Obviamente, la tristeza de amor surge cuando no somos correspondidos por el sujeto de nuestra pasión, tanto si es porque la otra persona no siente lo mismo que quién está profundamente enamorado, como porque se acaba la relación por decisión unilateral, cuando uno de los dos querría continuarla a toda costa.
Relaciones y rupturas
En su mayoría, antes las parejas eran "para toda la vida" por distintos motivos, entre los cuales no siempre se contaban el amor o la pasión. Ahora, con las oportunidades de emancipación y de igualdad de las mujeres, se dan las circunstancias para que éstas pongan fin a lo que no les conviene, en lugar de aguantar situaciones humillantes o que van en su menoscabo. Y lo mismo sucede con los hombres: ya no tienen la obligación de permanecer en una relación que no les satisface, sólo por mantener las apariencias.
Es innegable que los aspectos social y cultural, influyen en cómo son y cuánto duran las relaciones de pareja, tanto si existe matrimonio como si no.
Veamos qué sucede en cuanto al componente emocional, cuando se da una ruptura.
Cuando el otro/la otra no quiere seguir adelante
A veces el dolor es devastador: parece que las ilusiones y metas desaparecen engullidas por éste y que el mundo entero se viene abajo. Además, pocas veces nos podemos permitir dejar de atender múltiples obligaciones, para transitar bien el correspondiente duelo.
Tan dañino es abandonarse por completo a esa tristeza de amor, como evitarla con actividades constantes. De entrada, no hay más opción que aceptar que debemos seguir nuestro camino sin la otra persona, y procurar vivirlo con todas sus consecuencias, sin escatimar las emociones que puedan asaltarnos: miedo, ira, impotencia, desesperación… gestionándolas lo mejor posible, para que quienes nos rodean no salgan perjudicados.
Cuando yo no quiero continuar
Puede suceder que nos veamos obligadas/os a tomar una decisión en contra de nuestros sentimientos. En este caso, aunque no seamos las/los "abandonadas/os", no estamos exentos de sufrir igual o más, que si nos dejan. Cada situación tiene su importancia para quien la vive, no hay ninguna mejor que otra, y puede aparecer igualmente una profunda tristeza.
¿Qué me corresponde a mí?
- Ocuparte de ti ante todo: respeta cómo te sientes en cada momento, y permite la tristeza de amor (o de cualquier otro tipo) que surja. Eso no es incompatible con animarse a hacer algo de vez en cuando que te saque del dolor, porque si es siempre, estás huyendo de ti misma/o
- Observar si eres capaz de permanecer sola/o durante un tiempo. Lo contrario, es síntoma de vivir de espaldas al duelo natural, que necesita un tiempo para completarse
- Descubrir lo mejor que hay en ti, en lugar de correr a buscarlo en otra persona. Cultiva tus capacidades y hónralas como lo que son: algo sumamente importante en tu vida personal
- Llegar a estar totalmente libre de la "tristeza de amor" que sentiste por la persona que quedó atrás, es el mejor regalo que te puedes hacer, respecto a tu potencial futura pareja
- Decidir lo que quieres para ti en cada instante, sin hacer caso de las "obligaciones" sociales que quieran imponerte otros
- Ser consciente de que alimentar ilusiones por un amor no correspondido denota escapismo, o bien es síntoma de dificultad para aceptar el riesgo que conlleva mantener una relación verdadera y auténtica
- Buscar ayuda especializada si es el caso, pues tus seres cercanos tendrán muy buena intención, pero no siempre sabrán respetar tus necesidades o tus decisiones, ni apoyarte emocionalmente de la forma más adecuada
Conclusión
Sé de lo que hablo, pues mi vida sentimental ha estado plagada de "tristezas de amor"… hasta que decidí utilizarla a mi favor, en lugar de dejarme absorber por ésta: resolví encontrar en mí misma la fuerza y el apoyo incondicionales en vez de seguirlos demandando fuera, como había hecho siempre.
Hay patrones muy enquistados que son complicados de desactivar por completo, y aún así, se puede llegar a ver mucho mejor lo que nos conviene, o si nos confundimos, podemos salir mucho antes y mejor parados de esa relación que no queremos, en lugar de seguir sufriendo reiteradamente al lado de alguien.