Bienaventurados los que lloran
Bienaventurados los que lloran con paciencia por su sufrimiento, ya que tarde o temprano recibirán consuelo.
No debemos llorar solamente por nuestros propios dolores, sino también por la desdicha ajena, ese es el sentido de ésta bienaventuranza.
Llorar por los pecados cometidos, nuestros y ajenos, y pidiendo la salvación que solamente por medio de Cristo podremos conseguirla.
Dios que conoce nuestras aflicciones nos consolará, ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de los misericordias y Dios de toda consolación! (2Corintios, 1:3).
Los cristianos tenemos puesta nuestra esperanza en la segunda venida de Cristo, y con ÉL se enjugarán todas las lágrimas de nuestros ojos. "Y Dios enjugará de sus ojos todas las lágrimas, ni habrá ya muerte ni llanto, ni alarido, ni habrá mas dolor, porque las cosas de antes son pasadas". (Apocalipsis, 21:4).
LEONOR