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General: La iniciación de Mauricio
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Kadyr  (Mensaje original) Enviado: 20/01/2025 01:34
Mauricio, entre tanto, habia continuado sus paseos en el cuar- to negro, y á cada momento las señales que daba de impacien- cia eran mas visibles. Por fin, despues de un cuarto de hora largo de espera, la puerta volvió á abrirse, y el individuo de la espada, acercándose á él, comenzó sin ceremonia á desnudar- le medio cuerpo y a quitarle cuantas monedas llevaba en el bolsillo, y echándole una cuerda al cuello y vendándole los ojos, le hizo salir de la habitacion.

 

Nuestro héroe hacia la figura mas lastimosa que pueda ver- se. Con el seno, el brazo izquierdo y la pierna derecha descubier tos, y la otra parte de su cuerpo vestida; el pié izquierdo cal- zado con una chinela, vendados los ojos y al cuello la cuerda cuya extremidad llevaba el hermano terrible, parecia 6 un ajus- ticiado á quien llevaban al suplicio, ó un loco á quien condu- cia su guardian al baño ó al calabozo.

 

Llegados á la puerta de la lógia, es decir, del de partamento en donde acabamos de presenciar parte de los trabajos de los 12

 

masones, el hermano terrible mandó á Mauricio que llamase tres veces con fuerza.

 

Al escuchar los golpes, el primer celador dijo, dirigiéndose al venerable:

 

-Venerable, á la puerta llaman á lo profano.

 

-Ved quién es el temerario que se atreve á interrumpir de esa manera nuestros trabajos.

 

Uno de los hermanos entreabrió la puerta, y poniendo la pun- ta de su espada en el pecho de Mauricio, le dijo á gritos:

 

-¿Quién es el audaz que se atreve á forzar la entrada del

 

templo?

 

-Tranquilizaos, contestó el hermano terrible; nadie tiene in- tencion de penetrar contra vuestra voluntad en este recinto sagrado. El hombre que acaba de llamar es un profano que de- sea ver la luz, y que viene á solicitarla humildemente de nues- tra respetable lógia.

 

-Preguntadle, dijo el venerable, cómo ha osado concebir la esperanza de obtener un favor tan grande.

 

-Porque nació libre y es de buenas costumbres.

 

-Pues que es tal cual lo decís, hacedle que diga su nombre, el lugar de su nacimiento, su edad, su religion, su profesion y su domicilio.

 

-Me llamo Mauricio Gonzaga, nací en Guatemala , tengo treinta años, soy católico, pintor, y vivo en esta misma ciudad.

 

-Introducidle.

 

El hermano terrible le condujo al centro de la sala y puso la punta de la espada en su tetilla izquierda.

 

-¿Qué sentis? ¿qué veis? dijo el venerable.

 

-Nada veo, contestó Mauricio, pero siento la punta de una

 

arma.

 

-Sabed que el arma cuya punta sentís es la imágen del re- mordimiento que desgarrará vuestro corazon si llegais á ser tan desgraciado que traicioneis á la sociedad en cuyo seno quereis 13

 

ser admitido, y que el estado de ceguedad en que os hallais figura las tinieblas en que está sumergido todo hombre que no ha recibido la iniciacion masónica ¿Os presentais aquí libremen- te, sin opresion, sin sugestion alguna? Responded.

 

-Si, señor.

 

-Reflexionad bien en lo que pedís. Vais á sufrir pruebas

 

terribles; jos sentis con bastante valor para arrostrar todos los peligros á que vais á exponeros?

 

-Si, señor.

 

-En este caso no respondo de vos. Hermano terrible, lle-

 

vad á ese profano fuera del templo y conducidle por todos los sitios por donde debe pasar el mortal que aspire á conocer nues- tros secretos.

 

El hermano terrible llevó á Mauricio á la pieza contigua y le hizo dar en ella multitud de vueltas para desorientarle; luego le condujo de (nuevo al templo, cuya puerta estaba abierta de par en par-

 

A alguna distancia de la puerta varios hermanos sostenian un gran aro, semejante á los aros que los cirqueros salvaban en sus ejercicios ecuestres, cubierto de varias capas de papel de marca.

 

-¿Qué debe hacerse del profano? pregunto el hermano ter-

 

rible.

 

-Introducidle á la caverna, contestó el venerable.

 

Dos hermanos se apoderaron violentamente de Mauricio y le arrojaron sobre el cuadro, cuyo papel se rompió, cayendo nues tro héroe en brazos de otros dos hermanos que detras del marco le esperaban.

 

Algunos hermanos cerraron estrepitosamente la puerta, y otros, con una argolla y una barra de hierro hicieron un ruido semejante al de una llave que da vuelta varias veces en una cerradura complicada. 14

 

 

Todo quedó en el mas profundo silencio durante algunos momentos.

 

El venerable dió un fuerte golpe con el mazo, y dijo:

 

-Conducid al demandante junto al segundo celador y ha- cedle poner de rodillas.

 

Esta órden fué inmediatamente cumplida.

 

-Profano, añadió el venerable, tomad parte en la oracion que vamos á dirigir en vuestro favor al Autor de todas las cosas. Hermanos mios, humillémonos ante el Soberano Ar- quitecto dol Universo, reconozcamos su poder y nuestra mise- ria Contengamos nuestras voluntades y nuestros corazones en los límites de la equidad, y esforcémonos en nuestras obras para elevarnos hasta El. El es uno; existe por Si mismo y de El han recibido y reciben todos los séres la existencia. Se ma- nifiesta en todo y por todo; ve y juzga todas las cosas. Dignate joh Grande Arquitecto del Universo! proteger å los obreros de paz que están reunidos en tu templo; anima su celo, fortifica su alma en la lucha de las pasiones; inflama su corazon en el amor de las virtudes, y concédeles la elocuencia y la perseve- rancia necesarias para hacer amar tu nombre, observar tus le- yes y extender su imperio. Concede á este profano tu asis- tencia, y sosténle con tu brazo tutelar en las pruebas que va a sufrir. Amen!

 

Todos los hermanos ropitieron en coro:

 

-¡Amen!

 

-Profano, continuó el venerable, zen quién poneis vuestra confianza?

 

-En Dios.

 



 


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Kadyr Enviado: 20/01/2025 01:34
-Pues que poneis vuestra confianza en Dios, seguid å vues- tro guia con paso firme y no temais ningun peligro.

 

El hermano terrible levantó á Mauricio y le condujo al cen- tro de la pieza.

 

El venerable prosiguió:15

 

Profano, ántes que esta sociedad os admita á las pruebas, es necesario que le acrediteis que sois digno de aspirar á la re- velacion de los misterios cuyo precioso depósito conserva. Con- testadme cuidadosamente á las preguntas que voy a haceros en su nombre.

 

Hicieron sentar á Mauricio en un taburete al que le faltaba un pié y con el asiento, que era de tule, roto; de manera que nuestro pobre amigo tuvo los mayores trabajos del mundo para conservar el equilibrio y no hundirse en su asiento, por espacio de media hora larga que duraron las preguntas del venerable.

 

Como estas fueron poco mas é menos las mismas á que con- testó Mauricio en el gabinete de reflexiones y dió á ellas idén- ticas respuestas, creemos no deber cansar inútilmento á nuestros lectores con la repeticion de ellas.

 

Concluido el interrogatorio, añadió el venerable:

 

-Habeis contestado convenientemente; pero zos ha satisfe- cho plenamente cuanto os he dicho, y persistís en la idea de haceros recibir mason?

 

-Si, señor.

 

-Entonces voy á manifestaros las condiciones bajo las cua- les sereis admitido entre nosotros, caso de que salgais victorio- so de las pruebas que os restan que sufrir. El primer deber que vais á contraer es el de guardar un silencio absoluto sobre todos los secretos de la masonería. Debeis tambien combatir las pasiones que degradan al hombre y le hacen desgraciado, y practicar las virtudes mas dulces y benéficas; socorrer å vues- tro hermano en el peligro; prevenir sus necesidades de auxiliarle en la desgracia; ilustrarle eon vuestros consejos cuando esté á punto de extraviarse, y animarle a hacer el bien cuando se presente la ocasion para ello. Así mismo, habeis de conforma- ros con los estatutos generales de la masonería, con las leyes par- ticulares de la lógia, y ejecutar todo lo que se os prescriba en nombre de la mayoría de esta respetable asamblea. Una vez 16

 



Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Kadyr Enviado: 20/01/2025 01:35
que ya conoceis los principales deberes de un mason, vos sentis con fuerza y resolucion para ponerlos en práctica?

 

-Si, señor.

 

-Antes de pasar adelante, os exijimos presteis juramento, pero debeis prestarle bebiendo en un vaso sagrado. Si sois sin- cero podeis beber con confianza; pero si la falsedad se abriga en el fondo de vuestro corazon, no jureis; apartad mejor el va- so y temed el efecto pronto y terrible del brevaje que contiene. ¿Consentis en jurar?

 

-Sí, sefñor.

 

-Acercad al aspirante al altar.

 

El hermano terrible condujo á Mauricio al pié de las gradas de la mesa del venerable.

 

Hermano sacrificador, prosiguió este, presentad al aspirante la copa sagrada, tan fatal á los perjuros.

 

El hermano terrible puso en manos de Mauricio una copa con dos divisiones y que giraba sobre un eje. En un lado ha bia agua con azúcar , y en el otro un amargo cocimiento de amargo ajenjo . El ve- nerable continuó:

 

-Profano, repetid conmigo vuestro compromiso: "Me obligo á la observancia estricta y rigorosa de los deberes prescritos á los masones, y si alguna vez violase mi juramento...

 

Al acabar Mauricio de repetir estas palabras, el hermano terrible le hizo beber un poco de agua endulzada , y deteniéndole despues, hizo girar la copa de manera que la division que contenia  té de ajenjo ocupó el lugar de la que contenia el agua.

 

El venerable prosiguió:

 

permita el cielo que la dulzura de este brevaje so cambio en amargor, y que su efecto saludable se convierta pa ra mi en el de un activo veneno.

 

El hermano terrible dió á beber un poco de  té de Ajenjo á Mauri cio que hizo un gesto de repugnancia.

 

El venerable dió un fuerte golpe con el mazo.

17

 

-¿Qué es lo que veo?-gritó-¿Qué significa la alteracion que acaba de manifestarse en vuestro semblante? ¿Acaso vues- tra conciencia desmiente ya las palabras de vuestra boca, y la dulzura de este brevaje se ha cambiado en amargura?... Retirad al profano.

 

El hermano terrible condujo de nuevo á Mauricio al centro de la pieza.

 

-Si teneis el designio de engañarnos, prosiguió el venera- ble, no espereis conseguirlo; la continuacion de vuestras prue- bas lo manifestará claramente á nuestros ojos. Creedme, seria mejor para vos retiraros en el acto; todavía es tiempo; dentro de un momento será demasiado tarde. Si adquirimos la certe- za de vuestra perfidia, os veriais precisado á renunciar para siempre á volver á ver la luz del dia. Meditad, pues, sériamen- te sobre lo que vais á hacer.

 

Despues, dirigiéndose al hermano terrible, añadió, dando un furibundo golpe con el mazo:

 

-Hermano terrible, apoderaos de ese profano y hacedle sentar en el banquillo de las reflexiones.

 

El hermano terrible obligó ásperamente á Mauricio á sen- tarse en el incómodo taburete que ya le habia servido de asiento.

 

-Quede alli entregado á su conciencia, afiadió el venerable, y que á la oscuridad que cubre sus ojos se una el horror de una soledad absoluta.

 

Todos los asistentes guardaron durante un rato el mas pro- fundo silencio.

 

-Ahora bien, profano, continuó el venerable, ghabeis re- flexionado bien sobre el partido que mas os conviene tomar? vos retiráis, ó persistís, por el contrario, en arrostrar las demas pruebas?

 

-Persisto en ello.

 

18

 

--Hermano terrible, haced verificar á este profano su primer viaje, y procurad no exponerle á ningun peligro.

 

Mientras este diálogo tenia lugar, los hermanos habian co- locado en el piso y suspendido en el techo de la lógia dife- rentes objetos, de manera que Mauricio, al recorrer tres veces la lógia dirigido por el hermano terrible, anduvo, la primera, por unas tablas movibles, colocadas sobre pequeñas ruedas y llenas de obstáculos en que á cada paso tropezaba; la segunda tuvo que caminar por tablas inclinadas en forma de trampa, que se hundian con su peso y parecian arrastrarle á un abismo; y la tercera se le obligó á subir una escala fabricada con un arte tal, que aunque constaba de pocos escalones parecia in- terminable; y cuando él suponia que se hallaba á extraordina- ria altura, una órden imperiosa del venerable le obligó á pre- cipitarse, y cayó, sin hacerse daño, en los brazos del hermano terrible.

 

Miéntras Mauricio se entregaba á tan desagradable ejercicio, los masones estaban no ménos singularmente ocupados. Algu nos movian por medio de cigüeñas cilindros de madera llenos de matatenas, para imitar el ruido del granizo. Otros tenian fuertemente estirada una tela de seda que los de mas allá fro- taban con cilindros para imitar los silbidos del viento. Aque llos agitaban violentamente algunos objetos suspendidos en la bóveda, que producian un ruido semejante al del trueno y que interceptando y descubriendo de súbito la luz, imitaban los resplandores del rayo. Estos, lanzaban gemidos lastimeros y gritos de dolor, y todos, ménos Mauricio parecian estar muy divertidos con aquel concierto infernal, y con aquella escena que á fuerza de querer parecer sublime y espantosa, era ridi- cula y grotesca hasta no poder mas.

 

El hermano terrible condujo luego á Mauricio al lado del segundo celador, y le obligó á darle tres palmadas en el hombro. 19

 

Este hermano se levantó y poniendo su mazo en el corazon de Mauricio, dijo bruscamente:

 

-¿Quién me llama?

 

-Es, respondió el hermano terrible, un profano quo solicita ser recibido mason.

 

-¿Cómo se ha atrevido á esperar semejante favor?

 

-Porque nació libre, y es de buenas costumbres.

 

-Siendo así, que pase.

 

-Profano, dijo entónces el venerable, estais dispuesto á emprender un segundo viaje?

 

-Si, señor; respondió el candidato.

 

El hermano terrible tomó de nuevo á Mauricio y le hizo dar otras tres vueltas por la lógia. Los escotillones y las bambali- nas habian sido retirados, y los hermanos masones no lanzaron gritos desgarradores, pero acompañaron la marcha de Mauricio chocando unos con otros sus espadas.

 

Terminadas las tres vueltas, Mauricio fué conducido junto al primer celador, á quien como lo habia hecho antes con el se- gundo, dió tres palmadas en el hombro.

 

-¿Quién me llama?-gritó, poniendo su mazo en el corazon de nuestro héroe.

 

-Es, dijo el hermano terrible, un profano que solicita ser recibido mason.

 


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Kadyr Enviado: 20/01/2025 01:35

-¿Cómo se ha atrevido á esperar semejante favor?

 

-Porque nació libre y es de buenas costumbres.

-¿Quién responde por él? Pregunto el primer celador

- Yo que son su conductor , respondió el Terrible

 

-Siendo así, que pase; dijo al fin el primer celador, to- mando la mano derecha de Mauricio, y sumergiéndola por tres veces en un vaso lleno de agua.

 

-Profano, repitió el venerable; ¿estais dispuesto á empren- der un tercer viaje?

 

-Si, sefñor.

 

Las tres vueltas que el hermano terrible obligó á dar de nue- vo á Mauricio, se verificaron en medio del mas profundo silencio. 20

 

Despues de la tercera vuelta, el hermano terrible condujo al candidato al estrado, á la derecha del venerable. Allí Mauri- cio dió en el hombro de esto tres palmadas, exactamente como lo habia hecho con los dos celadores.

 

-¿Quién es?-preguntó el venerable.

 

-Es, respondió el hermano terrible, un profano que solici- ta el favor de ser recibido mason.

 

-¿Cómo se ha atrevido á esperar semejante favor?

 

-Porque nació libre, y es de buenas costumbres.

 

-Pues que es así, que pase por las llamas purificadoras, á fin de que nada le quede de profano.

 

El hermano terrible tenia ya en la mano un instrumento de rara forma, que consistia en un tubo rematado por una lámpa- ra encendida con aguardiente; la azulosa llama flameaba en el centro de innumerables agujeros pequellos que se comunicaban con el tubo, y al descender Mauricio las gradas del estrado, so- pló el hermano terrible por tres veces en el tubo, y saliendo otras tantas por los, agujeros de que hablamos, nubes de polvo de licopodio que se inflamaban en la luz de la lámpara, Mauri- cio sintió el calor de las llamas en su rostro, y la fuerte luz que producian hirió sus ojos al traves de la venda.

 

-Profano, dijo el venerable, vuestros viajes han terminado felizmente; habeis sido purificado por la tierra, por el aire, por el agua y por el fuego. No hay palabras bastantes para elogiar vuestro valor; que no os abandone, sin embargo, porque teneis que sufrir aun algunas pruebas. La sociedad en la cual deseais ser admitido, podrá acaso exigiros que derrameis por ella has- ta la última gota de vuestra sangre. ¿Consentiriais en ello!

 

-Si, señor.

