ROBAR
Robar es quitar o privar el bien ajeno contra la voluntad de su dueño.
Muchas veces el desear lo que otro tiene lleva al hombre a robar, debemos respetar esos bienes que no nos pertenecen.
Se comienza robando cosas pequeñas que con el tiempo se hacen grandes.
¡Que pecado tan feo es robar!
Robar es también no pagar un salario justo.
Prestar dinero exigiendo un alto interés. "No prestarás a usura a tu hermano, ni dinero, ni granos, ni cualquier otra cosa". (Deuterenomio, 23:19).
Pedir coimas. (muy común en Argentina)
Engañar en el peso justo. (Las balanzas deben estar bien equilibradas). "No cometáis injusticia en juicio, en la vara de medir, en el peso, en la medida. La balanza sea justa y cabales las pesas, justo el modio y el sestario, sin que le falte nada. Yo soy el Señor vuestro Dios que os he sacado de la tierra de Egipto". (Levítico, 19:35-36).
El robo está unido con la mentira y el engaño como leemos en: Levitico, 19:11, "No hurtaréis, y no engañaréis, ni mentireis ninguno a su prójimo".
Robar, es también hacer un desfalco a miles de personas.
Cuando alguien dice tomar algo ajeno prestado para devolverlo después, también está cometiendo un robo.
El pecado de robar se lo va inculcando primero en la mente, tentándonos con cosas ajenas que no se tienen, pero se desean.
Robar es robar, lo pequeño o lo grande, la acción es la misma: ROBAR
Para los cristianos, la única manera de vencer esa tentación de robar, es estar siempre con Cristo, bien unidos a él, y de esa forma el espíritu santo nos cuidará y no nos dejará pecar, dándonos la fuerza para no caer.
Muchas veces la ausencia de valores y principios en el hombre, les hace pensar que tienen derecho a robar lo que otras personas han obtenido con el esfuerzo de su trabajo.
El siguiente proverbio es para recordar en los momentos de tentación: "Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riqueza; manténme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue y diga: ¿quién es Jehová?. O siendo pobre, hurte, y blasfeme en el nombre de mi Dios". (Proverbios, 30: 8-9).
Si alguna vez somos víctimas de un ladrón, debemos perdonarlo y orar por su arrepentimiento y su conversión, sin querer tomar justicia por nuestras manos, Dios se encargará de él. "Pués conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor". Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo". (Hebreos, 10:30).
"Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de la nación maligna y perversa, emtre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo". (Filipenses, 2:15).
LEONOR