El verdadero hombre tiene orgullo, dignidad y amor propio.
El verdadero hombre no se somete a humillaciones.
El verdadero hombre sabe decir “basta”.
El verdadero hombre no depende de nadie para vivir.
El verdadero hombre no suplica atención, no mendiga amor.
El verdadero hombre jamás es digno de lástima.
El verdadero hombre cuando cae se levanta y aunque herido, sigue adelante.
El verdadero hombre se fortalece con el sufrimiento.
El verdadero hombre confía en sí mismo.
El verdadero hombre sabe lo que vale y hace respetar ese precio.
El verdadero hombre no le quita la vista a la realidad por dolorosa que sea.
El verdadero hombre ama, pero no es esclavo de ese amor.
El verdadero hombre no permite que jueguen con él.