SALMO RESPONSORIAL
101,2-3. 16-18. 19-21
R. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.
Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame en seguida. R.
Los gentiles temerán tu nombre, los reyes del mundo, tu gloria. Cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca en su gloria, y se vuelva a las súplicas de los indefensos, y no desprecie sus peticiones.R.
Quede esto escrito para la generación futura, y el pueblo que será creado alabará al Señor. Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte. R.
PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGUN SAN JUAN 8, 21-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
- "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros."
Y los judíos comentaban:
- "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?"
Y él continuaba:
- "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo SOY, moriréis por vuestros pecados."
Ellos le decían:
-"¿Quién eres tú?"
Jesús les contestó:
- "Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él."
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús:
"Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada."
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
PALABRA DEL SEÑOR.
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!
MEDITACION DE LAS PALABRAS DE HOY
Los enemigos de Jesús no comprenden lo que dice. ¿Levantarle?, ¿dónde? En el madero de la cruz. Como a la serpiente maldita mencionada en el Antiguo Testamento, para curación de todos; para que cuando nos muerda con su veneno, miremos al madero en lo alto, quedemos salvos, limpios de pecado, y purificadas nuestras almas.
Quedaremos limpios al mirarlo. Nuestra mirada a la cruz, por tanto, será de salvación.
Pero ¿qué dices?, no te entendemos.
Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy. Pues te entendemos menos aún. ¿Qué significa eso de que yo soy?, ¿no te das cuenta de que te aplicas a ti mismo de manera blasfema el nombre de Dios?, porque ‘Yo soy’ es el nombre del Señor; ‘Yo soy’, Yahvé, es su nombre impronunciable, y tú te lo apropias. Blasfemia. Qué más tenemos que oír. Y, sin embargo, al oírle, muchos creyeron en él.
Porque Jesús nada dice y nada hace por su cuenta sin que venga del Padre, quien se lo enseña.
¿Cómo?, ¿cómo dices? Te haces igual a Dios. Si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados.
Pues no creer en ÉL, que ha sido enviado por el Padre, es morir por los pecados que uno ha cometido. Sin ÉL, sin mirar al madero en donde está colgado, no sanaréis de vuestros pecados y de la muerte que les acompaña.
Hemos pecado contra el Señor, y queremos que nuestro Mediador, desde lo alto del madero, rece por nosotros para que aparte de nosotros las serpientes venenosas.
Maravilla cómo se acopla el Antiguo Testamento con el Nuevo Testamento.
En este, aquel obtiene su cumplimiento. La mirada a la serpiente colocada por Moises, en un estandarte era la figura misma de Jesús clavado en el madero.
Quien le mire, quedará curado de toda mordida venenosa del pecado.
Esa mirada al Rostro de Jesus, en el madero de la Cruz, es mirada de fe, es la ocasión para que la gracia de la curación debida a la misericordia se haga con nosotros, atrayéndonos con suave persuasión.
Mirada de fe. Quizá como la de Zaqueo. En nuestra lejanía, pero que al punto se convierte en acercamiento, pues Jesús, clavado en su cruz, viene a nosotros.
De esta manera, aunque inicialmente en la distancia, nos ponemos al pie de la cruz.
Porque la cruz de Jesús viene a nosotros y nos salva, haciéndonos, como ÉL es, de allá arriba. Los arribas del madero de la cruz.
Ayudándole, quizá, a llevarla al lugar del suplicio, como el Cireneo. Puede que clavados a su derecha, como el buen ladrón. Siempre cerca, así. Mirando al Señor.
¿Qué ocurrirá al ver hacia arriba al Rostro de Jesús clavado en la Cruz? Que el Señor escucha nuestra oración. La oración de nuestra mirada. Por eso, nuestro grito llega hasta ÉL.
El Señor no nos esconde Su rostro. Lo podemos mirar allá donde ÉL está.
Que el Señor nos ilumine para comprender este misterio insondable; que lo vivamos en la contemplación de la cruz.
No es cruz de muerte la de Cristo, es madero santo donde se nos hace donación de vida.
POR LA LECTURA DEL EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMEN!