MARTES 22 DE NOVIEMBRE/2011
PRIMERA LECTURA
DEL LIBRO DEL PROFETA DANIEL: 2, 31-45
En aquellos días, Daniel le dijo al rey Nabucodonosor:
"Tú, rey, has tenido esta visión:
viste delante de ti una estatua, una estatua gigantesca, de mi brillo extraordinario y de aspecto imponente. La cabeza de la estatua era de oro puro; el pecho y los brazos, de plata; el vientre y los muslos, de bronce; las piernas, de hierro; y los pies, de hierro mezclado con barra.
Tú la estabas mirando, cuando de pronto una piedra que se desprendió del monte, sin intervención de mano alguna, vino a chocar con los pies de hierro y barro de la estatua y los hizo pedazos. Entonces todo se hizo añicos:
el hierro, el barro, el bronce, la plata y el oro; todo quedó como el polvo que se desprende cuando se trilla el grano en el verano y el viento se lo lleva sin dejar rastro. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran monte, que llenó toda la tierra.
Éste fue tu sueño y ahora te lo voy a interpretar.
Tú, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado el reino y el poder, el dominio y la gloria, pues te ha dado poder sobre todos los hombres, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro.
Después de ti surgirá un reino de plata, menos poderoso que el tuyo. Después vendrá un tercer reino, de bronce, que dominará toda la tierra. Y habrá un cuarto reino, fuerte como el hierro; así como el hierro destroza y machaca todo, así él destrozará y aplastará a todos.
Los pies y los dedos de hierro mezclado con barro que viste, representan un reino dividido;
tendrá algo de la solidez del hierro, porque viste el hierro mezclado con el barro.
Los dedos de los pies, de hierro y de barro, significan un reino al mismo tiempo poderoso y débil. Y el hierro mezclado con el barro quiere decir que los linajes se mezclarán, pero no llegarán a fundirse, de la misma manera que el hierro no se mezcla con el barro.
En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, ni dominado por ninguna otra nación. Destruirá y aniquilará a todos estos reinos y él durará para siempre.
Eso significa la piedra que has visto desprenderse del monte, sin intervención de mano humana, y que redujo a polvo el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro.
El Dios grande ha manifestado al rey lo que va a suceder. El sueño es verdadero, y su interpretación, digna de crédito".
PALABRA DE DIOS.
¡TE ALABAMOS, SEÑOR!
PROCLAMACIÒN DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: 21, 5-11
¡GLORIA A TI SEÑOR!
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo:
"Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido".
Entonces le preguntaron:
"Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?".
Él les respondió:
"Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán:
'Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado'. Pero no les hagan caso.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin".
Luego les dijo:
"Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles".
PALABRA DEL SEÑOR.
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS!.
MEDITACIÒN
La visión del libro de Daniel reafirma la certidumbre en el triunfo definitivo del proyecto humanista que Dios propone a su pueblo.
Los imperios que se construyen sobre bases injustas tarde o temprano se desintegran. Por más longevas que sean las dictaduras, terminan por impacientar a los pueblos, que organizan revueltas para recuperar su libertad.
El ideal de un reino justo y duradero ha mantenido viva la esperanza de muchos israelitas, convencidos que Dios no se desentiende de la suerte de los suyos.
Ante la pregunta de los discípulos, Jesús da una respuesta muy poco concreta:
el final no vendrá en seguida. Importa más que conocer su fecha exacta, adoptar una actitud adecuada para esperarla.
Siempre hay que encontrarse preparados ante la llegada del Señor.
Cada uno de nosotros está llamado a saber discernir el paso del Señor por los acontecimientos que presenciamos en nuestra vida ordinaria, social y personalmente, sin perder nunca la calma y sin dejar de confiar en el Padre Dios.
Jesús continúa siempre presente entre nosotros por medio del Espíritu. A través de Él nos dará palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario.
Jesús nos insta a perseverar en el bien, a resistir las tribulaciones que pueden acumularse en el discurrir de cada día y a ser testigos del Dios vivo en el mundo convulso que nos toca vivir.
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMÉN!