En Veronika decide morir, Paulo revela que, entre los años 1966 y 1968, estuvo internado tres veces en una institución mental en Río de Janeiro. La razón fue que se negó a aceptar el modelo de vida que sus padres trataban de imponerle. Lo que le diagnosticó su médico se ha hecho público recientemente: “comportamiento irregular en el colegio, rebeldía relacionada con las relaciones familiares, intereses políticos que no eran los propios de una persona sensata”.