RESPONSORIAL DEL SALMO 1
R/. “Dichoso el hombre que confía en el Señor”.
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
R/.“Dichoso el hombre que confía en el Señor”.
Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.
R/.“Dichoso el hombre que confía en el Señor”.
En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo. R/.“Dichoso el hombre que confía en el Señor”.
PROCLAMACIÓN DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: 12, 49-53
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!
¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división.
De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres.
Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
PALABRA DEL SEÑOR.
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS!.
MEDITACIÓN
El evangelio de hoy es uno de esos pasajes que resultan incómodos dado que aparentemente hay un acento de violencia en las palabras de Jesús.
Sin embargo no, no hay ningún asomo de violencia en la imagen del fuego que Lucas utiliza para describir el impacto que debe producir en el corazón del oyente la predicación de Jesús.
El fuego, el agua... son elementos detrás de los cuales hay en la conciencia humana la constatación de que pueden ser transmisores de vida, pero también de muerte.
Ahora, es pretender todavía demasiado que los oyentes se desprendan de sus viejas concepciones y estructura mental con el solo hecho de escuchar y ver a Jesús, a lo sumo se sentirían tocados.
Era necesario el toque final, el paso de Jesús por el trago de su pasión, muerte y resurrección, con lo cual quedaba refrendado su proyecto, por eso menciona el sumergirse en las aguas como la metáfora de la muerte y la resurrección a una nueva vida de donde procede la nueva vida del creyente.
A partir de aquí, tanto estructuras como ideologías quedan desenmascaradas respecto a su validez (o invalidez) para ayudar o no al proceso de humanización que busca el evangelio anunciado por Jesús.
Una de tales estructuras es la que está más inmediata a la persona: la familia, expresión en miniatura del esquema social y de la ideología política y religiosa vigente.
Para el semita antiguo la única voz autorizada en el seno de la familia era la del padre, su voluntad se imponía sobre esposa, hijos e hijas y esclavos si los tenía.
Pues bien, ahí en el seno de esa microsociedad es donde tienen las primeras repercusiones el proyecto liberador de Jesús.
Como difícilmente toda la familia asumirá la novedad de la liberación como válida para todos, tendrá que venir el necesario conflicto.
Jesús no previene para que huyan del conflicto, de la confrontación, éste es necesario en orden a establecer la posibilidad del nacimiento de una experiencia nueva de vida iluminada por la propuesta del evangelio y sólo por ella. Lógico que ante Jesús y su propuesta las cosas no pueden quedar igual.
Unos definirán su vida en conformidad con su proyecto y buscarán obrar de forma congruente, mientras que otros, se mostrarán indiferentes o hasta opuestos a los valores y exigencias del Evangelio.
Como afirma la carta a los Romanos, ateniéndose a un criterio temporal, unos continuarán viviendo en el pasado, esclavizados por los instintos destructores y agresivos; mientras que otros, habrán recuperado su libertad interior, viviendo como servidores alegres y satisfechos de Dios, Libres ya del pecado y entregados al servicio de Dios, daràn frutos de santidad.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMÈN!