Maestro, tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado. Pido
perdón por eso. Gracias, maestro. Quisiera, para agasajarte, pelarte el durazno
yo mismo. ¿Me permites? Sí, muchas gracias -dijo el alumno. ¿Te gustaría que, ya
que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más
cómodo? Me encantaría... pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro. No
es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte. Permíteme también que
lo mastique antes de dártelo. No maestro, ¡no me gustaría que hicieras eso! Si
yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una
fruta masticada.
Sonia_Tatiana
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