Silvia Lemus:
la galaxia de Fuentes
Para Carlos
Fuentes el principio de la década de los 70 estuvo marcado por una gran pérdida,
la de su padre, en 1971, pero también por un encuentro fundamental con la
periodista Silvia Lemus. Y en 1972 la pareja decidió casarse.
"Si todas las
mujeres que he querido se resumen en una sola, la única mujer que he querido
para siempre las resume a todas las demás. Ellas son estrellas. Silvia es la
galaxia misma", escribe Fuentes en el libro En esto creo sobre la mujer que
representa el amor de su vida.
Al año
siguiente de su unión nació Carlos, en París. Con él se repetiría la historia
del escritor, que nació lejos de México y creció en distintas naciones. Lo mismo
ocurriría con Natasha, nacida en Washington en 1974, el mismo año en que Fuentes
fue nombrado embajador en Francia.
La familia
residió en la capital francesa hasta poco después de que el escritor renunció a
su puesto en 1977 por desacuerdos con el presidente José López Portillo; luego
viajaron por Estados Unidos, en donde él comenzó a dar conferencias y a impartir
clases en universidades.
"Nuestras
carreras no chocan. Donde yo voy Silvia puede seguirme porque siempre puede
encontrar a alguien a quien entrevistar para su programa", ha dicho Fuentes en
Gran Bretaña, donde desde hace años la pareja posee un amplio departamento lleno
de libros en el barrio de Earls Court en Londres.
Ése es su
centro de operaciones durante el medio año que hasta la fecha pasan en Europa;
ahí él escribe y ella planea la serie Tratos y retratos, en la que entrevista a
artistas e intelectuales de todo el mundo, y que se transmite hasta la fecha en
Canal 22.
"Somos muy
distintos físicamente. Ella es delicada, dueña chica, rubia y con unos ojos
sensuales que cambian del azul al verde y al gris con las horas. Su aspecto es
europeo, pero su piel es mate, con un bello fulgor oriental. Su gusto por la
ropa es extremo y me deleita. La quiero porque yo soy el hombre más puntual de
la tierra y ella, puntualmente, siempre llega tarde. Es parte de su encanto.
Hacerse esperar", así describe Carlos Fuentes a Silvia Lemus en el libro En esto
creo, donde también revela que los une la afición por el cine, el teatro y la
ópera, y algo infinitamente más íntimo: "la alegría de tener hijos. La pena de
perderlos".
Carlos, el
príncipe criollo
El embajador
Rafael Fuentes Boettiger eligió el nombre de Carlos para su hijo, en memoria de
un hermano menor que falleció de tifoidea a los 21 años. Ese mismo nombre
elegiría el escritor mexicano para uno de los hijos que tuvo con Silvia Lemus y
que lamentablemente también tuvo un destino trágico.
"Apenas
empezó a caminar, [...] su cuerpo se llenaba de moretones y sus articulaciones
se hinchaban. Pronto supimos la razón. Carlos, a causa de una mutación genética,
sufría hemofilia, la enfermedad que impide la coagulación de la sangre", escribe
Fuentes en un emotivo texto del libro En esto creo, donde también manifiesta el
profundo orgullo que siente por su único hijo varón.
El miércoles
5 de mayo de 1999 Carlos Fuentes Lemus falleció en el penthouse del hotel Camino
Real de Puerto Vallarta, asistido por Yvette, su novia, y un amigo. Un infarto
pulmonar acabó con sus 25 años en los que había sufrido otros males a raíz de su
padecimiento, según explica el propio escritor: "La contaminación de las
reservas sanguíneas por el virus del sida desprotegió a los hemofílicos, a veces
por decisiones médicas equivocadas, a veces por actos de irresponsabilidad
criminal de las autoridades en Europa y Estados Unidos". Los padres de Carlos
recibieron en Buenos Aires la noticia de su muerte.
El muchacho
siempre tuvo una salud mermada pero mucha vitalidad. Dibujó y pintó, incursionó
en la fotografía y en el cine y escribió poesía. Como dice su padre, sabía que
iba a vivir poco y quería dejar un testimonio de su paso por el mundo. En vida
publicó un libro de fotografías y póstumamente se editó un poemario y se
montaron exposiciones con sus fotografías y obra gráfica.
"La muerte de
Carlos dejó en mí y en su madre la realidad de cuanto es indestructible. Vivía
ya en nosotros y no lo sabíamos", reflexiona el escritor en el libro antes
citado, mientras que su hermana Natasha escribió: "...su muerte fue más bella
que dos meses en el hospital. Príncipe criollo, no hay quien no te
quisiera".
Seis años
después, Natasha sería el centro de otra tragedia en la vida del
escritor.
Natasha, la
isla solitaria
24 de agosto
de 2005. Hacia la media tarde de ese día llegó una información desconcertante a
las redacciones de los diarios que se editan en la ciudad de México: el cuerpo
sin vida de "la hija de Carlos Fuentes" había sido encontrado en una vecindad
ubicada cerca del Centro Histórico. A los pocos minutos se reportó que era la
hija de un homónimo del escritor, pero otras fuentes desmintieron esta
versión.
Los
reporteros y editores de las secciones culturales comenzaron a hacer llamadas
para verificar la información confusa que había salido de la fuente policiaca.
En menos de una hora la información quedó confirmada y se conocieron más
detalles: se trataba de Natasha y no había sido víctima de la violencia de la
ciudad. Pero los detalles continuaron fluyendo vagos y contradictorios. Algunas
fuentes afirmaron que había sido hallada en Tepito, mientras que otras hablaban
del Ajusco.
La
Presidencia de la República emitió un comunicado en el que Vicente Fox dio el
pésame a Carlos Fuentes y Silvia Lemus: "Natasha siempre habitará en nuestro
recuerdo", decía del documento, y en los días siguientes la mayoría de los
medios de comunicación informaron sobre el fallecimiento de Natasha sin dar
detalles debido a decisiones editoriales internas.
La agencia
Apro de la revista Proceso fue uno de los contados medios que abundó en la
información y puntualizó detalles: Según los reporteros Raúl Monge y Armando
Ponce, Natasha fue encontrada en una vecindad de la Colonia Morelos, cerca de
Tepito. "Con síntomas de congestión visceral generalizada había ingresado al
Semefo en la Delegación Venustiano Carranza en calidad de indigente", decía la
nota. Además, de acuerdo con información de la Procuraduría General de Justicia
del DF confirmada por la agencia Apro, la chica había permanecido sin
identificar varios días.
"Fue una niña
rebotona, alegre, llena de imaginación y humor. La gran ilusión de un padre es
que su hija sea siempre una fuente de ternura y entre siempre a la sala haciendo
cabriolas. Pero las fotografías se desvanecen, las gasas se rasgan, las sedas se
amarillean. La primera comunión no es un evento eterno", escribió Carlos Fuente
sobre Natasha en la obra antes mencionada.
En ese texto
dedicado a sus hijos, el escritor describe a su hija menor como una "isla
solitaria" a quien "le gustaba inventarse y reinventarse una y otra vez".
Natasha tenía 30 años cuando abandonó este mundo.
Pero Carlos
Fuentes y Silvia Lemus no perdieron la energía ante los duros embates de la vida
de los años recientes. Ella se ha ocupado de difundir alrededor del mundo la
obra de su hijo Carlos, mientras que el escritor publicó un libro tras otro,
exorcizando sus fantasmas en En esto creo y Todas las familias felices, escritos
en las temporadas que pasa en su casa de Londres, antes de volver a su
residencia de San Jerónimo en la Ciudad de México.
"Mi destino
fue encontrar a Silvia y convertir el mío en el suyo", llegó a escribir Fuentes,
un hombre vital e infatigable con un aura de 80
años.