 

-Hermano cirujano, cumplid vuestro deber.

-Tenemos necesidad de convencernos de que esta no es uns vana protesta del momento. ¿Estais dispuesto á que se os abra la vena en este mismo instante?

Si , Señor contesto mauricio

Entonces, del grupo que formaban los hermanos que asistian á esta escena, se desprendieron dos hombres, uno de los cuales llevaba una jarra pequeña llena de agua tibia, y con un piton extraordinariamente estrecho; el que le acompañaba vendó el brazo de Mauricio y le picó en la sangradera con un palillo de dientes, al mismo tiempo que el del agua derramaba en el mis- mo sitio un poco de ella con mucho tiento para que nuestro héroe croyese que brotaba su sangre. Otro hermano tenia de- bajo del brazo de Mauricio una vasija adonde caia el agua que se derramaba de su brazo. Concluida la fingida sangría, el her- mano cirujano vendó de nuevo el brazo de Mauricio, y se le hi- zo colocar en un pañuelo que le ataron al cuello.

 

Luego, dirigiéndose & Mauricio, dijo el venerable:

 

-Todos los masones llevan en el pecho una marca misteriosa que sirve para reconocerlos; os considerariais dichoso si pudierais vos tambien mostrar esa marca ? No debo ocultarlos que se aplica con un hierro candente. ¿Quereis que se os imprima?

 

-Si, señor.

 

-Imprimidle el sello masónico, hermano terrible.

 

Este apagó entónces una vela de cera de que se habia pro- visto y aplicó, la parte superior de ella, caliente aun, al pecho de Mauricio.

 

-Profano, manifestad al hermano hospitalario cual es la ofrenda que teneis intencion de hacer para el alivio de los her- manos indigentes.

 

Mauricio dijo en voz baja algunas palabras al oido de un nuevo hermano que se habia colocado á su lado.

 

-Vais muy pronto, continuó el venerable, á recoger el fruto de vuestra firmeza en las pruebas, y de los sentimientos de com- pasion y generosidad, tan gratos al Grande Arquitecto del Uni- verso, que acabais de manifestar. Hermano maestro de ceremo- nias, llevad al candidato junto al primer celador, á fin de que este le enseñe a dar el primer paso en el ángulo de un cuadrilongo. Vos le enseñareis a dar los otros dos pasos,  y le conduciréis al altar de los juramentos

 

 

 

Conforme a la órden dada por el venerable, el primer cela- dor y el maestro de ceremonias enseñaron sin gran trabajo á Mauricio una especie de paso de punta y talon, y el último le condujo ante la mesa del venerable, á la que éste daba el pom- poso título de altar de los juramentos. Allí le hizo arrodillar, y le apoyé en la tetilla izquierda las puntas del compás que tomó de encima de la mesa.

 

El venerable dió entónces un golpe con el mazo y dijo:

 

-En pié y al órden, hermanos mios! El neófito vá á pres tar el juramento terrible.

 

Todos los hermanos se levantaron, y tomaron cada uno su espada, que empuñaron como cuando los oficiales presentan las armas.

 

Mauricio repitió con voz firme las siguientes palabras que le fueron dictadas por el venerable:

 

-En presencia de Dios Todopoderoso, sobre la Biblia  y de esta respetable asamblea, juro que jamas revelaré los secretos de la sociedad masónica, así como nada de lo que esta me comunique; no ha- blando de cualquier asunto de la misma sino con un legítimo y verdadero hermano reconocido y examinado como tal, y en una lógia constituida y aprobada como regular.

Juro igualmente no divulgar ja- mas estos secretos, ni ocasionar directa ni indirectamente su re- velacion por cualquier medio; y si en todo ó en parte contravi- niere de algun modo á este juramento, consiento en que mi ca- beza sea cortada, mi corazon y mis entrañas arrancados, en que mi cuerpo sea reducido completamente á cenizas, y estas espar- cidas por el viento.

 

Apénas habia acabado Mauricio de pronunciar estas palabras, el maestro de ceremonias le hizo levantar, y le condujo al centro de la lógia; todos los hermanos le rodearon y dirigieron hácia él sus espadas desnudas, de tal manera que parecia ser un centro de donde partian rayos resplandecientes. El maestro de ceremonias se colocó á su espalda y desató la venda que le cu- bria los ojos, aun que sin dejarla caer, y otro hermano fué á ocu- par un lugar al lado derecho de Mauricio, y á unas cuantas pul- gadas de distancia, llevando la lámpara que habia servido para la purificacion.

 

-Hermano primer celador, dijo el venerable, una vez que el valor y la perseverancia de este aspirante, le han hecho sa- lir victorioso de sus largas pruebas, ¿le juzgais digno de sor ad- mitido entre nosotros?

 

-Si, venerable.

 

-¿Qué pedís para Él?

 

-La luz.

 

-Seále concedida, dijo el venerable dando tres golpes con el mazo.

 

Al tercer golpe, el maestro de ceremonias quitó la venda á Mauricio, y en el mismo instante el hermano que tenia la lám- para sopló fuertemente, de manera que inflamándose el licopo- dio produjo una viva claridad, deslumbrando completamente á Mauricio, quien merced á la venda habia permanecido á oscu- ras largo rato.

 

-No temais, hermano mio, continuó el venerable; las es- padas que os amenazan no son fatales mas que á los perjuros. Si sois fiel á la masonería, como lo esperamos, estas espadas estarán siempre dispuestas á defenderos; pero si, por el contra- rio, llegaseis algun dia á serle traidor, ningun lugar de la tier- ra os ofreceria un refugio contra estas armas vengadoras.

 

Todos los hermanos bajaron la punta de sus espadas, y el venerable ordenó al maestro de ceremonias que condujera al nuevo hermano al altar. Llegado allí Mauricio, el maestro de ceremonias le hizo arrodillar, y poniéndole el venerable la pun- ta de la espada flamígera en la cabeza, le dijo: 24

 

-En nombre del Grande Arquitecto del Universo, y en vir- tud de los poderes que me han sido confiados, os creo y cons- tituyo aprendiz mason, y miembro de esta respetable lógia.

 

Dando despues tres golpes con el mazo en la hoja de la es- pada, levantó á Mauricio; le ciñó un mandil de piel blanca, em- blema del trabajo; le dió un par de guantes blancos, símbolo de la pureza de costumbres prescrita á los masones, y otros guan- tes para mujer, tambien blancos, para que los regalara á la que fuese de su mayor estimacion; le dijo algunas frases vacias de sentido á las que llamó misterios particulares del grado de aprendiz mason, y le mprimió tres besos fraternales.

 

El maestro de ceremonias condujo nuevamente á Mauricio al centro de la lógia, le proclamó en su nueva cualidad, y obe- deciendo á una órden del venerable, todos los hermanos aplau- dieron levantando las manos por tres veces y dejándolas caer otras tantas sobre sus mandiles.

 

Mauricio, despues de haberse puesto la ropa de que le des- pojó el hermano terrible en el cuarto negro, fué conducido por el maestro de ceremonias al extremo de una de las bancas que se hallaban á la derecha del venerable, y allí, un nuevo herma no, á quien el venerable dió el título de hermano orador, le di- rigió un larguísimo discurso de que hacemos gracia á nuestros lectores, suponiéndolos ansiosos de salir cuanto antes de la ló- gia, y de conocer la historia de un hombre que con constancia se habia prestado á ser instrumento pasivo en cere- monias tan originales como las que acabamos de presenciar.

 

Concluido el discurso del hermano orador, el venerable, diri- giéndose al primer celador, pronunció estas palabras:

 

-¿Qué edad teneis, hermano primer celador?

 

-Tres años, venerable.

 

-¿A qué hora acostumbran los masones cerrar sus traba jos?

 

-A las doce de la noche. 25

 

-¿Qué hora es?

 

-Son las doce, venerable.

 

-Pues que son las doce, y á esta hora debemos cerrar nues- tros trabajos, atended hermanos mios y prestadme vuestra ayuda.

 

Entonces dió tres golpes con el mazo, que fueron repetidos por los celadores, y volviéndose hacia el hermano que tenia mas cerca, le dijo una palabra al oído; este fué á decirla al primer celador, quien por medio de otro hermano la comunicó al segundo celador.

 

-Venerable, dijo este, todo es justo y perfecto.

 

-Pues que es así, en nombre del Grande Arquitecto del Universo declaro cerrada esta lógia. A mí, hermanos inios.

 

Todos los asistentes, & ejemplo del venerable, llevaron la ma- no á la empuñadura de la espada y en seguida al cuello, gri- tando en coro como al abrir los trabajos:

 

-¡Houzzé!

 

-Están cerrados los trabajos, dijo el venerable.-Podeis re- tiraros, hermanos mios.


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