SABADO 12 DE NOVIEMBRE/2011
PRIMERA LECTURA
DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA: 18, 14-16; 19, 6-9
Cuando un profundo silencio envolvía todas las cosas y la noche estaba a la mitad de su camino, tu palabra todopoderosa, Señor, como implacable guerrero, se lanzó desde tu trono real del cielo hacia la región condenada al exterminio.
Blandiendo como espada tu decreto irrevocable, sembró la muerte por dondequiera; tocaba el cielo con la mano y al mismo tiempo pisaba la tierra.
La creación entera, obediente a tus órdenes, actuó de manera diversa a su modo de proceder para librar a tus hijos de todo daño.
Una nube protegió con su oscuridad el campamento israelita y donde antes había agua, surgió la tierra firme; en el mar Rojo apareció un camino despejado y en las olas impetuosas, una verde llanura. Por ahí, protegido por tu mano, pasó todo el pueblo mientras contemplaba tus prodigios admirables. Corrían como potros y brincaban como corderos, dándote gracias, Señor, por haberlos liberado.
PALABRA DE DIOS.
¡TE ALABAMOS, SEÑOR!.
DEL SALMO 104
R/ Recordemos los prodigios del Señor.
Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos.
R/. Recordemos los prodigios del Señor.
El Señor hirió de muerte a los primogénitos de los egipcios, primicias de su virilidad. Sacó a su pueblo, cargado de oro y plata, y entre sus tribus nadie tropezó.
R/. Recordemos los prodigios del Señor.
Se acordó de la palabra sagrada que había dado a su siervo, Abraham, y sacó a su pueblo con alegría, a sus escogidos, con gritos de triunfo.
R/. Recordemos los prodigios del Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (CFR. 2 TS 2. 14)
R/. Aleluya, aleluya.
Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
R/. Aleluya, aleluya.
PROCLAMACIÓN DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: 18, 1-8
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola: "En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle:
`Hazme justicia contra mi adversario'.
Por mucho tiempo el juez no le hizo caso pero después se dijo:
Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando' ".
Dicho esto, Jesús comentó:
"Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y que los hará esperar?
Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?".
PALABRA DEL SEÑOR.
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS!.
MEDITACION
La idea central de la parábola es que los discípulos deben orar siempre y sin desfallecer, y está escrita para inculcarles esta idea.
Para ilustrar esta idea Jesús pone como ejemplo el caso de una mujer viuda y desamparada que se presenta ante un juez. Este juez es caracterizado como injusto pues ni temía a Dios, ni temía a los hombres. Después de mucho importunarlo el juez decide hacerle justicia a la viuda. La mujer es una mujer caracterizada por su insistencia. Nunca deja de ir a pedirle que haga justicia.
Pero a pesar de esto Jesús no llama la atención sobre la mujer sino sobre el juez.
El punto central de la parábola no está puesto en la perseverancia de la súplica, sino en la seguridad de que èsta es atendida. Nos muestra la manera como Dios procede ante nuestros ruegos.
Si este juez perverso se deja convencer por los ruegos de una viuda a pesar de su egoísmo, cuanto más nos atenderá Dios que es un Padre bondadoso.
Además de dar por supuesto que hay que orar insistentemente, el evangelio nos está invitando a orar confiadamente en Dios, con la seguridad de que nuestra plegaría es escuchada.
Y es que orar con la seguridad de que somos escuchados es poner de presente que nuestras acciones están marcadas por Dios.
Es más que una oración de petición, es un acto de fe y de confianza, es la seguridad de encontrar lo que se ha buscado. Resalta en el trasfondo la Misericordia y el Amor de Dios que acoge.
Nos interroga por la imagen que tenemos de él y nuestra confianza en la acción misericordiosa.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMÉN!
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