¿Nada más que tu amble disciplina merezco,
Y el cariño oportuno que dices que me das,
Y sonrisas piadosas para el mal que padezco?
¿Nada más, nada más?
Yo sé que no te he dado sino un alma sincera,
Y un amor que no buscas y que no buscarás,
Y los días opacos de una vida cualquiera.
Nada más, nada más…
Tal vez como un sonido que se pierde en la altura,
Vagamente en ti misma, mi ensueño sentirás;
Y será mi recuerdo, delicada amargura.
Nada más, nada más…
Pero cuesta volverla juiciosa, a la esperanza,
Mostrarle que su ensueño querido está de más,
Y sólo es una sombra que sobre el suelo danza.
Nada más, nada más…
Pedro Miguel Obligado