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General: José de San Martín
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De: Alcoseri (Mensaje original) |
Enviado: 05/08/2011 12:55 |
(1778 - 1850) José Francisco de San Martín nació en Yapeyú, hoy provincia de Corrientes, un 25 de febrero de 1778. Yapeyú había sido fundada en febrero de 1627 por los Jesuitas y se transformó con el tiempo en el más importante centro ganadero del Río de la Plata, famoso sus zapaterías cuyos productos eran exportados a Chile y Perú
También se producían ahí diversos instrumentos musicales de gran calidad. Todo esto decayó con la expulsión de los jesuitas en 1768, pero Yapeyú siguió siendo una ciudad importante dentro de la estrategia española para estas tierras.
Así fue como el gobernador de Buenos Aires, Bucarelli, encomendó al Capitán don Juan de San Martín el cargo de teniente de gobernador de Yapeyú en 1774. Allí se instaló don Juan con su mujer, Gregoria Matorras, y sus hijos María Elena, Juan Fermín y Manuel Tadeo. Poco después nacerán Justo Rufino y el menor de la familia, José Francisco, quien pronto comenzó a ser cuidado por una niñera india, Juana Cristaldo que según doña Gregoria, lo consentía demasiado. Cuando José tenía apenas tres años, toda la familia debió abandonar Yapeyú y trasladarse a Buenos Aires.
El virrey Vértiz le ordenó a Don Juan hacerse cargo de la instrucción de los oficiales del batallón de voluntarios españoles. Los San Martín vivirán en la capital del virreinato hasta 1784 cuando fue aceptado el pedido de Don Juan para regresar a España. Se le encargó la dirección de un regimiento en Málaga y allí se instaló la familia. José, que tenía por entonces ocho años ingresó al Seminario de Nobles de Madrid.
Allí aprendió latín, francés, castellano, dibujo, poética, retórica, esgrima, baile, matemáticas, historia y geografía. En 1789, a los once años ingresó como cadete al regimiento de Murcia y en poco tiempo ya tomará parte activa en numerosos combates en España y en el Norte de África. Entre 1793 y 1795 durante la guerra entre España y Francia, el joven San Martín tuvo una actuación destacada en todos los combates en los que participó, y ascendió rápidamente en sus grados militares hasta llegar al de segundo teniente. En la guerra contra las fuerzas napoleónicas y ya con el grado de Teniente Coronel, fue condecorado con la medalla de oro por su heroica actuación en la batalla de Bailén el 19 de julio de 1808
El joven José no olvidaba sus orígenes americanos y estaba muy al tanto de los sucesos del Río de la Plata. Al enterarse de los hechos de mayo de 1810, decidió pedir el retiro del ejército español para poner sus conocimientos y experiencia al servicio de la naciente revolución americana. Había tomado contacto en España con círculos liberales y revolucionarios que veían con simpatía la lucha por la emancipación americana. Salió de Cádiz para Londres el 14 de septiembre de 1811. Londres ya era por entonces la gran capital de la Revolución Industrial a cuya sombra florecían las ideas liberales, ante todo en lo económico, pero también en lo político. Allí prosperaban los grupos revolucionarios como la "Gran Hermandad Americana", una logia fundada por Francisco de Miranda, un patriota venezolano que se proponía liberar América con la ayuda financiera de los ingleses. Durante sus cuatro meses de estadía en Londres, San Martín tomará contacto con los miembros de la "Hermandad", sobre todo con Andrés Bello y con personas vinculadas al gobierno británico, como James Duff y Sir Charles Stuart, quienes le hacen conocer el plan Maitland.
El plan, un manuscrito de 47 páginas, había sido elaborado por el general inglés Thomas Maitland en 1800 y aconsejaba tomar Lima a través de Chile por vía marítima. San Martín tendrá muy en cuenta las ideas del militar inglés en su campaña libertadora. Finalmente en enero de 1812 San Martín emprende el regreso a su tierra natal a bordo de la fragata inglesa George Canning. “Yo serví en el ejército español desde la edad de trece a treinta y cuatro años, hasta el grado de teniente coronel de caballería. En una reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos de Caracas, Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno al país de nuestro nacimiento a fin de prestarle nuestro servicio en la lucha." José de San Martín A poco de llegar San Martín a Buenos Aires, logró que se le respetara su grado militar de Teniente Coronel y que se le encomendara la creación de un regimiento para custodiar las costas del Paraná asoladas por los ataques de los españoles de Montevideo. Así nació el regimiento de Granaderos a Caballo.
El propio San Martín diseñará los uniformes y las insignias del nuevo cuerpo militar que se instala en el Retiro. La situación política en Buenos Aires era complicada. Gobernaba el Primer Triunvirato integrado por Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso. Pero el verdadero poder estaba en manos del secretario de gobierno, Bernardino Rivadavia, que venía desarrollando una política muy centralista que desoía todos los reclamos del interior, cada vez más perjudicado por la política económica de Buenos Aires que fomentaba el libre comercio y mantenía un manejo exclusivo del puerto y de la aduana. A poco de llegar, San Martín entró en contacto con los grupos opositores al triunvirato, encabezados por la Sociedad Patriótica fundada por Bernardo de Monteagudo, y creó, junto a su compañero de viaje Carlos de Alvear, la Logia Lautaro, una sociedad secreta cuyos objetivos principales eran la Independencia y la Constitución Republicana.
