Un hombre ignorante y miserable, a quien llamaban Nosam, vivía a la  orilla de una montaña. Viajaba con su mujer alrededor de la montaña  buscando raíces para comer. Y de cuando en cuando recolectaba piedras  semipreciosas para venderlas en el mercado.Nosam había tendido esta  forma de vida, durante años, hasta que un día ya no encontró piedras y  decidió subir a la montaña. Un día en lo más alto de la montaña  encontró una piedra tosca, la llevo al mercado y nadie supo valorarla.  Nosam sabia que aquella piedra desconocida, que era tosca y bruta, e  incluso un poco áspera. Pero le pareció que alguien podría valorar tan  extraña piedra. Tomó la piedra y se dirigió hacia Jerusalén, justo  para mostrársela al mismo Rey Salomón -A su llegada, tras un penoso  viaje, le contó su historia a los guardias, según la práctica  establecida, y fue admitido ante el Rey Salomón. Nosam se presentó  ante Salomón y dijo; Salomón no soy más que un pobre mercader de  piedras, no conozco más que las laderas del monte Sínai Conozco  algo de piedras y encontré una piedra singular, pero que dicen no  tiene valor alguno. Por eso he decidido traértela para que tu la  logres valorar. Salomón hizo traer la piedra y la observó  detenidamente y no expresó ningún sentimiento en su rostro. Se mantuvo  pensativo un largo tiempo, entonces pidió que Nasom fuera enclaustrado  y no viese a nadie, ni hablara con nadie. Nasom fue enclaustrado 40  días, junto con su tosca piedra. Salomón luego comentó: lo que nadie  sabe valorar es que una tosca piedra puede ser esculpida en una  impresionante y famosa obra de Arte. Y eso es precisamente lo que  Nasom ha visto en esa tosca piedra. Después de los 40 día Nasom, por  ordenes del Rey Salomón fue conducido al templo de Jerusalén, que aún  no estaba concluido. Cuando Nasom llegó al Templo en la oscuridad de  la noche, vio por última vez a Salomón, este le dio mil monedas de oro  por su piedra, y le dijo: te doy las gracias tu piedra será pulida y  tallada debidamente, y ocupará el lugar de la piedra de enclave en el  Templo de Jehová. Ahora Nasom serás nombrado vigilante de que esta  piedra y de las otras que sean encontradas y pulidas, con maestría.  Nasom feliz, abrazó a Salomón, El Rey Salomón tocó en respuesta el  hombro de Nasom con firmeza y regresó rápidamente a la montaña por más  piedras.