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General: Creando el Poderoso Egregor Masónico
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De: Kadyr  (Mensaje original) Enviado: 11/02/2025 23:39
Creando el Poderoso Egregor Masónico de la Fraternidad

Una logia masónica  es un microcosmos de la sociedad civil. Todos los Hermanos tienen diferentes aspiraciones para la experiencia de la función iniciática. Esta gran diversidad es una riqueza inmensa porque permite una dialéctica permanente a través de un diálogo sereno y respetuoso de las diferencias. Así, los Maestros dialogan con los Aprendices de Masonería  y Compañeros en un espíritu afectuoso donde las preguntas respetan el nivel iniciático, pero ¿qué pasa con el diálogo de los Maestros Masones entre sí? ¿Y qué decir de las actitudes de cada uno de ellos ante el sufrimiento de un Hermano que sufre un desequilibrio profesional o que necesita ayuda moral? Intentaremos responderla buscando sobre todo definir el significado de armonía en una logia y su relación con la voluntad de actuar. Una logia es simbólicamente análoga a un hombre. Tiene un cuerpo representado por sus estatutos y reglamentos, un alma que es la suma cualitativa de la conciencia del Egregor Masónico y un espíritu que es función de la experiencia iniciática de cada hermano masón.

 

Nos encontramos nuevamente con un ternario cuya resolución sabemos que está idealmente ubicada en el centro del triángulo. En este preciso punto, la armonía de una logia está evolucionando, es decir que su acción está al servicio de todos los Hermanos y en particular del Hermano Masón  con alguna dificultad de  adaptarse al Egregor Masónico,  porque basta con un eslabón débil para que la resistencia de la Cadena del Egregor  disminuya.

 

¿Qué pasa con la fraternidad en una logia masónica y en qué se diferencia de la de una sociedad secular?

Por tanto, cualquier movimiento del punto central debe ir seguido de una acción correctiva. Es responsabilidad de cada Hermano masón  que ha tomado conocimiento del cambio de equilibrio, pero generalmente la corrección es realizada inicialmente por el Venerable   Maestro con la ayuda del comité directivo, luego ratificada por el colegio de oficiales y finalmente comunicada a la logia plenaria, si las soluciones no se han encontrado previamente. En ningún caso el problema debe quedar sin acción, porque confirmaría un nuevo punto, una nueva referencia de alguna manera mal ubicada y no representativa de la Armonía Universal. Este deseo de actuar debe ser impecable y a veces puede parecer que molesta a ciertos hermanos de una Logia. Que no se ofendan, porque serán los primeros en sentir el dulce calor de nuestra poderosa fraternidad .

 

Una Logia obedece a la misma lógica de evolución que cualquier sociedad secular o profana, en donde si no hay armonía  la sociedad se descompone y finaliza . Por tanto, se caracteriza por un paralelogramo que define su nivel de conciencia. Cuanto más alto sea éste, más la información entre el YO, representada simbólicamente en nuestro caso por el Egregor Masónico, alimentará el amor fraternal y calificará la fraternidad. Por el contrario, si el nivel de conciencia es bajo, las actividades se expresarán principalmente en áreas cercanas al mundo secular. En última instancia, esto podría llevar a confusión sobre los verdaderos objetivos de nuestro destino iniciático.

 

Una logia crea y constituye a los masones ya que debe crear todos los actos que les permitan esperar mejorar. Por lo tanto, nunca debe ignorar lo que le pesa y así como nos levantamos juntos al llamado del Venerable Maestro, así buscamos juntos ayudar a los que sufren y fortalecer nuestra intuición para expandir nuestro campo de conciencia hasta nuestros Hermanos, que han  pasado al Eterno Oriente Celestial que son nuestro inconsciente colectivo. No olvidemos las enseñanzas que nos dejaron estos masones aquí  en el plano Terrestre y sigamos su trabajo recordando que todo lo que está Arriba y también Abajo.

Vemos mejor en esta etapa del análisis lo que diferencia una sociedad secular de una sociedad masónica, es la preocupación permanente por una cualidad relacional al servicio de la Armonía universal.

 

Hoy en día, el mundo secular se construye sobre valores matemáticos que pertenecen al dominio del primer grado. Por tanto, este mundo necesita individuos que satisfagan su existencia con una lealtad inquebrantable. En este mundo profano, la posesión del dinero es el principio de reconocimiento aceptado por todos. El sentido de la armonía y el arte del compromiso son totalmente incompatibles con la productividad. Los estados de ánimo se consideran inútiles y, sin embargo, aquí en la Masonería los buscamos a través de nuestros rituales. Se notan tantas diferencias, tantas desilusiones por venir y, sin embargo, debemos vivir en este mundo, realizar nuestro destino y trabajar para alimentar a nuestra familia.

 

Nuestra  meta como masones es ser verdaderamente  libres y experimentar plenamente nuestra libertad en una organización aceptada cuyo propósito es la búsqueda de la Unidad. Es en tal estado de ánimo que nos atrevemos a esperar que un día nuestra Logia sea la sociedad planamente perfeccionada y esta esperanza nos hace aceptar aparecer en lugar de ser. Pero lo importante es saberlo.

