Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Secreto Masonico
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 EL SECRETO DE LA INICIACIÓN 
 Procesos Secretos del Alma 
 Estructura Secreta del Ritual Masónico 
 Los extraños Ritos de Sangre 
 Cámara de Reflexiones 
 
 
  Herramientas
 
General: ¡Glorificación del trabajo Masónico !
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 23/11/2023 16:58
¡Glorificación del trabajo Masónico !

En cada nuevo grado, se te despertarán  nuevas cualidades morales, intelectuales e intuitivas. Gracias a ellos aprenderás, desde el inicio de tu trabajo Masónico , a poner la Fuerza al servicio del Bien. Que tu corazón te sirva de guía y de apoyo. Que el esfuerzo constante de todo tu ser se dirija hacia la verdadera Belleza, es decir, hacia tu crecimiento total- Alcoseri... ¡Bienvenidas, mentes curiosas! ¿ Conocen  la historia de Maquiavelo, uno de los pensadores

políticos más influyentes de todos los tiempos?

Nicolás Maquiavelo es recordado popularmente como un consejero cruel y siniestro que anteponía

los intereses del Estado a cualquier consideración de tipo moral. De hecho, según el diccionario,

cuando decimos que alguien es maquiavélico, queremos decir que actúa con astucia, doblez

y perfidia. Pero ¿realmente merece esa fama? En este vídeo os contaré sus actos y sus

palabras y podréis sacar vuestras propias conclusiones.

Maquiavelo fue mucho más que un oscuro diplomático sin escrúpulos: jugó un papel muy importante

durante el Renacimiento italiano y con su escrito más famoso, el tratado sobre política

titulado 'El Príncipe', pretendió aportar a los regentes y líderes de la posteridad

una serie de consejos basados en lo que él había aprendido tras décadas inmerso en

los juegos de poder.

Para comprender el pensamiento político de Maquiavelo, es necesario entender primero

la época en la que vivió. Durante la primera mitad del siglo XV, casi toda Europa estaba

en guerra: los reinos cristianos españoles batallaban contra los musulmanes para reconquistar

la Península Ibérica y, en el norte, franceses e ingleses se hallaban enzarzados en la guerra

de los Cien Años. La actual Italia, en comparación, era una zona bastante tranquila, donde el

comercio hacía fluir el dinero y, con él, florecían las artes y la cultura. Por aquel

entonces, Italia estaba dividida en numerosos territorios independientes, de los cuales

los más importantes eran cinco: el Ducado de Milán, la Serenísima República de Venecia,

la República de Florencia, los Estados Pontificios y el Reino de Nápoles.

La historia de Maquiavelo se desarrolla en una de ellas: Florencia. En 1469, Lorenzo

de Médici se convirtió en Señor de Florencia y llevó la ciudad a su máximo esplendor.

Conocido como Lorenzo el Magnífico por sus contemporáneos, pertenecía a una rica familia

de banqueros. Impulsó el mecenazgo de las artes y, en el terreno diplomático, financió

a los Estados italianos más débiles para desinflar así las ambiciones expansionistas

de los Estados poderosos, que siempre ansiaban conquistar territorios para incrementar su

poder.

Pero tras la muerte de Lorenzo de Médici, en 1492, se rompió de nuevo el equilibrio

que había mantenido la paz en Italia. Francia e Inglaterra ya no estaban en guerra y, en

España, los Reyes Católicos acababan de completar la reconquista de la Península.

Así que las grandes potencias europeas pusieron sus ojos en el atractivo territorio italiano.

En 1494, un gran ejército francés se internó en Italia con la intención de llegar hasta

Nápoles para reclamar su derecho dinástico sobre aquel reino. De camino, los franceses

saqueaban las aldeas y ciudades por las que pasaban y, cuando llegaron a Florencia, el

hijo mayor de Lorenzo de Médici, Pedro, que le había sucedido como gobernante, se rindió

sin condiciones ante los invasores para que no destrozaran la ciudad. Ni el pueblo florentino

ni los comerciantes ni los nobles apoyaban esa decisión y Pedro tuvo que escapar a toda

prisa de la ciudad para huir de su furia. El palacio de los Médici fue saqueado y la

familia, desterrada formalmente.

