar a ser gerente aplastando a los demás, lo que muestra que su preocupación no es sólo ganarse el sustento, un medio de subsistencia, sino también adquirir posición y prestigio. Tal actitud, naturalmente, produce trastornos en la sociedad, en la convivencia.
Más si nosotros nos preocupásemos tan sólo por ser felices colectivamente, hallaríamos medios de vida justos cuya base no sería la envidia. El odio es uno de los factores más destructivos que obran en la sociedad moderna, ya que el odio revela deseo de aniquilar al prójimo, y al final conduce a la mala política.
Fraternidad y buena política están estrechamente ligadas.. No, por cierto, en el amor fraternal, aunque hablemos de ello. Si se basara en el amor fraternal habría orden, paz y felicidad, entre nosotros. Empero, en esa relación entre nosotros hay una fuerte dosis de buena voluntad que asume la forma del respeto. Si unos y otros fuésemos iguales en pensamientos y en sentimientos, habría respeto y buena voluntad, puesto que habría contacto entre individuos, no se trataría de lo mío y lo tuyo, ni de esposo que domina a su mujer, ni de mujer que domina al marido.
Cuando hay mala voluntad hay deseo de dominación, lo cual provoca celos, ira, pasiones; y todo eso, en nuestras mutuas relaciones engendra constante conflicto que hacemos lo posible por eludir, produciendo mayor caos y mayor desdicha.
En lo que atañe a las ideas, creencias religiosas y formulaciones políticas, las cuales forman parte de nuestra vida cotidiana, ¿no deforman acaso nuestra mente? ¿Qué es, en efecto, la estupidez? Consiste en atribuir falso valor a las cosas que produce la mano o la mente de las personas. Casi todos nuestros pensamientos se originan en el criterio de autoprotección, ¿no es así? ¿No damos a muchas de nuestras ideas un sentido de que carecen en sí mismas? Cuando, por consiguiente, creemos en determinadas formas, ya sean religiosas, económicas o sociales- o cuando creemos en Dios, en ideas, en un régimen social que separa al prójimo del prójimo, en nacionalismo irracionales y otras cosas más, es evidente que damos falsa significación a la creencia.
Ello indica estupidez, pues las creencias religiosas no unen a los hombres sino que los dividen. Vemos, que por nuestra manera de vivir podemos producir orden o caos, paz o conflicto, felicidad o desdicha. Nuestro problema, consiste en saber ¿no es así?- si puede haber una sociedad mejor que sea paralizada y al mismo tiempo un individuo en quien aquella constante revolución esté realizándose.
Es decir, la revolución en la sociedad debe empezar por la transformación interior, la psicológica, del individuo. La mayoría de nosotros desea ver una radical transformación en la estructura social mundial. Esa es toda la batalla que se desarrolla en el mundo moderno: producir una revolución social por medios izquierdistas o cualesquiera otros.
Ahora bien, si hay una revolución, es decir, una acción con respecto a la estructura externa del hombre, la naturaleza misma de esa revolución, por más radical que ella sea, es estancada si no se produce una revolución interior del individuo, si no hay una transformación profundamente psicológica. De suerte que, para hacer surgir una sociedad que no sea reiterativa estancada, que no esté desintegrándose, que esté constantemente viva, resulta imperativo que haya una revolución en la estructura psicológica del individuo; pues sin una revolución íntima, psicológica, la mera transformación de lo externo tiene muy poca significación.
Es decir, la sociedad se vuelve siempre petrificada, estancada, por lo cual constantemente se desintegra. Por mucho y muy sabiamente que la legislación sea difundida, la sociedad está siempre en proceso de descomposición; porque la revolución debe producirse desde dentro, no sólo exteriormente.
Es contundente que es primordial comprender esto, y no considerarlo con ligereza. Una vez llevada a efecto, la acción externa ha terminado, es estancada; y si la relación entre individuos ¿qué es la sociedad?- no es el resultado de la revolución interna, entonces la estructura social, por sor estancada, absorbe al individuo y por lo tanto lo torna igualmente estancado, reiterado. Si se comprende esto, si se percibe el extraordinario significado de ese hecho, no puede tratarse de acuerdo o de desacuerdo.
Es un hecho que la sociedad siempre se está materializando, que siempre absorbe al individuo y que la revolución constante, creadora, sólo puede ocurrir en el individuo, no en la sociedad, en lo externo. Esto es, la verdadera revolución creadora sólo puede tener lugar en las relaciones del individuo, que es la sociedad.