San Martín y sus compañeros se decidieron a actuar y el 8 octubre de 1812 marcharon con sus tropas, incluidos los granaderos, hacia la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo) y exigieron la renuncia de los triunviros en un documento redactado por San Martín que concluía diciendo: "...no siempre están las tropas para sostener gobiernos tiránicos". Fue designado un segundo triunvirato afín a la Logia y a la Sociedad Patriótica integrado por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte.
Don José se hacía tiempo también para la diversión y poco a poco fue tenido en cuenta en las selectas listas de invitados de las tertulias porteñas. La más famosa y agradable, según cuentan, era la de Don Antonio Escalada y su esposa Tomasa, en la que sus hijas, Remedios y Nieves, no perdían de vista a ningún nuevo visitante. Por allí pasó Don José y surgió el romance con Remedios. Poco después, el 12 de noviembre de 1812 se casaron. Él tenía 34 años y ella 15.
El 3 de febrero de 1813 los Granaderos de San Martín entraban por primera vez en combate frente al Convento de San Lorenzo, en Santa Fe. El triunfo fue total y el prestigio del ahora coronel San Martín crecía sin cesar. Fue así que en 1814 se le encomendó el mando del ejército del Norte en reemplazo del General Belgrano. San Martín aceptó el cargo pero hizo saber a las autoridades que sería inútil insistir por la vía del Alto Perú y que se retiraría a Córdoba para reponerse de los dolores causados por su úlcera estomacal y terminar de delinear las bases de su nueva estrategia militar consistente en cruzar la cordillera, liberar a Chile y de allí marchar por barco para tomar el bastión realista de Lima. Repuesto parcialmente de sus males, pero con el plan terminado y aprobado, logró ser nombrado gobernador de Cuyo. En Mendoza comenzó los preparativos para su ambicioso plan sin descuidar las tareas de gobierno. Fomentó la educación, la agricultura y la industria y creó un sistema impositivo igualitario cuidando que pagaran más los que más tenían.
Todo el pueblo cuyano colaboró según sus posibilidades para armar y aprovisionar al Ejército de los Andes. El propio gobernador dio el ejemplo reduciendo su propio sueldo a la mitad.
San Martín debió enfrentar en Cuyo la oposición la oposición de los hermanos Carreras, exiliados chilenos que habían abandonado su país tras la derrota de Rancagua. Uno de ellos, José Miguel había sido presidente de la Junta de Gobierno de Chile en 1814 y se oponía a la alianza de O'Higgins con San Martín. Los tres hermanos terminaron involucrándose en las guerras civiles argentinas y murieron fusilados.
El 24 de marzo se reúne el Congreso en Tucumán. San Martín, preocupado por la demora en sancionar la independencia dirige una carta al diputado por Cuyo, Godoy Cruz. "¿Hasta cuándo esperaremos para declarar nuestra independencia? ¿No es cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y escarapela nacional y, por último, hacer la guerra al soberano de quien se dice dependemos, y permanecer a pupilo de los enemigos?" El 16 de agosto de 1816, nació Mercedes Tomasa de San Martín, la única hija de la pareja. A principios de 1817 comenzó el heroico cruce de los Andes. "Compañeros del Ejército de los Andes: La guerra se la tenemos que hacer como podamos: si no tenemos dinero; carne y tabaco no nos tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos tejan nuestras mujeres y si no andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios, seamos libres y lo demás no importa. Compañeros, juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o morir con ellas como hombres de coraje." José de San Martín Durante muchos tramos San Martín debió ser trasladado en camilla debido a los terribles dolores provocados por la úlcera. A poco de cruzar los Andes, el 12 de febrero de 1817, las fuerzas patriotas derrotan a los españoles en la cuesta de Chacabuco, iniciando de esa forma la independencia de Chile. El 19 de marzo del año siguiente las fuerzas patriotas sufrieron una derrota en Cancha Rayada. Afortunadamente el General Las Heras logró salvar a su cuerpo y en base a estos hombres pudo reorganizarse un ejército de 5.000 hombres y vencer definitivamente a los realistas en Maipú el 5 de abril de 1818. Pocos días después de Maipú, San Martín volvió a cruzar la cordillera rumbo a Buenos Aires para solicitar ayuda al gobierno del Directorio para la última etapa de su campaña libertadora: el ataque marítimo contra el bastión realista de Lima. Obtiene la promesa de una ayuda de 500.000 pesos para su plan limeño de los que sólo llegarán efectivamente 300.000. San Martín regresó a Chile, donde obtuvo la ayuda financiera del gobierno y armó una escuadra que quedará al mando del marino escocés Lord Cochrane.
