Me gustan los escritos que me hacen reflexionar, más allá  incluso de si están mejor o peor expuestos, pues con mejor o peor fortuna me mueven y me llaman, me gritan incluso, algunos, reclamando mi atención ansiosamente, mientras otros me guiñan sus ojos intentando cazarme en su misterio.

Unos me lloran removiéndome las culpas y otros me miman bañándome en su ternura. Los hay que sin compasión me insultan, agresivos, prepotentes, endiosados... y otros, tímidos y ahogados, que me piden ayuda con un hilo de voz.

Están los que me alimentan, los que leo con gusto, con deleite, mientras otros me empachan de tal manera que no los puedo terminar.  De todos los colores, dulces o amargos, picantes o sedosos, atractivos o desmayados. Escritos que te seducen o te aletargan, que te intrigan o te aburren, que te hunden o te esponjan haciéndote volar.

Cúmulos de letras agrupadas en renglones, constituyendo palabras, ideas, latidos... barquitos navegando en este mar que atraviesa las fronteras entre tu mundo y el mío.  Un mar que no conoce el tiempo, que lo mismo sube que baja o que da las vueltas al revés. Que estira mi vida y mi conciencia, que conforma mis límites, libera mis pensamientos. Donde volver a inventar lo que ya sé, lo que quise olvidar o nunca he aprendido.

Como ese viejo arcón de la abuela, que contenía todo, hasta lo más inesperado. La tapa se abría dejando al descubierto el mundo de la magia: miles de canciones le brotaban prendidas de los objetos más insospechados: ropas, encajes, bolitas de madera... Unos guantes vacíos, una espada, un sombrero que nunca se usó... Un manojito de cartas, la bola de un mundo roto... ¿Qué importa para que sirviera su contenido? , no importa su origen ni el uso que tuviera... Hoy canta para mí... Hoy es mío...

Una peregrina historia que me cruza la cabeza y me deja entrever al genio de esa botella que acabo de frotar y que me ha saltado a la cara, entre divertido y travieso ofreciéndome un deseo. ¿Si no existiera nada que querrías? ; me ha propuesto. Sin pensarlo dos veces me he inventado diciendo: aprender a escribir... Y a leer... ¡Para crearte de nuevo!

Arcangelii.