Un hombre desayunaba de forma muy tranquila en un mercado, cuando de repente se percató de que unos niños, al parecer en situación de calle, estaban rondando el lugar en busca de comida.
Sin dudarlo ni un momento él se levantó y como si fuera sus hijos les pidió que se sentaran y le dijo al mesero que les sirviera de comer.
Además con su propia mano alimentaba a la más pequeña olvidando que él también estaba comiendo.
Este tipo de historias merecen ser difundidas, por un mundo lleno de más noticias buenas y positivas.