En la historia de Inglaterra hay dos grandes nombres que hacen volar la imaginación. Uno de ellos es Plantagenet, que parece contener la esencia de todo cuanto es magnífico y principesco. Inmediatamente trae a la memoria a Ricardo Corazón de León, cuyo breve reinado está repleto de romanticismo.
Pero tal vez un nombre de mayor influencia aún es el que conecta a la actual familia real británica con las tradiciones del pasado, y que aglutina historia y leyenda. Tal es el nombre de los Estuardo.
El primer Estuardo del que se conoce algo recibió su nombre del título de Mayordomo de Escocia (Steward of Scotland), cargo que permaneció en la misma familia durante generaciones, hasta que el sexto del linaje, al casarse con la princesa Marjory Bruce, adquirió la corona escocesa. Eso fue a principios del siglo XIV; y finalmente, tras la muerte de Isabel de Inglaterra, el hijo de su rival, Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra, reunió bajo su corona los dos reinos que habían estado en guerra constante durante tanto tiempo.
Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra
Seguramente los orgullosos Tudor, cuyo linaje terminó con Isabel, habían despreciado a los “Mayordomos”, cuyo reino era pequeño y frío, y que no eran capaces de controlar a sus propios vasallos. También resulta fácil de imaginar, con Sir Walter Scott, a los altivos nobles de la corte inglesa arrugando la nariz ante la idea de que en adelante tendrían un rey Estuardo ellos mismos. Sin embargo, la diplomacia de Jacobo resultó casi tan buena como la de la propia Isabel, y, aunque hizo algunas tonterías, el nuevo rey estaba lejos de ser un tonto.
Jacobo I no tenía una figura regia, a pesar de lo cual, cuando la ocasión lo requería, conseguía reunir la dignidad que hacía sentir a los demás que estaban en presencia de un rey. Fue el único Estuardo que careció por completo de encanto o belleza.
Su hijo, Carlos I, fue tal vez uno de los peores gobernantes que Inglaterra haya tenido jamás. Sin embargo, su rectitud, su rostro melancólico con cierto atractivo, la gracia de su porte y el elemento fuertemente religioso de su carácter, junto con el hecho de que fue sentenciado a muerte después de haber sido entregado a sus enemigos traicioneramente, fueron todos factores que se combinaron para convertirlo en un mártir. Hoy en día hay ingleses que rezan aún para que Dios perdone a Inglaterra por haber ejecutado al rey Carlos.
Carlos I Estuardo
La llamada Liga de
Este sentimiento por los Estuardo es algo que pertenece al reino de la poesía y el romance, pero es tan fuerte que se ha mostrado en numerosas ocasiones del modo más contundente. Por ejemplo, Sir Walter Scott había entregado su lealtad a la casa de Hanover. Cuando Jorge IV visitó Edimburgo, Scott se sintió transportado por el entusiasmo. Ni siquiera era capaz de ver que el hombre que tenía ante sí era un borracho. Veía en él la encarnación de todos los nobles rasgos que deberían conformar a un rey. Se apoderó de un vaso de vino del que había estado bebiendo Jorge y se lo llevó para conservarlo para siempre como un objeto de reverencia. Sin embargo, en su corazón, y con frecuencia en su discurso, incluso Scott era un Jacobita.
Nadie puede acusar a la reina Victoria de frívola, y se supone que no tenía un gran sentido del humor. Pero después de escuchar una vez la música de las gaitas y las baladas románticas que se cantaban en Escocia, dicen que comentó con un suspiro:
un poco de historia ..
que tengan buen dìa
finapalsal.