Me regocijaré por
Jerusalén y me alegraré en mi pueblo; no volverán a oírse en ella voces de
llanto ni gritos de clamor (Isaías 65: 19).
CUANDO JESÚS PREDICABA LAS
BUENAS nuevas del reino de Dios, ofrecía a los judíos las bendiciones del reino
mesiánico. Pero también vino a ofrecerles mucho más. Vino a ofrecerles las
bendiciones del reino de Dios, que eran la base del reino mesiánico. Los judíos,
sin embargo, pensaban en un Mesías que les trajera las bendiciones prometidas en
los escritos proféticos. Incluían paz, abundancia e independencia política. No
era errado ambicionar esas bendiciones. Después de todo, fue Dios quien dio esas
promesas. El Señor prometió que el reino del Mesías sería grande: «Su dominio se
extenderá de mar a mar, ¡desde el río Éufrates hasta los confines de la tierra!»
(Zac. 9: 10). «Jerusalén volverá a ser habitada, tendrá tranquilidad, y nunca
más será destruida» (Zac. 14: 11). «Nunca más habrá en ella niños que vivan
pocos días, ni ancianos que no completen sus años. El que muera a los cien años
será considerado joven; pero el que no llegue a esa edad será considerado
maldito. Construirán casas y las habitarán; plantarán viñas y comerán de su
fruto. Ya no construirán casas para que otros las habiten, ni plantarán viñas
para que otros coman. Porque los días de mi pueblo serán como los de un árbol;
mis escogidos disfrutarán de las obras de sus manos. No trabajarán en vano, ni
tendrán hijos para la desgracia; tanto ellos como su descendencia serán simiente
bendecida del Señor» (Isa. 65: 20-23). Jesús vino a ofrecer esto y más. Pero
todas estas bendiciones eran pasajeras, sin las espirituales. Porque toda
bendición material que no tiene una base espiritual, tarde o temprano
desaparecerá.
Los judíos en tiempos de Jesús querían paz, abundancia e
independencia política, pero no estaban dispuestos a hacer las reformas
espirituales que garantizarían aquellas bendiciones. Por eso rechazaron el
mensaje de Juan, y, posteriormente, el de Jesús. Querían en primer lugar la
bendición material, cuando Dios quería que entendieran que primero es lo
espiritual.