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LA PALABRA DE DIOS: LECTURAS Y SANTO EVANGELIO DEL JUEVES 15 DE DICIEMBRE/2011
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De: ADMINISTRADORES  (Mensaje original) Enviado: 16/12/2011 07:38

 

Tercer jueves de adviento

15 de diciembre/11

 

Primera lectura

Del libro del profeta Isaías: 54, 1-10

"Alégrate, tú, la estéril, que no dabas a luz; rompe a cantar de júbilo, tú que no habías sentido los dolores de parto; porque la abandonada tendrá más hijos que la casada, dice el Señor.


Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo las lonas, alarga las cuerdas, clava bien las estacas, porque te extenderás a derecha y a izquierda: tu estirpe heredará las naciones y poblará las ciudades desiertas.


No temas, porque ya no tendrás que avergonzarte; no te sonrojes, pues ya no te afrentarán; antes bien, olvidarás la vergüenza de tus años jóvenes y no volverás a recordar el deshonor de tu viudez.

 El que te creó, te tomará por esposa; su nombre es 'Señor de los ejércitos'.

 Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado `Dios de toda la tierra'.
Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tu Dios.


Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor.


Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor, el que se apiada de ti".

 Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Del salmo 29

 

R/. Te alabaré, Señor, eternamente.


Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste.

 R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

 


Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo.

 R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

 


Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente.

 R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

ACLAMACIÓN antes del evangelio (Lc 3, 4. 6)

 R/. Aleluya, aleluya.


Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán la salvación de Dios.

 R/. Aleluya, aleluya.

Proclamación Del santo Evangelio según san Lucas: 7, 24-30

¡gloria a ti, señor!

 

Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de él a la gente, diciendo:

 "¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con telas preciosas? Los que visten fastuosamente y viven entre placeres, están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, y yo les aseguro que es más que profeta. Es aquel de quien está escrito:

 Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.

Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él".


Todo el pueblo que lo escuchó, incluso los publicanos, aceptaron el designio de justicia de Dios, haciéndose bautizar por el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los escribas no aceptaron ese bautismo y frustraron, en su propio daño, el plan de Dios.

Palabra del Señor.

¡Gloria a ti, Señor Jesús!.

Meditación

 

Las palabras de Isaías afirman la vuelta decisiva que Dios imprimirá a las relaciones con Israel. El tiempo del ajuste de cuentas ha terminado. El futuro estará marcado por sucesos favorables y positivos.

 

 Descendencia numerosa y prosperidad fortalecerán a Israel, que además gozará del cariño y la lealtad de su Dios. Al tiempo del castigo sucede la salvación.

 

 En el discurso que el Señor Jesús dirige a la gente, aparece el mismo dilema:

 Juan Bautista enfatizó la importancia de la justicia divina y la vida rigurosamente renovada. En cambio el Hijo del Hombre subrayó la importancia del gozo y la alegría del perdón divino. Sus contemporáneos se excusaron de atender dichos llamados y terminaron invocando pretextos ingenuos para descalificar la llamada que Dios les lanzaba.

 

Cuando uno salta al asfalto de las carreteras, para dirigirse a un lugar, toma buena nota y buena cuenta de las diferentes señalizaciones que nos facilitan, aseguran, determinan y nos abocan a un final feliz del viaje: Juan Bautista fue esa "señal" que indicaba el final del trayecto: Jesús

Era una lámpara encendida que alumbraba los caminos hacia un horizonte: Jesús

Fue la cortina del escenario que se abría con una misión: ver a Jesús

Era el micrófono abierto con una invitación para acoger y escuchar: Jesús

Fue una antesala de lo que aguardaba después: Jesús

Era un grito inconfundible entre otros miles de ruidos: Jesús


¿Se imaginan que, camino de una ciudad o pueblo, nos quedásemos felizmente recostados sobre una señal de tráfico a mitad de camino?


Juan fue esa lámpara que dirigía las miradas hacia la luz más esperada de los siglos y anunciada por los profetas: muchos no quisieron verla. 

Juan fue esa vela que se consumió hasta el final creando una atmósfera de expectación: muchos prefirieron seguir dormidos.

Juan fue ese vaso que contenía la frescura de los nuevos vientos, la respuesta de un libertador: a muchos se les indigestó ese agua de salvación.

Aún estamos a tiempo de contemplar la grandeza que nos espera en estas próximas jornadas. De no quedarnos haciendo fotografías a la señalización de la Navidad (luces y dulces, escaparates y guirnaldas, turrones y champán) y olvidarnos del encanto y de la profundidad que ella encierra: JESUS 


¿Cómo estoy preparando estos próximos días con simple "señalización" o "con luz"?

¿Defiendo el sentido cristiano de la Navidad o me pierdo en el celofán que lo envuelve todo?



Acostumbrados a poner en tela de juicio todo, a veces, ni el mismo Dios está exento de nuestras sospechas.

Lo malo no es que se dude de Dios, lo más doloroso, y de eso sabemos mucho, es cuando se pasa de Él; cuando se es indiferente a Él; cuando amigos y hermanos nuestros ni se plantean la posibilidad remota de un Dios que camina a su lado.

Al contemplar el panorama en el que nos desenvolvemos parece que nos encontramos frente a una realidad sin posibilidad del retorno de una paz estable y duradera. Como si estuviésemos condenados a vivir en una estado de violencia y de pruebas, de angustia y de tristeza, de tensiones o de insatisfacción permanentes. Es como si la felicidad se resistiera a venir de una vez por todas y, por el contrario, se alejase indefinidamente de la sociedad donde vivimos.

Necesitamos restaurar, no solamente el arte que es exponente de la rica tradición cristiana de nuestro continente, sino también el corazón del hombre que ha perdido su interés y el entusiasmo por Dios.

Necesitamos recomponer, más que las formas de nuestra fe, también el modo de vida que llevamos: el divorcio existente entre lo que decimos y luego hacemos

Necesitamos buscar, no aquello que resulta bueno al paladar, sino aquello que nos compromete enteramente en pro de un nuevo mundo

Necesitamos recuperar, no solo huellas prehistóricas, sino también la esperanza y la emoción con la que hasta no hace muchos años se vivían las navidades. ¿Quién nos lo ha robado?


¿Eres Tú el que ha de venir Señor?

Aleja, Señor, del horizonte de nuestro pensamiento:

_La autosuficiencia que nos convierte en esclavos de nosotros mismos

_El orgullo que nos hace sentirnos dueños absolutos de todo lo que acontece

_La vanidad que nos pierde 

_La insipidez que nos impide el encuentro contigo

_La apatía que nos convierte en grandes desconocidos tuyos

por la lectura del santo evangelio, sean perdonados nuestros pecados.

¡amèn!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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