SEGURIDAD EN EL TERREMOTO (1)
El reciente terremoto que hemos vivido en el país puso en evidencia que, si bien los ticos hemos aprendido en gran mayoría a no temerles en demasía (cada vez hay menos personas que pierden el control cuando los sienten, incluso si son tan fuertes como el que acabamos de pasar), seguimos, con toda buena intención, procedimientos de seguridad que no son, en realidad, seguros.
Insistimos, en gran mayoría, en abandonar los edificios donde estamos durante el movimiento sísmico, a pesar de que han demostrado con creces que nuestro código sísmico es uno de los mejores del mundo. Incluso el Hospital Monseñor Sanabria, que es el edificio alto que más daños reportó, se mantuvo en pie durante el terremoto a pesar de su cercanía con el epicentro, y es obvio que cumplió con su misión de salvaguardar la seguridad de sus ocupantes hasta que terminara el temblor y permitirles salir luego a salvo.
Definitivamente sigue siendo el peor de los comportamientos tratar de salir de cualquier edificación (incluso las no tan firmes) durante el sismo. Lo que la gente no quiere entender es que mientras corre, está literalmente desprotegida de los escombros que caen (que eso sí, no hay edificio que no libere escombros en un sismo fuerte), y que si un edificio bien puede soportar sin caerse un sismo, en su interior hay muchas cosas que están sueltas o no tan fijas a su estructura, y le pueden caer encima a la persona que va pasando.
Incluso la promesa de un espacio abierto cercano es falsa. Usualmente las salidas de los edificios o casas, o aulas, nunca son lo suficientemente anchas, ni en su trayecto están lo suficientemente libres como para que no se produzcan atascos durante lo que es, en esencia, una estampida de personas. Y se repite el hecho de que mientras las personas recorren la corta o larga distancia hacia la salida, se encuentran indefensas totalmente si algo se cae o vuelca o despega. Además, estar en espacio abierto no garantiza nada, pues a menos que se trate de una plaza o patio o campo traviesa, siempre hay postes, cables, vidrios de los edificios que pueden caer desde lo alto, yen casos más serios, grietas que pueden surgir de pronto bajo los pies.
Mañana nos referiremos al mito del “triángulo de la vida”, otra medida de seguridad que ha comprobado que no es veraz.