tErcer sábado de adviento. Diciembre 17/11
Primera lectura
Del libro del Génesis: 49, 2. 8-10
En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les habló así: "Acérquense y escúchenme, hijos de Jacob; escuchen a su padre, Israel. A ti, Judá, te alabarán tus hermanos; pondrás la mano sobre la cabeza de tus enemigos; se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Cachorro de león eres, Judá:
has vuelto de matar la presa, hijo mío, y te has echado a reposar, como un león. ¿Quién se atreverá a provocarte?
No se apartará de Judá el cetro, ni de sus descendientes, el bastón de mando, hasta que venga Aquel a quien pertenece y a quien los pueblos le deben obediencia".
Palabra de Dios.
¡Te alabamos, Señor!.
Del salmo 71
R/. “Ven, Señor, rey de justicia y de paz”.
Comunica, Señor, al rey tu juicio, y tu justicia al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente.
R/.“Ven, Señor, rey de justicia y de paz”.
Justicia y paz ofrecerán al pueblo las colinas y los montes. El rey hará justicia al oprimido y salvará a los hijos de los pobres. R/.“Ven, Señor, rey de justicia y de paz”.
Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra. R/.“Ven, Señor, rey de justicia y de paz”.
Que bendigan al Señor eternamente, y tanto como el sol, viva su nombre. Que él sea la bendición del mundo entero y lo aclamen dichoso las naciones. R/.“Ven, Señor, rey de justicia y de paz”.
ACLAMACIÓN antes del evangelio
R/. “Aleluya, aleluya”.
Sabiduría del Altísimo, que dispones todas las cosas con fortaleza y con suavidad, ven a enseñarnos el camino de la vida.
R/. “Aleluya, aleluya”.
Proclamación Del santo Evangelio según san Mateo: 1, 1-17
¡gloria a tì, señor!
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; Judá engendró de Tamar a Fares y a Zará; Fares a Esrom, Esrom a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz; Booz engendró de Rut a Obed, Obed a Jesé, y Jesé al rey David.
David engendró de la mujer de Urías a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abiá, Abiá a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías a Manasés, Manasés a Amón, Amón a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos durante el destierro en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquim, Eliaquim a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
De modo que el total de generaciones, desde Abraham hasta David, es de catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, es de catorce, y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, es de catorce. Palabra del Señor.
¡Gloria a ti, Señor Jesús!.
Meditación
Los descendientes de Jacob conformaron una numerosa descendencia. La genealogía de Jesús es presentada de forma realista por san Mateo.
Al lado de personajes de primer nivel intercala también a gente menuda.
Jesús llegó a ser hijo de David, por caminos no convencionales, al igual que lo fueron algunos de sus antepasados. En ese israelita de pura cepa se cumplen las promesas que Dios hizo a los patriarcas.
Con esta genealogía se inserta el Mesías en la historia. Hombre entre los hombres. Solidaridad:
su ascendencia empieza con la de un idólatra convertido (Abrahán) y pasa por todas las clases sociales: patriarcas opulentos, esclavos en Egipto, pastor llegado a rey (David), carpintero (José).
En Jesús Mesías va a culminar la historia de Israel. La genealogía se divide en tres períodos de catorce generaciones, marcados por David y por la deportación a Babilonia.
La división en generaciones no es estrictamente histórica, sino arreglada por el evangelista para obtener el número «catorce» (valor numérico de las letras con que se escribe el nombre de David), estableciendo al mismo tiempo seis septenarios o «semanas» de generaciones. Jesús, el Mesías, comienza la séptima semana, que representa la época final de Israel y de la humanidad.
La octava será el mundo futuro.
Con la aparición de Jesús Mesías da comienzo, por tanto, la última edad del mundo.
«Engendrar», en el lenguaje bíblico, significa transmitir no sólo el propio ser, sino la propia manera de ser y de comportarse. El hijo es imagen de su padre. Por eso, la genealogía se interrumpe bruscamente al final. José no es padre natural de Jesús, sino solamente legal. Es decir, a Jesús pertenece toda la tradición anterior, pero Él no es imagen de José; no está condicionado por una herencia histórica; su único Padre será Dios, su ser y su actividad reflejarán los de
Dios mismo.
El Mesías no es un producto de la historia, sino una novedad en ella. Su mesianismo no será davídico.
Mateo hace comenzar la genealogía de Jesús con los comienzos de Israel (Abrahán) (Lc 3 23-38 se remonta hasta Adán). Esto corresponde a su visión teológica que integra en el Israel mesiánico a todo hombre que dé su adhesión a Jesús.
La historia de Israel es, para Mateo, la de la humanidad.
El hecho de que Abrahán no lleve patronímico y, por otra parte, se niegue la paternidad de José respecto de Jesús, puede indicar un nuevo comienzo.
Así como con Abrahán empieza el Israel étnico, con Jesús va a empezar el Israel universal, que abarcará a la humanidad entera.
El Mesías salvador nace por una intervención de Dios en la historia humana. Jesús no es un hombre cualquiera.
El significado primario del nacimiento virginal, por obra del Espíritu Santo, hace aparecer esta acción divina como una segunda creación, que supera la descrita en Gn 1,lss. En la primera (Gn 1,2), el Espíritu de Dios actuaba sobre el mundo material (“El Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas”); ahora hace culminar en Jesús la creación del hombre.
Esta culminación no es mera evolución o desarrollo de lo pasado; por ser nueva creación se realiza mediante una intervención de Dios mismo.
Puede aún compararse Mt 1,2-17 y 1,18-25 con los dos relatos de la creación del hombre. En el primero (Gn 1,1-2,3) aparece el hombre como la obra final de la creación del mundo; en el segundo (Gn 2,4bss) se describe con detalle la creación del hombre, separado del resto de las obras de Dios.
Así Mateo coloca a Jesús, por una parte, como la culminación de una historia pasada (genealogía) y, a continuación, describe en detalle el modo de su concepción y nacimiento, con los que comienza la nueva humanidad. Jesús es al mismo tiempo novedad absoluta y plenitud de un proceso histórico.
La escena presenta tres personajes: José, María y el ángel del Señor, denominación del AT para designar al mensajero de Dios, que a veces se confunde con Dios mismo
Padre Juan Alarcón, s.j.
Por la lectura del santo evangelio, sean perdonados nuestros pecados.
¡amèn!
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