“Verdades bíblicas del significado de la Navidad”
(Juan 1:1-14)

Introducción: La Navidad es más que un evento personal y más que un evento cultural. El verdadero mensaje de Navidad es el hecho de que Jesús vino a este mundo no como muchos esperarían que viniera, en poder y gloria, sino de la manera menos esperada: Como un niño indefenso que dependía del cuidado de sus padres terrenales.
La Biblia nos enseña que Dios se hizo hombre y que vivió entre nosotros. Este evento “que partió la historia en dos” fue posible a través de lo que se le conoce como Encarnación. Aunque muchas personas celebran este evento tan importante de la manera equivocada, nunca debemos olvidar que el verdadero motivo de esta celebración es Jesucristo y solo él.
Existen muchas personas que ven el evento de la navidad con desprecio. Otros lo ven con desdén y arrogancia. Y hay otros que lo ven como una buena oportunidad para emborracharse y practicar todo tipo de pecado y maldad. Pero otros lo ven como una oportunidad para recordar ese bendito acontecimiento que trajo un rayo de luz y esperanza a un mundo envuelto en las más densas tinieblas espirituales.
Pero, ¿Cuál es realmente el significado de la Navidad? Esta celebración ¿Nos acerca más a Dios o nos aleja de él? Lo que para algunas personas es un tiempo de reflexión espiritual y de acercamiento al Señor, para otras es un tiempo apropiado para la disipación y el goce de los placeres temporales del pecado.
I. El nacimiento de Jesucristo.
1) El nacimiento de Jesucristo nos habla de varias cosas importantes:
a) Que el Dios Todopoderoso se vistió de carne mortal y vivió entre nosotros como hombre (Juan 1:14).
b) Que Su nacimiento fue algo único y sobrenatural, nunca repetido ni antes ni después (Isaías 7:14).
c) Que debido a que Jesucristo fue concebido por obra del Espíritu Santo, no heredó la naturaleza pecaminosa que todos nosotros heredamos (1 Pedro 2:21,22).
d) Que debido a que fue engendrado por obra del Espíritu Santo en el vientre de María, era un ser Santo y Divino (Lucas 1:31-35).
II.- La supremacía de Jesucristo como el Dios eterno (vs. 1-3)
a) En estos versículos vemos la supremacía de Jesucristo: que es Dios, tanto antes de encarnarse como después de hacerlo. Juan habla de Jesucristo aquí como “y el Verbo era Dios”. Es por eso que es correcto afirmar que Cristo es Dios y que el niño Jesús que nació en un pesebre es el cuadro de Dios en forma humana.
b) Antes de que Cristo naciera en el pesebre ya existía por la eternidad como Dios (v.2). Y no solo eso, sino que él fue quien creó todas las cosas que existen (v.3).
c) Pablo nos dice también muy claramente que Jesucristo es Dios sobre todas las cosas (Romanos 9:5; Colosenses 1:16-18). Es debido a esto que doblamos nuestras rodillas y adoramos a Jesucristo porque él es digno de toda nuestra adoración.
III.- La abogacía de Jesucristo como el perfecto Mediador (vs. 4,5)
a) Jesucristo es no sólo “Dios con nosotros”, sino que también es “Dios por nosotros” (Romanos 8:31).
b) En el nacimiento de Cristo podemos darnos cuenta de la grandeza e importancia de Jesucristo como nuestro mediador al hacerse hombre y dar su vida en una cruz en rescate por nuestros pecados (Romanos 5:8).
IV.- La humildad de Cristo al estar dispuesto a vivir entre nosotros (v. 14).
a) En la encarnación Jesús se revistió de carne humana y vino a vivir entre nosotros (Mateo 1:21-23). Esto es precisamente lo que los profetas y siervos de Dios del A. T. desearon ver y no lo vieron.
b) El apóstol Pablo expone también esta verdad en Filipenses 2:5-11.
V.- El poderío y autoridad de Cristo al convertirnos en hijos de Dios por la fe en él (v.10-13).
a) Jesucristo no solo vino a vivir “con nosotros” y a ser “por nosotros”, sino que también vino para poder vivir “en nosotros” (Colosenses 1:24-27).
b) Uno de los grandes misterios del evangelio es que Cristo vive en nosotros y que es él en nosotros “la esperanza de gloria”. Jesucristo murió para poder vivir en nosotros y manifestar su vida a través de nosotros (Gálatas 2:20).
Conclusión: Spurgeon explicó el significado de la Navidad con las siguientes palabras: “Pónganme en el desierto donde no crece la vegetación y todavía podré decir “Dios con nosotros”. Déjenme en medio del embravecido mar y aunque mi barco dance a través de las olas, todavía podré decir “Dios con nosotros”. Aunque mi cuerpo se hunda en lo profundo del océano y se esconda en sus cavernas, todavía podré decir “Dios con nosotros”. Aunque me encuentre en la tumba durmiendo, todavía podré ver las huellas de Jesucristo que pasó por esa senda y aún allí podré decir “Dios con nosotros”.
Daviel D'Paz
MUCHAS BENDICIONES
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