A medida que avanzo, acojo y aprecio todo lo que veo, oigo, siento, degusto y huelo como regalos de Dios. Cada día puedo celebrar la oportunidad que tengo de crecer y cumplir mi propósito. Me regocijo en la presencia de Dios, me siento dichoso. Alegre y abundantemente doy de mi tiempo y de mis talentos mediante actos afables y amables. Fomento la buena voluntad y el aprecio.
¡Qué gozo y bendición experimento al celebrar la vida! Aunque mi cumpleaños es un solo día del año, vivo partiendo de la conciencia de que cada momento puede ser una celebración de vida. Le doy la bienvenida a cada experiencia, a cada interacción, con encanto y maravilla. ¡Vivo como si este día fuera el primero!