El poder político en Florencia quedó entonces en manos del fraile dominico Girolamo Savonarola,

que había criticado duramente a los Médici y denunciaba la corrupción de los poderosos.

Una nueva constitución de la ciudad nombró rey de Florencia a Jesucristo, de forma que

el religioso instauró en dicho estado una república teocrática. Desde un puritanismo

radical, prohibió el alcohol, las apuestas, vestirse con ropas indecentes y hasta los

cosméticos. El 7 de febrero de 1497, durante el Martes de Carnaval, tuvo lugar la famosa

“hoguera de las vanidades”: los seguidores de Savonarola requisaron por toda la ciudad

objetos considerados pecaminosos, como espejos, maquillajes, vestidos, libros que consideraban

inmorales, como los de Bocaccio y Petrarca, cuadros que mostraran desnudos o temas mitológicos,

tableros de ajedrez, instrumentos musicales... Y los quemaron en público, ya que, según

defendían, incitaban a la corrupción. Savonarola también organizó a jóvenes y adolescentes

florentinos en brigadas paramilitares para vigilar la ciudad y perseguir a prostitutas

y homosexuales.

El fraile dominico cometió el error político de denunciar los abusos del clero y enfrentarse

al mismísimo papa, el valenciano Alejandro VI, y a su familia, los poderosos Borgia,

a los que acusó de corruptos, pecadores e incestuosos. Pagó caro su atrevimiento: en

cuanto la situación política y social se lo permitió, Alejandro VI lo excomulgó y

terminó ordenando su ejecución por herejía en 1498.

Poco después, en 1499, hace su aparición nuestro protagonista, Nicolás Maquiavelo,

de 29 años. Hijo del abogado Bernardo Maquiavelo, un amante de la lectura que tenía su casa

llena de libros de Historia, Nicolás pertenecía a una familia respetada, pero no adinerada.

A sus 29 años, como decíamos, Maquiavelo comenzó a trabajar en una oficina pública

y luego fue nombrado secretario de la Segunda Cancillería, el organismo encargado de la

diplomacia, los asuntos exteriores y el Ejército.




Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Alcoseri Enviado: 23/11/2023 16:59
Una de las primeras misiones que le encomendaron fue la de analizar el modo de reconquistar

Pisa. Aquella ciudad había estado bajo el dominio de Florencia durante un siglo, hasta

que en 1494, aprovechando la invasión francesa y la caótica situación política de Florencia,

había logrado independizarse. Los puertos de Pisa eran muy importantes para la economía

florentina, ya que suponían la puerta al comercio marítimo, y Maquiavelo, que había

llegado a la conclusión de que tratar de negociar con Pisa la reincorporación a Florencia

sería infructuoso, escribió su 'Discurso sobre Pisa', en el que afirmaba que aquella

ciudad debía ser tomada “por asedio o por hambre o por conquista, yendo a las murallas

con artillería”. Maquiavelo consideraba que el uso de las armas era algo natural,

una herramienta más a la hora de defender los intereses de un Estado y que este debía

tener el monopolio de la fuerza. De hecho, en 'El Príncipe', Maquiavelo afirma que las

bases de un Estado son “las buenas leyes y las buenas armas”.

Sin embargo, por aquel entonces, Florencia carecía de un ejército propio y dependía

militarmente de mercenarios de otros lugares a los que contrataba para las batallas. El

22 de julio de 1499, los mercenarios enviados por Florencia contra Pisa abrieron una brecha

en las murallas con su artillería, pero el condottiero Paolo Vitelli, que era quien comandaba

a las tropas, no aprovechó la oportunidad de asaltar la ciudad. Pocas semanas después,

las lluvias empeoraron los estragos de la malaria y otras enfermedades que aquejaban

a sus soldados y Vitelli levantó el sitio el 14 de septiembre sin el permiso de los

florentinos. Fue capturado y, en el Palazzo Vecchio, fue torturado y decapitado por traición,

pese a que no había pruebas de que hubiese sido sobornado por los pisanos. Pocos días

después de la ejecución, Maquiavelo, en una carta que escribió en nombre de la República

de Florencia respondiendo a las críticas de un canciller de la ciudad de Lucca, justificaba

su muerte afirmando: “Ya sea por no haber querido o por no haber podido, por su culpa

han surgido infinidad de males para nuestra empresa, y merece infinito castigo”.

Florencia intentó conquistar Pisa por segunda vez recurriendo a soldados franceses y suizos

enviados por el rey Luis XII de Francia a cambio de una gran cantidad de dinero. Pero,

pese a que las murallas de Pisa aún no se habían reconstruido tras el ataque anterior,

los soldados tampoco quisieron entrar en la ciudad. De hecho, quejándose de que Florencia

no les pagaba, levantaron el asedio y se marcharon. Las autoridades florentinas enviaron a Maquiavelo

a la corte francesa para hacer las paces con aquel poderoso país y, tras meses de negociaciones,

logró restablecer las relaciones. Pero de aquellos ataques frustrados contra Pisa Maquiavelo

extrajo dos lecciones: que no se puede confiar en aquellos que no comparten tus objetivos

y que es imposible alcanzar el éxito apoyándote solo en la fuerza de otros. Así llegó a

la conclusión de que Florencia necesitaba un ejército propio.

En el otoño de 1501, en medio de su ajetreada vida laboral, Maquiavelo sacó tiempo para

casarse con Marietta Corsini, una mujer de origen humilde, y al parecer de carácter

vivo, con la que tuvo seis hijos. ¿Fue un matrimonio por amor? Se cree que sí, aunque

también se sabe que Maquiavelo tuvo numerosas amantes y que frecuentaba burdeles, muy al

estilo de sus pares. Una de sus amantes más famosas le llegó en sus últimos años de

vida: fue la joven Barbara Raffacani Salutati, una célebre cantante a la que dedicó su

poema titulado “Alla Bárbera”.

Pero regresemos a 1501. Por aquel entonces, a Maquiavelo le faltaba poco para conocer

a quien se convertiría en su modelo para el gobernante ideal que describe en 'El Príncipe',

un líder con las características de astucia, fuerza y determinación que Maquiavelo consideraba

necesarias para dirigir con éxito un Estado. Hablamos del Capitán General de la Iglesia,

el hijo del papa Alejandro VI: César Borgia.

Repasemos un poco su figura. Nombrado obispo de Pamplona a los 16 años, arzobispo de Valencia

a los 19 y cardenal a los 20, César Borgia abandonó la carrera eclesiástica para dirigir

las tropas del papado en sustitución de su hermano mayor, Juan, que había sido asesinado

misteriosamente. Llegó a un acuerdo de cooperación militar con Luis XII de Francia: el Papa apoyó

al rey francés para hacerse con el ducado de Milán y este, a cambio, le proporcionó

a César las tropas necesarias para conquistar los territorios de La Romaña. Pero tras instaurar

su propio ducado en La Romaña y nombrar como gobernador a uno de sus capitanes, el español

Ramiro de Lorca, las ambiciones del joven Borgia no se frenaron ahí. César dirigió

parte de su ejército a territorio florentino con intención de imponer impuestos, e incluso

capturó la ciudad de Arezzo, pero el rey de Francia, su principal aliado, también

tenía buena relación con Florencia y le paró los pies a César.

No tardó en estallar una revuelta en la recién conquistada Romaña, donde Ramiro de Lorca

había intentado pacificar la región imponiendo un régimen tiránico de torturas y ejecuciones

públicas que le granjeó el odio de la población. Los cabecillas del levantamiento eran algunos

de los propios capitanes de César Borgia, quien regresó a La Romaña para acabar con

la revuelta. ¿A quién debía apoyar Florencia? Si se mostraban partidarios de los rebeldes,

César podría tomar represalias contra ellos e invadirlos; pero si se ponían del lado

de César y era derrotado, ellos también saldrían perjudicados. Los florentinos preferían

mantenerse neutrales el máximo tiempo posible para poder ver quién sería el ganador del

conflicto antes de tomar partido por un bando. Así que, para negociar con César en la localidad

de Ímola, en La Romaña, y ganar tiempo haciéndole creer que le apoyarían, enviaron a su mejor

diplomático. ¿Y quién era? Maquiavelo, por supuesto.

