En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas;
-«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de ángeles, y no la habéis observado.»
Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la Gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
-«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo.
Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
- «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:
- «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y, con estas palabras, expiró. Saulo aprobaba la ejecución.
PALABRA DE DIOS.
¡TE ALABAMOS SEÑOR!
SALMO RESPONSORIAL 30. 3cd-4. 6ab y 7b y 8a. 17 y 21 ab
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás; yo confío en el Señor. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
PROCLAMACION DEL SANTO EVANGELIO SEGUN SAN JUAN 6, 30-35
¡GLORIA A TI, SEÑOR!
En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús:
- «¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo.”»
Jesús les replicó:
- «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es Mi Padre el que os da el verdadero Pan del cielo. Porque el Pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.»
Entonces le dijeron:
- «Señor, danos siempre de este pan.»
Jesús les contestó:
- «Yo Soy el Pan de la vida. El que viene a Mí no pasará hambre, y el que cree en Mí nunca pasará sed.»
PALABRA DEL SEÑOR .
¡GLORIA A TI, SEÑOR JESUS!
MEDITACION
En la primera lectura se nos habla del martirio de Esteban. En su discurso, del que sólo leemos hoy la parte final, Esteban ha contrapuesto la ley antigua a Cristo. De hecho ha mostrado como todo lo revelado por Dios en el Antiguo Testamento conducía a la Persona de Jesús y en Él alcanzaba su cumplimiento.
Esteban intenta explicarles el sentido de todo lo que ha sucedido. Les recuerda que mataron al Justo en nombre de la ley, pero que tienen acceso a la misericordia. Porque el mismo Dios que fue cercano a Israel en su pasado lo es también ahora, y aún más, una vez que Cristo ha resucitado de entre los muertos.
¿Cuál es la reacción de todos ellos? La descripción del libro de los Hechos resulta interesante: en primer lugar no había paz en el corazón de aquellas personas, sino que estaban llenos de ira.
Ese dolor del corazón, que aquí revierte en violento rechazo, es un síntoma de que no estamos hablando el lenguaje de Dios. Porque el Señor apacigua.
En el Evangelio de hoy, «Jesús transforma el pan y el vino. Es el Amor Divino que transforma: el amor con que Jesús acepta por anticipado darse completamente a Sí Mismo por nosotros.
Este amor no es otro que el Espíritu Santo, el Espíritu del Padre y del Hijo, que consagra el pan y el vino y cambia su sustancia en el Cuerpo y en la Sangre del Señor, haciendo presente en el Sacramento el mismo Sacrificio que se realiza después de forma cruenta en la Cruz. (…)
Es esta Fuerza Divina, la misma que realizó la Encarnación del Verbo, la que transforma la extrema violencia y la extrema injusticia en un acto supremo de amor y de justicia.
Esta es la obra del sacerdocio de Cristo, que la Iglesia ha heredado y prolonga en la historia, en la doble forma del sacerdocio común de los bautizados y del ordenado de los ministros, para transformar el mundo con el amor de Dios.
Todos, sacerdotes y fieles, nos nutrimos de la misma Eucaristía, todos nos postramos a adorarla, porque en ella está presente nuestro Maestro y Señor, está presente el verdadero Cuerpo de Jesús».
REFLEXION APOSTOLICA
«El sacrificio eucarístico es la fuente y la cima de toda la vida cristiana; «Sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura».
Por ello, el Movimiento recomienda a sus miembros que, si les es posible, participen todos los días consciente, fervorosa y activamente en la celebración eucarística y reciban la sagrada comunión con un alma purificada y agradecida» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 232).
POR LA LECTURA DEL SANTO EVANGELIO, SEAN PERDONADOS NUESTROS PECADOS.
¡AMEN!