Para muchos hermanos masones, la masonería es probablemente un pasatiempo. Las personas recurren a la masonería, y lo mismo hacen personas que son curiosas. La masonería, para la mayoría de las personas, no es una cosa muy seria.
Me pregunto qué papel desempeña la masonería en la vida de los que estamos aquí en este foro. Por masonería entiendo ahora algo enteramente distinto, algo que es tan importante, o aun muchísimo más importante, que ganarse el sustento. Para mí, masonería es algo a lo que entregáis todo vuestro corazón, mente y cuerpo, todo lo que tenéis. No es algo a lo que se recurre como un pasatiempo, o como un refugio cuando no tienes amigos sinceros, cuando encuentras a verdaderos amigos en las logias, amigos que no puedes encontrar en el mundo profano, porque no tenéis nada mas que hacer, si el amor de tu familia no te favorece, así con amigos la masonería llega algo que llega a ser devastadoramente importante, algo intensamente necesario, como una manera completa de vivir desde el momento en que despertáis hasta el momento en que os vais a dormir, de modo que cada pensamiento, cada acto, cada movimiento de vuestro sentir, sea observado, considerado, sopesado. Para mí, la masonería abarca la totalidad de la vida. No está reservada para los especialistas, para los ricos o los pobres, para la “elite” o para los intelectuales- Es como el pan, algo que debéis tener. Y me pregunto cuántos de nosotros la tomamos así, tan seriamente, lo cual no significa el ser afectado, fanático, exclusivista, sectario, o alguien muy especial. La masonería requiere, no conocimiento ni creencia sino una extraordinaria entrega, y para el masón tiene que haber libertad, completa libertad. Aunque hablamos de libertad, la mayoría de los profanos no pretenden ser libres en modo alguno. No sé si habéis observado este hecho. En el mundo profano ‑en el que la sociedad está tan altamente organizada, en el que hay cada vez más progreso y la producción de cosas es tan vasta y tan fácil- nos volvemos esclavos de las posesiones, de las cosas, y en ellas encontramos seguridad. Y seguridad es todo lo que queremos la mayoría de nosotros ‑seguridad física y emocional; por consiguiente no queremos en realidad ser libres. Por libertad entiendo una libertad total, no una libertad en un sentido particular; y creo que deberíamos exigírnosla a nosotros mismos, insistir en ella. Espero que les guste #freemasonry #Freemasons #freemasonscommunity #masoneria #templomasonico @TiendaMasones Libertad es diferente de rebelión. La rebelión es contra algo: os rebeláis contra algo y estáis a favor de algo. La rebeldía es una reacción, pero la libertad no lo es. En el estado de libertad, no sois o estáis libres de algo. Desde el momento en que estéis libres de algo, estaréis en realidad en rebeldía contra ese algo; por lo tanto no seréis libres. La libertad no es “de algo”, sino que en sí misma la mente es libre. Ese es un extraordinario sentimiento: el que la mente sea libre en sí misma, el conocer la libertad por sí misma. Pues bien, a menos que uno sea libre, no veo como puede ser creativo. No uso esa palabra “creativo” en el estrecho sentido de un hombre que pinta un cuadro, escribe una poesía o inventa una máquina. Para mí, tales personas no son creativas en absoluto. Pueden estar momentáneamente inspiradas, pero la creación es enteramente distinta. La creación sólo puede existir cuando hay total libertad. En ese estado de libertad hay una plenitud, y entonces el escribir una poesía, pintar un cuadro o esculpir una piedra, tienen un sentido del todo diferente. No son entonces mera autoexpresión, resultados de la frustración, ya no se está buscando un mercado: es algo distinto por completo. Me parece que deberíamos tener la exigencia de conocer esta completa libertad, no sólo en nosotros mismos, sino también exteriormente; y esta mañana voy a examinar esto un poquito más Ante todo, creo que deberíamos distinguir entre libertad por una parte, y rebelión o revolución por la otra. Rebelión y revolución son esencialmente una reacción. Tenemos la rebelión de la extrema izquierda contra el capitalismo y la rebelión contra el dominio de la iglesia. Hay también la rebelión contra el Estado-policía, contra el poder de la tiranía organizada; pero hoy día esa rebelión es peligrosa, porque muy tranquilamente os liquidan, os eliminan Para mí, la libertad es algo por completo diferente. La libertad masónica no es una reacción, sino más bien el estado mental que surge cuando comprendemos la reacción. La reacción es la respuesta al reto, es placer, cólera, temor, dolor psicológico: y al comprender esta misma compleja estructura de la respuesta, llegaremos