”Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará”
Salmo 37:5
David bien podía aconsejar con fundamento a depositar la confianza en el poder divino. Su propia experiencia de vida le daban autoridad moral para hacerlo. Había llegado a ser el rey de todo Israel siendo que su comienzo había sido como un humilde pastor del rebaño familiar. Y eso gracias a la fidelidad del Padre eterno. Supo disfrutar las cimas del éxito y el poder. Pero soportó los valles del dolor y la persecución. Y siempre, la mano poderosa y buena del Señor lo había sostenido con misericordia y fidelidad. Aprendió a entregarle las cargas que humanamente no pudo soportar y dejar que su camino fuera marcado por Él.
Amigo lector, los tiempos que corren se caracterizan por la falta de compromiso, el poco apego por los pactos y el casi nulo respeto por las más elementales normas de convivencia. El materialismo extremo ha convertido a muchas personas en seres egoístas y desconfiados. Entonces la confianza se ha transformado en una “especie en extinción”. Cada quien vive dentro de su isla. Nadie confía en nadie. Pero a Dios no se lo puede poner dentro de la misma bolsa. ¡Él es Dios!¡Es fiel y verdadero! En Él sí se puede confiar. Es más, se debe confiar. Que estas palabras te animen a depositar entera e incondicionalmente toda tu esperanza en el Señor Jesucristo.