 

Ante estas difíciles contradicciones existenciales, el masón debe tener un rigor ejemplar. Ante las opciones permanentes de poder y de compasión, es necesario que viva en una fraternidad activa y cálida, para que su acción exprese siempre el sentido de la Verdad. Recibir golpes en el mundo secular será entonces el precio justo por un enfoque que a menudo irá en contra de la realidad económica, pero entonces, ¡oh! Cuán grande será la recompensa. El alma sublimada lo llevará a las grandes llanuras de donde provienen los aromas de Oriente, frutos divinos llenos de jugos celestiales que podrá compartir con sus hermanos de lucha. Es entonces cuando el mundo mecánico, concreto, ordenado y aprisionado dará paso a la dulce realidad de la realización. Solo, pero con todos, todavía podrá compartir este momento de felicidad a través de un silencio sonriente.

 

La Fraternidad Masónica es hija de la armonía. Se conjuga en femenino porque al igual que Venus, diosa y planeta del amor, representa actos de gentileza simbolizados en nuestras Logias por la cadena de unión. El calor de nuestras manos es la Fuerza que nace de nuestro corazón, se difunde entre nosotros incluso en los planos sutiles de nuestro inconsciente para cristalizar la belleza de este momento. La secuencia de manos es también la secuencia de corazones que representan el acto de creación simbólica del Egregor masónico. En este plan de amor Universal, los Hermanos de la logia se conectan con un espacio-tiempo indiferenciado del que emana el deseo de compartir. Saber dar, saber recibir y saber compartir es la triple acción de la fraternidad masónica. Según la ley de la analogía, el compartir es homólogo de la fraternidad, que encuentra su plan de acción a través del deseo de reconocimiento y de acción recíproca. El círculo se cierra y al igual que los Ouroboros, nada sirve para dividir, todo nace de una voluntad unitaria sin principio ni fin, porque todo se vive en el momento. La fraternidad está viva en nosotros, nos une para siempre a nuestro futuro, sea aceptado o no, es una realidad intangible y es un deber compartirla.

 

La fraternidad masónica es también hija de la razón. A través de Marte, planeta de la energía y Mercurio, planeta de la inteligencia, pretende ser dinámico, emprendedor y comunicativo. El corazón inflamado no puede consumirse sin acciones reflexivas y concretas. El corazón es la fuente de inspiración que luego arma nuestra voluntad de actuar. Es importante identificar la naturaleza del desequilibrio. Así haremos todo lo posible para salvar a nuestro Hermano en dificultades para encajar en la Armonía  de la Logia. Este deseo se traduce también en la logia por un juramento expresado a una sola voz por todos los Hermanos presentes durante una tenida de iniciación en el primer grado. Este juramento es la llave que da acceso a la acción fraterna, que luego se expresará en la búsqueda constante de una solución al problema identificado. No debe haber ningún fallo en este nivel, porque la energía marciana y mercuriana puede orientarse hacia arriba o hacia abajo, del mismo modo que el triángulo equilátero puede expresarse apuntando hacia arriba o hacia abajo. Una Logia Masónica es responsable de la orientación de su triángulo ya que es un triángulo en sí mismo. De la acción común de todos los Hermanos en favor del vínculo debilitado surgirá entonces la inspiración salvadora y reparadora. Este es el significado de Marte y Mercurio unidos en una acción concreta para reconquistar la armonía. La fraternidad nos compromete, por tanto, a un rigor simbolizado por el signo del orden, porque así como estamos en orden al cruzar la puerta del templo, así estamos erguidos y marchando en medio de las dos columnas J:.   y B:. que representan en esta circunstancia la relación dual de dar y recibir; Esta actitud voluntaria hacia las acciones concretas encuentra su fuente en nosotros mismos, dado que después de los tres pasos de entrada al templo somos el vértice de un triángulo equilátero que simboliza el compartir y por extensión la fraternidad. De nosotros vendrán las acciones correctivas y cualquier fuga provocará lesiones profundas en el Egregor. Nuestros rituales lo mencionan y castigan la inacción. Este es el sentido del deber en la Logia al servicio de la fraternidad masónica para que anime los corazones de quienes actúan en verdad por el bien de quienes sufren.

 

Hemos hablado mucho de fraternidad en la Logia, porque es en este microcosmos, verdadera Obra del Alto expresada abajo,  como el Maestre Hiram Abiff, verdadero iniciado en esta tierra, que desarrollamos el Arte Real. Pero ¿qué pasa con las acciones del masón en la vida secular? ¿Cómo vivir su arte sin revelar los secretos o misterios de su fe masónica?

 

A lo largo de su vida el masón se enfrenta a esta pregunta:

 

¿Cómo podemos vivir nuestra necesidad de equilibrio y amor en la sociedad civil y al mismo tiempo aceptar las limitaciones de la sociedad de consumo? Cómo vivir tu sensibilidad, tu deseo de compasión sin ser marginados y reconocidos como débiles. Para comprender mejor este dilema, recordemos algunas leyes elementales del mundo secular.

