—Todos los seres, por el hecho mismo de serlo, tienen atributos,
expresiones de su esencia, voces que revelan su origen y condición.
El atributo de los seres no es un adorno ni una cualidad que viene de fuera, al acaso.
Su atributo es como la emanación del agua que hierve; es agua y no es agua.
Así el atributo del mar es el orgullo; el atributo del sol, la autoridad;
el atributo del hombre, la dignidad.
—Nunca te enorgullezcas de los frutos de tu inteligencia.
Sólo eres dueño del es fuerzo que pusiste en su cultivo;
de lo que logra, nada más eres un espectador.
La inteligencia es como un flecha: una vez que se aleja del arco, ya no la gobierna nadie.
Su vuelo depende de tu fuerza, pero también del viento y, ¿por qué no decirlo?,
del destino que camina detrás de ella.
—Dicen que el cuerpo es como el armario donde se guarda el alma.
Está bien. Sin embargo, a veces, el alma es tan grande
que el cuerpo, como grano de anís, se guarda en el alma.
—Nunca tengas miedo de tus lágrimas. Ningún cobarde
llora. Sólo los hombres lloran. Además, hijo, las lágrimas siempre
caen de rodillas.
—En la fe el espíritu descansa; en la razón vive; en el amor goza;
sólo en el dolor adquiere conciencia.
—Unos prefieren el ideal: otros la realidad.
De esto resulta una discordia que encona los espíritus.
Nunca los hombres concilian sus opiniones.
A lo más que llegan es a soñar la realidad o a vivir el ideal.
Y la diferencia del apetito subsiste.
Pero el hombre de estas tierras debe ser más exigente y más humano;
debe querer la mejor realidad; la posible, la que madura y crece en sus manos.
Esto será como vivir el ideal de la realidad.
—¿Y para qué quieren libertad si no sa ben ser libres?
La libertad no es gracia que se recibe ni derecho que se conquista.
La libertad es un estado del espíritu. Cuando se ha creado,
entonces se es libre aunque se carezca de libertad.
Los hierros y las cárceles no impiden que un hombre sea libre,
al contrario: hacen que lo sea más en la entraña de su ser.
La libertad del hombre no es como la libertad de los pájaros.
La libertad de los pája ros se satisface en el vaivén de una rama;
la libertad del hombre se cumple en su conciencia.
E
RMILO ABREU GÓMEZ