Mientras tanto, en Buenos Aires las cosas se complican. Pueyrredón propicia la invasión portuguesa de la Banda Oriental para combatir a Artigas y le ordena a San Martín que baje con su ejército y encabece la represión de los orientales. San Martín se niega y le aclara que "el general San Martín jamás desenvainará su espada para derramar sangre de hermanos". El 20 de agosto de 1820 partió desde el puerto chileno de Valparaíso la expedición libertadora. La escuadra estaba formada por 24 buques y conducía a unos 4.800 soldados. El 12 de septiembre la flota fondeó frente al puerto peruano de Pisco.
Una división al mando del General Arenales se dirigió hacia el interior del Perú con el objetivo de sublevar a la población y obtuvo la importante victoria de Pasco el 6 de diciembre de 1820. Por su parte San Martín ordenó bloquear el puerto Lima. Así, el virrey De la Serna se vio acosado por todos los flancos y debió rendirse el 10 de julio de 1821. Ese día entró victorioso el general San Martín a la capital virreinal. El 28 de julio de 1821 San Martín declaró la independencia del Perú. Se formó un gobierno independiente que nombró a San Martín con el título de Protector del Perú, con plena autoridad civil y militar. En un principio el general se había negado a aceptar el cargo, pero el clamor popular y los consejos de su amigo y secretario, Bernardo de Monteagudo, le hicieron recordar que el peligro realista no había desaparecido, que las fuerzas del virrey se estaban reorganizando en los cuatro puntos cardinales del Perú y que por lo tanto su presencia se hacía imprescindible para terminar definitivamente con el dominio español. San Martín abolió la esclavitud y los servicios personales (mita y yanaconazgo), garantizó la libertad de imprenta y de culto, creó escuelas y la biblioteca pública de Lima. Debió enfrentar graves dificultades financieras, lo que creó entre la población un creciente descontento. Pese a las dificultades San Martín pudo controlar la situación y lograr la rendición de los realistas del Sur y del Centro del Perú. Mientras San Martín llevaba adelante su campaña desde el Sur el patriota venezolano Simón Bolívar, lo venía haciendo desde el Norte. El general Sucre, lugarteniente de Bolívar, solicitó ayuda a San Martín para su campaña en Ecuador. El general argentino le envió 1600 soldados que participaron victoriosamente en los combates de Riobamba y Pichincha que garantizaron la rendición de Quito. Finalmente los dos libertadores decidieron reunirse. La famosa entrevista de Guayaquil, en Ecuador, se realizó entre los días 26 y 27 de julio de 1822. Había entre ellos diferencias políticas y militares. Mientras San Martín era partidario de que cada pueblo liberado decidiera con libertad su futuro, Bolívar estaba interesado en controlar personalmente la evolución políticas de las nuevas repúblicas. El otro tema polémico fue quién conduciría el nuevo ejército libertador que resultaría de la unión de las tropas comandadas por ambos. San Martín propuso que lo dirigiera Bolívar pero éste dijo que nunca podría tener a un general de la calidad y capacidad de San Martín como subordinado. El general argentino tomó entonces una drástica decisión: retirarse de todos sus cargos, dejarle sus tropas a Bolívar y regresar a su país. Tras la entrevista de Guayaquil San Martín regresó a Lima y renunció a su cargo de Protector del Perú. "La presencia de un militar afortunado, por más desprendimiento que tenga es temible a los estados que de nuevo se constituyen. Por otra parte ya estoy aburrido de oír decir que quiero hacerme soberano. Sin embargo siempre estaré a hacer el último sacrificio por la libertad del país, pero en clase de simple particular y no más. En cuanto a mi conducta pública mis compatriotas dividirán sus opiniones; los hijos de éstos darán el verdadero fallo." Partió luego rumbo a Chile donde permaneció hasta enero de 1823.
Cruzó por última vez los Andes, estuvo unos días en Mendoza y pidió autorización para entrar en Buenos Aires para poder ver a su esposa, que estaba gravemente enferma. Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, le negó el permiso argumentando que no estaban dadas las condiciones de seguridad para que San Martín entrara a la ciudad. En realidad Rivadavia, que siempre le había negado cualquier tipo de ayuda a San Martín, temía que el general entrase en contacto con los federales del Litoral. El gobernador de Santa Fe, Estanislao López, le envió una carta advirtiéndole que el gobierno de Buenos Aires esperaba su llegada para someterlo a un juicio por haber desobedecido las órdenes de reprimir a los federales y le ofreció marchar con sus tropas sobre Buenos Aires si se llegara a producir tan absurdo e injusto juicio.
San Martín le agradeció a López su advertencia pero le dijo que no quería más derramamiento de sangre. Ante el agravamiento de la salud de Remedios, pese a las amenazas, San Martín decidió viajar igual a Buenos Aires pero lamentablemente llegó tarde. Su esposa ya había muerto sin que él pudiera compartir al menos sus últimos momentos. Difamado y amenazado por el gobierno unitario, San Martín decidió abandonar el país en compañía de su pequeña hija Mercedes rumbo a Europa. Merceditas tenía siete años y recién ahora conocería de verdad a su padre. San Martín comenta en una carta a su entrañable amigo Tomás Guido: "Cada día me felicito más y más de mí decisión de haberla conducido a Mercedes conmigo a Europa y arrancado del lado de doña Tomasa (su suegra). Esta amable señora con el excesivo cariño que le tenía me la había resabiado, como dicen los paisanos, en términos que era un diablotín...". En 1825 redacta las famosas máximas, una serie de recomendaciones para su educación en caso de que él no estuviera a su lado. Allí les aconseja el amor a la verdad, la tolerancia religiosa, la solidaridad y la dulzura con los pobres, criados y ancianos; amor al aseo y desprecio al lujo. Tras pasar brevemente por Londres, San Martín y su hijita se instalaron en Bruselas. En 1824 pasan a París para que Mercedes complete sus estudios.
San Martín atravesaba en Europa una difícil situación económica. Del gobierno argentino no podía esperar nada y ni el Perú ni Chile le pagaban regularmente los sueldos que le correspondían como general retirado. Vivía de la escasa renta que le producía el alquiler de una casa en Buenos Aires y de la ayuda de algunos amigos como el banquero Alejandro Aguado que lo ayudó para poder comprar su casa de Grand Bourg.
Pero el general seguía interesado e inquieto por la situación de su país. En febrero de 1829 llega al puerto de Buenos Aires pero no desembarca. Se entera del derrocamiento del gobernador Dorrego y de su trágico fusilamiento a manos de los unitarios de Lavalle. Muchos oficiales le envían cartas a su barco y lo van a visitar con la intención de que se haga cargo del poder. San Martín se niega porque piensa que tome el partido que tome tendrá que derramar sangre argentina y no está dispuesto a eso. Triste y decepcionado decide regresar. Pasa unos meses en Montevideo y finalmente retorna a Francia. En 1832 una epidemia de cólera asoló Francia. San Martín y su hija Mercedes, fueron afectados por esa grave enfermedad. Los trató un médico argentino, Mariano Balcarce, hijo de un viejo amigo y camarada de armas de San Martín, el general Antonio Balcarce, vencedor de Suipacha. Mariano atendió durante meses a los San Martín, aunque podría decirse que sobre todo prestó mucha atención a Mercedes. Pero la cosa fue mutua y el 13 de diciembre de 1832 Mariano Balcarce y Mercedes de San Martín se casaron y se fueron de luna de miel a Buenos Aires.
En 1838, durante el gobierno de Rosas, los franceses bloquearon el puerto de Buenos Aires. Inmediatamente José de San Martín le escribió a don Juan Manuel ofreciéndole sus servicios militares. Rosas agradeció el gesto y le contestó que podían ser tan útiles como sus servicios militares las gestiones diplomáticas que pudiera realizar ante los gobiernos de Francia e Inglaterra. Al enterarse del bravo combate de la vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845, cuando los criollos enfrentaron corajudamente a la escuadra anglo-francesa, San Martín volvió a escribir a Rosas y a expresarle sus respetos y felicitaciones: "Ahora los gringos sabrán que los criollos no somos empanadas que se comen así nomás sin ningún trabajo".
San Martín para ese entonces estaba muy enfermo. Sufría asma, reuma y úlceras y estaba casi ciego. Su estado de salud se fue agravando hasta que falleció el 17 de agosto de 1850. En su testamento pedía que su sable fuera entregado a Rosas "por la firmeza con que sostuvo el honor de la república contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla" y que su corazón descansara en Buenos Aires. Esta última voluntad se cumplió en 1880, cuando el presidente Avellaneda recibió los restos del libertador. |
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200 años de la Independencia de Perú: la culminación de la gesta de San Martín, la libertad como bandera y sus diferencias con Bolívar
Aún con la guerra por la Independencia de América en curso, el general José de San Martín, nombrado Protector del Perú, declaró el fin del dominio español sobre ese pueblo. Con la misma determinación que declaró la libertad, tras la entrevista de Guayaquil con Simón Bolívar se alejó de la vida política iniciando casi treinta años de ostracismo
San Martín en el momento de la proclamación de la independencia en Lima.
Paracas, en quechua, significa “lluvia de arena”. En la bahía que lleva su nombre, a 250 kilómetros al sur de Lima, el 8 de septiembre de 1820 José de San Martín desembarcaba con su ejército libertador. Había partido al atardecer del domingo 20 de agosto de Valparaíso. “Tres barquichuelos dieron a los reyes de España la posesión del Nuevo Mundo, esos cuatro van a quitársela”, murmuró Bernardo de O’Higgins mientras fijaba su vista en las embarcaciones que se perdían en el horizonte.
O’Higgins habrá respirado aliviado. Ver esos barcos alejarse transportando al ejército era la culminación de grandes esfuerzos económicos. A bordo iba quien era insistentemente requerido desde Buenos Aires para sumarlo en la lucha contra los caudillos del interior. Cumplía lo que siempre se había propuesto: no mezclarse en la política de Buenos Aires y terminar con el plan de libertar Perú.
En la costa debió desalentar con unos cuantos cañonazos de sus buques a una avanzada realista que observaba el desembarco. Desde el cuartel que estableció en Pisco emitió una proclama: “¡Soldados del Ejército Libertador!” Ya hemos llegado al lugar de nuestro destino, y sólo falta que el valor consume la obra de la constancia; pero acordaos que vuestro gran deber es consolar a la América, y que no venís a hacer conquista, sino a libertar a los pueblos que han gemido trescientos años bajo este bárbaro derecho. Los peruanos son nuestros hermanos y amigos: abrazadlos como a tales y respetad sus derechos como respetasteis los de los chilenos después de la batalla de Chacabuco”.
José de San Martín, genio militar y político que con su audaz plan liberó a Chile y Perú.
La campaña tuvo su cuota de suerte. Un poderoso ejército que España estaba preparando para enviar a América frenó su partida cuando estalló la sublevación del coronel Rafael de Riego, y los refuerzos esperados, que hubiese puesto en figurillas los planes independentistas, ya no llegarían. En contrapartida, unos tres mil hombres de raza negra se unieron a las fuerzas recién desembarcadas.
A fines de septiembre se celebraron reuniones entre enviados del virrey Joaquín de la Pezuela y San Martín a fin de negociar una tregua. Pero al mes siguiente los combates se reiniciaron. Mientras el almirante Thomas Cochrane bloqueaba el puerto del Callao, Rudecindo Alvarado ocupó las sierras al sur del país.
Luego de crear una bandera, que simbolizaba la unión de nuestro país con Chile y Perú, San Martín se embarcó con el grueso del ejército al norte de Lima. Estableció su cuartel en Huaura y en noviembre se hizo una primera proclamación de la independencia que se repetiría en otras poblaciones, mientras se desarrollaban distintos combates. Es en el de Cerro de Pasco que general altoperuano Andrés de Santa Cruz, que peleaba junto al ejército español, fue capturado y se pasó al ejército libertador. El 3 de diciembre el Batallón Numancia en pleno, integrado por colombianos y venezolanos, continuaron combatiendo en las filas de San Martín y en el mar los realistas perdían a Esmeralda, su principal nave de guerra.
El diario La Gaceta del Gobierno de Lima Independiente refleja en sus páginas todo el proceso independentista peruano.
Pezuela tenía los días contados. En el motín de Aznapuquio, un grupo de oficiales españoles liberales dieron un golpe de estado: depusieron a este virrey de ideas absolutistas y pusieron en su lugar a José De la Serna. La estrategia cambió: abandonaron la poderosa Lima y se prepararon para resistir en las sierras y declararon a Cusco como nueva capital del virreinato. Antes el flamante funcionario se reunió con San Martín, pero no dio el brazo a torcer. De la Serna aún no sabía que pasaría a la historia como el último virrey del Perú.
El 10 de julio de 1821 San Martín entró a Lima. “Ya habéis visto al intruso La Serna, que en unión de los jefes militares atrevidos y desenvueltos ha marchado dejando a todos en confusión y abandono. Olvidemos compatriotas a esos criminales, pues ya veis a la deseada patria venir presurosa a daros la libertad. Ella va a ser el centro de vuestros encantos, delicias y seguridad”. Muchas madres de los suburbios ofrecían a sus hijos para el ejército, otras donaban lo que podían. La contracara de la alegría se veía en los comerciantes, bodegueros y pulperos, la mayoría de ellos españoles.
Rosa Campusano fue la amante de San Martín en Perú. Gracias a sus relaciones con los jefes españoles, fue de utilidad a la hora de pasarle información a los patriotas.
Se alojó en el Palacio de Lima y todos los días se juntaba una multitud que le pedía que se asomase solo para verlo. Como aún el Perú no contaba con himno propio, en el teatro se cantaba el argentino y hasta en una oportunidad San Martín hizo callar a la orquesta porque las mujeres permanecían sentadas sin cantar y les ordenó a todos entonar las estrofas de la canción patriótica.
El siguiente paso fue el día 14 solicitarle al cabildo de Lima una junta general para conocer la voluntad del pueblo. Al día siguiente le respondió que “la voluntad general está decidida por la independencia del Perú de la dominación española y de cualquiera otra extranjera”. El lunes 16 el Acta de la Libertad se publicó en La Gaceta del Gobierno de Lima Independiente, y las firmas de los vecinos ocuparon 25 páginas en las siguientes ediciones.
El 22 San Martín decidió que el sábado 28 fuera el acto de proclamación de la independencia. Pidió que todo el pueblo participase y que la gente adornase e iluminase sus casas las noches del viernes, sábado y domingo “para que con las demostraciones de júbilo se den al mundo los más fuertes testimonios del interés con que la ilustre capital del Perú celebra el día primero de su independencia y el de su incorporación a la gran familia americana”, como se lee en el bando del 22 de julio.
El 28, en la Plaza de Armas de Lima declaró su independencia. San Martín apareció acompañado por el teniente general Marqués de Montemira, gobernador político y militar. Lo escoltaban generales de su ejército y detrás autoridades de la Universidad de San Marcos, dignatarios religiosos y miembros del ayuntamiento, todos montados a caballo. Por delante marchaba la guardia de caballería y la de alabarderos de Lima, junto a los Húsares, escoltas de San Martín. Luego venía el Batallón 8 con las banderas de Buenos Aires y Chile.
“El Perú es, desde este momento, libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. Las campanas de las iglesias se hicieron sentir. Y la algarabía se apoderó de la ciudad.
Todos terminaron en las salas capitulares, donde a la noche se brindó una comida, con música y baile. Al día siguiente se celebró en la Catedral un Te Deum. A su fin los funcionarios prestaron juramento por Dios y la Patria en sostener y defender la independencia. Y San Martín invitó para esa noche a otra fiesta en el palacio.
Histórica entrevista de Guayaquil, donde San Martín decidió abandonar Perú y dejarle a Bolívar la dirección militar de la campaña libertadora.
Aceptó el título de Protector del Perú. Formó un gabinete con Bernardo de Monteagudo, primer ministro de Guerra y Marina; Juan García del Río, ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores e Hipólito Unanue, titular de la cartera de Hacienda.
Convocó a una asamblea constituyente para determinar si una monarquía o una república debía ser la forma de gobierno del Perú independiente. San Martín, partidario de una monarquía constitucional, envió a Europa a Juan García del Río y a James Paroissien a que buscasen un rey europeo para esas tierras.
Pero la guerra contra el español en América no había concluido. Por eso el 26 y 27 de julio de 1822 se entrevistó con Simón Bolívar en Guayaquil. Fue una serie de entrevistas a solas y nadie puede afirmar a ciencia cierta de lo que allí se habló. San Martín se habría ofrecido a ponerse a órdenes de Bolívar pero éste se negó a tenerlo como subordinado. Encarnaban dos proyectos políticos que no iban en una misma línea. En septiembre les dijo a los peruanos que se alejaría de la vida política; su ejército de diez mil soldados quedaba a las órdenes de Bolívar, estaba convencido de que su presencia en Perú era perjudicial y quiso dejarle en las manos de los peruanos el destino del país. El 20 de septiembre partió a Chile en el buque Belgrano. A su amigo y confidente Tomás Guido habría admitido que “Bolívar y yo no cabemos en el Perú”.
Hoy la bahía que los quechuas habían bautizado como “lluvia de arena”, donde un ejército armado como se pudo y financiado en base a préstamos y deudas, se llama Independencia.
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El navegante holandés Jacob Roggeveen avistó la isla el 5 de abril de 1722, Domingo de Pascua. No fue el primero, pero su descubrimiento despertó un gran interés entre publicistas, por lo que fue Roggeveen quien dio el nombre a la isla. Al igual que todos los habitantes de la isla, Pakarati también habla español.
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El navegante holandés Jacob Roggeveen avistó la isla el 5 de abril de 1722, Domingo de Pascua. No fue el primero, pero su descubrimiento despertó un gran interés entre publicistas, por lo que fue Roggeveen quien dio el nombre a la isla. Al igual que todos los habitantes de la isla, Pakarati también habla español.
Las elecciones federales de Alemania de 1933 tuvieron lugar el 5 de marzo del mencionado año, con el propósito de elegir a los miembros del VIII Reichstag, para el período 1933-1937. Fueron las novenas y últimas elecciones de la República de Weimar, y las primeras desde la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán o Partido Nazi (NSDAP) con Adolf Hitler. Serían también las últimas elecciones en las que se utilizó el sistema de representación proporcional por listas, y los últimos comicios competitivos que se realizarían en una Alemania unida hasta las elecciones de 1990. Las elecciones fueron adelantadas con el objetivo de dotar al gobierno de Hitler de una mayoría parlamentaria viable para poder gobernar en solitario y poner fin al período de estancamiento parlamentario iniciado en septiembre de 1930, que había llevado a un estado caótico, en el que el presidente Paul von Hindenburg designaba y destituía cancilleres por decreto, perdiendo el Reichstag cada vez más poder.
La atmósfera de incertidumbre que siguió al incendio del Reichstag aseguró muchos votantes para el partido nazi.
Las SA también llevaron a cabo una violenta campaña de terror contra todos y cada uno de los opositores al régimen nazi. Muchos estaban aterrorizados de votar en absoluto, y muchos optaron por votar por el Partido Nazi por temor a su propia seguridad. Las elecciones no fueron ni libres ni justas.
El 5 de marzo de 1933 se llevaron a cabo las elecciones, con una altísima participación del 89%.
Los nazis obtuvieron el 43,9% de los votos, una mejora de casi el 10% con respecto a las elecciones de noviembre anterior. A pesar de esta mejora, los nazis aún no contaban con una mayoría en el Reichstag.
Elecciones federales alemanas de marzo de 1933
Registrado |
44.685.764 0,7% |
Apagar |
39.655.029 (88,7%) 8,1 pp |
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Líder |
adolf hitler |
Otto Wels Arthur Crispien Hans Vogel |
Ernst Thaelmann |
Fiesta |
NSDAP |
SPD |
KPD |
Líder desde |
29 de julio de 1921 |
1919 |
octubre de 1925 |
ultimas elecciones |
33,1%, 196 escaños |
20,4%, 121 escaños |
16,9%, 100 escaños |
Asientos ganados |
288 |
120 |
81 |
cambio de asiento |
92 |
1 |
19 |
Voto popular |
17,277,180 |
7,181,629 |
4,848,058 |
Porcentaje |
43,9% |
18,3% |
12,3% |
Columpio |
10.8pp |
2.1pp |
4.6pp |
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Líder |
Luis Kaas |
alfred hugenberg |
Heinrich Held |
Fiesta |
Centrar |
DNVP |
BVP |
Líder desde |
septiembre de 1928 |
1928 |
27 de junio de 1924 |
ultimas elecciones |
11,9%, 70 escaños |
8,3%, 51 escaños |
3,1%, 20 escaños |
Asientos ganados |
73 |
52 |
19 |
cambio de asiento |
3 |
1 |
1 |
Voto popular |
4,424,905 |
3.136.760 |
1,073,552 |
Porcentaje |
11,3% |
8,0% |
2,7% |
Columpio |
0.6pp |
0.3pp |
0.4pp |
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La Virgen del Carmen en Mendoza, Argentina[editar]
Esta devoción se difundió por toda Europa y contó con Santos de la talla de San Juan de la Cruz y Santa Teresa; no es extraño que llegara a América y acompañara el despertar a la fe de los originarios que la veneraron desde mediados del siglo XVI. Ya en el siglo XVIII se encuentra en Mendoza la imagen que hoy veneramos, pues don Pedro de Núñez “caballero de gran fortuna y devoción”, donó la imagen y todo lo necesario para el culto de la Virgen del Carmen. Primero estuvo en el templo de los Padres Jesuitas estando fundada la Cofradía. En 1.776, a raíz de la expulsión de la Orden, la imagen fue trasladada a San Francisco, desde donde presidiría una de las más bellas jornadas de la historia de nuestra patria.
Llega el año 1814, momento en el que San Martín hará de los pacíficos habitantes de Cuyo, heroicos soldados forjadores de libertad, pero ellos necesitarán una Madre que los ampare y de sentido a tanto sacrificio. Es de todos conocida la profunda devoción que el Libertador profesó a la Virgen y que lo hizo nombrarla Generala de su Ejército, superando los respetos humanos de una época en la que el liberalismo había impuesto la idea de que “la religión es asunto privado”. Tanta importancia dio al tema, que lo decidió con su Estado Mayor, según dice Espejo en su obra “El Paso de los Andes”. La devoción a la Virgen del Carmen estaba muy arraigada en Cuyo y casi todos los soldados llevaban su escapulario, por eso fue ella la que tuvo preferencia” dice, y más adelante describe la brillante ceremonia (5 de enero de 1817) durante la cual San Martín le entrega su bastón de mando, la nombra Generala, y hace bendecir también la Bandera de los Andes, “saludada por dianas y la banda con cajas y clarines, mientras rompía una salva de veintiún cañonazos, ante el ejército de gran gala y todo el pueblo de Mendoza”. Más tarde, después de sus triunfos, entregará definitivamente su bastón, esta vez en el silencio que acompaña a todo lo grande y dejando aquella conocida carta: ”la protección que ha prestado al Ejército de los Andes su Patrona y Generala la Virgen del Carmen son demasiado visibles...” Ambas reliquias, el bastón y la carta, se conservan hoy en el Camarín de la Virgen, como mudos testigos de la parte que Ella tuvo en la grandeza de alma de nuestro Libertador. Siendo Generala del Ejército Argentino, junto a la banda, acompaña a la imagen nuestra bandera. Como así también las banderas de Perú y Chile, al ser esta advocación Patrona de los 2 países vecinos.
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El martirio de san Lorenzo (Tiziano)
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El martirio de San Lorenzo es una composición del pintor Tiziano de la cual existen dos versiones al óleo sobre lienzo: una de 1558, conservada actualmente en la Iglesia de los Jesuitas de Venecia, y otra realizada una década después, que cuelga en el monasterio de El Escorial. De acuerdo a la iconografía habitual, la escena muestra al santo siendo quemado en la parrilla, en una escena dramática. Un verdugo le pincha con un bidente, mientras otro acarrea más leña para el fuego. El claroscuro plasma con acierto la ambientación nocturna, de la penumbra sólo rota por la luz de las llamas y antorchas.
Segunda versión[editar]
La rápida fama que la versión de los Jesuitas alcanzó llevó a Felipe II de España a encargar al artista una segunda versión para el altar mayor de la basílica de El Escorial. Dicha obra, con algunas variantes, la pintó Tiziano unos diez años después y la envió al monasterio en 1567, pero por sus tonalidades oscuras no lucía bien colgada a la altura prevista, y fue colocada en la llamada iglesia vieja o de prestado, donde continúa.
Segunda versión, conservada en El Escorial.
Grabado de Cornelis Cort que reproduce la composición, fusionando detalles diferentes de las pinturas conservadas en Venecia y El Escorial.
Copia en grabado[editar]
El grabador Cornelis Cort realizó en 1571 una imagen grabada a buril de este diseño, que fusionaba detalles particulares de los cuadros de Venecia y El Escorial. Se cree que para ello siguió un dibujo o modello reducido que Tiziano conservaba en su taller. Como era habitual en los grabados reproductivos, el grabado impreso muestra la imagen invertida. Hay que precisar que -de manera atípica- Cort grabó dos matrices de la misma imagen, casi idénticas, que se diferencian por una variación en la dedicatoria a Felipe II en latín que figura inscrita a la derecha, en el pedestal de la estatua: en un grabado se lee «invictis» y en el otro «invictiss» con dos S. Estos dos grabados constan en el catálogo de Hollstein con los números 126 y 127, respectivamente. Existen además dos copias: una donde la escena se amplía ligeramente a los lados, grabada por Jan o Raphael Sadeler, y otra anónima que invierte la imagen.
En una carta de la época se alude a que Tiziano remitió dos impresiones del grabado de Cort a Felipe II, y una de ellas ha de ser la conservada en los aposentos del monarca en el Monasterio de El Escorial, que está estampada sobre tela de tafetán. Otros numerosos ejemplares del grabado se hallan desperdigados entre los principales museos y bibliotecas de Europa y América.
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San Lorenzo de El Escorial
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San Lorenzo de El Escorial es un municipio y localidad de España, en la Comunidad de Madrid. Se encuentra en el noroeste de la Comunidad, en la vertiente suroriental de la sierra de Guadarrama, al pie del monte Abantos y Las Machotas, a 47 km de Madrid. Es cabeza del partido judicial homónimo. Recibe popularmente el nombre de El Escorial de Arriba, para diferenciarlo del vecino pueblo de El Escorial, que, por su parte, es designado como El Escorial de Abajo.
La localidad fue fundada en tiempos de Carlos III, en el siglo xviii, y se constituyó como municipio en el siglo xix, cuando tuvo su primer alcalde. Surgió como una escisión de El Escorial, donde Felipe II construyó a finales del siglo xvi el Monasterio de El Escorial y mediante la anexión de las fincas colindantes, el Real Sitio del mismo nombre. En la parte segregada se encontraban los principales edificios y parajes de este Real Sitio, incluido el Monasterio, que en la actualidad se halla, por tanto, en el término de San Lorenzo de El Escorial. De ahí que el citado monumento reciba también el nombre de «Monasterio de San Lorenzo de El Escorial».
El Monasterio y el Real Sitio fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el día 2 de noviembre de 1984, con la denominación de «El Escorial, Monasterio y Sitio». Alrededor de este edificio, uno de los principales monumentos renacentistas españoles, se ha articulado una potente industria turística y hostelera, que ha convertido a San Lorenzo de El Escorial en uno de los principales destinos de la comunidad autónoma. Dentro de su término municipal se encuentra también el Valle de los Caídos.
Desde el 21 de junio de 2006, su término se encuentra protegido como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Territorio Histórico o Sitio Histórico, figura en la que también se incluyen los municipios vecinos de El Escorial, Santa María de la Alameda y Zarzalejo.
Centro urbano de San Lorenzo de El Escorial visto desde la cima del Monte Abantos
San Lorenzo de El Escorial se encuentra en las laderas meridionales del Monte Abantos (1753 m), montaña que ha condicionado históricamente su trazado urbanístico. Su caserío fue creciendo de manera anárquica alrededor del Real Monasterio, extendiéndose montaña arriba. En el siglo xviii, el arquitecto Juan de Villanueva ordenó su casco histórico y proyectó diferentes plazas y calles, que debían salvar el fuerte desnivel existente entre la Lonja del Real Monasterio y las empinadas cuestas de Abantos. De esta época datan la calle de Floridablanca, una de las más importantes del pueblo, y el cierre completo de la Lonja con la construcción de las Casas de Infantes. En los siglos xx y xxi, la localidad ha experimentado una fuerte expansión urbanística, especialmente hacia la vertiente suroriental de Abantos.
Mapa del término municipal[editar]
Relieve e hidrografía[editar]
Placa con la altitud sobre el nivel del mar de San Lorenzo de El Escorial
La altitud media del municipio es de 1032 msnm. La mayor parte del casco urbano se sitúa por encima de los 1000 m de altura, incluido el Monasterio de El Escorial, cuya ubicación supera en 28 m esta cota. La máxima altitud se encuentra en la cima de Abantos, con 1753 m.
Su superficie total es de 56,40 km²,1 que se distribuyen por terrenos montañosos. Hacia el sur, el término sanlorentino discurre por el llamado Circo de El Escorial, valle flanqueado por las laderas meridionales de Abantos y las septentrionales de Las Machotas. Hacia el norte, recorre la vertiente suroriental de Abantos hasta el paraje de Cuelgamuros, donde se encuentra el Valle de los Caídos, cerca de la linde con el municipio de Guadarrama. Hacia el suroeste, el municipio desciende hasta El Escorial, a través de los parques y jardines de la Casita del Príncipe —sita en esta última localidad—.
San Lorenzo de El Escorial pertenece a la cuenca del río Guadarrama. Los riachuelos que nacen en el monte Abantos van a parar al Aulencia —el principal afluente del Guadarrama—, que nace en Las Machotas y atraviesa el vecino pueblo de El Escorial. Algunos de los arroyos sanlorentinos son contenidos en pequeños embalses, situados dentro de su término.
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