Hoy debemos ganar en todas partes y siempre aceptando la lucha. El fin de la lucha se significa cuando llega la enfermedad, cuando se reconoce la incompetencia profesional, cuando la incompatibilidad caracterológica se establece en la jerarquía, cuando los amigos de toda la vida te traicionan, cuando el estrés trae desorden y depresión, cuando el rostro se arruga y la sabiduría reemplaza a la impetuosidad, finalmente cuando la indiferencia de quienes te rodean te crea la ansiedad de ser rechazado. El mundo económico es competitivo lo que conduce a una carrera por la productividad y su función principal es la utilización de los individuos más eficientes. Por tanto, el concepto es de naturaleza selectiva. No hay lugar para quien no sabe o ya no sabe gestionar la caída del rendimiento, las incertidumbres, las dudas, las cuestiones existenciales. Su primera regla es consumir todas las cualidades con el único fin de obtener ganancias y luego rechazar aquellas que se agotan en manos del Estado o en un cuerpo social fuera de la realidad económica. Como sabemos, la bestia económica y política  es autónoma y, como todo organismo constituido, busca constantemente equilibrios para sobrevivir. Actúa desconectada de la naturaleza y toma decisiones aún más brutales porque siente que tiene un cáncer generalizado y no hay ningún médico que la trate. Es el Superyó egoísta absoluto el que se enfrenta a su autodestrucción. Los seres nacen, crecen y mueren como las sociedades. La nuestra sociedad secular o  profana a nivel mundial  ya le ha sido diagnosticada su decadencia.

 

Como masones, somos testigos conscientes pero impotentes de este desarrollo de la sociedad. ¿Qué hacer cuando estamos tan solos en la sociedad política y económica? Son raros los momentos en los que reconocemos como  tal  a un Hermano entre sus iguales y luego ¿qué pasa? Más allá de la alegría de encontrarnos y compartir, ¿cómo podemos actuar juntos para anular o modificar ciertas decisiones contrarias al interés masónico, pero de acuerdo con los objetivos del mundo profano en el cual ganamos nuestro sustento diario? ¿Quién tiene la respuesta a esta pregunta? ¿Asumirá la orden masónica las consecuencias de rescindir un profano contrato privado por una causa masónica justa? Estas preguntas expresan claramente la dificultad de encontrar una adecuación entre el ideal masónico expresado por nuestra conciencia y nuestro deseo de acción en el mundo profano y las consecuencias prácticas de las acciones emprendidas. En nuestras Logias buscamos el camino del Conocimiento Superior y cuando lo hemos encontrado no es para dejarlo por el del Juicio de bajos intereses a nivel profano. Por lo tanto, continuaremos imperturbablemente buscando el acto correcto en equilibrio entre los intereses profanos necesarios para la vida familiar y las exigencias masónicas, pero las realidades del mundo profano son cada vez más exigentes y devoradoras de la libertad de conciencia y sólo de la práctica activa de la fraternidad masónica. reducir las inevitables tensiones psicológicas. Sólo somos 8 millones de masones en esta tierra, es decir, uno por cada mil de la población mundial. ¿Qué podemos hacer? Por otro lado, ¿cómo podemos comunicar nuestros conocimientos fuera de la Masonería? El masón es un hombre libre al que le gusta compartir su visión del mundo practicando el espíritu de la síntesis, porque interiorizó los de impulso y análisis durante su proceso iniciático. Para ser comprendido, necesita compartir sus dudas con confianza y sólo puede hacerlo con otro hombre que practique el espíritu de la síntesis dentro de una Logia Masónica. La sociedad civil no desarrolla esta cualidad porque quiere individuos subordinados a una ética política decadente . Por tanto, forma ideólogos que están al servicio de esta causa y a los que alimenta con esperanzas materiales. Necesita un hombre de reacción más que un hombre de acción. El masón está pues solo con sus Hermanos luchando por una causa justa, y no por intereses políticos o económicos de  un mundo decadente . Pronto la  filosofía masónica  será descrita en los manuales de los institutos psiquiátricos universitarios como una enfermedad psicológica comparable a una desviación que requiere terapia de aislamiento y reducación . Espero que todos nuestros hermanos psiquiatras sepan cuando llegue el momento de oponerse a esta tendencia.

 

Pero cualesquiera que sean los cambios en la sociedad, el masón seguirá siendo un empresario de sí mismo y también un empleado de la Logia, porque al recibir sus cuotas de una de las dos columnas del templo, acepta enriquecerse en el amor a los demás. Su relación con el dinero es profundamente distinta de la del laico, porque le gusta que le paguen para amar mejor a sus hermanos y construir respetando los equilibrios naturales, por lo que conoce el verdadero valor que vincula todas las acciones a la Unidad, centro del círculo. y lugar geométrico de la diversidad humana. Por lo tanto, no se reconocerá en las actitudes impulsivas y destructivas que encadenan la conciencia a la culpa, sino que, por el contrario, intentará comprender sus mecanismos, tanto a través del conocimiento de los detalles como de sus orígenes. Entonces podrá ser este hombre de síntesis y encontrar el punto de equilibrio que se convertirá en el vector de un deseo feroz hacia una acción de integración. Integrar es la palabra clave, porque nadie será olvidado en el gran camino que conduce a Oriente. Es la recompensa de la libertad digan lo que digan los gurús económicos y los lideres políticos.

