Panamá destino preferido de
jubilados extranjeros
Después de jubilarse, Linda McKee viajó a Costa Rica
para disfrutar del turismo ecológico pero se desencantó por el deterioro de las
calles y el alto costo de vida. A su regreso a los Estados Unidos conversó con
su pareja Eric Carlson y tomaron una decisión de la que no se arrepienten:
¡Vamos a Panamá!
La pareja, oriunda de Bonita Springs, Florida, se
trasladó hace seis años a vivir a este país centroamericano al que miles de
extranjeros jubilados, principalmente estadounidenses, han seleccionado como
destino para vivir el resto de sus vidas con la mayor tranquilidad
posible.
"Buscamos una vida más fácil y barata", dijo McKee, de 61 años,
mientras disfrutaba con Eric unas copas de vino tinto en el portal de su
residencia en un fresco atardecer en Boquete, desde donde se vislumbraba a lo
lejos las montañas y la silueta del inactivo volcán Barú.
Panamá ofrece
muchas cosas positivas: Una combinación de clima tropical y templado de los
valles, la jungla, el mar, así como un costo de vida que consideran barato, un
ambiente seguro, buenas comunicaciones viales y aéreas y hasta una alimentación
sana con vegetales orgánicos algunas de las razones que atrajeron a miles de
jubilados norteamericanos a este país de 3,5 millones de habitantes en la última
década.
Una revista internacional que desde hace 30 años publica un
ránking de los diez mejores "paraísos" para los jubilados en el mundo seleccionó
a Panamá como el segundo sitio más cómodo para el retiro, superado solo por
Ecuador. En la lista figuran otros cuatro países latinoamericanos: México ocupa
el cuarto puesto, Costa Rica el quinto, Uruguay el sexto y Colombia el séptimo.
España está octavo y Malasia tercero.
El índice global toma en cuenta
criterios como el costo de vida, la infraestructura vial, acceso a los servicios
de salud, el clima, la seguridad y beneficios especiales.
Panamá ha
puesto en vigor en los últimos años una serie de políticas inmigratorias y
beneficios aduaneros para atraer a extranjeros jubilados. Ofrece la residencia
permanente a extranjeros que tengan una jubilación superior a los 1.000 dólares
al mes de carácter vitalicia.
"Con esto puedo tomar un carnet por un
periodo indefinido. Es muy fácil el trámite", afirmó a la AP Robert Braun, de 67
años y oriundo de Lincoln, New Hampshire, quien llegó a Panamá atraído por la
pesca deportiva, el clima y la seguridad.
Los jubilados pueden a su vez
introducir artículos personales hasta por un valor de 10.000 dólares libre de
impuestos e ingresar un vehículo sin gravámenes cada cinco años.
Pero los
beneficios van mucho más allá, destaca la revista International Living, la
autora del ranking. Sostiene que el programa de beneficios especiales para
jubilados extranjeros es inigualable pues se les conceden muchos de los
beneficios de que gozan los jubilados panameños y menciona los descuentos que
reciben del 25% en las facturas de los servicios de agua potable, electricidad y
teléfonos. Disfrutan, asimismo, de tarifas más bajas en las visitas médicas,
como en el dentista y oculista, y pagan mitad de precios en el cine y
hoteles.
El dólar estadounidense, que es de uso legal desde que Panamá
nació como República en 1903, y una plaza con más de un centenar de bancos que
permite a los extranjeros manejar sus finanzas desde aquí, se suman a los
atractivos que ofrece el país, destacó a la AP el subadministrador de la
Autoridad de Turismo de Panamá, Ernesto Orillac.
"Los jubilados de
Estados Unidos vienen porque ven a Panamá como un lugar que tiene una buena
calidad de vida y mejores precios para vivir; un lugar que tiene todas las
cosas", manifestó Orillac. "Hacen mucho turismo interno, crean un gran
sentimiento por el país... Son los mejores embajadores, no paran de hablar de
Panamá; son como una comunidad, están organizados y se reúnen".
Panamá es
uno de los países de mayor crecimiento económico en América Latina en los
últimos años, gracias a un desarrollo fuerte en la construcción de rascacielos y
proyectos inmobiliarios, así como de infraestructura vial y de transporte.
Muchos de los que residen en esos altos edificios son extranjeros, incluso de
Venezuela, Colombia y de otras nacionalidades, aunque no necesariamente
jubilados.
En comparación con sus vecinos del Caribe, Panamá también
tiene la ventaja de que sufre poco o nada los estragos por el paso de huracanes,
algo que toman en cuenta extranjeros, como McKee y Carlson al momento de hacer
las maletas.
El verdadero auge de la llegada de los jubilados
estadounidenses comenzó a inicios de la década del 2000, pero se concentró
principalmente en la localidad montañosa de Boquete, un distrito de la provincia
de Chiriquí a unos 489 kilómetros al oeste de la capital, donde se construyó el
proyecto urbanístico más emblemático para jubilados de altos ingresos: Valle
Escondido, que incluye residencias, un pequeño hotel y un campo de golf rodeado
por montañas.
Boquete es un valle de unos 20.000 habitantes en cuyas
colinas se cultiva el más reconocido café del país y con un clima fresco con el
tradicional "bajareque", que es una lluvia tenue persistente. Sin embargo, el
sol suele salir y se pueden observar las verdosas montañas con hilos de niebla
en plena mañana y que toman al atardecer un color azulado.
Las
autoridades municipales de Boquete estiman que en la actualidad hay
aproximadamente 3.000 jubilados establecidos en el distrito, mayormente
estadounidenses. En otras zonas de Panamá, como en sitios cercanos a las playas
del Pacífico y centro del país, también hay comunidades de jubilados
norteamericanos radicadas.
McKee y Carlson, un ex contratista de 57 años,
afirma que se sienten tan bien en Panamá que sólo extrañan de Florida a personas
cercanas y que no les pasa por la cabeza la posibilidad de regresar a Estados
Unidos.
Con sus respectivas jubilaciones y lo que ganan con un proyecto
de conservación ecológica en una zona de jungla situado a dos horas en auto
desde Boquete, les alcanza para vivir cómodamente. Ellos dividen sus vidas entre
Boquete y Rambala, donde el clima tropical se mezcla con la brisa del Caribe, en
la vecina provincia de Bocas del Toro, y donde tienen el proyecto.
Se
alternan unas semanas en Boquete y otras en Rambala, transportándose de un lugar
al otro por carretera en su camioneta tipo van blanca traída de la
Florida.
"Nos gusta que la gente es muy tranquila y la seguridad no es un
problema", aseguró McKee, cuyo hijo Daniel, de 27 años, la visita dos veces al
año y practica el surf en las playas panameñas. "Es nuestro nuevo país, una
nueva vida", agregó.
Alquilaron hace poco en un terreno llano de Boquete
una casa de dos recámaras, con una cocina, sala y un patio con el césped cortado
y un árbol de grandes limones que utilizan para las ensaladas y limonada con
raspadura. Les cuesta al mes 550 dólares, aunque Linda asegura que se puede
conseguir una cabaña más pequeña a 350.
Al menos dos veces al mes van a
un restaurante para una buena cena y vino que podría rondar por los 30 dólares,
pero dicen que también se pude conseguir en Boquete un pollo frito con papas u
otras comidas típicas para dos personas por menos de 7 dólares.
"Es
divertido", comentó Carlson con una fuerte sonrisa. Hizo el comentario cuando de
repente la leve llovizna y la nubosidad desapareció de las montañas y se pudo
apreciar el volcán Barú desde su casa.
La atención médica no es un dolor
de cabeza para los jubilados, que en el caso de Boquete pueden viajar en
vehículo unos 45 minutos a David, la capital de la provincia de Chiriquí, donde
hay varios centros hospitalarios.
"Hay dos o tres hospitales muy buenos
(en David) pero si hay un problema serio del corazón es mejor viajar a Panamá",
asegura Braun. En ese caso se debe tomar un avión en David que lo llevará en
menos de una hora a la capital panameña.
Braun generó sus ingresos en su
país con un negocio de venta de artículos por internet y cuando se jubiló hace
14 años decidió viajar a Nicaragua, donde vivió por cinco años, antes de enfilar
a Panamá y establecerse indefinidamente.
"Me gustaba Nicaragua, pero
había muchos problemas con el gobierno", dijo sin entrar en detalles. "Después
de informarme y conocer poco a poco a Panamá, decidí venirme para acá, primero
por la pesca deportiva".
Vivió varios años en la localidad playera de
Pedasí, en la provincia central de Los Santos, desde donde viajaba por las aguas
del Océano Pacífico hasta llegar cerca de Colombia con el objetivo de pescar un
pez gigante, un marlin. Se radicó en un poblado cercano al Canal de Panamá y
luego se trasladó a Boquete, desde donde viajaba para pescar en el Golfo de
Chiriquí, otro sitio, según dice, de pescados grandes.
"Este es uno de
los países más seguro en América Central", señaló Braun, quien ahora dirige la
sección de fotografía de un centro para eventos de los jubilados en
Boquete.
Dijo que en Boquete se pueden hacer numerosas actividades, entre
ellas senderismo o caminata por las montañas, observación de aves y
fotografía.
No tiene problemas para pagar sus gastos en el distrito,
incluyendo el alquiler de su residencia. Su negocio de internet aún le rinde
dividendos en Estados Unidos y su pensión, que asegura no pasa de los 1.000
dólares al mes, es suficiente. Además, él vive solo.
"Aquí podemos vivir
con menos de 1.500 dólares al mes, ir al menos una vez a la semana a cenar al
restaurante, algo que no se puede hacer en Estados Unidos", afirmó.
Los
jubilados, además, se alimentan sano, pues en Boquete se cultivan vegetales y
legumbres orgánicos. Cada martes hacen una feria en el centro de eventos en que
se venden papas, tomates, lechugas, aguacates y limones orgánicos, así como
vinos de frutas, dulces y hasta aceites y medicamentos naturales.
McKee,
por ejemplo, produce y vende jabones y cremas para masajes a base de aceite de
coco e hierbas de limón. Destaca que en Boquete se puede acudir a la medicina
alternativa o tradicional, como la acupuntura y los masajes
naturales.
Los jubilados no pueden trabajar como asalariados en Panamá,
pero pueden abrir negocios.