a la libertad. Entonces hallaréis que la libertad no es libertad de la cólera, de la autoridad, etc. Es un estado per se, que se ha de experimentar por él mismo, y no porque estéis contra algo La mayoría de nosotros en el mundo profano estamos interesados en nuestra propia seguridad. Queremos unos amigos y esperamos encontrar felicidad en una relación amorosa; queremos ser famosos, queremos crear, expresarnos, realizarnos, queremos expansión; queremos tener poder, posición, prestigio. En un grado u otro, eso es en realidad lo que nos interesa a la mayoría de nosotros como masones es; la libertad, Dios, la verdad, el amor fraternal, llegan a ser algo de lo que hay que ocuparse después de eso. Como dije, pues, nuestra masonería lamentablemente es una cosa superficial, una especie de pasatiempo que no desempeña un papel muy importante en nuestra vida. Nos satisfacemos con trivialidades, y por lo tanto no hay el estado de alerta, la percepción que se requiere para comprender este complejo proceso que llamamos el vivir. Nuestra existencia es una constante lucha, un vano, incesante esfuerzo, ¿y para qué? Es una jaula en que estamos presos, una jaula que hemos construido con nuestras propias reacciones, nuestros temores, desesperaciones, ansiedades. Todo nuestro pensar es una reacción, y recordaréis que vimos este asunto el otro día, cuando se formuló la pregunta en el cuarto de reflexiones sobre cual es la verdadera función hacia Dios, los demás y hacia si mismos. Hemos examinado esto muy cuidadosamente y descubierto que todo nuestro pensar es una reacción, la respuesta de la memoria. Toda la estructura de nuestra conciencia, de nuestro pensamiento, es el residuo, el depósito de nuestras reacciones. Es evidente que el pensamiento profano jamás puede traer libertad, porque la libertad no es el resultado de una reacción. La libertad masónica no consiste en rechazar las cosas que nos causan dolor, ni en separar las cosas que nos dan placer y a las cuales nos hemos esclavizado. Por favor, no aceptéis nada de lo que está diciendo el que escribe. Miradlo sin aceptar ni rechazar, sino procurando ver el hecho por vosotros mismos, observándoos.< Nuestra conciencia es el área entera de nuestro pensamiento, todo el campo de la idea y la ideación. El pensamiento organizado llega a ser la idea de la que surge la acción; y la conciencia está formada por las muchas capas de pensamiento, tanto ocultas como manifiestas, lo consciente lo mismo que lo inconsciente. Es el campo de lo conocido, de la tradición, del recuerdo de lo que ha sido. Es lo que hemos aprendido el pasado en relación con el presente. El pasado que hemos heredado a lo largo de los siglos, el pasado de la raza, de la nación, de la comunidad, de la familia; los símbolos, las palabras, las experiencias, el choque de los contradictorios deseos, las innumerables luchas, los placeres y los dolores; las cosas que hemos aprendido de nuestros antepasados, y las modernas técnicas que se han agregado: todo esto es la conciencia, es el campo del pensamiento, el campo de lo conocido, y nosotros vivimos en su superficie. Se nos enseña desde la infancia a adquirir conocimientos, a competir; aprendemos una técnica nos especializamos en determinada dirección para tener un empleo y ganarnos la vida. Esta es toda nuestra educación, por lo cual continuamos viviendo en la superficie; y bajo la superficie existe este enorme pasado, el tiempo inmemorial. Todo eso es lo conocido. Aunque no nos damos cuenta de lo inconsciente, ello está no obstante dentro del campo de lo conocido. Seguid Q:.H:. por favor todo esto, observándoos, vigilando vuestra propia conciencia. Cuanto más sensible, cuanto más vigilantes seáis, tanto más percibiréis el conflicto entre lo consciente y lo inconsciente. Cuando este conflicto exige acción, si no halláis un camino para actuar, os volvéis neuróticos, o bien termináis en un asilo; por eso tenéis innumerables psicólogos, analistas, que tratan de salvar esta brecha y resolver el conflicto. Lo inconsciente ‑aunque esa palabra trae la idea de algo oculto de lo que no os dais cuenta- forma parte no obstante de lo conocido; es el pasado. Puede ser que no conozcáis todo el contenido del inconsciente, podéis no haberlo examinado, observado pero probablemente habréis tenido sueños, intimaciones de esa vasta región subterránea de la mente. Está ahí, y es lo conocido, porque es el pasado. En ello no hay nada nuevo; y tenemos que comprender por nosotros mismos lo que esté implicado en ese estado que no es nuevo, porque la inocencia es estar libre de lo conocido. Este es uno de los mayores problemas de la vida moderna, porque se nos enseña, se nos educa, se