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De: Zenobia (Mensaje original) |
Enviado: 28/10/2018 10:06 |
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 14:57 |
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La Gente Dice
La gente dice:
«Pobres tiene que haber siempre»
y se quedan tan anchos
tan estrechos de miras,
tan vacíos de espíritu,
tan llenos de comodidad.
Yo aseguro
con emoción
que en un próximo futuro
sólo habrá pobres de vocación.
Poemas de Gloria Fuertes
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 14:58 |
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LA PROMESA
¡Todo el oro del mundo parecía
diluído en la tarde luminosa!
Apenas un crepúsculo de rosa,
la copa de los árboles teñía.
Un imprevisto amor, mi mano unía
a tu mano, morena y temblorosa.
¡Eramos Booz y Ruth ante la hermosa
era que circundaba la alquería!
"¿Me amarás?", murmuraste. Lenta y grave
vibró en mis labios la promesa suave
de la dulce, la amante moabita.
Y fué como un ¡Amén! en ese instante
el toque de oración que alzó vibrante
la rítmica campana de la ermita.
Juana De Ibarbourou
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 14:59 |
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Canción de otoño
Los sollozos
más hondos
del violín del otoño
son igual
que una herida en el alma
de congojas extrañas
sin final.
Tembloroso recuerdo
esta huida del tiempo
que se fue.
Evocando el pasado
y los días lejanos
lloraré.
Este viento se lleva
el ayer de tiniebla
que pasó,
una mala borrasca
que levanta hojarasca
Paul Verlaine
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 15:01 |
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Green
Te ofrezco entre
racimos, verdes gajos y rosas,
mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
no quieran destrozarlo tus manos cariñosas,
tus ojos regocije mi dádiva sencilla.
en el jardín umbroso
mi cuerpo fatigado
las auras matinales cubrieron de rocío;
como en la paz de un sueño se deslice a tu lado
el fugitivo instante que reposar ansío.
Cuando en mis sienes
calme la divina tormenta,
reclinaré, jugando con tus bucles espesos,
sobre tu núbil seno mi frente soñolienta,
sonora con el ritmo de tus últimos besos.
Paul Verlaine
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:19 |
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Mi sueño
Sueño a menudo el
sueño sencillo y penetrante
de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.
Se vuelve transparente
mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.
¿Es morena ardorosa?
¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el de virgen de aquellas que adorando murieron.
Como el de las
estatuas es su mirar de suave
y tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un eco de las voces queridas que se fueron...
Paul Verlaine
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:20 |
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8. La musa enferma
Mi Pobre musa, !ay! ¿qué tienes este
día?
Pueblan tus vacuos ojos las visiones nocturnas
Y alternándose veo reflejarse en tu tez
La locura y el pánico, fríos y taciturnos.
¿El súcubo verdoso y el rosado diablillo
El miedo te han vertido, y el amor, de sus urnas?
¿Con su puño te hundieron las foscas pesadillas
En el fondo de algún fabuloso Minturno?
Quisiera que, exhalando un saludable olor,
Tu seno de ideas fuertes se viese frecuentado
Y tu cristiana sangre fluyese en olas rítmicas,
Como los sones múltiples de las sílabas viejas
Donde, reinan Por turno Febo, padre del canto,
Y el gran Pan, cuyo imperio se extiende por las mieses.
Charles Baudelaire
Comparte Zenobia
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:22 |
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Las joyas
Ella estaba
desnuda, y, sabiendo mis gustos,
Sólo había conservado las sonoras alhajas
Cuyas preseas le otorgan el aire vencedor
Que las esclavas moras tienen en días fastos.
Cuando en el aire lanza su sonido burlón
Ese mundo radiante de pedrería y metal
Me sumerge en el éxtasis; yo amo con frenesí
Las Cosas en que se une el sonido a la luz.
Ella estaba tendida y se dejaba amar,
Sonriendo de dicha desde el alto diván
A mi pasión profunda y lenta como el mar
Que ascendía hasta ella como hacia su cantil.
Fijos en mí sus ojos, como en tigre amansado,
Con aire soñador ensayaba posturas
Y el candor añadido a la lubricidad
Nueva gracia agregaba a sus metamorfosis;
Y sus brazos y piernas, sus muslos y sus flancos
Pulidos como el óleo, como el cisne ondulantes,
Pasaban por mis ojos lúcidos y serenos;
Y su vientre y sus senos, racimos de mi viña,
Avanzaban tan cálidos como Ángeles del mal
Para turbar la paz en que mi alma estaba
Y para separarla del peñón de cristal
Donde se había instalado solitaria y tranquila.
