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General: Un Llamado a la Cortesia (Un Amor que Puedes Compartir)
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: ** Genesis **  (Mensaje original) Enviado: 05/09/2010 17:00
 

Fragmento del Libro Un Amor que puedes Compartir
MAX LUCADO
 
CAPÍTULO  SEIS
 

Un llamado a la cortesía

El amor no se comporta con rudeza.

1 Corintios 13.5 (nvi)


Jesús siempre llama a la puerta antes de entrar.

no tiene que hacerlo. él es el dueño de tu corazón.

si alguien tiene derecho a entrar, es cristo. pero no lo hace.

¿ese toque suave? es cristo.

«he aquí, yo estoy a la puerta y llamo» (ap 3.20).

y cuando le contestas, espera a que le invites

para cruzar el umbral.

Un llamado a la cortesía

 
Jesús siempre llama a la puerta antes de entrar. No tiene que hacerlo. Él es el dueño detu corazón.
Si alguien tiene derecho a entrar, es Cristo. Pero no lo hace. ¿Ese toque suave?Es Cristo.
«He aquí, yo estoy a la puerta y llamo» (Ap 3.20). Y cuando le contestas, espera a que le invites para cruzar el umbral.

Así fue que trató a los dos discípulos en el camino a Emaús. El Jesús resucitado no dio
por sentada su hospitalidad. Cuando entraron en la casa, Él no los siguió. No entró hasta
que ellos «insistieron» que lo hiciera (Lc 24.29). ¡Asombroso! Días antes, Él había muerto
por sus pecados. Sólo unas horas antes, había vencido la muerte de ellos. Todos los ángeles
del cielo se hubieran alegrado en ser su alfombra, pero Jesús, que es un caballero, camina
sin pavonearse.
Y cuando entra, siempre trae un regalo. Hay gente que trae dulces o flores. Cristo trae
«el don del Espíritu Santo» (Hch 2.38). Y, al quedarse, nos sirve. « Porque el Hijo del
Hombre no vino para ser servido, sino para servir» (Mr 10.45). Si no encuentras el delantal,
es porque Él lo lleva puesto. Le sirve a los invitados cuando se sientan (Jn 13. 4–5). No
empieza a comer hasta que no ha dado gracias, y no se irá hasta que no se hayan recogido
las sobras (Mt 14.19–20).
Es lo suficientemente cortés como para decirte su nombre (Éx 3.15) y llamarte por el
tuyo (Jn 10.3). Y cuando hablas, nunca te interrumpe. ¿Has estado alguna vez con un
médico que está tan ocupado que te da una receta antes de que termines de contarle tu
problema? Jesús no es así. Podría hacerlo. Pues «vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis» (Mt 6.8). También sabe lo que has hecho antes de
que le pidas perdón. «Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes
bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar
cuenta» (He 4.13). Un Dios que no fuera tan cortés te dejaría a mitad de frase, recordándote
tus errores pasados. Pero Cristo no. No es mal educado. Sabe escuchar.
Siempre llega en el momento justo. Ni demasiado tarde ni demasiado temprano. Si te la
pasas mirando el reloj, es porque llevas un itinerario diferente.
 «Todo tiene su tiempo» (Ec3.1). Y Cristo no se sale del horario.
Incluso te abre la puerta. Pablo predicó en Troas porque el Señor le había «abierto la
puerta» (2 Co 2.12 nvi). Cuando le pregunté a mi padre por qué los hombres deben abrir las
puertas a las damas, me respondió con una sola palabra: «respeto». Cristo debe tener mucho
respecto hacia ti.
Llama antes de entrar. Siempre viene con un regalo. La comida está servida. La mesa ya
está limpia. Ya se han dado las gracias. Él conoce tu nombre y te dice el suyo, y eso no es
todo.
También saca la silla para que te sientes. «Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales» (Ef 2.6).
Mi esposa siente un afecto especial por las madres solteras. Cuando salimos a comer, le
gusta invitar a alguna viuda o divorciada. Con el pasar del tiempo he notado que les gusta
les aparte la silla antes de sentarse. Más de una vez me han dado las gracias específicamente
por esto. Me acuerdo de una mamá en particular. «Hace mucho», dijo sonrojándose y
secándose la humedad de los ojos, «hace mucho que no hacían eso por mí».
¿Hace también mucho tiempo que no te tratan así? ¡Las personas pueden ser tan
descorteses! Le quitamos los estacionamientos. Se nos olvidan los nombres. Interrumpimos.
No llegamos a las citas. ¿Te gustaría que la gente fuera más cortés contigo? ¿Hace mucho
que no te apartan la silla?
Entonces, deja que Jesús lo haga. No pases por alto esta idea. Recibe la cortesía de
Cristo. Él es tu novio. ¿Acaso el novio no valora a la novia? ¿La respeta? ¿La honra?
Permítele a Cristo hacer lo que anhela hacer.
Pues a medida que recibes su amor, te será más fácil dárselo a otros. A medida que
reflexionas sobre su cortesía hacia ti, será más probable que hagas lo mismo.
¿Te has dado cuenta que las primeras cuatro letras de cortés son corte? En la antigua
Inglaterra ser cortés era comportarse a la manera de la corte. Se suponía que la familia y los
sirvientes del rey debían actuar según un alto estándar.
Nosotros también. ¿No se nos llama a representar al Rey? Entonces, «así alumbre
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5.16).
De vez en cuando el personal de nuestra iglesia usa camisetas con el nombre de la
iglesia. Uno de esos días, una empleada necesitaba una olla especial e hizo varias llamadas
de teléfono hasta que la encontró en una tienda al otro lado de la ciudad. Luego de soportar
un largo camino en medio de un tráfico terrible, se encontró con un vendedor gruñón que le
dijo que ya no vendían ese producto. Ella pensó contestarle de una forma grosera, pero se
acordó que llevaba la camiseta, así que cambió su comportamiento.
La verdad es que todos llevamos una camiseta: «porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos» (Gá 3.27). Llevamos puesto a Jesús. Y
quienes no creen en Jesús se dan cuenta de esto. Toman decisiones respecto a Cristo por lo
que observan en nosotros. Cuando somos amables, concluyen que Cristo es amable. Si
perdonamos, concluyen que Cristo perdona. Pero si somos insolentes, ¿qué va a pensar la
gente sobre nuestro Rey? Si no somos sinceros, ¿qué van a pensar sobre nuestro Maestro?
Por eso Pablo dice: «Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. 6Sea
vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis
responder a cada uno» (Col 4.5–6). La cortesía honra a Cristo.
También honra a sus hijos. Cuando le cedes el estacionamiento a alguien, honras a esa
persona. Si devuelves un libro prestado, honras a quien te lo prestó. Cuando tratas de
saludar a todos los que están en el salón, sobre todo a las personas que otros han ignorado,
honras a los hijos de Dios.
En su libro Handyman of the Lord [El resuelvelotodo del Señor], William Borders nos
cuenta la historia de un hombre de color que era tan pobre que tenía que mendigar para
comer. Una vez que tocó el timbre de una mansión sureña y le dijeron que fuera a la parte
de atrás de la casa, que ahí le iban a dar algo de comer. El dueño de la mansión se reunió
con él en el porche trasero y dijo:

—Primero bendeciremos la comida. Repita después de mí: «Padre nuestro, que estás en el cielo…».
—Padre de usted, que está en los cielos…,— dijo el hambriento.

El dueño de la casa lo corrigió:
—No. Padre nuestro que estás en el cielo…
—Padre de usted, que está en los cielos…— repitió el mendigo.

Frustrado, el dueño preguntó:
—¿Por qué insiste en decir «Padre suyo», si le repito una y otra vez «Padre nuestro»?

El hombre respondió:
—Si digo «Padre nuestro» eso nos convertiría a usted y a mí en hermanos, y me temo
que a Dios no le gustaría que usted le pidiera a su hermano que fuera al porche trasero a
buscar un trozo de pan.

La cortesía honra a Dios y a sus hijos. « Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres» (Ro 12.18). Tu parte es hacer las cosas lo mejor que puedas.
 No puedes controlar la actitud de los otros, pero sí la tuya.
Además, sólo fíjate dónde estás sentado. Te pudieron haber dejado atrás. En vez de esto,
te subieron de clase. Así que, relájate y disfruta del viaje. Vas rumbo a casa con estilo

 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cieloazul2 Enviado: 06/09/2010 20:31
 
BENDICIONES, HERMANITA MARIN.  ME AH RECONFORTADO MUCHO. GRACIAS  POR ESTAR  AQUI.


 
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