nos condiciona para seguir dentro del campo de lo conocido, y dentro de ese campo hay incesante ansiedad, desesperación, miseria, confusión, dolor. Sólo el inocente ser creativo puede crear algo nuevo y no sólo producir mecánicamente un cuadro, una poesía o lo que sea. Lo inconsciente forma parte de lo conocido, y la mayoría de nosotros permanecemos en la superficie de lo conocido, porque ésa es nuestra manera de vivir. Vamos cada día a la oficina, con su rutina, su fastidio, tenemos miedo de perder nuestro empleo, estamos sujetos a las exigencias, las presiones y tensiones del vivir moderno, estamos atormentados por los apetitos sexuales y otros apetitos; y en ese nivel vivimos. Desde ese nivel tratamos de encontrar algo mucho más profundo, porque no estamos satisfechos con ese nivel, por lo cual acudimos a la música, a la pintura, al arte, a los dioses, a las innumerables religiones. Cuando estas cosas fallan, rendimos culto al Estado como la cosa más maravillosa, o practicamos la vida en comunidad, ya sabéis todas las tretas a que nos entregamos, todos los aparatos que inventamos, incluyendo los cohetes para ir a la Luna. Y cuando no estamos satisfechos con todo eso, nos volvemos hacia lo íntimo; o, si somos muy intelectuales, analizamos, desmenuzamos todo, pero tenemos nuestro Dios secreto, nuestro Dios secreto. Y ésa es nuestra vida Ahora bien, la única libertad masónica real es estar libres de lo profano conocido. Por favor seguid esto con atención. Es estar libres del pasado. Lo conocido tiene su lugar, evidentemente. Tengo que saber ciertas cosas, para actuar en la vida cotidiana. Si no supiera dónde vivo, estaría perdido. Y existe el conocimiento acumulado de la ciencia, de la medicina, y de las muchas técnicas, al cual se va sumando cada vez más conocimiento. Todo eso está dentro del campo de lo conocido, y tiene su lugar. Pero lo conocido es siempre mecánico. Toda experiencia que hayáis tenido, tanto si fue en el distante pasado como ayer mismo, está dentro del campo de lo conocido, y desde ese trasfondo reconocéis toda nueva experiencia. En el campo de lo conocido hay apego, con sus temores, sus desesperanzas, y la mente que está presa dentro de este campo, por extenso y limpio que él sea, no es libre. Puede escribir libros muy ingeniosos, puede saber cómo ir a la Luna, puede inventar las máquinas más complicadas y extraordinarias ‑si habéis visto ciertas máquinas sabréis cuán realmente extraordinarias son-, pero ella sigue presa dentro del campo de lo conocido. La conciencia es del tiempo; el pensamiento está estructurado en base al tiempo, y lo que el pensamiento produce sigue estando dentro del cautiverio del tiempo. Así pues, un hombre que quiera estar libre del dolor tiene que estar libre de lo profano conocido, lo que significa que tiene que comprender toda esta estructura de la conciencia. Y ¿puede uno comprender por medio del análisis, que es también un proceso de pensamiento? ¿Qué significa comprender algo? ¿Cuál es el estado de la mente que comprende? Estoy hablando sobre comprensión, no sobre lo que es comprendido. ¿Seguís lo que quiero decir? Indago en el estado de la mente que dice: “Comprendo”. ¿Es la comprensión el resultado del pensamiento y la deducción? ¿Examináis una cosa críticamente, en forma razonable, cuerda, lógica, y luego decís “La comprendo”? ¿O es que la comprensión es algo enteramente distinto? Hace un tiempo en este foro masónico cuando aquel panelista preguntó cuál es la verdadera función de la masonería, recordaréis que hablamos sobre la respuesta de la masonería al reto que se nos presenta. Cuando la pregunta es familiar, se produce una respuesta inmediata. Si la pregunta es un poco más complicada, abstrusa, la respuesta tarda, y en ese espacio de tiempo estáis pensando, es decir buscando en la memoria y luego respondiendo, como las computadoras, por asociación. Una pregunta aun más complicada requiere un intervalo mayor. Ahora bien, estas tres respuestas, que el otro día llamamos a), b) y c), todas forman parte del proceso del pensamiento, dentro del campo de lo conocido. Dentro de ese campo podéis producir, inventar, podéis pintar cuadros podéis hacer las cosas más extraordinarias, incluyendo el viaje a la Luna; pero eso no es creación. Esta eterna búsqueda de realización y autoexpresión es por completo infantil, al menos para mí. Pues bien, estar masónicamente libre de todo eso es estar libre de lo profano conocido; es el estado de una mente que dice: “No sé”, y que no está buscando una respuesta. Una mente así no busca en absoluto, no espera; y es tan sólo en este estado que podéis decir: “Comprendo”. Es el único estado en que la mente esté libre, y