La magia se ocupa de la conversión de las energías universales
en frecuencias prácticas que puedan ser utilizadas de acuerdo con las
necesidades de cada ocasión. En sí mismas, dichas energías son totalmente
neutrales, no tienen ninguna afiliación con ninguna creencia, sistema o
personalidad de esta tierra o de cualquier otra parte del Cosmos, por lo que la
coloración que toma el nivel mágico depende absolutamente de la naturaleza e
intención de quien las utilice.
Aunque en el transcurso de los siglos el hombre haya ideado
muchos modos de llevar a cabo ese proceso, acaba comprendiendo de forma inevitable que, básicamente, lo que
está tratando de dominar es el poder de
su propia mente. El dominio de la mente sobre la materia no es algo tan
esotérico como mu- chos ocultistas y místicos nos han hecho creer. Por los
recien- tes progresos realizados en la curación holística, por ejemplo, el
concepto de autoprogramación está adquiriendo lentamente credibilidad entre los
bastiones más incondicionales de la or- todoxia médica. Lo cual no quiere
decir, por supuesto, que se trate de una disciplina sencilla y sin problemas,
pues, como to- das las cosas de la vida, necesita ser apropiadamente aprendi-
da, digerida y entendida antes de que se pueda practicar con seguridad.
Sin embargo, en cuanto que estudio y práctica son llevados a
cabo con seriedad se puede enfocar de muchos modos y en numerosos niveles,
algunos de los cuales se han clasificado a lo largo de los siglos en lo que
denominamos escuelas, siste- mas o tradiciones ocultistas. Esas escuelas
transmiten la influencia de la cultura en la que florecieron por vez primera y
de la fe o el grupo individual que les hizo nacer estímulo en sus primeras
fases. Algunas de las tradiciones más antiguas, como la egipcia, la india y la
caldea, se han alterado conside rablemente, como era de esperar, a lo largo de
lo siglos confor me iban imponiendo su sello en ellas los sucesivos magos,
maestros y reformadores. Pero la esencia sigue estando ahí, para que pueda
redescubrirla el estudioso ardiente. La magia y la filosofia formaban una parte
muy real de la
vida de los primeros griegos, puesto que la religión básica con-
tenía algo más que un simple barniz de tonos ocultos. Como el primer sistema
mágico egipcio, la escuela griega surgió de va- rias fuentes, algunas de ellas
claramente primitivas y otras so- breimpuestas por las mareas culturales
entrantes. Conforme avanzaba el tiempo, las antiguas religiones daban paso a
los cultos misteriosos populares, los más conocidos de los cuales son
probablemente el órfico, el dionisíaco y el eleusino, aun- que, como veremos,
quedan más por ser revelados. La búsqueda mágica griega está simbolizada por el
culto al
Héroe o mortal que, buscando su divinidad, se sometió a una
serie de iniciaciones personales que tomaron la forma de ha- zañas mitológicas.
Esos desafíos suelen adoptar una forma muy terrenal, a pesar de las abundantes
intromisiones de bes- tias fabulosas y de fenómenos elementales acompañantes,
más alguna oportuna ayuda del Olimpo. Pero desde un punto de vista oculto son
puramente alegóricos y representan simple- mente las pruebas del alma humana
aspirante, cuya búsqueda le conduce al universo que hay más alla de la expe
experiencia y la vida terrena, en donde, en última instancia, quizá pueda nirse
con su origen. reu-
Los griegos no eran nada si no eran lógicos: empleaban tér minos
de referencia imaginativos y psicológicamente intere santes para describir los
viajes mentales realizados por aque llos heroicos iniciados que partieron de
sus orígenes terrestres Dara conquistar el camino al Monte Olimpo, obteniendo
asi d derecho a gozar de la compañía de los dioses.
El Camino Griego o Heroico es el del individuo, aunqu con un
poco de ayuda de un tutor de los planos interioru de una o más deidades dutela
tutor de los planos de un esfor
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INTRODUCCION
zo de grupo, y aunque muchos ocultistas de inclinación griega
prefieran la veneración grupal en forma de templo, en última instancia el Héroe
aspirante está sólo para hacer frente a la marea entrante de monstruos, hados y
traicioneros seres hu- manos, además de tener que enfrentarse a su propia
debilidad y defectos espirituales, si es que quiere alcanzar su meta
espiritual.
Quizá sera una tarea formidable, pero de acuerdo con la Ley de
las Igualdades, las armas de las que dispone el Héroe aspirante son igualmente
poderosas. En consecuencia, en tan- to se preste el debido respeto a las
deidades tutelares (o, dicho en términos ocultos más generales, en tanto se
observen las le- yes cósmicas) y se muestre que se aprecian sus bondades, el
Héroe aspirante superará su dependencia mortal, dominará su ego y recibirá su
merecido espaldarazo. Pero si fallara -pa- ra él mismo o aquellos «poderes>>
cuyos favores ha elegido-, el precio o castigo podría ser grave. Como dijo
James Dupont (1606- 79): <
Pero es un camino que puede realizarse, pues, como vere- mos,
las respuestas a los acertijos y las direcciones de la victo- ria están
claramente inscritos en la filosofía de la magia griega.