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General: Alquimia y Masonería
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De: Kadyr  (Mensaje original) Enviado: 03/03/2025 21:43
Alquimia y Masonería

Lo que estás a punto de descubrir puede cambiar para siempre la forma en que percibes la realidad. Pero antes de continuar, seas masón o no masón  necesito hacerte una pregunta: ¿estás listo para la “Trasmutación”?

El mito masónico de Hiram Abiff, en esencia es la trama alquímica de las trasmutación del Alma.

La alquimia nunca fue para todos. Durante siglos estuvo oculta en símbolos, textos codificados y metáforas que solo aquellos verdaderamente despiertos podían descifrar. Y no fue por casualidad. Este conocimiento siempre estuvo reservado para quienes ya habían sentido el llamado; para aquellos que se negaban a seguir viviendo en piloto automático, atrapados en los mismos ciclos, en las mismas limitaciones.

 

Si este comunicado llegó a ti en este momento, debes saber que no es coincidencia. Nada en tu vida ha sido aleatorio. El dolor, los desafíos, las repeticiones, todo ha sido parte de un proceso de refinamiento, como el metal en bruto que necesita ser fundido en el fuego para convertirse en oro. Tu alma ha atravesado experiencias que te han preparado para este momento.

 

Pero presta atención: después de lo que será revelado aquí, no hay vuelta atrás. Puedes simplemente cerrar este comunicado ahora y seguir con tu vida como siempre ha sido. O puedes dar un paso al frente y cruzar el primer portal de la verdadera transformación.

 

Si sientes que este mensaje resuena contigo, si algo dentro de ti arde como una llama incontrolable, entonces ven conmigo, porque el viaje comienza ahora.

 

Desde tiempos antiguos, la alquimia siempre ha estado oculta, disfrazada en símbolos, escondida en manuscritos enigmáticos, protegida por órdenes secretas. Pero ¿por qué? Porque este conocimiento nunca fue revelado libremente al mundo. La respuesta es simple: porque no puede ser entregado a cualquiera.

 

La verdadera alquimia nunca se trató solo de transformar metales en oro; eso era solo un disfraz, un velo para ocultar su verdadero propósito: la transmutación del alma. Los grandes maestros sabían que este conocimiento, si caía en manos equivocadas, podía ser peligroso. No porque representara una amenaza para el mundo, sino porque la verdad no viene sin consecuencias.

 

Quien no está preparado para ver más allá de la ilusión termina siendo consumido por su propio fuego de transformación. Si en algún momento de tu vida has sentido que hay algo más allá de la realidad común, algo que siempre ha parecido estar fuera de tu alcance, pero que aún así te llama, entonces ya has escuchado este llamado antes.

 

Puede haber surgido en momentos de profunda introspección, en noches silenciosas donde tu mente parecía querer mostrarte algo que no podías comprender del todo. O quizá se manifestó en forma de sincronicidades, esos eventos extraños que se repiten como si el universo estuviera tratando de decirte algo.

 

El llamado de la alquimia no es una invitación común. No aparece en templos iluminados ni en textos obvios. Se manifiesta en momentos de crisis, cuando la estructura de tu realidad empieza a resquebrajarse, cuando todo lo que creías sólido comienza a desmoronarse, cuando la vida parece poner a prueba tus límites, llevándote al punto de cuestionarlo todo.

 

Si alguna vez has sentido esto, debes saber que no estás solo. Los grandes alquimistas del pasado pasaron por el mismo proceso. Paracelso, uno de los nombres más importantes de la alquimia occidental, fue rechazado por la comunidad académica de su época, tachado de loco por sus ideas revolucionarias.

 

Isaac Newton, el hombre que nos dio las leyes de la gravedad, pasó años sumergido en textos alquímicos y ocultistas, tratando de comprender el funcionamiento invisible del universo.

 

Zósimo de Panópolis, el primer alquimista de la tradición occidental, relató visiones intensas en las que veía su propia carne disolverse y recrearse, como si el fuego divino mismo lo estuviera moldeando.

 

Estos hombres comprendieron algo fundamental: la alquimia no es un camino para los débiles exige de quienes  la siguen , una entrega total , porque la verdadera  trasformación no ocurre en la superficie sino en las profundidades del  alma.  

La alquimia y la masonería comparten una serie de simbolismos y conceptos que se relacionan con la transformación espiritual y la búsqueda de la verdad. A continuación, te presento algunas de las conexiones entre la alquimia y la masonería:

 

La alquimia y la masonería utilizan un lenguaje simbólico para transmitir sus enseñanzas. Los símbolos alquímicos, como el mercurio, el azufre y la sal, se relacionan con los principios de la naturaleza y la transformación espiritual. La masonería también utiliza símbolos, como el compás, la escuadra y el nivel, para representar la armonía y la perfección.

 

La alquimia espiritual  y la masonería buscan trasformar para bien al ser humano y la iluminación espiritual. La alquimia busca transformar la materia prima en oro, lo que simboliza la transformación espiritual del individuo. La masonería busca la verdad y la sabiduría a través de la reflexión, la meditación y el estudio de los símbolos y la filosofía.

 

La alquimia y la masonería tienen una fuerte tradición de iniciación. La iniciación alquímica implica la transformación del individuo a través de la aplicación de los principios alquímicos. La iniciación masónica implica la aceptación de los principios y los valores de la masonería, y la compromiso de seguir el camino de la verdad y la sabiduría.

 

La alquimia y la masonería tienen una fuerte conexión con la espiritualidad. La alquimia busca la unión con lo divino a través de la transformación espiritual. La masonería busca la conexión con lo divino a través de la reflexión, la meditación y el estudio de los símbolos y la filosofía.

 

La alquimia y la masonería tienen una fuerte énfasis en la importancia de la sabiduría. La alquimia busca la sabiduría a través de la experimentación y la aplicación de los principios alquímicos. La masonería busca la sabiduría a través del estudio de los símbolos, la filosofía y la reflexión.

 

 

Los dolores, ni las decepciones; todo ha sido una prueba, un proceso de refinamiento. Así como el oro necesita ser purificado por el fuego, tu alma también ha sido moldeada por las dificultades. Si hasta ahora todo parecía un caos sin sentido, tal vez sea porque aún no has visto la gran obra tomando forma. Pero ahora ha llegado el momento de dar el siguiente paso, y ese paso comienza con una sola decisión: ¿estás listo para atravesar el primer portal?

 

Porque después de esto, nada será como antes. La muerte del viejo yo. Antes, si has llegado hasta aquí, algo dentro de ti ya comenzó a moverse. Pero ahora viene la parte más difícil. El primer portal de la alquimia no es un camino fácil; exige un sacrificio, y ese sacrificio es tu viejo yo.

 

Los antiguos alquimistas llamaban a esta fase "Nigredo", la etapa de la disolución y el caos. Es aquí donde todo lo que creías ser comienza a desmoronarse: tus certezas, tus creencias, tu identidad.

 

En la alquimia, el Nigredo es la primera etapa del proceso alquímico, que se caracteriza por la descomposición y la putrefacción de la materia prima. El Nigredo es considerado el estado inicial de la materia, en el que se encuentran las impurezas y los elementos groseros. En esta etapa, la materia se descompone y se libera de sus impurezas, lo que permite que comience el proceso de transformación y purificación.

 

El Nigredo se asocia con la muerte y la descomposición, y se considera un paso necesario para alcanzar la iluminación y la transformación espiritual. En la alquimia espiritual, el Nigredo se relaciona con la idea de "morir para uno mismo" y dejar atrás las impurezas y los egoísmos.

 

Todo debe colapsar para que algo nuevo pueda nacer. Este proceso no sucede solo en textos filosóficos; ocurre en la vida real, dentro de ti. Tal vez ya hayas pasado por momentos en los que todo parecía perder sentido: cuando relaciones se rompieron, carreras se vinieron abajo, sueños fueron aplastados. Esos no fueron simples fracasos; fueron llamas alquímicas quemando lo que debía ser dejado atrás.

 

Pero esta fase no es fácil. Muchos desisten antes siquiera de atravesarla, porque el ego no gusta del cambio; se aferra a lo que ya conoce, incluso si eso significa vivir en sufrimiento. Prefiere la zona de confort a arriesgarse en la oscuridad de lo desconocido. Y es precisamente por eso que pocos llegan hasta aquí.

 

Los textos antiguos están llenos de advertencias sobre este portal. Sósimo de Panópolis tuvo visiones aterradoras mientras estudiaba los misterios de la transmutación. En una de ellas, vio su propio cuerpo siendo despedazado, reducido a cenizas, solo para ser reconstruido en una forma más pura. El mensaje era claro: antes de alcanzar el oro, es necesario morir como plomo.

 

Pero ¿qué significa esta muerte? No estamos hablando de una muerte física; hablamos de la muerte de la identidad antigua, de esa versión de ti construida con base en el miedo, la duda y las limitaciones impuestas por el mundo. Ese tú que creía que no era capaz, que se aferraba a excusas, que buscaba validación externa, todo eso debe ser quemado en el fuego del Nigredo.

 

Y ¿cómo saber si ya estás pasando por este proceso? Hay señales claras. Si tu vida parece desmoronarse , si heridas del pasado regresan con más fuerza, si nada parece tener sentido. Entonces, ya estás dentro del primer portal. Pero, en lugar de luchar contra ello, en lugar de desesperarte, entiende lo que realmente está ocurriendo. No está siendo destruido, está siendo refinado.

 

Los grandes maestros de la alquimia siempre supieron que la transmutación solo ocurre cuando se acepta la disolución. El problema es que la mayoría de las personas intentan huir de este momento, se refugian en distracciones, se aferran a relaciones tóxicas, evitan el dolor a toda costa. Pero el dolor no es el enemigo; el verdadero enemigo es el apego a lo que ya no sirve.

 

Y aquí está el punto clave: no puedes convertirte en algo nuevo mientras sigas aferrado a lo que siempre has sido. No puedes llevar tu vieja mentalidad a un nuevo nivel de conciencia. No puedes despertar manteniendo las mismas creencias limitantes que siempre has tenido.

 

El propio Paracelso enfrentó este desafío, rechazado por académicos, ridiculizado por científicos. Siguió su camino solo porque comprendió algo esencial: para renacer, primero es necesario liberarse de las cadenas del pasado.

 

La cuestión es: ¿estás dispuesto a hacerlo? Porque esta decisión no puede tomarse a medias. Este portal no se puede cruzar cargando equipaje. ¿Qué estás dispuesto a dejar atrás? ¿Tu miedo? ¿Tus inseguridades? ¿Tus excusas?

 

Créeme, cruzar este portal significa dejar todo eso en el pasado. Y aquí va una advertencia: no hay regreso. Una vez que atraviesas el fuego de la transformación, nunca vuelves a ser el mismo. El mundo a tu alrededor puede seguir igual, pero tus ojos nunca volverán a ver las cosas de la misma manera.

 

Y ahora, la elección está frente a ti: seguir aferrado a tu vieja identidad o dar el siguiente paso y cruzar al otro lado. Si sientes que estás listo para continuar, entonces algo aún más profundo te espera. El segundo portal no trata solo de destrucción; se trata de algo aún más poderoso: la purificación de la conciencia y la iluminación.

 

El caos ha pasado, el viejo yo se ha disuelto en el fuego de la transformación. Pero ¿qué viene después? ¿Qué queda cuando todo lo que conocías ha sido reducido a ceniza? La respuesta puede sorprenderte: el silencio.

 

Este es el segundo portal del viaje alquímico, conocido como Albedo, la purificación de la conciencia. Si en el Nigredo todo fue reducido a la nada, en el Albedo surge un espacio vacío. Pero ese vacío no es un error; es necesario. Es la pausa entre la destrucción y la creación, el momento en que te enfrentas, quizás por primera vez, a quien realmente eres.