 

Debido a que los Hermanos nunca interrumpen su marcha, la Masonería también atravesará los momentos más turbulentos y oscuros y pasará  la estafeta masónica a la próxima generación de masones . Ésta es nuestra misión hoy, este es también nuestro deber de afrontar las pruebas con espíritu sereno, positivo y sin pasión. Desde esta perspectiva, la fraternidad es el cemento común de todos los masones del mundo. Emana de nuestra cadena de unión universal y siempre consolará los corazones de los Seres Humanos en esta tierra.

Alcoseri  


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Kadyr Enviado: 11/02/2025 23:40




¿Conocéis la  historia del enigmático conde de SaintGermain,   aventurero, alquimista, músico  y espía del siglo XVIII que,   según la leyenda, descubrió  el elixir de la inmortalidad? Seguro que muchos habéis oído hablar de Matusalén,  el personaje más longevo de los que aparecen en   la Biblia, ya que, según el Antiguo Testamento,  llegó a vivir 969 años. Se supone que fue a partir   del Diluvio Universal al que tuvo que hacer  frente Noé, precisamente nieto de Matusalén,   cuando, debido a la cólera de Dios, el  ser humano empezó a vivir menos años. Más allá de que la cifra que hemos mencionado  sea una hipérbole, hay un individuo que,   según la leyenda que lo rodea, quedó exento  de ese recorte de años. Muchos creen que en   realidad es la misma persona que el mítico Judío  Errante. El protagonista de nuestro vídeo de hoy   es conocido como... el conde de SaintGermain,  un personaje del que no conservamos demasiadas   fuentes históricas fiables, ya que muchas, ya  os adelanto, están llenas de exageraciones. Ni siquiera se sabe cuándo ni dónde nació.  Él mismo se ocupó de envolverse con un halo   de misterio, ya que siempre reconoció que  SaintGermain no era su nombre real, pero   ocultó el verdadero y su país de origen. Llegó a  este mundo entre 1690 y 1710. Como veis, se usa   una horquilla ¡de 20 años! Según la leyenda, nació  en 1691, en un castillo de los montes Cárpatos. Su último protector y buen amigo suyo, el  príncipe Carlos de HesseKassel, aseguraba   que SaintGermain le contó que había nacido en  1696 y era hijo del príncipe Francisco Rákóczi II,   de Transilvania. Pero que nunca reconoció de  forma abierta quién era su padre como medida   de protección, dada la persecución que la dinastía  de Rákóczi II sufrió por parte de los Habsburgo,   a los que se había enfrentado en el marco  de la guerra de independencia húngara. Pero, atención, porque hay fuentes que han  apuntado a un origen español para SaintGermain:   según estas, era hijo natural de la reina viuda  de Carlos II, Mariana de Neoburgo. Que habría   tenido el bebé con un banquero madrileño  cuando se instaló en la ciudad francesa   de Bayona tras ser desterrada de Madrid por  Felipe V en 1701. Hay otras muchas teorías:   desde que era un Médici hasta que era  hijo natural del rey de Portugal, Juan V.   El hecho de que SaintGermain hablara español  y portugués sin ningún acento refuerza para   algunos la teoría de su origen peninsular, pero  es que el conde también hablaba muy bien alemán,   inglés, italiano, francés, árabe, ruso,  latín, griego, chino, sánscrito... De hecho,   quienes lo conocieron coinciden en  señalar que era un hombre carismático,   muy cultivado e interesado en las artes,  la medicina, la ciencia, la política... Algunos os preguntaréis, ¿y ese nombre  francés? SaintGermain. Hay quien señala   que es un sobrenombre que tomó del latín  'Sanctus Germanus' (“Santo hermano”). Sabemos de este personaje por primera  vez en torno a 1743, en Londres,   donde se instaló y obtuvo cierto  reconocimiento como músico, ya que   era un gran violinista. Incluso participó en la  composición de la ópera 'L'incostanza delusa',   estrenada en el Haymarket Theatre en  1745, con algunas canciones de su autoría,   y llegó a publicar varias piezas  para violín, entre otras obras. Pero a finales de 1745 fue arrestado en Londres,  sospechoso de apoyar a los jacobitas, es decir,   la causa de Carlos Eduardo Estuardo, conocido  como 'Bonnie Prince Charlie', quien pretendía   arrebatar el trono británico a Jorge II. De  la noticia de la detención de SaintGermain   tenemos noticia a través de una carta del  escritor y político inglés Horace Walpole,   en la que explicaba: “El otro día capturaron  a un hombre extraño, que se hace llamar conde   de SaintGermain. Ha estado aquí dos  años, y no dice quién es ni de dónde,   pero reconoce que no lleva su verdadero nombre  (…). Canta, toca maravillosamente el violín,   compone, está loco y no es muy sensible.  Se le llama italiano, español, polaco;   alguien que se casó con una mujer de gran fortuna  en México y huyó con sus joyas a Constantinopla”. En dicha carta, Walpole explica  que incluso el príncipe de Gales,   Federico Luis de Gales, había mostrado  curiosidad por el misterioso personaje,   y que había intentado realizar averiguaciones  sobre sus orígenes, pero sin éxito. SaintGermain enseguida fue liberado sin cargos  debido a la falta de pruebas sobre su apoyo a   los jacobitas, pero no tardó en abandonar la  capital británica. Lo hizo al año siguiente,   en 1746. Muchas fuentes señalan que no se  supo nada más de él durante más de una década,   porque, según apuntan unos, se  marchó a Alemania para trabajar   en sus experimentos químicos y alquímicos;  y según otros, viajó a la India y al Tíbet. Pero en el sitio web francés Savoirs d'Histoire,  en un artículo muy interesante sobre este   personaje, se menciona una carta que el conde  envió solo tres años después de marcharse de   Londres, en 1749. Estaba dirigida a lord  Charles Cadogan, que vivía en Inglaterra,   y en ella SaintGermain le contaba a su amigo  que se sentía muy solo en el Alto Palatinado,   en Baviera. También reconocía haber  visitado en cinco ocasiones París,   donde se había enamorado de una mujer llamada  madame d'Ogny, que había terminado casada,   un año antes, en 1748, con un barón, lo que  le había roto el corazón a SaintGermain. Volvemos a tener noticias del conde precisamente  en París. Tardó una década en regresar: fue en   1758 y se cree que lo hizo acompañando a Charles  Louis Auguste Fouquet, duque de BelleIsle,   oficial y diplomático francés que había sido  nombrado mariscal en 1740 y que se convirtió   en su protector después de que el conde  supuestamente lo curara en Viena de una   grave enfermedad. Fue en la Ciudad de la Luz donde  se forjó realmente la leyenda de SaintGermain. Según otras versiones, ya veis  que hay versiones para aburrir,   el conde se trasladó a Francia tras visitar otros  países en diferentes misiones políticas, ya que,   en numerosas ocasiones, ministros de las cortes  europeas lo contrataron como espía. El caso es   que llegó a París a principios de 1758 y tenía  muy buena relación con el duque de BelleIsle. Seguramente fue este poderoso hombre, que ese  mismo año fue nombrado secretario de Estado para   la Guerra, quien le hizo posible establecer  contacto con la corte del monarca francés,   Luis XV. SaintGermain escribió al  director de los Edificios del Rey,   puesto ocupado por el noble AbelFrançois Poisson  de Vandières, marqués de Marigny, para ofrecer   sus servicios al monarca. Le dijo que había  inventado, entre otras cosas, una nueva técnica   para teñir la ropa y que deseaba proseguir con  sus investigaciones. Lo único que pedía a cambio   de servir a la corona era un alojamiento para  él y su equipo. Le asignaron unas habitaciones   en el castillo de Chambord, por aquel entonces  deshabitado, y allí estableció su laboratorio. Sin embargo, viajaba mucho a París. Porque, menuda  coincidencia, el marqués de Marigny, en quien   había despertado un vivo interés, le habló  a su hermana de este misterioso personaje.   ¿Y quién era su hermana? JeanneAntoinette  Poisson, más conocida como Madame de Pompadour,   una gran mecenas del arte y la cultura y  también cortesana, la favorita del rey, Luis XV. Así, Madame de Pompadour terminó llevando  a Versalles a este interesante conde,   que siempre vestía de forma muy refinada  y elegante, como lo eran sus modales,   para que pudiera conocerlo en persona el monarca  galo. El rey quedó entusiasmado con el personaje,   que hacía tal ostentación de riqueza que todos  creían firmemente que era de ascendencia noble.   SaintGermain pasaba veladas enteras con el  monarca y madame de Pompadour en Versalles.   A todo esto, él seguía sin querer dar  pistas sobre su verdadera identidad. Y supongo que eso hizo surgir las sospechas de  un hombre muy poderoso de la corte de Luis XV, el   recién nombrado ministro principal del Estado, el  duque de Choiseul. Una de las fuentes que parecen   más creíbles acerca de la figura de SaintGermain  son las 'Memorias' que nos dejó el diplomático   alemán Carl Heinrich, barón de Gleichen, que  conoció en persona a nuestro protagonista en 1759. El barón nos explica en dicha obra que Choiseul  decía conocer el origen del conde: según sus   informaciones, era hijo de un judío portugués y,  en palabras del duque, engañaba “la credulidad   de la ciudad y de la corte”. En presencia de  Gleichen, Choiseul también dijo, al parecer   en tono enfadado: “Es extraño que a menudo se  permita al rey estar casi solo con un hombre así,   cuando él nunca sale excepto rodeado de guardias,  como si por todas partes hubiera 'asesinos”.   Más adelante veremos cómo Choiseul  intentó desacreditar a SaintGermain. En sus 'Memorias', el barón de Gleichen,  describió a nuestro protagonista como   “un hombre de mediana estatura, muy robusto,  vestido con una soberbia y refinada sencillez”.   