Manuel Antonio Guevara me pide que haga un recuento de los Juegos Perfectos conseguidos en las Grandes Ligas.

Empecemos diciendo que se denomina “juego perfecto” en el béisbol a aquel donde el equipo ganador no ha permitido que ningún bateador llegue a la primera base, sea error, por conectar un batazo o por base por bolas. Es decir, un juego donde se presentan 27 “outs” sin que ningún contrincante salga de la caja de bateo. Es una hazaña muy difícil, que aunque siempre ha requerido del auxilio de sus compañeros de campo (a veces con verdaderas maravillas defensivas), se le atribuye al lanzador si éste ha jugado las nueve entradas. También ha habido casos de juegos perfectos logrados entre varios lanzadores relevándose unos a otros, y casos de lanzadores que han lanzado más de nueve entradas perfectas pero al final de la décima o undécima entrada permiten un hit, pero esos no son contados en las estadísticas.

Tomando en cuenta esto, los 23 juegos perfectos que se han presentado en la larga historia de las Grandes Ligas son los siguientes (se incluye la fecha y el lanzador a quien se le atribuye el logro): 12 de junio de 1880, por Lee Ritchmond. Primer juego perfecto de la historia, donde además Ritchmond consiguió 5 ponches. Su equipo era el Worcester de Massachussetts, que venció a Cleveland 1 a 0.

Apenas cinco días después, el 17 de junio de 1880 Montgomery “Monte” Ward logró el segundo juego perfecto de la historia, consiguiendo el triunfo de su equipo, el Providence, contra Buffalo (5-0).

Debieron transcurrir nada menos que 24 años para que volviera a darse un juego perfecto. Y quien lo consiguió fue nada menos que Cy Young, justo quien le da nombre al premio al mejor lanzador de la temporada en las Grandes Ligas. Ocurrió el 4 de mayo de 1904, siendo parte del equipo de Boston, contra Filadelfia, ganando 3 a 0. Por cierto fue el primer juego perfecto que se dio en la Liga Americana.

Addie Joss, jugando para Cleveland, logró su juego perfecto cuatro años después, el 2 de octubre de 1908. Se señala como el juego perfecto más intenso para su lanzador, pues se enfrentaba a un equipo de Chicago que ese año era prácticamente insuperable, y aún así Cleveland logró el triunfo por 1 a 0.

Continuamos mañana.