Vemos cómo la estructura de la sociedad actual en México, en Argentina en España, en todas partes del mundo, se desintegra rápidamente; y esto lo sabemos dentro de nuestra propia vida. Podemos percibirlo cuando vamos por la calle. No necesitamos grandes pensadores para que nos revelen el hecho de que nuestra sociedad moderna se derrumba; y es preciso que haya modernos arquitectos masones, modernos constructores, para crear un Nuevo Orden Mundial al Estilo Masónico.
La estructura debe levantarse sobre nuevos principios, sobre hechos y valores nuevamente descubiertos. Tales arquitectos aún existen. Si hay constructores, observando, actuando ocultamente, dándose cuenta del hecho de que la estructura capitalista y socialista se desploma, quizá usted esté transformándose en arquitecto francmasón en este momento.
Ese, es nuestro reto, hacer una nueva sociedad. Vemos que la sociedad religiosa se derrumba en escándalos, se desmorona la política del Viejo Orden; y somos nosotros, si ustedes y yo- quienes tenemos que ser los nuevos arquitectos masones de la Humanidad. Ustedes y yo debemos descubrir de nuevo los valores, y edificar sobre cimientos más fundamentales y fraternales, más duraderos.
Porque si algo esperamos de los egresados de la Universidades –, o de los constructores políticos y religiosos- nos hallaremos precisamente en la misma situación de antes o peor – los viejos Axiomas Científicos se desmoronan ante las nuevas evidencias. Porque vosotros y yo somos masones creativos, podemos construir un Masónico Nuevo Orden Mundial. Vosotros y yo tenemos que ser masones creativos, porque el problema es urgente.
Vosotros y yo debemos darnos cuenta de las causas del derrumbe de la sociedad política y religiosa, y crear una nueva estructura que no se base en la mera imitación sino en nuestra comprensión más creadora.
Y esto implica –un – Poderoso pensamiento positivo.. El pensamiento creativo es la más alta forma de la comprensión. Es decir, para comprender lo que es el pensamiento creador, debemos enfocar el problema real; porque un enfoque positivo del problema que es que vosotros y yo debemos volvernos creadores a fin de edificar una nueva estructura de la sociedad- será imperativo. Para comprender aquello que se está derrumbando, debemos investigarlo, examinarlo categóricamente, no con un sistema positivo, una fórmula positiva, una conclusión positiva. ¿Por qué, la sociedad se derrumba religiosa, se desploma, como sin duda ocurre? Una de las razones fundamentales es que el individuo ha dejado de ser creador.
Explicaré lo que quiero decir. Vosotros y yo hemos llegado a ser imitativos de líderes religiosos dogmaticos del pasado; sólo copiamos exterior e interiormente. Exteriormente, cuando aprendéis una técnica, cuando os comunicáis unos con otros en el nivel verbal, tiene naturalmente que haber algo de imitación, de copia. Copio las palabras.
Para llegar a ser ingeniero, primero debo aprender la técnica; y luego empleo la técnica para construir un puente. Tiene, que haber cierto grado de imitación, de copia, en la técnica externa. Pero cuando hay imitación interior, psicológica, dejamos por cierto de ser creadores. Nuestra educación religiosa, nuestra estructura social política, nuestra vida llamada “religiosa o política”, todo ello se basa en la imitación; es decir, me ajusto a determinada fórmula social política o religiosa. He dejado de ser un verdadero individuo creativo; psicológicamente, me he convertido en una simple máquina de repetir y repetir, con ciertas respuestas condicionadas, sean ellas las del político las del religioso, las del científico, las del ocioso o las del empresario.
Nuestras respuestas están condicionadas según el tipo de sociedad, ya sea oriental u occidental, religiosa o materialista. De suerte que una de las causas fundamentales de la desintegración social es la imitación, y uno de los factores desintegrantes es el líder, cuya esencia misma es la imitación. Para comprender, la naturaleza de la sociedad religiosa o política en vía de desintegración, ¿no es importante investigar si nosotros -el individuo francmasón que somos- podemos ser creadores?
Podemos ver que, cuando hay incitación, tiene que haber desintegración; cuando hay autoridad, tiene que haber imitación. Y como toda nuestra formación mental, psicológica, se basa en la autoridad, hay que estar libre de autoridad para ser creador. ¿No han notado que en los momentos de creación, en esos momentos relativamente felices de interés vital, no hay sentido alguno de repetición, de imitación?
Tales momentos siempre son nuevos, frescos, creadores, dichosos. De suerte que una de las causas fundamentales de la desintegración social es la imitación, que es el culto de la autoridad.
Alcoseri
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