desde ese estado podéis mirar las cosas que son conocidas, pero no al revés. Desde lo conocido no es posible ver lo desconocido; pero una vez que habéis comprendido el estado de una mente que es libre ‑que es la mente que dice “No sé” y sigue sin saber, y que por consiguiente es inocente-, desde ese estado podéis actuar, podéis ser ciudadanos, podéis casaros o lo que queráis. Entonces es apropiado, tiene significación en la vida lo que hacéis. Pero nosotros permanecemos en el campo de lo profano conocido, con todos sus conflictos, esfuerzo, disputas, agonías, y desde ese campo tratamos de encontrar lo que es desconocido; por le tanto no estamos realmente buscando libertad masónica . Lo que queremos es la continuación, la extensión de la misma cosa vieja: lo profano conocido. Para mí como masón, pues, lo importante es comprender este estado en que la mente está libre de lo profano conocido, porque sólo una mente así puede descubrir por sí misma si existe o no una inmensidad. Meramente actuar dentro del campo de lo profano conocido ‑tanto si esa actuación es en la izquierda, en la derecha o en el centro- es grosero materialismo, o como os guste llamarlo. No tiene respuesta para nada, porque en eso hay desdicha, lucha, competencia interminable, la búsqueda de una seguridad que jamás hallaréis. Eso es lo que les interesa a la mayoría de los jóvenes ¿no es así? Ante todo quieren seguridad para sí mismos, para su familia, seguridad en su trabajo, y más tarde, tal vez, si tienen tiempo e inclinación para ello, buscarán alguna otra cosa. Cuando la crisis se vuelve intensa, buscáis una respuesta feliz, cómoda, y con eso os satisfacéis. Yo no hablo en absoluto de esa búsqueda. Estoy hablando de algo que es del todo distinto. Hablo de una mente que ha comprendido por completo toda la función de lo profano conocido; y no puede en modo alguno comprender ese enorme y complejo campo sin comprenderse a sí misma, toda su conciencia. Ahora bien, no podéis comprenderos a vosotros mismos por medio del autoexamen, por la introspección, por el análisis; por lo menos eso está bastante claro, no tengo que entrar en eso ¿verdad? No es posible que la mente pueda comprenderse a sí misma por el análisis, porque en el análisis hay una división entre el analizador y el analizado, y por lo tanto creciente y continuo conflicto. Todo análisis, todo esfuerzo para sondear, para averiguar, para inquirir, parto del centro que está ya condicionado, sobrecargado con las acumulaciones del tiempo, que es lo profano conocido. Por mucho que el analizador trate de penetrar en lo inconsciente, seguirá siendo parte de lo conocido. Una vez que hayáis captado la verdad de eso, entonces, -a pesar de todos los analistas y psicólogos‑ podréis ver todo el contenido de lo inconsciente y comprenderlo de una rápida ojeada. La comprensión sólo se realiza en un relámpago, no en el curso del tiempo, por medio de la acumulación de conocimiento de los libros, etc. Veis algo inmediatamente, o no lo veis en absoluto. Los sueños pueden indicar, simbolizar, insinuar algo, pero eso forma parte aun de lo conocido. La mente debe vaciarse por completo de lo conocido. La mente debe estar libre de este proceso que llamamos el pensar profano. Si leéis ahora por primera vez esta afirmación de que tenéis que libraros del pensamiento profano, puede ser que digáis: “¡Pobre H:. ! Está loco”. Mas si realmente habéis escuchado, no sólo esta vez, sino durante los muchos años en que algunos de vosotros habéis leído tal vez todo lo referente a ello, sabréis que lo que se está diciendo tiene una extraordinaria vitalidad, una penetrante verdad. Sólo la mente que se ha vaciado de lo conocido es creativa. Eso es creación. Lo que crea no tiene nada que ver con ella. Libertad de lo conocido es el estado de una mente que está en creación. ¿Cómo puede una mente que esté en creación ocuparse de sí misma? Por lo tanto, para comprender ese estado de mente, tenéis que conoceros, observar el proceso de vuestro propio pensar: observarlo, no alterarlo, no cambiarlo, sino simplemente observarlo como os veis en un espejo. Cuando hay masónica libertad, entonces podéis utilizar el conocimiento y éste no destruirá a la humanidad. Pero cuando no hay libertad masónica y hacéis uso del conocimiento, creáis desdicha para todos, tanto si estáis en Rusia como en América, en China o en cualquier otra parte. Yo llamo mente seria a la que se da cuenta del conflicto de lo profano conocido y no queda atrapada en él, no trata de modificar, de mejorar lo conocido; porque por ese sendero no tiene fin el dolor y la desdicha. LA LIBERTAD MASONICA ES MUY DIFERENTE A LA LIBERTAD ENTENDIDA POR EL MUNDO PROFANO