Lógicamente, había que pasar por los Misterios Menores antes de que se abrieran las puertas del sanctasanctórum interior. Estos se celebraban hacia el final del invierno, en el mes de anthesterion, poco después de los Anthesteria o fiestas de las flores, consagradas a Deméter o Dionisios. Los Grandes Misterios eran celebrados en septiembre, en el mes de boedromion, entre la época de la cosecha del grano y la siembra de nuevas semillas. Sin embargo, para distraer a los recién llegados al final del verano solía darse una repetición de los Misterios Menores, pues muchos de los espectadores habían llegado desde lejos para presenciar los ritos e iniciarse en ellos, lo que era un segundo viaje, quizá costoso.
Los Misterios Menores recibían también el nombre de Misterios de Agra, pues se celebraban en ese barrio de Atenas, en ELEUSINOS lugar de en Eleusis. Parece ser que a ellos podía asistir cualquiera, incluso extranjeros. Entre los escasos fragmentos de información arqueológica de los que disponemos hay un jarrón pintado que muestra a las divinidades implicadas en la ceremonia. Deméter se sienta en el centro, con el tradicional tocado de calathus; Afrodita está a su derecha, y Eros, a sus pies. A la izquierda está Perséfone, antorcha en mano, y el joven Iacco sosteniendo la cornucopia. También estaba presente Dionisios, con el tirso mágico, y Hércules, armado con un mazo. Se muestran también el sacerdote oficiante y los que realizaban los ritos iniciáticos.
Los Grandes Misterios comenzaban en el día decimotercero del boedromion (Boedromión o Badromión era el tercer mes del calendario ático en la Antigua Grecia), cuando los hombres jóvenes iban a Eleusis a coger determinados objetos sagrados, que se ponían entonces al cuidado del sumo sacerdote. En el decimoquinto día del mes había una reunión general de neófitos de ambos sexos, que no terminaba siempre de una manera ordenada o santamente espiritual, de lo cual se encargaban los siervos de la Bacanalia. El día decimosexto iban los místicos a ver amanecer en la orilla del mar, llevando cada uno un cerdito sacrificial para ofrecer a Deméter, entrando hombres y cerditos juntos en las olas para purificarse. El día decimoctavo había tributos florales a Dionisos y un velatorio a Asclepio, quien como Perséfone y Dionisos también había pasado un período en el submundo. El día decimoctavo se reunían todos para llevar las estatuas de las diosas al templo de Asclepio, para las celebraciones epidauricas. Al siguiente día la procesion se reunia delante del Eleusinión (en un período llamado Pompeión). Se ponía delante una estatua del joven dios Iacco, coronado de mirto y sosteniendo una antorcha. Iacco no era más que la personificación de algún espíritu tutelar local, a quien se le había concedido el derecho de servir a Deméter y se fundió después con Dionisios niño. Se llevaban también varios fetiches, teniendo cada objeto un significado profundamente místico mágico. Los primeros frutos restantes de la cosecha, proporcionados por el pueblo, se coloca- ban en potes y los llevaban en la cabeza las Kernoforas, o sacerdotisas vestidas de blanco. Cuatro caballos blancos llevaban la alta cesta del calathus, que contenía las gavillas de trigo.
Como es sabido entre los iniciados, la masonería es una filosofía que se inspira en diversas corrientes de pensamiento, entre ellas la griega, por lo que hay una conexión entre masonería y estos misterios.
Eleusis, palabra que también significa advenimiento, pues ante la situación de pérdidas, estancamiento y cerrazón pensamos que estudiar el pasado nos puede dar luz sobre el porvenir.
Eleusis es una ciudad ubicada en Grecia (a los amantes de los mitos griegos les sonará conocida), lleva el nombre de un héroe mítico, hijo de Daire, el Océano, y Mercurio; aunque, algunos historiadores lo señalan como hijo de Hermes. Esta ciudad se hizo célebre porque en ella habitaba el templo de los Misterios de Ceres, conocida como Démeter, también llamados los grandes “Misterios Eleusinos”. Esta tradición no era única de Eleusis, en realidad, tanto fenicios, como lacedemonios, parrasios y cretenses lo celebraban, sin embargo, era una celebración emblemática para los atenienses en Eleusis. Estos misterios eran considerados los más solemnes y los atenienses consideraban que Démeter fue quien estableció los mitos de Eleusis de inicio. Cuenta la leyenda que “Démeter bajo el nombre y vestido de una simple mortal, vino buscando a su hija, al palacio de Geleo, rey de Eleusis.” (B.G.P., 500). En contraste, Diodoro de Sicilia señala que “fue Erecteo , cuarto rey de Atenas, quien llegando de Egipto con una flota cargada de trigo, libró la Atica de una hambre entonces universal , y que colocado sobre el trono por el reconocimiento de sus habitantes , les enseñó el culto de Ceres.”
La historia de Démeter nos permite observar que existe como hilo conductor la pérdida, la mortalidad y la inmortalidad. Démeter se halla en el centro de los misterios iniciáticos de Eleusis porque ella encarna la pérdida, los perpetuos recomienzos, la unión entre la muerte y el renacimiento. Ante la pérdida irreparable de su hija, busca un nuevo comienzo, un nuevo ser a quién amar maternalmente, así pues ve en la especie humana la posibilidad de dotarlos de divinidad. Con esta escena Démeter significa la posibilidad de una espiritualización divina progresiva del ser humano a través de la ambrosía, representando el alimento espiritual – material, y del fuego, representando la limpieza más pura y abrasiva. Es importante resaltar que la forma en que Démeter busca transferir la inmortalidad es a través de la comida, el alimento, esto nos recuerda qué tan importante es el alimento para subsistir material y espiritualmente. Aún más, la leyenda nos recuerda que Démeter casi destruye la raza humana al mandar una sequía que mató las cosechas y que, ante tal pérdida, ante tal vulnerabilidad, los hombres se unieron para trabajar la cosecha y ofrendar a los dioses.
Actualmente olvidamos la interconexión con nuestro pasado, con las hambrunas que hemos pasado como humanidad, sin embargo, ante la inminente pérdida de empleos y seguridad alimentaria provocada por la recesión económica de la pandemia no debemos de olvidar nuestra vulnerabilidad, así como, nuestra fraternidad con el otro. Los misterios en sí mismos, retratan un mundo ritualístico, donde se pueden observar los significados y símbolos de cada elemento, lo divino del trigo, del agua; un mundo lejos de la despersonalización del mundo actual en el que vivimos. Un mundo en donde los dioses podrían salvaguardar nuestra integridad personal, sin embargo, los dioses ya nos dieron la ambrosía y es nuestra decisión tomarla y actuar conforme a la moral que nos marque nuestra conciencia.
Pero volvamos de nuevo al Mito de Eleusis
La larga procesión cubría unos veinte kilómetros, dejando Atenas por la puerta Dipylón. A lo largo del camino había capillas, santuarios, y breves paradas destinadas al descanso y al rezo. Y como es natural, se producía la habitual reunión de echadores de suertes, artistas, vendedores de parafernalia mágica y demás de fácil virtud.
Es innecesario decir que las fases finales terminaban en una orgía gigante en la que todo el mundo estaba bebido, por lo que no es extraño que aparecieran los sátiros y sus amigos. Cuando se discute la necesidad de reuniones públicas de naturaleza orgiástica, hemos de recordar los diálogos entre Anebo, sacerdote de Anubis, y Porfirio. Una explicación era que aliviaban la ten- sión pública, pues a las gentes ordinarias se les presentaba una oportunidad de salirse de su sistema, tras lo cual las calles resultaban más seguras para las gentes corrientes durante las semanas siguientes.
El vigésimo día los neófitos se comprometían en un sacrificio solemne a los dioses. Desde entonces hasta el día vigésimo- tercero no se está muy de acuerdo en lo que podía suceder, pero suele aceptarse que en algún momento se invocaba a Deméter y se realizaba alguna forma de meditación en éxtasis para poner a los neófitos en contacto con los que habitan en el Hades o en los Campos Elíseos.
El Epoptismo se consideraba la iniciación más secreta y superior. Plutarco nos asegura que nadie podía esperar penetrar en esos misterios hasta una época muy tardía de su vida, aunque sin duda hubo excepciones. Hay mucho desacuerdo entre los historiadores y eruditos con respecto a los días de las ceremonias y finales y a lo que sucedía realmente en ellas. Pero estudiando todo lo anterior parece lógico deducir que los días vigesimocuarto y vigesimoquinto eran importantes. Lo único que sabemos es que los iniciados que pasaban sus pruebas recibían una medalla que llevaba inscrita la cabeza de Deméter, un manojo de trigo, una amapola y la palabra (vigilante ), pues se han descubierto varias de ellas en la zona de Eleusis.
Como les sucede a la mayoría de los sistemas de magia ceremonial, el drama ocupaba un puesto de importancia en los ritos iniciáticos Griegos , ocupando un lugar destacado las historias de Deméter, Perséfone y las divinidades que en algún momento habían hecho una visita al Hades. En las Thesmophoria, que se celebraban en el Atica en el mes de octubre, se conmemoraba espectacularmente la ausencia y el regreso de Perséfone, aunque se acepta generalmente que los ritos eleusinos públicos no se limitaban en absoluto a la representación de esa leyenda.
Aunque en la magia griega antigua figuraba en los rituales un cierto grado de representación, heredado sin duda de tiempos anteriores, tras el inicio del culto al héroe se produjo una transformación gradual en la que la lógica asumió las riendas, llevadas anteriormente por los impulsos intuitivos y por la necesidad de una expresión devocional abierta. Dicho de otro modo, lo característico de Acuario, la responsabilidad individual, comenzó a nacer en las hazañas heroicas de los clásicos.
Se insiste en que los Eleusinos de estado abierto, con sus procesiones y participación pública, fueron teñidos en los niveles interiores por los elementos desordenados de los indisciplinados cultos orientales que se habían ido adhiriendo con los años, mientras su manifestación exterior se hacía puramente política. Nos informa ese autor que los Misterios reales pertenecían a la tradición órfica.
Alcoseri