La primera vez que ambos hablaron lo  hicieron de pintura y, curiosamente,   SaintGermain le descubrió a su interlocutor  una obra de Murillo, 'La Sagrada Familia',   que, según el barón, igualaba en belleza  a la que había de Rafael en Versalles. Asimismo, Gleichen quedó impresionado por la  cantidad de joyas que SaintGermain lucía.   “Creí estar viendo los tesoros de la lámpara  maravillosa”, escribió el barón, que después   expresó sus dudas sobe si quizás, dados los  conocimientos químicos que poseía el conde,   no era él mismo quien fabricaba las piedras  preciosas que mostraba a todo el mundo. Se   cuenta que SaintGermain lucía diamantes hasta  en las hebillas de los zapatos, y que también   los llevaba en sus bolsillos como forma de pago.  Llegó a correr el rumor de que, como alquimista,   había conseguido la fusión de muchos diamantes  pequeños para fabricar uno grande, o que era   capaz de transmutar metales, se supone que trabajó  en la transmutación de metales vulgares en oro. Durante seis meses, el barón Gleichen acompañó a  menudo a SaintGermain, así que llegó a conocerlo   un poco, y eso es mucho tratándose de un personaje  tan misterioso. Y descubrió, por ejemplo,   la inigualable capacidad del conde narrando  historias. “Jamás un hombre de su clase”, explica   en sus 'Memorias' Gleichen, “tuvo semejante  talento para excitar la curiosidad y manejar   la credulidad de quienes lo escuchaban”. “Sabía  dosificar”, continúa el barón, “lo maravilloso   en sus relatos según el nivel de receptividad  de su oyente. Cuando le contaba a un tonto un   hecho de la época de Carlos V, le confiaba con  toda franqueza que él mismo había presenciado el   hecho en persona; mientras que, cuando hablaba  con alguien menos crédulo, se contentaba con   retratar las más mínimas circunstancias del  relato (...) con un detalle y una vivacidad   que daban la impresión de estar escuchando a  un hombre que realmente había estado presente”. “A veces”, continúa Gleichen en sus 'Memorias',  “al pronunciar un discurso de Francisco I o de   Enrique VIII, fingía cometer un lapsus y soltaba:  'El rey se volvió hacia mí'... Pero rápidamente   se tragaba el 'hacia mí' y proseguía con  la prisa de un hombre que se ha olvidado   de sí mismo para decir '(El rey se volvió)  hacia tal duque”. Qué disimulado, ¿verdad? Al propio Gleichen le dijo un día: “Estos  tontos parisinos se creen que tengo 500 años,   y yo les confirmo en esta idea, ya que veo que  eso les causa mucho placer”. Para luego añadir:   “Aunque eso no quita que realmente yo  sea infinitamente más viejo de lo que   parezco”. Gleichen creía que el conde deseaba  engañarlo también a él hasta cierto punto. Está claro que el propio SaintGermain fomentaba  la leyenda de su inmortalidad. Según una anécdota,   estando en París, acudió a una fiesta organizada  por una condesa anciana. Cuando esta dijo   reconocer su nombre, SaintGermain, de cuando  medio siglo antes ella había vivido junto a su   marido en Venecia, él le aseguró que se trataba  del mismo hombre. Dando a entender a la condesa   y a sus invitados que él tenía unos cien años  cuando en realidad aparentaba unos 40 o 50 años.   Asimismo, también se cuenta que el  compositor francés JeanPhilippe Rameau,   muy influyente en la época barroca,  conoció al conde en Venecia en 1710. El barón Gleichen destacó en sus 'Memorias' que  “la estupidez de París no se limitó a darle unos   pocos siglos” de vida a SaintGermain, “llegaron  a hacer de él un contemporáneo de Jesucristo”.   Ahora explicaremos por qué. ¿Recordáis al ministro más poderoso de Luis  XV? Eso es, el duque de Choiseul. Pues se cree   que fue él quien, en un intento de desacreditar  la figura de SaintGermain a ojos del monarca,   contrató los servicios de un actor llamado Gauve  también conocido como Gower, que había servido   en la guerra de los Siete Años como espía, para  que, haciéndose pasar por el conde misterioso,   recorriera los barrios de París actuando de tal  manera que lo retratara como si estuviera loco. De forma que Gower, suplantando a SaintGermain,  empezó a contar historias increíbles,   como que había brindado con Alejandro Magno  y había presenciado su entrada en Babilonia;   que había conocido y sido amigo de Jesucristo,  y le había pronosticado que acabaría mal;   que había cazado en compañía de Carlomagno... Según explica en sus 'Memorias' Gleichen, fue  “esta broma, tan absurda y repetida en París” lo   que además hizo que SaintGermain adquiriera la  fama de poseer una medicina que rejuvenecía, un   elixir llamado de 'Larga vida' y que  guardaba el secreto de la inmortalidad.   