Mientras se encontraba en Ímola, la astucia y la frialdad con la que César Borgia resolvió

la revuelta causó una gran impacto en Maquiavelo. Para calmar a las masas y desligarse de las

atrocidades cometidas por el gobernador al que él mismo había nombrado, Ramiro de Lorca,

César lo ordenó ejecutar públicamente de manera salvaje. Su cabeza fue clavada en una

pica y su cuerpo, partido en dos de arriba abajo, quedó expuesto para que todos lo vieran.

Con aquella demostración de crueldad contra quien había sido su brazo derecho, redujo

el odio que el pueblo sentía por él y aumentó el miedo que inspiraba, dos aspectos muy valorados

por Maquiavelo. En 'El príncipe', afirma que la mejor forma que tiene un dirigente

para proteger la estabilidad de su Estado es convertirse en una figura temida, pero

no odiada. Pero ¿es posible ser temido sin ser odiado? Maquiavelo afirma que sí, siendo

duro pero sin apropiarse nunca de las propiedades, el honor o los méritos de su pueblo. Con

la ejecución de Ramiro de Lorca, César Borgia también demostró a ojos de Maquiavelo una

cualidad muy importante: la capacidad de hacer cualquier cosa para conseguir sus objetivos.

Tras la ejecución de su gobernador, César hizo una oferta de paz a los líderes de la

rebelión, antiguos capitanes suyos, y envió las tropas francesas que lo apoyaban de vuelta

a Francia. Tal y como había imaginado, los instigadores de la revuelta interpretaron

aquel gesto como una prueba de que César no les guardaba rencor y aceptaron su invitación

a reunirse con él en la ciudad de Senigallia en la Nochevieja de 1502. César ordenó apresarlos

y estrangularlos. Y sumó así otro punto a ojos de Maquiavelo, al demostrar que también

era un líder despiadado que no perdonaba la traición, ya que, quien traiciona una

vez volverá a hacerlo si la ocasión lo requiere.

La gran ambición de César Borgia era unificar todo el centro de Italia bajo su mando para

crear un país poderoso con el que hacer frente a las grandes potencias europeas, como Francia

y España. Sin embargo, los sueños de grandeza de César Borgia se truncaron pocos meses

después, en el verano de 1503, cuando su padre, el papa Alejandro VI falleció. Según

algunos historiadores, enfermó de malaria, al igual que el propio César y los demás

comensales que asistieron a un banquete celebrado el 6 de agosto en la residencia campestre

del cardenal Adriano da Cornetto. Según otros, sufrieron los efectos de un veneno que el

propio César había preparado para asesinar a los demás invitados y que, por el error

de uno de los criados, también les sirvieron a ellos. Fuese cual fuese la razón, Alejandro

VI, de 72 años, falleció, mientras que César Borgia, mucho más joven y fuerte, logró

sobrevivir.

Con el objetivo de seguir contando con el favor del Vaticano, César ofreció al cardenal

Giuliano della Rovere, uno de los principales candidatos a convertirse en el nuevo Papa,

su apoyo económico y político para lograr los votos necesarios para vestir de púrpura.

A cambio, claro está, de que luego estuviera de su parte. El cardenal Della Rovere aceptó

el trato, y se convirtió en papa con la ayuda del joven Borgia. Pero el gran error de César

fue subestimar el rencor que puede sentir un hombre: el cardenal Della Rovere ya había

estado a punto de convertirse en Papa una vez, pero el padre de César, el valenciano

Rodrigo Borgia, logró arrebatarle el puesto. Así que cuando Della Rovere se convirtió

en Julio II lanzó a sus tropas contra César Borgia. Acorralado y todavía convaleciente,

fue apresado y expulsado de Italia para siempre.

