Sin dudas, los componentes del Sistema Solar más espectaculares, no sólo por su aspecto sino porque suelen aparecer sin aviso, son los cometas. Dado que parecían romper con la regularidad del cosmos, sus apariciones, aparentemente inexplicables, siempre causaban conmoción, y se les consideraba emisarios de desgracias. Aún hoy, cuando tenemos la fortuna de contemplar un cometa espectacular (algo que suele ocurrir por lo menos una vez en la vida de una persona) y tenemos una idea clara de qué son (enormes rocas de hielo sucio, como suele decirse) y porqué se comportan como lo hacen (al acercarse al Sol, se van evaporando y dejando una tenue pero larga y luminosa estela en dirección contraria al viento solar), su presencia nos parece poco menos que mágica, cuando no inquietante.

Hoy se piensa que los cometas surgen de dos conglomerados remotos, el cinturón de Kuiper, ubicado más allá de la órbita de Neptuno, y la Nube de Oort, que se ubica luego de un enorme segmento casi vacío y termina más o menos a un año luz de distancia del Sol, representando el límite máximo del Sistema Solar. La idea es que alguna perturbación gravitacional los saca de sus lugares en esas dos zonas, y los envían hacia el Sol.

Precisamente esa idea es la que se piense en dos cuerpos virtuales, es decir, cuya presencia explicaría esas perturbaciones, pero cuya existencia no ha podido ser corroborada, y acaso no pueda serlo.

El primero es el llamado “Planeta X”. Teniendo en cuenta el misterioso espacio vacío entre el cinturón de Kuiper y la Nube de Oort, se ha calculado que ello podría deberse a la presencia de un planeta muy lejano, ubicado exactamente en esa zona. El problema es que tendría que ser un planeta verdaderamente grande, y no ha sido detectado nunca.

Otro cuerpo virtual que se presenta como explicación nada menos que para las extinciones masivas que cada 26 millones de años se han venido presentando en nuestro planeta (las más famosas son la gran extinción del Precámbrico y la de los dinosaurios). Según plantea la idea, el Sol tendría una estrella enana marrón, o sea muy oscura, que orbita de modo que pasa cerca de la Nube de Oort cada 26 millones de años, perturbándola de tal modo que crea un auténtico bombardeo de cometas hacia el Sistema Solar interior, una de cuyas consecuencias fue, hace 65 millones de años, la caída de un gran cometa en la Tierra, por el cual se extiguieron los dinosaurios y el ochenta por ciento de la vida.