De tal forma que se propagó la leyenda de  que una anciana dama que poseía un frasco   de este licor tragó tanto para rejuvenecer  que terminó convertida en una niña pequeña. Curiosamente Gleichen, que subrayó en su obra  que todas estas fábulas no merecían “la atención   de las personas sensatas”, llegó a admitir  que un individuo, de cuyo criterio se fiaba,   se había mostrado sorprendido porque tras  coincidir con el conde en 1759, 24 años después   de la primera vez que lo había visto, lo encontró  exactamente igual. Asimismo, Gleichen explica que   todas las personas que conocieron a SaintGermain  desde 1759 hasta su muerte, y a quien él mismo   preguntó sobre su aspecto, siempre decían  que “parecía un sexagenario bien conservado”.   Por tanto, era un hombre que solo había  envejecido diez años en el transcurso de setenta.   ¿Hasta qué punto eran fiables esos  testimonios? Juzgadlo vosotros mismos. Eso sí, Gleichen asegura que no le oyó hablar  jamás de una medicina universal ni alardear de   conocimientos sobrenaturales para vivir más años,  “como sí hacían otros charlatanes”. Lo único que   el conde recomendaba para aumentar la esperanza  de vida era una dieta que él mismo llevaba y   consistía en no beber mientras comía y purgarse  con unas hierbas medicinales que se preparaba. También tenemos noticias de SaintGermain a  través de las palabras de una de las mentes más   ilustradas del siglo XVIII, el escritor y filósofo  francés Voltaire. Este, en una carta dirigida al   rey de Prusia, Federico II, con fecha de abril de  1758, describió a SaintGermain como “un hombre   que no muere nunca y que lo sabe todo”. Algunos  han interpretado estas palabras como un halago,   pero en realidad se trataba de una burla.  En 'Las obras completas' de Voltaire,   que reúnen su correspondencia al completo,  podemos leer el contexto de la frase.   El filósofo francés habla de un secreto  que conocerían el duque de Choiseul,   el canciller austriaco Wenzel Anton von  KaunitzRietberg y el primer ministro británico,   William Pitt. Voltaire explicaba en su carta:  “Se dice que (ese secreto) solo lo conoce un tal   SaintGermain, que anteriormente cenó en la ciudad  de Trento con los padres del concilio” ya sabéis,   celebrado dos siglos antes“y que probablemente  tenga el honor de ver a vuestra majestad dentro   de cincuenta años. Es un hombre que nunca muere  y que lo sabe todo. En cuanto a mí, que estoy al   final de mi carrera y que no sé nada, me limito  a desear que usted conozca al duque de Choiseul”. En 1760, Luis XV envió a SaintGermain  a los Países Bajos para supuestamente   negociar en su nombre un préstamo de  30 millones de florines que ayudara   a la corona a financiar la guerra de los  Siete Años contra Inglaterra y sus aliados.   Pero su misión real no era esa,  sino otra. Completamente secreta:   debía intentar iniciar en La Haya unas  conversaciones de paz con Prusia, hasta   ese momento aliada de Inglaterra. El mariscal  de BelleIsle estaba detrás de todo el plan. Y SaintGermain creyó tener carta blanca para  negociar, pero una indiscreción suya provocó   que dicha misión llegara a oídos del duque de  Choiseul. Para el poderoso ministro del rey ese   posible tratado resultaba inadmisible. Por un  lado, porque se pretendía romper la alianza que   él defendía con Austria. Por otro, no toleraba que  nadie se atreviera a negociar la paz sin estar él   al corriente, ya que en la corte jamás un ministro  debía inmiscuirse en el terreno de otro, y él era   el ministro de Asuntos Exteriores, así que la  única explicación válida, y que a Choiseul le   venía muy bien, era que SaintGermain era un doble  agente al servicio de Prusia, de Federico II.   Ni Luis XV ni BelleIsle pudieron  o quisieron llevarle la contraria. El ministro envió a un grupo de hombres a Países  Bajos para que ataran de pies y manos al supuesto   traidor y lo llevaran de vuelta a Francia,  directamente a la Bastilla. Pero alguien se   le había adelantado: informaron al conde y, cuando  estaba a punto de ser detenido, huyó a Inglaterra. Se quedó en Londres durante unos  meses. Pero tampoco allí lo querían,   así que volvió a Países Bajos, y en Nijmegen,  cerca de la frontera alemana, adquirió una   gran propiedad y se dedicó a la investigación de  tintes y colores usando el sobrenombre de conde de   Surmount. Al parecer era muy común que cambiara de  nombre: italianos, rusos, alemanes, franceses...   Según otras versiones, más ligadas a la leyenda  sobrenatural, en Países Bajos acumuló una gran   riqueza vendiendo pócimas y ungüentos destinados  a combatir cualquier mal, incluida la muerte. Un tiempo después, en la primavera de 1762,  recibió la invitación del conde Pietro Antonio   Rotari, pintor veneciano, para visitar Rusia, y  allí SaintGermain trabó amistad con uno de los   hermanos Orlov, que fueron los que dirigieron  el golpe de Estado que en julio derrocó a Pedro   III de Rusia para instalar en el poder a Catalina  II. Algunas fuentes apuntan que el conde incluso   participó en la rebelión que convirtió en  emperatriz de Rusia a Catalina la Grande. SaintGermain estuvo viajando, entre  otros lugares, por Prusia, Rusia,   Italia, Inglaterra y Austria. Y vendía a los  distintos gobiernos los secretos de sus tintes. Se cree que en torno a 1766 llegó a estar bajo  la protección del rey Federico II de Prusia,   pero se marchó de allí muy pronto. Y, en 1770,  reapareció en la ciudad italiana de Livorno   con nombre ruso y ataviado con un uniforme de  general ruso. El conde Alekséi Grigórievich Orlov,   conocido por su talante orgulloso, lo trataba con  una consideración que nunca mostraba por nadie,   según cuenta en sus 'Memorias' el barón Gleichen. En sus periplos por tierras europeas,  SaintGermain a menudo se alojó en palacios   de príncipes. Pero igual que tuvo aliados,  también se forjó enemigos que lo persiguieron   acusándolo de timador y conspirador.  De ahí el cambio constante de nombre.  La muerte le llegó a SaintGermain cerca de  Schleswig, en Eckernförde, el 27 de febrero   de 1784, después de que un año antes empezara  a empeorar de su reumatismo. Falleció con unos   93 años, si tomamos como cierto que nació en  1691... Durante sus cinco últimos años de vida   fue huésped del príncipe Carlos de HesseKassel,  que lo admiraba mucho y era masón, alquimista y   practicante de ciencias ocultas. Tres años antes  de fallecer SaintGermain, el príncipe había   puesto un laboratorio a su disposición para que  prosiguiera con sus investigaciones sobre tintes   y realizara otros experimentos científicos, según  explica la web Savoirs d' Histoire, que apunta,   por aquel entonces, el conde vivía ya de forma  modesta, “sin diamantes, sin instrumentos   musicales, sin libros, y con una sola comida al  día”. Asimismo, SaintGermain se dedicó en estos   últimos años a fabricar medicinas que vendía a  los ricos y regalaba a los pobres. HesseKassel   describió al conde como “quizás uno de los más  importantes sabios que haya existido jamás”. En pleno siglo de las luces, el siglo XVIII,  a SaintGermain se le ha considerado un   maestro de lo oculto. Se le atribuye una obra  esotérica titulada 'La Santísima Trinosofía',   escrita supuestamente por un prisionero de  la Inquisición. El manuscrito original se   encuentra en la Mediateca Jacques Chirac de  Troyes, en Francia, y está compuesto por 95   hojas. En esta misteriosa obra, ilustrada,  encontramos símbolos cabalísticos que   parecen jeroglíficos y citas en diferentes  idiomas, como el hebreo, griego o árabe.   En realidad, no está claro quién la escribió, pese  a que la firma un personaje que se hace llamar   conde de SaintGermain. Hay historiadores que  creen que pudo escribirla un supuesto discípulo   suyo: Cagliostro, cuyo verdadero nombre fue  Giuseppe Balsamo, un alquimista y ocultista   italiano que recorrió el territorio europeo  vendiendo curas milagrosas y enunciando profecías. Se cuenta que la copia manuscrita que hoy está en  Troyes fue incautada por la Inquisición, en 1789,   a Cagliostro mientras era prisionero en el  castillo de Sant'Angelo, y que después se la llevó   uno de los generales de Napoleón, André Masséna,  cuando tomaron la ciudad. Finalmente, tras el   fallecimiento del hijo del general Masséna, la  Mediateca de Troyes compró el manuscrito en 1855. ¿La muerte puso fin a la leyenda del conde de  SaintGermain? Pues no, porque se cuenta que   siguió viviendo durante siglos, recorriendo  el mundo. De hecho, solo un año después de   su fallecimiento oficial aseguraron que asistió a  una reunión de masones en Wilhelmsbad, Alemania. Se supone que en vida frecuentaba  los círculos masónicos: así,   el príncipe Carlos de HesseKassel  fue una figura muy influyente de la   época en el mundo de la masonería, los  rosacruces y los estudios herméticos. Dentro del folclore también tenemos una  historia con solo un siglo de antigüedad   y que apunta a que en realidad el conde era  un... vampiro. A principios del siglo XX,   llegó a la ciudad de Nueva Orleans un hombre  llamado Jacques SaintGermain. Con una   personalidad arrolladora y mucho dinero. Se ganó  el favor de un gran número de mujeres, pero muchas   de ellas terminaban desapareciendo. Cuando  la población del lugar se percató de ello...   Hay varias versiones de la historia: según  unos, cuando fueron a pedirle cuentas al   tal SaintGermain, lo hallaron en la casa pero  logró escapar; según otros, ya no estaba en su   mansión. Sí estaba, en cambio, el cadáver de su  última víctima. Con un mordisco en el cuello... Y la leyenda sigue viva: algunos creen  que SaintGermain continúa entre nosotros,   más de 200 años después de su muerte oficial. ¿Y vosotros? ¿Qué opináis de la leyenda del conde  de SaintGermain?  

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Kadyr Enviado: 11/02/2025 23:40


 
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