Y creí ver unidos en
un nuevo diseño
-Tanto hacía su talle resaltar a la pelvis-
Las caderas de Antíope al busto de un efebo,
¡Soberbio era el afeite sobre su oscura tez!
-Y habiéndose la lámpara resignado a morir
Como tan sólo el fuego iluminaba el cuarto,
Cada vez que exhalaba un destello flamígero
Inundaba de sangre su piel color del ámbar.
Charles Baudelaire
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:23 |
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El pobre el Sol y la Luna
La luna reluce en espejos de agua.
De ingenuo esplendor su grácil figura.
De plata es la media faz que fulgura.
Sutil navega en su eterna piragua.
El sol aflora en carroza leonina
Y de oro pinta la beldad oscura
La noche de irse no lleva premura.
La luna mana su luz mortecina.
Mil trozos de prisma en cien mil guedejas
Agobian, fluido de plata, el paisaje.
La bruma la envuelve y ella se aleja.
Un pobre está quieto y quedo murmura:
“Si Dios no me amara ¿Haría que encaje
Mi esencia en medio de tanta hermosura?”.
Poemas de Maria Cristina
Azcona
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:25 |
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Rima XXVIII
cuando entre la
sombra oscura,
perdida una voz murmura
turbando tu triste calma,
si en el fondo de mi alma
la oigo dulce resonar,
dime ¿es que el viento en sus giros
se queja, o es que tus suspiros
me hablan de amor al pasar?
cuando el sol en mi ventana
rojo brilla a la mañana,
y mi amor tu sombra evoca,
si en mi boca de otra boca
sentir creo la impresión,
dime ¿es que ciego deliro,
o que un beso en un suspiro
me envía tu corazón?
y en el luminoso día,
y en la alta noche sombría,
si en todo cuanto rodea
el alma que te desea,
te creo sentir y ver,
dime ¿esque toco y respiro
soñando, o es que en un suspiro
me das tu aliento a beber?
G.A.Bécquer
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:26 |
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ÚLTIMA PRIMAVERA
La luz bajaba desde la colina.
El sonido de un tren, un paso que he perdido.
Juventud, herida de otro tiempo,
te alejas soñolienta
como una verde lámpara sepultada en la noche...
Algo silencioso
estaba junto a mí. La lluvia
penetraba los techos perfumados.
Juventud, perdiste tu campana antigua,
tu yelmo mágico,
tu vara transparente.
Ésta es mi habitación. Ésta tu llama.
Éste el vestido. Ésta tu cintura.
"Tu nombre", dijiste, "se ha perdido en la sombra.
Búscalo más allá, detrás de las colinas".
Era yo el que cantaba.
Nadie ha de saciar nuestro encuentro perdido.
Me perdí en el bosque. Partiste a los canales.
La luz bajaba desde la colina.
Miguel Arteche Salinas
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:29 |
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MASCARÓN DE PROA
Quiero ser el mascarón de proa
de tu vida.
La que va delante tuyo ahuyentado los miedos.
La que no sirve para nada.
Ni timón,
ni vela,
ni viento,
ni ancla.
La que se quiere porque sí.
La inútil que se abraza a tu madera
aún en tiempos de tormenta.
Gisela Galimi
Comparte Zenobia
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:40 |
El bello navío
Yo te quiero contar, ¡oh lánguida hechicera!
Los distintos encantos que ornan tu juventud;
Trazar deseo tu belleza
Donde, a la par, se alían infancia y madurez.
Cuando pasas, barriendo el aire con tu falda
Semejas a un bajel que enfila la bocana
Y anda balanceándose, desplegadas las velas,
Siguiendo un ritmo dulce y perezoso y lento.
Sobre tu esbelto cuello y tus anchas espaldas
Se pavonea con gracia tu altanera cabeza;
Con aire plácido y triunfal
Continúas tu camino, majestuosa niña.
Yo te quiero contar, ¡oh lánguida hechicera!
Los distintos encantos que ornan tu juventud;
Trazar deseo tu belleza
Donde, a la par, se alían infancia y madurez.
Tu seno que se comba, oprimiendo el moaré,
Tu seno triunfante es un pulido armario
Cuyas dos jambas claras y arqueadas
Se parecen a escudos que aferrasen la luz.
¡Provocantes defensas con dos rosadas puntas!
Mueble dulce en secretos, lleno de cosas ricas:
Vinos, perfumes, néctares,
Que harían delirar mentes y corazones.
Cuando pasas, barriendo el aire con tu falda,
Semejas a un bajel que enfila la bocana
Y anda balanceándose, desplegadas las velas,
Siguiendo un ritmo dulce y perezoso y lento.