 

Pero esta no es una etapa fácil. Aquí, muchas personas se pierden. El ego que antes se aferraba al pasado ahora intenta llenar el silencio con cualquier cosa: distracciones, falsas verdades, gurús externos. Porque enfrentarse a uno mismo sin máscaras, sin ilusiones, puede ser aterrador.

 

A lo largo de la historia, los grandes sabios han advertido sobre esto. Hermes Trismegistus, el legendario maestro de la alquimia egipcia, escribió en su Tabla de Esmeralda: "Lo que está dentro es como lo que está fuera". Esto significa que la realidad externa siempre refleja el estado interno.

 

Pero cuántos realmente se atreven a mirar hacia dentro. La verdad es que durante toda la vida se nos ha enseñado a buscar respuestas fuera de nosotros: religiones, sistemas, libros sagrados, maestros espirituales. Todo parecía apuntar hacia algo externo, algo distante.

 

Pero los antiguos ya lo sabían: la verdadera iluminación no viene de fuera, sino de dentro. Los sabios egipcios practicaban el silencio interno para escuchar la única voz que realmente importa: la voz de la propia conciencia. Sabían que la mente humana es como un vaso lleno de lodo; mientras haya ruido, mientras haya pensamientos caóticos, el agua nunca se aclarará. Solo en el silencio, en la observación sin resistencia, la verdad comienza a emerger.

 

Y tú lo has notado. Te has dado cuenta de que tu mente nunca se detiene, de que hay un torbellino constante de pensamientos, dudas, recuerdos y juicios que nunca cesan. Esto no es casualidad. El mundo ha sido diseñado para mantenerte distraído, para que nunca tengas tiempo de mirar hacia adentro.

 

Pero ahora, el ruido comienza a desvanecerse. El fuego del Nigredo ha consumido lo que no era esencial en ti, y ahora solo quedas tú y tu propia conciencia. Y por primera vez, percibes algo crucial: no eres tus pensamientos, no eres tus recuerdos, no eres tu dolor. Eres aquel que observa todo eso.

 

Y cuando esta comprensión se instala, algo cambia. Hay un instante de paz absoluta, como si un peso invisible se hubiera levantado de tus hombros. Y en ese instante, sabes que nada volverá a ser igual.

 

El segundo portal, el Albedo, es el portal de la purificación de la conciencia. Es el momento en que te enfrentas a la verdad sobre ti mismo, y en que comienzas a liberarte de las ilusiones y las limitaciones que te han mantenido atrapado.

 

Es un proceso difícil, pero también es un proceso liberador. Porque cuando te enfrentas a la verdad sobre ti mismo, comienzas a ver el mundo de una manera diferente. Comienzas a ver que todo es posible, que todo es una elección.

 

Y en ese momento, sabes que eres libre. Libre de las limitaciones del pasado, libre de las ilusiones que te han mantenido atrapado. Libre para crear el futuro que deseas, libre para ser quien realmente eres.

 

Hubiera sido retirado de tus hombros, te das cuenta de que todas tus luchas internas eran solo una ilusión. Que nunca necesitaste correr tras las respuestas, porque siempre han estado dentro de ti. Los antiguos llamaban a este estado "iluminación interna", ese momento en que comprendes que ya no necesitas buscar la verdad, porque tú eres la verdad.

 

Ya no necesitas validación externa, porque la certeza brota desde dentro. Pero aquí está ocurriendo algo aún más profundo. Ahora que tu mente está más silenciosa, empiezas a notar patrones en tu vida que antes pasaban desapercibidos. Las repeticiones, los desafíos, las coincidencias que nunca fueron simples coincidencias. Todo siempre ha estado interconectado.

 

Esto te lleva a una pregunta inevitable: si yo creo mi propia realidad, ¿cuál es el siguiente paso? Y es aquí donde la alquimia se vuelve práctica. Porque lo que viene después no es solo teoría, es algo que puede cambiar radicalmente tu vida.

 

Ahora que estás empezando a despertar, es momento de comprender el siguiente portal: el poder de la creación y la materialización de tu realidad. Ahora que has atravesado el fuego del Nigredo y has experimentado la claridad del Albedo, surge una comprensión inevitable: no eres un mero espectador de la realidad, eres un cocreador.

 

Y esto no es solo una creencia espiritual, es una verdad fundamentada en las leyes naturales del universo. Desde tiempos antiguos, los sabios entendían que el mundo exterior refleja el mundo interior. Lo que piensas, sientes y, sobre todo, lo que dices, moldea tu existencia.

 

Los egipcios llamaban a esto "heka", el poder mágico de la palabra. Para ellos, pronunciar algo era traerlo a la existencia. Esto se refleja en varias tradiciones. En el Génesis bíblico, Dios crea el mundo con la palabra. En el hinduismo, el sonido primordial "om" es la vibración que sostiene el cosmos.

 

Y hoy, la ciencia lo comprueba. Experimentos en física cuántica han demostrado que la conciencia del observador afecta el comportamiento de las partículas subatómicas. Esto significa que la manera en que piensas y hablas altera tu realidad de formas que van más allá de lo que la mente racional puede comprender.

 

Ahora, observa tu vida. ¿Qué has estado afirmando sobre ti mismo? ¿Cómo describes tu existencia? ¿Cuántas veces has repetido frases como "mi vida es difícil", "siempre atraigo relaciones malas", "el dinero nunca llega fácil para mí"? Y luego te sorprendes cuando estas mismas situaciones siguen repitiéndose.

 

Esto no es coincidencia, esto es creación inconsciente. La vibración de tus palabras y pensamientos moldea tu experiencia. Si dices "no soy lo suficientemente bueno", estás programando tu mente para reforzar esa creencia. Si dices "soy capaz de cambiar mi realidad", estás abriendo nuevas posibilidades.

 

Pero aquí está la clave: no basta con repetir palabras vacías. Necesitas sentir la verdad detrás de ellas. Los alquimistas sabían esto. Comprendían que el poder de la manifestación no proviene solo de la mente racional, sino de la energía emocional.

 

Cuando combinas intención, emoción y acción, alteras la estructura de la realidad a tu alrededor. Esto nos lleva a una pregunta esencial: si puedes moldear tu propia realidad, ¿por qué aún te sientes atrapado?

 

La respuesta está en el siguiente portal: la fusión de los opuestos, la unión entre lo visible y lo invisible, entre materia y espíritu. El verdadero equilibrio. El despertar del alquimista interior.

 

Si has llegado hasta aquí, algo dentro de ti ya ha cambiado. Tal vez aún no tengas claro qué sucedió exactamente, pero hay una sensación de que algo se ha desbloqueado. Como si un velo se hubiera levantado, como si la realidad que antes parecía rígida e inmutable ahora mostrara su verdadera naturaleza: fluida y moldeable.

 

Este es el último portal, el momento en que te das cuenta de que la alquimia siempre ha estado dentro de ti, siempre ha estado esperando ser despertada. Los antiguos alquimistas hablaban de la piedra filosofal, un elemento mítico capaz de transformar el plomo en oro y conceder la inmortalidad.

 

Durante siglos, buscadores intentaron encontrar esta piedra como un objeto físico, un secreto escondido en laboratorios y grimorios medievales. Pero los verdaderos maestros sabían la verdad: la piedra filosofal nunca fue algo externo, siempre ha sido un estado de conciencia.

 

El oro que los alquimistas buscaban no era material, era el oro del espíritu. El plomo que necesitaba ser transformado era la mente cargada de miedo, dudas e ilusiones.

Ahora que sabes todo esto , ¿Estas dispuesto a trabajar en ti mismo para transformarte en un Ser de Luz?

Alcoseri

 


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De: Kadyr Enviado: 03/03/2025 21:44


 
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