De regreso a Florencia, Maquiavelo logró que se creara un ejército propio, con el

que, en 1509, la República conquistó Pisa finalmente. Sin embargo, la alegría les iba

a durar poco a los florentinos. Francia se hizo con el control de Lombardía y otros

territorios del norte de Italia y el papa Julio II constituyó una Liga Santa formada

por diversos Estados, entre ellos España, para luchar contra los franceses. Florencia,

el único apoyo de Francia en la península Itálica, debía decidir a qué bando apoyaría.

Como solían hacer, dudaron durante mucho tiempo, lo que preocupaba a Maquiavelo, consciente

de que, cuando se enfrentan dos grandes potencias y ambas requieren tu apoyo, si intentas permanecer

neutral solo conseguirás el desprecio del vencedor y el rencor del vencido. En su opinión,

había que tomar una decisión y escoger un bando, pero, antes de que Florencia tomara

partido, Francia fue derrotada y, como las tropas de la Liga Santa consideraban que Florencia

no había roto su antigua alianza con el país galo, la invadió en agosto de 1512. La familia

Médici regresó a Florencia y se hizo de nuevo con el control de la ciudad.

Maquiavelo fue destituido. Luego le acusaron de estar involucrado en un golpe de Estado

contra los Médici y fue encarcelado y torturado. Poco tiempo después, cuando murió Julio

II y se nombró como nuevo papa a Giovanni de Médici –uno de los hijos de Lorenzo

el Magnífico– con el nombre de León X, la tensión en Florencia se relajó y Maquiavelo

fue indultado. Sin embargo, por mucho que lo intentó, nunca jamás pudo volver a la

política.

Vivió sus últimos años retirado en una finca familiar a las afueras de Florencia,

donde comenzó a escribir 'El Príncipe' en 1513, obra que no se publicaría de manera

impresa hasta 1532, cinco años después de su muerte. Maquiavelo falleció por una peritonitis

aguda a los 58 años de edad. Fue enterrado tras una modesta ceremonia fúnebre en la

tumba de su familia, en la basílica de la Santa Croce. En 1787 la ciudad de Florencia

hizo construir un monumento en su honor en la propia basílica, que representa a la Diplomacia

sentada sobre un sarcófago de mármol. En la placa frontal está grabada en latín la

frase: “Ningún elogio será digno de tal nombre”.

La forma en que Maquiavelo describía la política en 'El Príncipe', como si fuera algo frío

y alejado de los valores cristianos, causó un gran escándalo en su época. En sus consejos

se entrevé la idea general de que los objetivos de los príncipes, como la gloria o la supervivencia

de sus Estados, pueden justificar el empleo de medios inmorales para lograr esos fines.

Para aquellos de vosotros que queráis convertiros en buenos gobernantes a ojos de Maquiavelo,

aquí van algunos de sus consejos que aún no hemos mencionado... El buen líder debe

mostrar fuerza, pues los súbditos nunca serán fieles a alguien incapaz de protegerlos; debe

ser despiadado con sus enemigos y mostrarse severo consigo mismo y con sus aliados para

mantener el orden y la estabilidad; debe estar rodeado por personas que le profesen admiración

y no consentir miradas de desdén o arrogancia de quienes tiene alrededor; nunca debe mostrarse

dubitativo ni indeciso; debe rodearse de subordinados competentes y, para ello, debe aprender a

juzgar bien el carácter de las personas; también debe asignar a cada subordinado una

tarea que se adapte a sus cualidades; debe recompensar adecuadamente a aquellos que han

trabajado duro; y, por último, debe ser lo suficientemente inteligente para escuchar

y entender las opiniones de otros ya que, de lo contrario, acabará rodeado de aduladores,

lo cual es especialmente complicado de evitar ya que, por naturaleza, el ser humano prefiere

ser alabado antes que criticado y somos criaturas débiles que caemos ante el menor cumplido.

¿Y vosotros? ¿Qué pensáis de los consejos de Maquiavelo? Me gustaría que nos lo contarais!


 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados