EN LA GRADERÍA
En una balacera de palabras, Los dientes se me hincharon como pelotas.
Y la boca en el viento marchita conmemoraba las derrotas de los parias. Porque estando allí sentado, sobre las graderías, alimentando la ignorancia, me sentí parte de algo y tuve miedo de sentirme nada. Cayeron los rumores como gotas de lluvia fresca, y en su cabeza húmeda y transparente se empoltronaban las abejas, y me picaban las manos, la frente, la nuca, la nariz y la boca. Y allí con un dolor en el cuerpo, intenso, recordé tu alma, La recordé cómo era antes de mí, cuando me enamore. La recordé y me dije: “qué tiempos son estos en los que no me reconozco. Que ahora los recuerdos buenos, vienen a pisarme, a patearme”.
No quiero recordarte, no te conozco.
La paz, mujer siempre deseada hasta por los pobres, se duerme eternamente tras mi espalda, Nunca la conocí, parece que era muy bella, o es ¿quién sabe? Aún no la busco, no la espero encontrar, Soy egoísta, Pero igual no me lamento, para mí ella es otra mujer en la farándula; En dónde mitos y sapos alimentan las serpientes casquivanas del optimismo.
Juan Felipe Acosta Sánchez.
SORBER. |