Tus piernas escultóricas, bajo airosos volantes,
Provocan y exasperan las fiebres más oscuras,
Cual dos brujas batiendo
En profunda vasija el más siniestro tósigo.
Tus brazos que anhelaran los hércules precoces,
Son los más firmes émulos de las boas deslizantes,
Pensados para asir
Como para tatuar en tu pecho a tu amante.
Sobre tu esbelto cuello y tus anchas espaldas,
Se pavonea con gracia tu cabeza altanera;
Con aire plácido y triunfal
Continúas tu camino, majestuosa niña.
Charles Baudelaire
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:41 |
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El
surtidor
Se
cansaron
tus
ojos,
¡pobre
amante!
Que
se
queden
cerrados
largo
rato,
En
esa
postura
indolente
En
que
el
placer
te
sorprendió.
El
murmullo
del
surtidor,
Que
día
y
noche
permanece,
Prolonga
dulcemente
el
éxtasis
En
que
el
amor
me
sumiera.
El
amplio
chorro
En
flores
mil,
Donde
Febea ¹
Colores
muestra,
Cae
como
lluvia
De
lentas
lágrimas.
Así
tu
alma,
incendiada
Por
la
cruda
luz
del
goce,
Se
lanza
atrevida
y
rápida
Rumbo
a
cielos
encantados.
Moribunda,
se
transforma
En
una
triste
ola
lánguida
Que,
por
invisible
rampa,
Se
abisma
en
mi
corazón
El
amplio
chorro
En
flores
mil,
Donde
Febea
Colores
muestra,
Cae
como
lluvia
De
lentas
lágrimas.
¡Oh
embellecida
por
la
noche,
Resulta
dulce,
sobre
el
seno,
Escuchar
el
gemido
eterno
Que
en
el
estanque
solloza!
Agua,
sonora,
luna,
noche,
Estremecidos
árboles
en
torno,
Vuestra
pura
melancolía
Es
el
espejo
de
mi
amor.
El
amplio
chorro
En
flores
mil,
Donde
Febea
Colores
muestra,
Cae
como
lluvia
De
lentas
lágrimas.
Charles
Baudelaire
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:43 |
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El futuro de
Y sé muy
bien que no
estarás.
No estarás
en la calle,
en el
murmullo que
brota de
noche
de los
postes de
alumbrado,
ni en el
gesto de
elegir el
menú,
ni en la
sonrisa que
alivia
los
completos de
los subtes,
ni en los
libros
prestados
ni en el
hasta
mañana.
No estarás
en mis
sueños,
en el
destino
original
de mis
palabras,
ni en una
cifra
telefónica
estarás
o en el
color de un
par de
guantes
o una blusa.
Me enojaré
amor mío,
sin que sea
por ti,
y compraré
bombones
pero no para
ti,
me pararé en
la esquina
a la que no
vendrás,
y diré las
palabras que
se dicen
y comeré las
cosas que se
comen
y soñaré las
cosas que se
sueñan
y sé muy
bien que no
estarás,
ni aquí
adentro, la
cárcel
donde aún te
retengo,
ni allí
fuera, este
río de
calles
y de
puentes.
No estarás
para nada,
no serás ni
recuerdo,
y cuando
piense en ti
pensaré un
pensamiento
que
oscuramente
trata de
acordarse de
ti.
Julio
Cortázar
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De: Zenobia |
Enviado: 29/10/2018 18:45 |
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Ya se
fue la
ciudad
Cómo
marcha
el reloj
sin
darse
prisa
con tal
seguridad
que se
come los
años:
los días
son
pequeñas
y
pasajeras
uvas,
los
meses se
destiñen
descolgados
del
tiempo.
Se va,
se va el
minuto
hacia
atrás,
disparado
por la
más
inmutable
artillería
y de
pronto
nos
queda
sólo un
año para
irnos,
un mes,
un día,
y llega
la
muerte
al
calendario.
Nadie
pudo
parar el
agua que
huye,
no se
detuvo
con amor
ni
pensamiento,
siguió,
siguió
corriendo
entre el
sol y
los
sseres,
y nos
mató su
estrofa
pasajera.
Hasta
que al
fin
caemos
en el
tiempo,
tendidos,
y nos
lleva, y
ya nos
fuimos,
muertos,
arrastrados
sin ser,
hasta no
ser ni
sombra,
ni
polvo,
ni
palabra,
y allí
se queda
todo
y en la
ciudad
en donde
no
viviremos
más
se
quedaron
vacíos
los
trajes y
el
orgullo.
Pablo
Neruda
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