Cuando nos abrimos a nosotros mismos, a nuestra vida y a nuestra tierra como a un lugar sagrado, algo cambia, cuando permitimos que el es píritu de la tierra nos toque, cuando vivimos en contacto con los árboles, las nubes, la luna y la tierra fértil, cuando tomamos conciencia de que los aminales y las plantas y las rocas son nuestros vecinos, entonces algo precioso comienza a despertar. Los bosques se convierten en catedrales y los pájaros que cantan en los árboles se transforman en coros. Experimentamos todas las formas de vida como parte de una gran camaradería y comenzamos a darnos cuenta de que es tremendo privilegio y enorme alegría ser capaz de vivir en armonía con toda la fábrica de la Creación.
Un abrazo fuerte y un beso grande.
con cariño.
maroga.