Sábado de la XIV Semana del Tiempo Ordinario 9 DE JULIO DEL 2011
PRIMERA LECTURA
DEL Libro de Génesis 49,29-32.50,15-26a.
Luego les dio esta orden: "Yo estoy a punto de ir a reunirme con los míos. Entiérrenme junto con mis padres, en la caverna que está en el campo de Efrón, el hitita, en el campo de Macpelá, frente a Mamré, en la tierra de Canaán, el campo que Abraham compró a Efrón, el hitita, para tenerlo como sepulcro familiar. Allí fueron enterrados Isaac y Rebeca, su esposa; y allí también sepulté a Lía. Ese campo y la caverna que hay en él fueron comprados a los hititas".
Al ver que su padre había muerto, los hermanos de José se dijeron: "¿Y si José nos guarda rencor y nos devuelve todo el mal que le hicimos?". Por eso le enviaron este mensaje: "Antes de morir, tu padre dejó esta orden: "Díganle a José: Perdona el crimen y el pecado de tus hermanos, que te hicieron tanto mal. Por eso, perdona el crimen de los servidores del Dios de tu padre". Al oír estas palabras, José se puso a llorar.
Luego sus hermanos fueron personalmente, se postraron ante él y le dijeron: "Aquí nos tienes: somos tus esclavos". Pero José les respondió: "No tengan miedo. ¿Acaso yo puedo hacer las veces de Dios? El designio de Dios ha transformado en bien el mal que ustedes pensaron hacerme, a fin de cumplir lo que hoy se realiza: salvar la vida a un pueblo numeroso. Por eso, no teman. Yo velaré por ustedes y por las personas que están a su cargo". Y los reconfortó, hablándoles afectuosamente.
José permaneció en Egipto junto con la familia de su padre, y vivió ciento diez años. Así pudo ver a los hijos de Efraím hasta la tercera generación; y los hijos de Maquir, hijo de Manasés, también nacieron sobre las rodillas de José.
Finalmente, José dijo a sus hermanos: "Yo estoy a punto de morir, pero Dios los visitará y los llevará de este país a la tierra que prometió con un juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob". Luego hizo prestar un juramento a los hijos de Israel, diciéndoles: "Cuando Dios los visite, lleven de aquí mis restos".
José murió a la edad de ciento diez años. Fue embalsamado y colocado en un sarcófago, en Egipto.
PALABRA DE DIOS
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
PROCLAMACION DEL SANTO Evangelio según San Mateo 10,24-33.
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa!
No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido.
Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.
No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.
¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.
Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.
PALABRA DEL SEÑOR
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!
MEDITACION
Hacer bien á las almas de los demás en este mundo es muy difícil.
Se necesita mucho valor, fe, paciencia y perseverancia, pues Satanás pelea con empeño por defender su reino, y la naturaleza humana es mala en extremo. Perjudicar es fácil; reformar difícil.
Nuestro Señor Jesucristo no ignoraba esto cuando envió á sus discípulos á predicar el Evangelio. El sabia lo que se les esperaba, y tuvo cuidado de decirles palabras que los animasen cuando se sintiesen abatidos.
Examinemos lo que les enseñó:
1. Que los que se esfuerzan en hacer bien á las almas no deben esperar que les vaya mejor que á su Maestro. "El discípulo no es más que su Maestro, ni el siervo más que su Señor."
2. Que debemos con paciencia dirigir nuestras miradas hacia el día de juicio. "Nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; y nada oculto que no haya de saberse." En el último día todo se arreglará: los secretos de todos los corazones serán entonces revelados. "Y sacará, como la lumbre, tu justicia, y tus derechos como el medio día." Salmo 37:6.
3.- Que hemos de temer á Dios más que á los hombres. Los hombres pueden dañar el cuerpo, mas ahí tiene que terminar su encono. Dios puede destruir el cuerpo y el alma en el infierno.
4.- Que debemos tener presente que la divina providencia nos protege. Nada puede acontecer en el mundo sin el permiso de Dios. Viéndolo bien, nada es obra del acaso ó de la casualidad. Hasta los cabellos de nuestras cabezas están contados.
5.- Que debemos fijar nuestras miradas en el día en que hemos de aparecer ante Nuestro Señor para recibir Su eterna herencia.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMEN!
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